Partida Rol por web

-Será su forma de decir hermano o amigo si no, en cualquier caso si no son hostiles, mejor. Luego se giro  y empezó a caminar de espaldas a un buen ritmo mientras miraba al los hombres a sus espaldas -Alan Dijo señalandose a uno de los hombres con cuchillo -¿Estos daban la mano? Preguntó al aire.

- Yo no lo intentaría, ya sabes, donde fueres haz lo que vieres, intentemos respetar sin reparos sus tradiciones, son tan importantes para ellos como lo son las nuestras para nosotros - dijo Aldo con una sonrisa.

Fern ya se encontraba mucho más calmado, pero aún algo en todo la situación le incomodaba. "Sigue sin gustarme esto, ahora de pronto son buena gente y nos están llevando a su pueblo por la gracia de dios... Esto no va a terminar bien." Mientras caminaban se acercó a Aldo y le susurró en un tono de broma, que no conseguía ocultar completamente su preocupación:

-¿Tú estás seguro que estás traduciendo bien lo que dicen? Porque "Tír Bunaidh" bien podría significar "comida deliciosa" y estamos a punto de ser su cena, o "sacrificio para dios" y bueno... tú me entiendes... jeje... Es que yo tengo un pequeño problema con los humanos. Porque son impredecibles y generalmente terminan matando todo lo que se cruza en su camino. No somos una buena especie.

- Ja, y podrían estar dando gracias a sus dioses por la comida tan rica que han traído, algo así como bendecir la mesa, pero no, mira - dijo abriendo de nuevo el manual de irlandés que me había traído a la misión -. Como ya he dicho, no estoy muy seguro del significado de "seansear", lo único que se me ocurre tiene relación con la población de las tribus, quizá sean todos niños y usen el término "seansear" para referirse a los humanos viejos y decrépitos como nosotros, desde su punto de vista, todos nosotros somos jóvenes y lozanos - dijo ampliando la sonrisa -. Pero "Tír Bunaidh" ya es otro rollo, como puedes ver aquí - dice señalando una hoja del manual -, "tír" significa "tierra, país, lugar" y "bunaidh" se puede leer como "bunúsach" y "príomha" que significan "original" o "primario". No domino el idioma, pero las construcciones más básicas las conozco y no parecía que estuvieran bendiciendo la mesa, y si así fuera estaríamos jodidos igual.

Aldo se lo tomaba con paciencia, no porque estuvieran en una situación tranquila y sosegada, sino porque prefería ser optimista y confiar en que lo que decía venía en diccionarios y manuales lingüísticos que entrar en conspiranoias sobre si realmente lo que estaban hablando aquellas personas era un dialecto del irlandés o alguna especie de gaélico. Pasó la mano por el hombro de Fern intentando tranquilizarme mientras dejaba el manual abierto para darle tiempo a su compañero a leer bien todo lo que ponía.

Mientras Aldo y Fern intercambiaban impresiones sobre las barreras lingüísticas, el grupo echó a andar. En un principio quedó bastante claro que los nativos, ligeros de equipaje y acostumbrados al terreno, se movían con facilidad y rapidez, pero no tardaron en adaptar su ritmo al del SG-4, ralentizados por el equipo de operaciones. Los dos hombres que cerraban la comitiva no parecían estar allí para impedir que los tau'ri se fugasen; daban más la impresión de ir ojeando el terreno que quedaba a sus espaldas.

En un par de ocasiones, Connach envió a uno de sus compañeros a internarse en la maleza, aunque se reunía con el grupo unos minutos después. En una de las ocasiones, regresó con una rama de la que colgaban unas aves pequeñas, de cuerpo grueso como un puño humano y plumas marrones con pintas negras, suspendidas de una sustancia marrón y de aspecto pegajoso. En otra, volvió con un roedor, a juzgar por los incisivos centrales sobredimensionados, del tamaño de un gato colgado de su cinturón; la cabeza del animal estaba torcida en un ángulo claramente antinatural.

