Partida Rol por web

Escena introductoria.

La mayor Boyd estaba durmiendo en su apartamento, eran las 6 de la mañana y faltaba poco para levantarse. Hacía ya rato que estaba despierta, pensando en su trabajo. Había pasado el último año en cuatro sitios distintos y empezaba a estar harta de ese ir y venir.

Pero esto es el ejército, aquí poco cuenta mi opinión, aunque...

Sus cavilaciones fueron interrumpidas por el timbre de la puerta.

Quién será a estas horas de la mañana...

La mayor se vistió deprisa. Una bata encima del pijama y unas zapatillas. Se apresuró a llegar a la puerta y observó la entrada a través de la mirilla.

¿Un oficial de las fuerzas aéreas en su casa? ¿Y a estas horas?

Llevaba varias horas elucubrando sobre como compensar el nivel de flujo de energía del aparato de Myrddin que, la coronel Carter adaptó durante la guerra con los Ori para camuflar aldeas. El dispositivo se sobrecargaba con facilidad, no llegando a funcionar bien en apenas ningún momento.
La conclusión a la que había llegado concernía a los generadores de naquadah, la energía era demasiado inestable como para alimentar un aparato tan pequeño; así que, había comenzado a plantearse un diseño de generador mas reducido, basándose en los generadores de energía de los Antiguos.

Abrió la puerta terminando de abrocharse el batín. No era muy dada a los formalismos, sobretodo estando en su casa y fuera de servicio. Así pues, en cuanto la puerta permitió que viese al oficial se decidió a hablar.

- ¿Capitán? - saludó al hombre de manera marcial, pero desenfadada, después de todo no estaba en servicio - ¿En que puedo ayudarle?

Al salir el hombre te saluda con un estricto gesto militar.

Capitán Bryan Thomas, señora. Tengo órdenes para trasladarla inmediatamente a las oficinas del Pentágono señora. El avión sale dentro de 2 horas.

Lanzó un suspiro abriendo la puerta para permitir al oficial que pasase al interior.

- Deme unos minutos para prepararme, - indicó señalando el salón - hay café en la cocina si lo desea. - explicó desapareciendo en el dormitorio - ¿Puede decirme algo sobre lo que ocurre? - terminó preguntando antes de entrar en la ducha.

El capitán entró unos pasos en el piso de la Mayor Boyd sin atreverse a abusar de su confianza. Aunque le había dicho que podía servirse un café y a pesar de que sentía que lo necesitaba prefirió seguir esperando en la puerta.

Lo siento señora, no conozco los detalles del traslado. Sólo he recibido instrucciones de acompañarla a las oficinas del Pentágono. Si quiere puedo esperarla fuera hasta que esté lista, no quisiera importunarla.

No respondió al capitán ante su oferta de esperar fuera. No le importunaba que un hombre estuviese en el salón de su casa mientras ella se duchaba y vestía.

En apenas diez minutos estaba vestida y lista para salir hacia Washington. Como acostumbraba a hacer, tenía un petate listo con la mayoría de los pertrechos que pudiese necesitar, entre los que por supuesto, se encontraba su ordenador portátil personal con todos los detalles de las investigaciones que llevaba en curso; debidamente encriptado.

Ya con el uniforme de gala, salió al salón y sonrió al oficial con amabilidad; el maletín con el portátil colgaba de su correa sobre el hombro derecho y con la zurda tiraba de una maleta de viaje con ruedas de tamaño estándar, donde transportaba el uniforme de faena y sus útiles de higiene, aparte de ropa de deporte y civil.

- Cuando quiera, capitán. - sentenció recogiendo la gorra del uniforme y colocándosela.

El capitán había esperado en el recibidor del piso de la Mayor Boyle durante los escasos 10 minutos que ésta había tardado en acicalarse y recoger el petate. Parecía sorprendido de la velocidad y no era para menos...

Le acompañaré hasta el coche Mayor, el conductor le llevará hasta el aeropuerto militar -dice mientras se ofrece a coger la maleta que llevas encima-.

- Gracias, capitán. - inquirió permitiendo al oficial que la ayudase con su maleta.

Salió caminando al lado del capitán, con paso firme pero parsimonioso; tal y como se le había enseñado en la academia. Esbozó una mueca casi imperceptible al ver el town car negro - para variar - con matricula gubernamental que los esperaba frente al edificio. Las fuerzas aéreas preferían los vehículos mas discretos, así que aquello debía ser algo gordo, quizá la llamaban de alguna rama de Inteligencia - posiblemente el NID - buscando sus servicios como consejera en algún proyecto relacionado con tecnología antigua. Fuera lo que fuera, no tenía muy clara la "pulcritud" de aquellos que la reclamaban, así que si querían algo de ella; iban a tener que convencerla.

Se introdujo en la parte trasera del Lincoln, quitándose la gorra del uniforme una vez en el interior; observando por el rabillo del ojo como el capitán guardaba su maleta en el maletero, acomodó el maletín con el portátil a su lado, dejando descansar el mismo en el asiento libre de su izquierda, colocando la gorra sobre la cartera de nylon balístico impermeable.

- Buenos días. - saludó al conductor sin esperar respuesta, mientras extraía y revisaba su agenda electrónica.

Efectivamente, tal y como esperaba, no recibió respuesta del conductor. El coche, efectivamente, no parecía que siguiera los estándares de la fuerzas aéreas pues no había ninguna insignia ni distintivo. Sin embargo eso no era algo inusual en las operaciones de alto secreto.

La Mayor Boyle se acomodó en la parte trasera del coche, mientras revisaba sus notas en la agenda electrónica. Luego, el Capitán Bryan reclamó su atención.

Ahora mismo salimos hacia el aeropuerto señora.

Dicho esto y tras un saludo militar el Capitán se sentó en la parte delantera, justo al lado del conductor. Parecía un coche más propio para un senador o un político que para un militar. Las partes delantera y trasera del coche estaban separadas también por un cristal tintado, para preservar la intimidad de los viajeros.

El trayecto no iba a ser muy largo, apenas había unas 30 millas entre el apartamento y el aeropuerto militar. Estaban en pleno mes de noviembre, hacía frío y se notaba que el conductor habría encendido la calefacción. Al principio no había dicho nada pero ahora el calor empezaba a ser bochornoso y no podía trabajar con comodidad...

Adecuó la calefacción de la parte trasera, permitiéndose el lujo de ignorar durante un rato su agenda electrónica y observando las calles de la ciudad conforme la atravesaban.

Pese a pertenecer a un proyecto calificado como ultra secreto, no se habituaba a subir en coches, aviones e incluso naves espaciales sin ser informada de para que se le requería. Lanzó un suspiro mientras miraba en el horizonte una bandada de aves migratorias volar hacia el Sur; todo era mucho más fácil a bordo de un caza, en la aquella época el secretismo no era tan importante como volver a casa con todo tu escuadrón a salvo.

Pasaron unos minutos hasta que el recinto hubo adecuado la temperatura a niveles mas soportables, y entonces retomó sus pensamientos analitícos, asiendo la PDA nuevamente y comenzando a hacer anotaciones.

La Mayor Boyd bajó la calefacción de la parte trasera del coche para evitar esa sensación de bochorno...

Qué raro, si apenas está encendida... no debería hacer tanto calor aquí...-pensó.

Aunque al bajar la calefacción parecía que el calor remitía muy ligeramente, aún se sentía incómoda y su mente empezaba a embotarse por el sofocante ambiente...

Trató de bajar la ventanilla un par de pulgadas, para que el frío viento de la mañana de invierno, refrescase aquel extraño bochorno, pero esta no se abrió. Golpeó con suavidad el cristal oscurecido que separaba la parte trasera de la delantera; pretendiendo solicitar al conductor que lo hiciese él. No sin antes haber guardado la agenda electrónica en uno de los bolsillos exteriores del maletín del portátil.

Aunque golpeó varias veces el cristal tintado del interior del vehículo, no obtuvo respuesta ni del conductor ni del Capitán Bryan Thomas. No podía ser que no se hubiesen enterado, había golpeado lo bastante fuerte el cristal como para llamar la atención...

Se sentía mareada, estaba sudada y el interior del vehículo empezaba a dar vueltas en su cabeza...

Notó como sus movimientos cada vez se volvían mas lentos y pesados, tenía la sensación de estar mareada y a punto de desmayarse; entonces su entrenamiento resurgió en su mente turbada por los acontecimientos y su instinto gritó en el interior de su cabeza - "¡Te están secuestrando!"

Con costoso esfuerzo, introdujo la mano en el bolsillo derecho del maletín, extrayendo su teléfono móvil y pulsó la tecla de marcación rápida; que la comunicaría con el departamento de seguridad del complejo Cheyenne. El aparato cayó de sus manos al suelo del vehículo, su visión estaba borrosa y no podía sino palpar la superficie de este buscándolo sin éxito.

La sensación de mareo se tornó más y más fuerte... apenas podía ya distinguir las formas de los objetos que la rodeaban... Estaba a punto de perder el conocimiento y lo sabía, no era la primera vez que la drogaban... Sin duda tenía que haber sido alguna especie de aerosol liberado durante el trayecto en coche... por eso estaba tan cerrado por dentro y...

Se desplomó por su propio peso y cayó ladeada en el asiento del coche. