Partida Rol por web

Fuísteis transportados por el desierto durante unos veinte minutos. Aquella comitiva de forajidos weequay sabía bien a dónde os dirigíais, pero no vosotros. Pronto entráteis en una pequeña depresión rocosa, y el descenso comenzó a ser lento. Enseguida vísteis una especie de compuerta metálica de gran tamaño a la cual os aproximábais. Era la entrada a alguna especie de fortín enclavado en los peñascos de un preicipicio de la depresión. A su alrededor se acumulaban dunas por doquier.

Tras detenerse los transportes descendísteis aún con los grilletes y os obligaron a caminar hacia la compuerta metálica. La comitiva se internó en ella y en su interior pudísteis comprobar que se alzaba un palacete lleno de columnas naturales y gentes que iban y venían. El aspecto de aquel sitio no era demasiado agradable, y tras unos segundos supístieis dónde habíais ido a parar (en vuestro poco o mucho tiempo en Jakku habíais oído hablar de este sitio).

Aquel sitio era el palacio de Ceko el Hutt, un joven Hutt de apenas cuatrocientos años que se había asentado en Jakku aprovechando la muerte de Niima la Hutt a manos de un cazarrecompensas. Aunque carecía de las riquezas de otros de su especia, sabíais que poseía varias explotaciones mineras en el planeta (lo suficiente para saber que llevaba una vida acomodada). Sus contactos y su gran cantidad de hombres a su cargo (como los forajidos weequays que os habían capturado) lo hacían un ser temible. En los últimos cincuenta años había desarrollado el gusto por un espectáculo de ocio sin igual... Y enseguida fuísteis llevado a su presencia (un salón donde la música, bebidas y descanso para cualquier tipo de mala vida necesitaba):

Uhm..., tenemos un grupo muy interesante aquí -os decía teniéndoos ya delante-. Vosotros podríais dar un gran espectáculo en la próxima velada... sí. Mucho mejor que los escuálidos chatarreros que me suelen traer...

Kyrra lanzó una mirada fulminante sobre el Hutt, pero no abrió la boca. Hubiese querido lanzar un escupitajo sobre su monstruosa cara, pero se contuvo por la cantidad de guardias que había. Aquella situación le recordaba sus tiempos de esclava y por un instante sintió que se le revolvía el estómago.

- Siempre acabo de la misma forma... es que acaso seré esclava de por vida? se lamentaba por dentro.

Miró a su alrededor con desesperanza. Las puertas del Palacio parecían lejanas, infranqueables. Los guardias armados hacía que fuera casi imposible poder escapar de allí. Luego su vista se dirigió a sus compañeros que estaban a su lado. Un bosquejo casi imperceptible de sonrisa se asomó en su rostro, casi como un alivio en su pesar y sintió que al menos no se encontraba sola en aquel terrible lugar. 

Masticando bronca, se limitó a esperar.

- No es momento de actuar, pensó. Y se limitó a contar cuantos de los que estaban allí llevaban armas.

- Suéltanos, babosa. Puedes esperar sentado si crees que vamos a ofrecerte ningún tipo de espectáculo. Tus esbirros nos han secuestrado pero no tienes derecho a retenernos.- espeto algo enfadada. - ¡Y Kyrra, me alegro mucho de verte!- digo a nuestra compañera con algo más de alegría - Lástima que sea en estas circunstancias.

¡ JA JA JA ! -el hutt se rió de la joven Rebecca-. A diferencia de mis congéneres, no disfruto con la esclavitud de otros seres sintientes, así que seré claro. Si esta noche dáis un espectáculo de calidad y sobrevivís, se os recompensará con... vuestra libertad. Un gran guerrero capaz de ganarse su libertad en batalla no debería permanecer atado con grilletes, incluso os devolveré vuestras baratijas.

Tras descansar en un frío calabozo, esa noche fuísteis llevados a un coliseo privado, propiedad de Ceko, aledaño a su palacete. Entrásteis en la arena desde la entrada sur, y desde allí podíais ver las gradas atestadas de adláteres y escorias típicas de una guarida criminal. En el palco se encontraba Ceko, su mayordomo, droides guardaespaldas y algunos invitados ilustres. A través del sistema de comunicaciones del macabro estado retumbaba la voz del Hut.

Queridos e ilustres invitados, tengo el placer de presentaros a los valerosos guerreros que nos deleitarán en esta velada con un espectáculo de sangre y muerte.

Tras los vítores del público el inmenso hutt prosiguió.

Las normas de esta noche son simples: combate a muerte. En cualquiera de las cuatro columnas centrales un rudimentario dispositivo proporcionará armas aleatoriamente a los guerreros siempre que sean capaces de activarlo en medio del sangriento combate*. Si alguno de los contendientes se ve tentado a atacar al público, tendrá funestas consecuencias. No queresmos que nadie abandone la fiesta antes de tiempo.

La risa del público era ensordecedora entonces.

Por último, sólo queda presentar a los adversarios de éstos ilustres guerreros. ESta noche tenemos algo especial, inicialmente destinados a la colección del rey Prana. He aquí a tres miembros de la raza perpetradora de la masacre de Trillia... ¡LOS RATHAR!

Entonces un par de Rathars salieron por la gran compuerta del coliseo:

Mi personaje mira las gradas del palco con una mirada asesina y sonríe. Si quieren un combate sangriento lo van a tener, pero el resultado va a cambiar un poco. Vislumbro el campo de batallas en busca de posibles coberturas y miro buscando a mis compañeros, sin duda alguna si queremos salir con vida habrá que trabajar en equipo. intento mirar a sus ojos y darles un poco de confianza mientras en mi mente recito los principios que me enseño mi tio para luchar contra el miedo.

- Grrr... Maldición! Rathars! Esto no es nada bueno... Vociferaba Kyrra, mientras miraba atónita como aparecieran esos dos monstruos en el campo. El miedo le recorrió el cuerpo y buscó ciegamente alguna salida alternativa de aquel lugar, pero todas las puertas se encontraban cerradas. Era evidente que no quedaba más remedio que pelear por su vida. 

Sin ser la líder del grupo, sintió que debían organizarse y no perder tiempo.

- Tendremos que dividirnos en 2 equipos - les dijo a sus compañeros. - Anzak, ven conmigo!. Iremos por las columnas de la izquierda. Rebecca y John, vayan por las de la derecha! Atacaremos de a dos a esos horripilantes monstruos. Peleen con todas sus fuerzas! Rápido, no hay tiempo que perder!! Vamos! - los animó mientras corría la columna izquierda más cercana.

- Anzak, ayúdame a liberar el arma de la primer columna. Luego iremos por la otra. Vamos!

Miro a mis compañeros, quizás sea la ultima vez-Buena suerte amigos-me dirijo corriendo junto con kyrra a la primera columna.Sin duda Kyrra tiene iniciativa,me hubiese gustado conocerla y haber hablado mas con ella. Muevo la cabeza mientras corro para espantar mis ideas.Aún no estamos muertos, aún tenemos una oportunidad. Al alcanza la columna me pongo a manipular los controles.Con miedo y nerviosismo me pongo en mi lado de la columna y empiezo a tocar el panel¿Habrá funcionado?

Kyrra salió corriendo hacia la izquierda, y en su carrera da vuelta su cabeza y nota que quien le sigue es John y no Anzak. De cualquier manera, sigue a toda velocidad hacia adelante y ya mirando fijamente al Rathtar. De golpe, frena a una distancia prudencial y con una rápida mirada ve que John ahora está en la primer columna intentando descifrar el código. Inmediatamente levanta sus brazos y su cola agitándolos en dirección al monstruo mientras gritaba.

- ¡Eh! ¡tú! ¡asquerosa criatura! ¡aquí! ¡ven aquí, engendro horrible! - Kyrra no sabía de donde había sacado el valor para estar allí queriendo llamar la atención de aquel letal Rathtar. Sentía un sudor frío a lo largo de toda su espalda. 