El camino transcurrió de forma más o menos animada, con conversaciones por ambas partes. En alguna ocasión, Aldo escuchó a uno de los muchachos arqueros preguntar algo acerca de ser aceptados (¿o tal vez admitidos?) por encontrar a los seansear en lugar de al fantasma (¿o se referiría a un espíritu?) que moraba en el bosque. En general, los nativos parecían estar de un humor relativamente bueno y, con sus armas envainadas o colgadas a sus espaldas, no parecían tanto una amenaza. Sin embargo, cuando estaban prontos a cumplir treinta minutos de viaje, algo ocurrió. Las risas de los nativos callaron, las palabras murieron en sus labios y se detuvieron de pronto, cuando Connach alzó su mano derecha en un gesto fácilmente reconocible incluso por los tau'ri. A su alrededor, el bosque había enmudecido. Como si cada forma de vida, excepto los humanos, hubiera muerto repentinamente, los únicos sonidos que llegaban a sus oídos eran el crujir de la madera y el susurro de las hojas al ser mecidas por la brisa. Ni un trino de pájaro, martilleo contra troncos, berridos en la distancia, pisadas sobre la hojarasca,... nada. Los nativos, claramente nerviosos, habían empuñado sus armas de nuevo y oteaban a su alrededor, en tanto y cuando Connach indicaba por gestos que se ocultasen entre la maleza en un mismo lado. Uno a uno, asi lo hicieron sus compañeros, lentamente y procurando hacer el menor ruido posible.

Habían transcurrido casi treinta minutos desde que comenzasen a andar junto con los nativos del planeta al que habían llegado a través del Stargate. Los nativos hablaban de forma animada sobre una aceptación, un rito de iniciación que parecía plantearse a los que no se consideraban cazadores de pleno derecho, para que pasasen a formar parte de ese grupo que parecía selecto entre ellos. Aldo preguntó al instante de aparecer el tema, era importante conocer bien sus tradiciones si quería estudiar bien su sociedad. El socio-lingüísta supuso que sería una especie de reto para entrar en el mundo adulto, probablemente a partir del momento en el que son aceptados pudieran tener una mujer o una pareja y serían aptos para procrear, pero solo eran suposiciones, el marco en el que estaban colocados estos humanos no era el mismo que el de La Tierra, quizá habían adoptado otras costumbres.

En ese momento, en el que el SG-4 caminaba junto a sus nuevos "amigos", estos se detuvieron de golpe. La razón estaba clara, el silencio del bosque era inaudito, incluso sin conocerlo cualquiera podría decir que era poco habitual,el comportamiento de los nativos confirmaba esta anormalidad.

Connach dio la orden a los suyos de ocultarse mediante gestos.

- ¿Será mejor que hagamos como ellos? - preguntó Aldo a la mayor mientras se acercaba despacio a la zona donde los "celtas" se estaban ocultando - No me gustaría interferir en su rito de aceptación, puede que el espíritu al que se referían ronde esta zona.

Me río por lo bajo al escuchar distraídamente la peculiar conversación entre Aldo y Fern sobre convertirnos en el plato principal de nuestros invitados. Es bueno mantener el sentido del humor, incluso en estas situaciones.

Al escuchar lo referente a su prueba asiento comprensivamente, cómo antropóloga aficionada sé que es algo bastante común en todas las culturas, tener que pasar una prueba para pasar a la edad adulta.    

Tras media hora de caminata a buen ritmo me detengo un momento para sacar la cantimplora de la mochila y dar un pequeño trago. Estoy habituada a hacer ejercicio físico, pero aun así claramente estos chicos están a otro nivel. Está claro que vivir en un mundo libre de CocaCola, McDonalds y Marlboro e ir a todas partes a patita ha fortalecido a estos críos más que a mi mí hora de running diaria.  Además van mucho más ligeros de equipaje que nosotros, pero aún en igualdad de condiciones no estoy segura de poder ganarles en una carrera.

De repente caigo en la cuenta de que no se escucha nada, y los nativos empiezan a  ocultarse lo que me hace envararme en estado de alerta.

–Allá dónde fueres… - Respondo a Aldo dejando sin terminar el refrán, mientras hago el gesto táctico para que se agachen mientras yo misma me agazapo, aunque sin moverme de mi sitio ni acercarme a dónde están los cazadores para no interferir.

En un momento, Connach y sus cazadores habían vuelto a desaparecer entre la vegetación circundante. Los tau'ri eran conscientes de su presencia, pues habían visto por donde se internaban en la maleza pero luego no escucharon más ruido de hojarasca ni ramas. Por algún motivo, los foraoisetíre no se movieron del lugar en que se habían ocultado.

Aun en alerta, pero tal vez confundidos por la posibilidad de interferir en un ritual desconocido, los miembros del SG-4 pudieron ver a Connach emerger parcialmente de entre el follaje y como éste les hacía señas nerviosas con la mano para que se acercasen, mientras su rostro reflejaba urgencia y apremio. En ese momento, de alguna parte opuesta del bosque les llegó a todos el ruido de ramas y hojas al apartarse al paso de algo o alguien.

Con todo el peso que Aldo llevaba encima se apresuró a obedecer a Connach en el mismo instante en el que lo vio aparecer de entre las ramas y le indicó que se aproximasen.

Cuando se acercó no pudo evitarlo.

- (¿Qué pasa?) - preguntó en un susurro.

- Caoleagla. - El cazador respondió en un susurro. Sin embargo, no miró al lingüista; en lugar de ello, había vuelto a esconderse entre las hojas y sus ojos permanecían clavados en la espesura, recorriendo el denso follaje con una mirada intensa. Tenso y agazapado, aferraba su lanza con tanta fuerza que sus nudillos comenzaban a palidecer.

En la relativa seguridad que les brindaba la maleza, Alan, Aldo y los foraoisetíre permanecían expectantes. Connach observaba con los ojos entrecerrados la zona de la que había partido el ruido de ramas y hojas instantes atrás. Uno de los arqueros musitaba algo, a juzgar por el movimiento de sus labios, pero no emitía sonido alguno, mientras que gotas de sudor perlaban la frente de algunos de los más veteranos.

Fue entonces que un animal, similar a un gran felino (si es que a aquella criatura alienígena se le podía relacionar con aquella familia), emergió de la espesura a unos doce metros del punto en la senda en que se habían ocultado. El ser presentaba un cuerpo poderoso, robusto, en el que se podía adivinar el movimiento de los músculos bajo la piel con cada paso que daba; a pesar de ello, había gracia y una elasticidad elegante en la forma en que se desplazaba, casi como si su propio peso no le dificultase el movimiento. Tendría unos ochenta centímetros hasta la cruz y más de metro y medio desde la punta de la nariz a la de la cola. La cabeza recordaba a la de un leopardo, con un característico hocico corto e inclinado pero con unas orejas erguidas y puntiagudas más propios de cánidos. La piel del animal era de color naranja oscuro, con un patrón irregular de listas negras presente en todo el cuerpo menos en la zona ventral; tal vez fuera un juego de luces y sombras causado por efecto de las ramas y las hojas de los árboles, pero daba la impresión de que aquellas manchas finas y alargadas se movían sutilmente, adoptando modelos de patrón distintos pero, al mismo tiempo, similares.

El caoleagla, si el nombre mencionado por Connach se refería a aquella criatura, se detuvo, tal vez sorprendido por la presencia del doctor Andrews y la mayor Davidson en la senda. En aquel momento, los tau'ri fueron conscientes de un detalle perturbador: al estudiar al animal, se percataron de que, en los ojos amarillentos con pupila rasgada, había un atisbo de inteligencia. Fern y Tara tuvieron la desagradable sensación de que aquel ser les estudiaba, les medía, cuando su mirada se posó sobre ambos.

De improviso, el cuerpo del caoleagla se tensó, adelantando sus patas delanteras con sus garras al descubierto, encorvando su espinazo conforme la mitad frontal del animal parecía tumbarse pero la posterior permanecía erguida. En realidad, daba más la impresión de disponerse a saltar...

Asalto 1

La situación era tensa. Claro que sí, al fin y al cabo los nativos daban señas de encontrarse en una situación en la que un depredador parecía estar rondando al grupo que formaban Connach y sus hombres y el SG-4.

No tardó demasiado tiempo en aparecer el animal que tanto temían los nativos. El Doctor Andrews y la Mayor Davidson, habían optado por quedarse al descubierto en la senda, lo que llamó la atención del caoleagla. Aldo contuvo el aliento durante los pocos segundos que el felino estuvo examinando a los dos miembros al descubierto del equipo SG-4.

No tardó mucho en pasar de un movimiento lento, como de estar paseando a poner toda la fuerza en sus patas para lanzarse contra los que parecían sus presas.

Aldo comprendía al fin la tensión de los nativos ante la aparición de ese ser y la razón por la cual Connach sostenía su arma lo suficientemente fuerte como para llegar a romperla. El lingüista, intentando recordar su entrenamiento de los meses anteriores, puso en guardia su arma y abrió fuego a la bestia que se lanzaba contra sus compañeros. Dos disparos hizo, casi sin mirar, sabía bien que no podía disparar a ráfagas, lo había entrenado pero no era lo suficientemente hábil como para hacerlo así que decidió abrir fuego de disparo en disparo.

Los celtas habían desaparecido entre la maleza, agitados. Alan y Aldo también se habían escondido con ellos. Particularmente Fern, se encontraba un poco aburrido y supuso que tanto revuelo solo era por algún ciervo a algo más que fueran a cazar. Pero de pronto vio salir de entre la vegetación un gran animal que quedó frente a él y a la mayor Dadvison. La gracia de sus movimientos y su postura, le recordaron a un tigre o un león; sin embargo, sus ojos parecían mucho más atentos e inteligentes que los de una simple bestia de caza... la expresión parecía más la de un cánido que intenta comprender a un humano.

