Partida Rol por web

Me despedí de mis compañeros. Supuse que no tendrían problemas, estaban ya en el Lekkuan, protegidos y armados. Nosotros en principio nos estábamos arriesgando más, claro que... si uno va con un caballero jedi con las dotes que ha mostrado anteriormente, quizá esté el mejor protegido.

Me senté en el hueco del copiloto mientras el antiguo tabernero recorría las calles. Tenía muchas preguntas aunque supongo que el jedi igual no tenía tantas ganas de responder... carraspeé —me temo que tengo que volver a disculparme por nuestro anterior comportamiento, pero espero, que tras ver lo que ha visto entienda la premura y el secreto con el que teníamos que tratar el asunto. Celebro que venga con nosotros, como a buen seguro lo hará el general Skywalker. Pero dígame, una vez vencido el Emperador... ¿Por qué siguió aquí? ¿Tiene que ver con lo que sea que tiene que solucionar? —la pregunta más bien debería ser por qué no hizo nada contra el Imperio, pero no era una cuestión amable así que la dejé estar.

Lucien pilotaba el deslizador en silencio, concentrado.

- ¿Crees que con la muerte del emperador acaba todo? - Lucien no dejaba de mirar al frente, pero no había hostilidad en su voz -. No podéis estar más equivocados. El Imperio ha quedado fragmentado, pero otro ocupará su lugar - tras unos momentos de silencio, y antes de que puedas abrir la boca, continúa -. Palpatine y Darth Vader persiguieron y exterminaron a los Jedi. La Orden desapareció - fue toda su respuesta.

Condujo el vehículo por unas calles alejadas de la principal avenida y lo detuvo a bastante distancia de la taberna. Luego continuó a pie en silencio y evitando callejuelas transitadas, aunque caminaba como si no ocurriera nada. Tras varios minutos caminando se detuvo y echó un vistazo asomando la cabeza por una esquina. En el exterior de la taberna había dos lugareños, evidentemente esperando a que abriera el negocio. Lucien soltó un gruñido de fastidio y se encaminó hacia allí con paso firme y decidido.

- Largo - ladró con mal humor; el tabernero había regresado -. Hoy no se abre. Día de descanso.

Lucien abrió la puerta y entró, ignorando a los lugareños, que se encogieron y se dieron la vuelta. Al parecer la forma de proceder del tabernero no era algo fuera de lo normal.

Tras cerrar la puerta, Lucien se detuvo y escuchó. El local estaba desierto y no se oía nada.

Escuché atento las palabras de Lucien, sin duda sabía mucho más que yo de los jedi. Yo solo tenía un conocimiento sesgado.

No había coincidido con Darth Vader pero era una figura de respeto. Según cuentan tras las guerras clon fueron desapareciendo los jedi, no sé como solo dos personas pudieron acabar con todos. A mi parecer tienen que haber muchos más escondidos. Me encogí de hombros tras sus palabras —no sabría decir exactamente, yo fui un cadete imperial y ahora estoy donde creo que debo estar. No sé si la solución a todo estos es volver a hacer jedi, no conozco mucho de ese tema, algunos de mis compañeros parecen estar mucho más versados que yo —.

Le seguí en silencio y entré dentro tras él. Miré como se alejaban los parroquianos, Siempre tan agradable. —¿Te ayudo a buscar algo? ¿Vigilo? —.

- Sólo recogeré algunas cosas; habrá que dejar para otra ocasión los otros asuntos - explicó Lucien -. Espera aquí - terminó, abriendo una puerta al fondo de la taberna que revelaba unas escaleras. Las subió, desapareciendo en el piso superior.

Con las puertas y ventanas cerradas, la taberna estaba a media oscuridad. Por las rendijas se colaba la suficiente luz diurna como para poder ver sin necesitad de encender las luces del local. Todo estaba tranquilo. Las sillas y butacas descansaban sobre la mesa, lo que indicaba que ese día el local no se había abierto en ningún momento. Arriba se oían los pasos de Lucien, rápidos y seguros.