- Debo haber enloquecido completamente para hacer esto que estoy haciendo - pensaba mientras daba saltos y seguía agitando sus brazos. - Vamos John, hazlo rápido por favor, o seré comida de Bantha.

- Pero... ¿qué son esos bichos? ¿Cómo pretenden que nos enfrentemos a ellos? - exclamo al ver salir a los rathar - ¿Y ahora qué hacemos? ¿Qué dice Kyrra?

Pero ya no oigo nada de lo que dice, y solo veo como sale corriendo y John detrás de ella.

- ¿No ha dicho que fueras tú, Anzak? En fin, vamos nosotros por el otro lado, tenemos que parar a esas criaturas no nos devorarán. Anzak, intenta conseguir un arma, voy a ver si distraigo al rathar lo suficiente.

Imitando a Kyrra, me pongo a agitar los brazos y a pegar chillidos para llamar la atención del rathar.

- Eh, tú, ven aquí. Coge la pelotita...- miro a mis compañeros - Es lo que decía a mi mascota para que me hiciera caso...

Anzak asintió a kyrra y la siguió en la arena frente a la criatura, separándose de sus compañeros que intervendrían por el lado contrario, para intetan dicidir las fuerzas y conseguir un arma cada uno de los grupos. Con esta idea, salieron corriendo hacia uno de los dispositivos que les duminstraba armas.

Ahí es cuando Anzak comenzó a manipular el contenedor para que les diera un arma con el que poder combatir con esemonstruo. Tras unos segundos en los que Kyrra distría a la bestia, el contrabandista logró escifrar la clave y coseguir sacar el arma atrapada.

- ¡¡ya la tengo!!- dijo efusivametne Anzak mientras recogía el arma y se giraba para ver cómo se las apañaba su compañera.

Los Rathars fijó su atención en Rebecca. Sus infames tentátculos y horribles dientes en aquella enorme fauce los hacían criaturas temibles, y la sorpresa y miedo de la gente a veces se hacía notar en las gradas. Aunque en verdad aquellos alaridos era vitoreando a las terribles criaturas en vez de a vosotros. Anzak consiguió manipular aquel panel colocado en la columna. No estaba muy seguro en cómo había que hacerlo, pero lo había activado como un panel naval (y él estaba acostumbrado a ello). El panel le dispensó una pistola bláster*. Al menos ahora tenía algo con lo que poder enfrentarse.

Los rathars avanzaban hacia vosotros y vosotros sólo podíais marchar hacia atrás asustados y casi carentes (aún) de elementos para hacerlos frente. El público de Ceko rugía para que muriérais desagradablemente rápido...

-Si,puede coger la pelotita o arrancarte el brazo, una mascota encantadora-  Le digo a Rebecca mientras le guiño un ojo y me vuelvo a concentrar en la consola. Tu no me gustas y yo no te gusto, pero las vidas de mis compañeros y la mía propia depende de ti.   

Oigo un sonido extraño y no quepo de alegría al ver que ha funcionado. Cojo el arma y me preparo para a tacar a la criatura.

- Eso es John! justo a tiempo!!

Kyrra sentía la extraña mezcla de miedo y alegría envuelta en el vértigo de la situación. Sin dejar de estar de cara al monstruo, comenzó a retroceder lentamente en dirección a su compañero, agitando sus brazos sus brazos continuamente.

- Eh! tú! mira aquí! mira lo que tengo para tí! 

Kyrra estaba atrayendo al Rathtar con éxito, tratando de que quede a buen tiro para John.

- Dale duro, compañero!

Anzak dejó el arma en el suelo y siguió manipulando el mecanismo. Debía sacar otro arma para que los dos tuvieran una y así pudieran disparar a esa criatura.

- ¡¡Kyrra coge el arma!!- de grito a su compañera dejándo el blaster en el suelo.