Fern normalmente era una persona precavida y aunque no fuera común en él, en ocasiones podía sucumbir ante el miedo. Pero nunca cuando se trataba de cosas vivas. Su primer pensamiento no fue sobre la seguridad de sus compañeros, sino sobre la de aquel extraño animal.

-Chicos... no se asusten. Puede que ese animal sea un depredador que intente comernos, pero solo sigue su naturaleza... no es necesario que le matemos por ello. Tratemos solo de asustarlo con algunos disparos al aire y algunos gritos. Creo que si todos hacemos mucha bulla y simulamos atacarlo en grupo, se asustará y se retirará... No debe estar acostumbrado a ser él la presa, por lo que al no comprender totalmente la situación debería intentar escapar... Bueno, eso al menos funciona con los leones de la tierra...

Mientras hablaba, Fern permanecía fijo mirando al animal, pero sus manos se movían para desenfundar nuevamente su arma.

Asalto 1

Finalmente veo el motivo de la agitación de los nativos; un guepardo o una pantera, o lo que sea el bicho en cuestión. El animal también me detecta a mi, pero contrariamente a lo que se podría esperar de un animal en vez de huír parece que se prepara para saltar sobre mi, así que actuando casi por instinto, levanto el arma y disparo contra el animal.  

Asalto 1

Impulsada por el instinto de saberse a punto de ser atacada, la mayor Davidson levantó su MP5 listo para disparar. Un movimiento rápido de dedo cambió el selector de modo de fuego y una pulsación del gatillo envió volando varios proyectiles de 9 milímetros contra el depredador. Las balas hicieron blanco, pero de forma apurada y no parecieron dañar sustancialmente al caoleagla.

Por otra parte, mientras Aldo se afanaba por apuntar su arma, Fern trataba de disuadir a sus compañeros del uso de fuerza letal; las detonaciones de los disparos, creía el biólogo, serían suficientes para ahuyentarlo. El lingüista, sin embargo, se dejó llevar por la adrenalina y disparó también su arma. Un único proyectil que alcanzó con más precisión al animal, aunque sólo pareció dejar un rasguño.

A pesar de las deflagraciones o de los impactos, la criatura alienígena no dió muestras de sentirse intimidada o acobardada. En lugar de eso, con gran plasticidad, cubrió de dos saltos la distancia que le separaba de los dos miembros del SG-4 que permanecían en la senda... pero no para abalanzarse sobre ellos. Extrañamente, el caoleagla se quedó a algo más de un metro de Tara. Sus mandíbulas se abrieron, se retrayeron sus labios y su dentadura quedó al descubierto; dió la impresión de disponerse a rugir pero no hubo ruido alguno. Polvo, hojas y palitos del suelo salieron despedidos hacia delante y los lados al tiempo que una onda de choque, la cual parecía distorsionar el aire a su paso, barría un cono frente al ser en dirección a la mayor Davidson y el doctor Andrews. Este último, incapaz de reaccionar a tiempo y apartarse de la trayectoría, sintió como la masa de aire desplazado le empujaba hacia atrás irremediablemente y terminaba tumbado en el suelo, algo desorientado.

Connach no pareció sorprenderse por esta maniobra. Reaccionó con celeridad cuando Aldo puede oirle ordenar a sus compañeros que se dispersasen y lo envolvieran. El propio foraoisetíre cargó contra la bestia, lanza en ristre, mientras sus dos compañeros armados con arcos disparaban sendas flechas. El impacto del lanzazo hizo que el caoleagla se deslizase unos centímetros en el sentido de la carga y rugió, un sonido grave y prolongado, al acusar el golpe. Una de las flechas alcanzó su objetivo pero rebotó de forma inofensiva contra el pellejo del animal.

¿Que coño ha sido eso? - Farfullo para mí mísma tras el extraño ataque del que me he librado por los pelos.

Fern ¡Fern! -Le llamo para ver si responde y se encuentra bien aunque sin perder de vista a la bestia y disparando de nuevo contra ella.

Mierda. Fuego a discreción. -Le ordeno al equipo. En un primer momento dudé si inmiscurnos en lo que parecía una cacería, y luego dudé por si Fern tenía razón y no era necesario matarla y unos pocos disparos la ahullentaban, pero esa cosa ha herido a uno de mis hombres, ya no puedo permitirme el lujo de andarme con sutilezas - Matad a la bestia.