Misión 1: Carroñeros espaciales

Orbita de Christophsis

La insurgencia de Christophsis está pasando por un mal momento. Con la captura y posterior ejecución del primer ministro y otros miembros de los altos cargos gubernamentales a manos del Gran Moff Tarkin, la rebelión local se ha quedado sin sus principales aliados y ahora se encuentra diezmada y desmoralizada. Debido a ello y en un intento de apoyarles para que continúen la luche, vuestro superior, el Comandante Caran, os ha enviado al planeta con un cargamento de suministros médicos y armamento al cual le agregasteis otras mercancías menores para aparentar ante las autoridades imperiales.
A pesar de la fuerte presencia del Imperio, gracias a vuestra tapadera de comerciantes lograsteis no solo aterrizar en el planeta y vender los bienes que llevabais recuperando así los créditos que gastasteis en ellos sino también colar de contrabando el equipo para los rebeldes. Tras recibir el agradecimiento de vuestro contacto en el planeta, cargasteis con combustible los depósitos de la nave y despegasteis.

Actualmente os encontráis en la órbita de Christophsis, reunidos en la sala de reuniones de vuestra nave. Una vez que termináis de comunicarle al Comandante el éxito de vuestra misión, os disponéis a ocupar vuestros puestos y dar el salto al hiperespacio pero antes de que podáis marcharos, vuestro droide Trasher comienza a dar pitidos informándoos que tenéis una comunicación entrante.

Al aceptar la transmisión, ante vosotros se forma el holograma de una joven twi’lek, a penas más joven que Ayuz'bepa. Se trata de Seku Garbar, la hija adoptiva de vuestro compañero Ray y miembro de la inteligencia rebelde.

-Hola amigos -os dice alegremente- y hola papá -agrega mirando a Ray- Ya me he enterado del éxito de la misión y por eso me comunico con vosotros. Un amigo contrabandista leal a la causa me ha comentado de un trabajito que escuchó y como os encontráis en un sistema relativamente cercano os paso la información: En el puerto espacial de Mos Eisley, en el planeta Tatooine, hay un comerciante de armas y otros bienes llamado Sude Raalo que está buscando un grupo de personas con una nave para realizar un trabajo de recuperación aunque desconozco los detalles. A pesar de ser un neimoidiano y de haber formado parte de la armada Separatista, los rumores dicen que es de fiar… bueno, dentro de lo que cabe para alguien que tiene un negocio en Mos Eisley, así que no creo que vaya a haber algún problema. Eso sí, sed astutos que por lo que se dice es bastante duro de roer a la hora de negociar los pagos -os explica Seku para luego miraros a todos con su eterna sonrisa- ¿Qué opináis? ¿Os apetece ganar unos créditos?

El día no había ido del todo mal, la entrada en el planeta fue tranquila, la entrega de material perfecta y la salida sin incidentes, sobre todo sin disparos ni cazas TIE persigiendólos, lo cual era una novedad.

Esta vez no encontró ninguna información sobre Jhan, pero al fin y al cabo este planeta no era de su tipo, estaba cavilando sobre ello cuando llegó la llamada de Seku.

Un trabajo en Mos Eisley, ese agujero si que encaja con un bribón como Jhan, puede que haya pasado por allí, al menos daba mejor perfil que donde estaban ahora.

- A mi me parece bien, hemos tenido un buen trabajo aqui, por que no seguir con la racha? - mirando a los demás.

Su rostro, por lo general impávido y taciturno, cambió radicalmente cuando escuchó la voz de Seku. Era como un bálsamo oir la voz de las dos criaturas (ahora ya no tan criaturas), que le ayudaban a aguantar un dia más y a fortalecer sus vinculos con la causa rebelde.

-¿Qué hay peque? ¿Estáis bien? -por supuesto la pregunta también abarcaba al hermano de Seku, luego se pusieron por faena, mientras Ray se sonrojaba ligeramente, aunque trataba de disimularlo con gesto adusto, por mostrar abiertamente preocupación y sentimientos ante el resto de la tripulación.

Nina parecía conforme con el encargo que les estaba dando, y Ray no iba a negarse a un trabajo de ese tipo, menos viniendo de su hija, además; necesitaban créditos. La Rebelión era cara.

-Estoy de acuerdo con Nina, los créditos siempre nos vendrán bien. Pero, peque, hablamos de un neimoidiano, con ser astutos es quedarse corto, un milagro será si no acabamos pagando para hacerle el trabajo.

Sonrió ligeramente ante la imagen de su hija y luego se volteó hasta el resto de la tripulación.

-¿Que opina, Comandante? -aunque el protocolo como fuerzas especiales de comando, militar, le forzaba a buscar el veredicto del comandante de la nave; un eco de cuando sirvió a la antigua república y a los imperiales, en verdad miraba a todos, buscando la opinión del resto.

Aunque algo le decía, que efectivamente iban a aceptar. Era una verdad inegable que la guerra valía dinero y la Rebelión no estaba en su mejor momento, pues debían aprovechar cualquier ventaja que pudieran conseguir, por poca que fuera.
 

 Aunque debido a mi experiencia en la guerra, me mostraba suspicaz al tratar con un neimoidiano, me doy cuenta de que eso debe de quedar atrás y fijar mi atención en quien es en realidad el enemigo ahora:

 - Por mi no hay problema. Será una buena oportunidad de ver como van las cosas por ese planeta y si sigue más o menos libre del control imperial.

Ayuz'bepa saludó a Seku con sus Lekkus. Lo que les contaba no parecía una misión complicada, aunque había oído hablar del planeta tatooine y era uno de los últimos sitios a los que querría ir. Lo gobernaban los Hutts y aquello le traía malos recuerdos. Pero la misión parecía sencilla y si la suerte seguía de su parte conseguirían mejorar el armamento del equipo, lo cual no les venía nada mal. Además desde que Dacen y Talikah estaban con ellos todo estaba resultando más sencillo.

-La nave está a punto, podemos partir de inmediato-les dijo- eso si, no os confieis, algo me dice que el imperio es de lo que menos nos vamos a tener que preocupar en un sitio como ese-advirtió a su equipo-. Gracias por la información Seku, nos ponemos a ello-le dijo mientras movía los lekkus mostrandose cordial.

Talikah miraba con gesto extraño una planta "indígena" que había podido comprar en Christophsis cuando vendían el cargamento, se había emocionado bastante el encontrar algo así en un planeta en el que pensaba sería imposible. La flor era de cristales, sus hojas reflectaban la luz de la nave de manera hermosa, pero... no podía evitar pensar que no era más que un adorno y que le habían timado. 

Cuando la hija de Garbar llamo una tímida sonrisa apareció en sus labios y la saludo con una leve inclinación de su cabeza, en señal de respeto, no habló de primeras, se dedicó a escuchar a los demás mientras seguía observando el espécimen entre sus manos. 

-Es un mal necesario que necesitamos para aportar un grano más de arena a la rebelión el tratar con ese Neimoidiano, yo también apruebo la misión y te doy las gracias por la información joven Seku Garbar -Volví a mirar a la pantalla dedicándole otro gesto leve de cabeza en señal de agradecimiento. 

_{-La lastima es que Tattooine casi no tiene vegetación...} -Musitó más para sí misma que para los demás rozando con las yemas de los dedos el cristal de la supuesta flor. 

después de haber conseguido llevar suministros a los miembros de la rebelión en Christophsis, y la noticia de que seguramente tendríamos que irnos a Tattooine a ayudar a un Neimoidiano, de un sitio donde el crimen tiene forma física, y seguro que no me haría falta trabajo, "Vamos, si podemos conseguir algo de pasta para ayudar a la rebelión, pues vamos, y si nos intenta meter en una trampa", muevo saco mi blaster como una señal, y luego me pongo a limpiar mis armas y tenerlas listas para cuando haga falta, que seguro que lo necesitemos.

Ayuz sonrió.

-El maldito planeta, según tengo entendido, ya es una trampa. Así que haces bien en tener tus armas a punto-se dirigió al resto- Vosotros también. Todo el mundo a punto y preparado para cuando lleguemos. Ya hemos hecho el recuento de suministros y raciones y todo está bien, así que quiero a todo el mundo preparado cuando nos acerquemos a Tatooine. Os quiero a todos en vuestros puestos-se levantó de su asiento- pongámonos en marcha escuadrón, ese neimoidiano no sobrevivirá mucho tiempo si se enteran de que va a trabajar con la Rebelión.

-Por el momento si -le responde Seku a Ray- Yo estoy bien y feliz con el trabajo que el Comandante me ha asignado y Narik se entretiene reparando cazas y ocupándose del mantenimiento de los droides.

Tras ver que todos estáis interesados en el trabajo, la twi’lek vuelve a hablaros.

-A pesar de no estar en el Espacio Hutt, Tatooine es gobernado por esas babosas sobrealimentadas así que es poco probable que os encontréis con imperiales. Eso si, como dice Ayuz se trata de un lugar peligroso así que tened cuidado y no os metáis en problemas -os comenta con un ligero tono de preocupación- En cuanto a Raalo, no os preocupéis por él, además de que sabe defenderse suele hacer negocios con los Hutts así que todos se lo piensan dos veces antes de tocarle un pelo... y eso que no tiene ninguno.

-Me alegra escuchar eso, Narik siempre tiene la cabeza metida en sus cosas, y no es que me queje, pero mira a ver si le puedes hacer asomar la cabeza hacia un poco de sana diversión, que al final se nos va a volver loco.

Sonrió hacia la imagen de su hija, y luego hizo la pregunta de rigor.

-Creo que estamos listos, cuidate hija. Oh, espera, se me olvidaba... ¿Raalo va por libre o tiene socios que debamos saber? Sin contar la colaboración con el Hutt, claro.

Eso si, como dice Ayuz se trata de un lugar peligroso así que tened cuidado y no os metáis en problemas

- La mejor manera de no meterse en problemas es no pisando ese puerto, pero... ¿de qué viviríamos si nos asustaran esas menudencias?

Kimbria había entrado en la cabina terminando de guardar los "papeles" de las transferencias en el datapac de cuentas que escondió en un pequeño compartimento bajo los mandos del copiloto. Esta vez las cuentas habían salido y habían ganado algo de dinero y sin disparar un solo tiro. Su lógica moncalamari le decía que la próxima probablemente sería la de arena pero no se quejaba.

Había escuchado toda la conversación por el comunicador y aunque no había visto a sus compañeros sabía que Gor Did'hosu habría jugueteado con el blaster mientras contestaba y sonrió al ver que Ray trataba a la vez de preocuparse por la pareja y de hacer como que no le importaba.

- Seku, iremos para allá pero intenta averiguarnos quién más ha recibido esa oferta, bien a través de ese contrabandista o por otros canales. No quiero tener que regatear. Nosotros investigaremos los últimos negocios de ese Raalo a ver qué tal le ha ido.

-Intentaré hacer lo que pueda aunque ya sabes como es Narik, él es feliz siempre que tenga delante algo con tuercas y cables… -responde Seku moviendo los hombros- Aun así yo no me preocuparía tanto, ha hecho buenas migas con un grupo de técnicos y mecánicos y va con ellos a todos lados así que se puede decir que cumple con su cuota de ser sociable.

Luego de escuchar la pregunta de Ray, su hija adopta una postura pensativa durante un breve instante.

-Por lo que tengo entendido no, no hay ningún socio del que debáis preocuparos, Raalo va por libre -responde la twi’lek- Tu también cuídate, padre.

Acto seguido, la joven le responde a la mon calamari.

-El trabajo de Raalo es reciente así que dudo que haya muchos candidatos. Sin embargo, debido a la naturaleza ilegal del planeta no hay forma de saberlo -comenta la twi’lek- En cuanto a sus últimos negocios, os ahorraré tiempo: Los únicos que ha hecho son con los hutts, con viajeros que han llegado a Tatooine o como intermediario entre contrabandistas locales, ninguno con el Imperio lo que es comprensible debido a que era un separatista.

Sin nada más que agregar, la hija adoptiva de Ray se despide de vosotros y corta la comunicación.

Teniendo claro vuestro destino, os marcháis a vuestros respectivos puestos y tras hacer los cálculos adecuados dais el salto al hiperespacio. Luego de un breve tiempo viajando debido a la cercanía del sistema, todos os reunís en la cabina del piloto y desde allí podéis ver a la distancia el árido Tatooine, planeta asolado eternamente por el calor de sus soles gemelos y hogar de la peor calaña de criminales que la galaxia haya visto.

Luego de un par de minutos de viaje y sin intención de que os timen con una elevada tarifa de atraque y mucho menos que el nombre de vuestra nave quede en los precarios registros de los dueños de los hangares, decidís aterrizar en las afueras de Mos Eisley. Una vez tocáis tierra, os lleváis con vosotros todo lo que creéis necesario y tras dejar a Trasher a cargo de la nave, comenzáis vuestra caminata hacia el puerto espacial.

Después de menos de media hora andando por los yermos desérticos del planeta, finalmente llegáis a Mos Eisley: vuestro destino y uno de los lugares más peligrosos de la galaxia.

Al desconocer donde podéis hallar a Sude Raalo, rápidamente comenzáis a preguntarle a los lugareños sobre él y aunque algunos se niegan a hablaros y otros no tienen ni idea, finalmente un comerciante local os da las indicaciones necesarias para hallar su tienda. Luego de una breve caminata, llegáis a una edificación de una sola planta similar a cualquier otra de Mos Eisley que se encuentra junto a una amplia estructura que parece ser un almacén. Aunque al principio no veis nada raro, ante una inspección más concienzuda no tardáis en daros cuenta de que las puertas no son normales sino reforzadas y que cuidadosamente ocultas en las paredes hay una serie de cámaras de vigilancia. Además, lo que más os llama la atención es un cartel que cuelga en la puerta de la tienda:

“Si queréis hacer negocios: Vuelvo enseguida.
Si venís en busca de trabajo: Estoy en la Cantina de Chalmun.
Si estás aquí para robarme: Más os vale estar bien preparados porque si salís vivos mis guardias os chamuscarán tanto el trasero que tardaréis tres rotaciones en volver a dormir boca arriba.”

Aparte del hecho de que el neimoideano sabe escribir un anuncio para todo el mundo, claramente tenéis dos opciones: Esperarlo junto a su tienda o ir a buscarlo a la Cantina de Chalmun, la cual de acuerdo a la información que habéis reunido no se encuentra muy lejos de donde estáis.

Tras observar la zona con detenimiento no parecían tener muchas opciones, aunque no le gustaba ninguna.

- No podemos quedarnos aquí, expuestos y esperando. Seguro que por esas cámaras ya nos han visto y están estudiándonos. Vayamos a su encuentro a la taberna y no le demos más tiempo.

El viaje ha Tatooine se desarrollo sin incidentes, aterrizar cerca de Mos Eisley para no pagar a sus piratas tampoco dio problemas, bajaron todos en pos de su contacto dejando a Trasher en la nave, espero que no la encontremos desvalijada al volver por las ratas autóctonas.

Con la mayor discreción fueron preguntando pero aunque encontraron el lugar, siendo un grupo nuevo llamaban mucho la atención, seguramente tendrían que hacer frente a carteristas y vendedores de humo, el  neimoideano no estaba en su tienda, pero había dejado indicaciones de donde encontrarle, por lo que veo poca opción.

- Kimbria querida, desde que hemos llegado nos han estado estudiando, si todavía tenemos nuestras cosas encima es que han juzgado que es demasiado problemático robarnos, así que mejor vamos a esa cantina a por el  neimoideano y empezamos el trabajo, para no estar aquí más de lo estrictamente necesario. 

 Mientras los demás decidían que hacer, yo permanecía en silencio, comprobando a ver si sentía alguna perturbación en La Fuerza o cualquier cosa que me llamara la atención, como cualquier posible usuario de La Fuerza que pudiera haber cerca, como siempre hacía cuando visitábamos un mundo nuevo, en busca de tanto posibles supervivientes Jedi como de usuarios del Lado Oscuro que pudieran perseguirnos...

Ayuz se ajustó el pañuelo que le tapaba la boca y la nariz. Le ayudaba a ocultar su rostro de miradas indiscretas y la protegía de la arena. Hizo un gesto con la mano para llamar la atención de sus compañeros.

-Vayamos a buscarle a la cantina, cuanto antes empecemos este trabajo antes saldremos de aquí-les dijo- pero estaría bien que un par de nosotros se queden aquí para vigilar por si no le econtrasemos-sugirió. Volvió a leer el cartel y sonrió bajo el pañuelo. A lo mejor ese maldito tipo no le caía tan mal como esperaba.

Dio un trago corto a la cantimplora, mientras pasaba la mano ante sus ojos para protegerlos del brillo del desierto. Estaba claro que debía reservar todo el agua que fuera posible dado el clima.

Tras leer el cartelito, tuvo claro que aún mantenía la fiereza de un veterano de guerra. No estaba mal, aunque no le amilanaba la advertencia (al fin de cuentas era un comando y se enfrentaba a esa clase de desafios a menudo), si entendía que sería una completa estupidez desactivar sus defensas y esperarle en su mesa mientras le vaciaba la nevera. Querían estar en buenas condiciones, así que la mejor opción era ir a la cantina, tal como decían sus compañeros.

Además, estaba Kimbria, su especie era anfibia y solía vivir en el agua de forma natural. El calor de este planeta invernadero debía ser un infierno para ella.

-Es mejor que vayamos juntos, pensad que aquí hay muchos criminales sueltos, el número debería amilanar a la mayoría de intentar tonterías. Cuanto antes cerremos el trato mejor. Dejar a dos aquí, es tentar a la suerte. Eso sí... hablareis vosotros, yo entraré a los pocos segundos de que entréis vosotros, como si no fueramos juntos. Para observar desde la barra que nadie os intenta hacer nada, y socorreros en caso de ser necesario.

después de una larga caminata, para mi si lo fue, debido al pelaje que tienen los bothan no ayuda mucho en entornos de color y todo el camino llevo mi mano a la pistola blaster pesada bothan, que como de costumbre esta en modo aturdidor y con la mirada puesta en todos lados para evitar una emboscada, que nunca sucede, al llegar a la puerta. 

"voy con los que van a la cantina, creo que seré mucho mas útil que si me quedo vigilando esta puerta" les digo a mis compañeros, con la manos en mi pistola.