No hubo sonidos fuera de lo normal desde el exterior, por lo que la explosión cogió desprevenido a Sidias. La puerta de la taberna explotó en mil pedazos desde el exterior, y la onda expansiva lanzó al antiguo cadete por los aires dejándolo aturdido y desorientado, pero ileso.

Sin terminar de disiparse polvo y humo, Sidias pudo ver a un encapuchado entrando, seguido por cuatro soldados armados con rifles bláster y armaduras similares a la de los motoristas. Dos de los soldados se quedaron en la puerta, aguardando. El encapuchado se descubrió, revelando a un humano de mirada feroz y piel pálida, casi gris. Miró alrededor y escuchó un momento. La suerte de haber caído tras algunas mesas derribadas hizo que no se percataran de la presencia de Sidias.

Al notar el ruido en el piso superior, el humano salió corriendo escaleras arriba al tiempo que activaba un sable de luz, seguido de los otros dos soldados.

Deambulé por el terreno esperando a Lucien, me había dicho que no subiera así que le hice caso. Escuché con atención por si hubiera algo raro arriba pero solo eran pasos de alguien que sabía donde iba y lo que hacía.

La explosión me lanzó por los aires y acabé detras de un obstáculo, estaba a cuatro patas sacudiendo la cabeza para despejarme, decidí no moverme mucho para no delatar mi posición. No estaba claro qué pasaba aquí.

De pronto se descubrió la cabeza y activó un sable de luz mientras iba escaleras arriba, Lucien estaría al tanto por la explosión y seguro que él sabría tratar con el otro jedi. Por mi parte, tenía que encargarme de los dos de abajo. Seguramente el primero sería sencillo, ya que no me esperaban, luego... bueno, ya veríamos.

Me asomé muy poco para buscar su posición mientras preparaba la pistola, en cuanto tuve una buena posición abrí fuego mientras encendía el comunicador para avisar a mis compañeros de la nave.

¡Tenemos compañía en la taberna! Cuatro soldados y un jedi.

Al poco, los pasos en el piso superior se convirtieron en ruidos de pelea, precedidos por disparos.

Sidias esperó unos instantes y entonces aprovechó la ocasión y disparó sobre uno de los soldados desde su cobertura. El soldado que era su objetivo se desplomó sin vida antes de saber de dónde procedía el fuego. Sin embargo, su compañero reaccionó disparando y cubriéndose al tiempo que gritaba un aviso.

La cobertura de mesas y sillas derribadas protegió a Sidias mientras éste avisaba a sus compañeros por el comunicador.

–¡Ríndete! Mis compañeros están al llegar –grité en la sala mintiendo tratando de provocar alguna reacción mientras estaba protegido detrás de unas mesas y sillas. El ruido de arriba me revelaba que tenía que intervenir, ¡demonios!, tenía que acabar con el maldito soldado para ir a ayudar a Lucien. Sin perder la cobertura abrí fuego contra el soldado.

Se lo creyera o no, el soldado continuó intercambiando disparos con Sidias. Las astillas volaban por los impactos, junto al olor a quemado de los haces de energía. Ambos se mantenían a raya gracias a la cobertura.

En el piso superior, los ruidos se intensificaban. Era como si se estuvieran lanzando el mobiliario, a juzgar por los fuertes golpes. Uno de los soldados cayó rodando por las escaleras, con una fea quemadura que ennegrecía el peto de su armadura.

—Uno menos —pensé cuando vi caer el cuerpo por las escaleras, si no había contado mal ahora serían dos contra Lucien.

Esperaba que mis compañeros hubieran recibido el mensaje, en cualquier caso, y dado que no llevaba granadas de ningún tipo se me ocurrió que podía disparar hacia la puerta. Quizá los disparos la agujerearan y llamarían la atención de alguien que me podía servir como distracción para poder subir arriba o para acabar con el soldado de abajo.

Sidias apuntó a la puerta en una dudosa apuesta. Los disparos impactaron en la puerta, pero ésta parecía ser recia.

El soldado devolvió los disparos, sin impactar, pero peligrosamente cerca. Para desaliento de Sidias, un nuevo soldado asomó por la puerta y disparó apoyando a su compañero, para luego hacer una seña al exterior. Al parecer los soldados no habían venido solos.

En el piso superior, continuaban el ruido de refriega.

—¡Por todos los rancor! —habría jurado que podría haber destruido esa puerta..., ahora son dos y pueden ser más.

Apoyé mi espalda contra la pared deseando que apareciese alguno de mis compañeros. Respiré hondo mientras trazaba un plan. Yo aquí tenía dos soldados y arriba Lucien tenía otros más un jedi.

Ojalá supiera yo de la Fuerza como comentaba Baker, expiré aire lentamente y di una voltereta hasta alcanzar una nueva cobertura en dirección a las escaleras mientras trataba de hacer blanco en alguno de los dos soldados de la puerta. Si conseguía derribar a uno de los dos podría arriesgarme a una carrera por las escaleras hacia arriba.

Los dos soldados en la puerta se turnaban para intercambiar disparos con Sidias. Todos impactaban en las coberturas.

Con una voltereta bien ejecutada, fruto del intenso entrenamiento de la academia, Sidias se acercó un poco más a las escaleras. Entonces, del comunicador surgió una voz.

 - Sidias - era Baker -. También tenemos compañía hostil por aquí. Será mejor que vayamos a buscaros. ¿Podéis llegar a algún sitio donde os podamos recoger?.

Casi al momento, intervino Suta por el comunicador.

- Buscad un sitio elevado. Preparaos para saltar.

Sonidos de disparos desde el comunicador se mezclaron con los de la lucha en que seguro se veía inmerso Lucien.

Sidias alzó el arma para disparar de nuevo, pero su mirada sólo pudo ver la granada que pasaba por encima de su cabeza y caía tras él.

Escuché las palabras de Baker por el comunicador, —¡Parece que nos estaban esperando! ¿Cómo nos habrán encontrado tan rápido?—, cuando escuché las palabras de Suta respondí corto y rápido, no quería hablar mucho —así haré, os aviso cuando lo consigamos —respondí a mi compañero twilek mientras disparaba.

Mi intención con la voltereta era acercarme a la escalera para buscar un momento para escapar por allí, pero... la situación no dejaba lugar a la planificación, en cuanto vi cruzar la granada por encima de mí sabía que debía salir de allí pitando. Intenté disparar unas cuantas andanadas hacia los dos blancos para hacerles cubrir y me lancé a por las escaleras buscando tanto un sitio elevado como a Lucien.

Si había alguna duda del momento en que iniciar una carrera para alcanzar las escaleras, había quedado resuelta en aquel instante.

Sidias echó a correr, disparando sin mirar contra la puerta, con el único objetivo de llegar a las escaleras, subir por ellas y huir de la inminente explosión. Un único pensamiento, que no iba a llegar ocupaba por completo su mente. El tiempo parecía haberse dilatado y la detonación parecía llegar. O quizás era que estaba corriendo más rápido de lo que nunca había lo hecho.

Alcanzó el umbral de las escaleras. Parecía que todo sonido se había extinguido, dejando oír sólo su respiración.

La mitad de la escalera.

Entonces.

La detonación.

La violenta explosión llenó todo. El fuego y el calor se dejaron sentir a su espalda. Y la onda expansiva lo arrastró dolorosamente escaleras arriba junto con escombros.

El poder destructivo de la granada se multiplicó al detonar en un lugar cerrado. Un par de columnas, lo suficientemente resistentes para sostener el piso superior, pero no tal detonación, se quebraron, privando del apoyo que proveían, y el techo se hundió.

Dos figuras, una de ellas blanca, cayeron junto con los restos que aquella zona del piso superior. Lucien, que se encontraba cerca, pudo recular a tiempo de agarrarse a un apoyo y no caer junto con los otros dos cuerpos, quedando sentado al borde del abismo.

Sidias, dolorido y atontado, medio sordo por la fuerte explosión, sí pudo oír el crujir de la escaleras, y sólo los reflejos de la reacción instintiva le hicieron agarrarse cuando ésta se desmoronó.

Justo cuando había decidido que lo mejor era soltarse y salvar la pequeña altura y aterrizar sobre los escombros, Lucien lo atrapó por la muñeca y lo alzó con cierto esfuerzo.

- Será mejor que salgamos de aquí - dijo el Jedi mirando como los dos cuerpos trataban de salir de los escombros, y los soldados de la puerta se miraban asombrados y decidían reaccionar.

Me agarré fuerte a la mano de Lucién cuando estaba a punto de dejarme caer en la escalera. Me aferré a su brazo y subí arriba. Solo oía un pitido fuerte, tenía la garganta seca del polvo que se me había metido, entrecerrando los ojos tosí, escupí a un lado y me quité el polvo y escombros mientras buscaba aire para poder hablar.

Jadeando mientras apoyaba la mano en el muslo un segundo para tomar aire —mis compañeros vienen —, respondí mientras miraba abajo. —Tenemos que buscar un sitio elevado para que nos recojan —acto seguido agarré el comunicador —Suta, guiaros por el humo que salga. Han lanzado una granada en el bar. Estamos buscando un sitio elevado —corté la comunicación y le dije a Lucien —vamos —.

Los soldados de la puerta reaccionaron y comenzaron a disparar. El sable de Lucien se activó de nuevo y detuvo los primeros, mientras hacía retroceder a Sidias donde no pudieran alcanzarlos. En los escombros, el humano de tez grisácea, seguramente un sicario de la Fuerza, se incorporó, con la mirada llena de puro odio. El soldado que había caído con él, no se movía.

- Aquí no va a ser - Lucien condujo a Sidias por lo que quedaba del piso superior, lejos de los asaltantes, hasta la parte trasera del edificio.

En la calle, dos soldados motorizados, evidentemente alertados por la explosión, se mantenían a la espera, cubriendo ese lado de la casa.

- No hay muchas opciones para salir de aquí - sentenció Lucien.

Seguí a Lucien hacia la parte de atrás, como él decía no podíamos salir por allí ante el fuego de los soldados combinando con aquel amenazador ser. Asentí a sus palabras.

—¿Puedes volver a hacer eso de devolver los disparos? —dije mientras movía las manos como si yo llevara un arma invisible, sin duda era un truco magnífico, —si lo puedes volver a hacer, con esa cobertura yo iré más alejado y les disparo para que podamos abrirnos paso hacia aquel callejón —dije señalando hacia el otro lado. Una vez allí podríamos intentar escabullirnos y buscar un sitio elevado.

Apreté el comunicador —¿Me oís? Nos vendría bien algo de ayuda estamos rodeados por ambos lados —.

- Puedo hacerlo - confirmó Lucien -. Pero alguno puede dar el aviso antes de acabar con ellos y nos darían caza en  seguida con esas motos. No creo que hayan venido solos.

Lucien quitó el seguro que mantenía cerrada la ventana y señaló a los motoristas que esperaban un piso más abajo.

- Cúbreme - propuso listo para abrir la ventana -. Si nos hacemos con una de esas motos puede que tengamos más posibilidades de salir de aquí.

—Así lo haré —contesto al extabernero. Permanezco atento a todo lo que hace y apunto firmemente con el arma a uno de los soldados para en cuanto se muevan disparar.

Con una rapidez inusitada, Lucien abrió la ventana y salvó de un salto la altura que lo separaba del suelo de la calle, aterrizando a escasos metros de los motoristas, para acto seguido aprovechar la sorpresa para lanzarse sobre uno de ellos.

El segundo soldado se dispuso a disparar sobre el Jedi, pero los disparos de Sidias lo obligaron a cambiar de objetivo.

El repentino ataque de Lucien no dio opción alguna al motorista, que cayó del vehículo tras dos diestros movimientos del sable de luz.

Los disparos del segundo soldado impactaron cerca de la ventana, sin llegar a acertar a Sidias. Sin embargo, con la ventaja de la altura y apuntando momentos antes, el ataque del antiguo cadete fueron mas efectivos. La lluvia de disparos acribilló al soldado y a la moto deslizadora por igual, liberando final columnas de humo de ambos objetivos.

Lucien acercó la moto al tiempo que hacía señas a Sidias.

- ¡Vamos! - gritó -. ¡Ya saben que estamos aquí!.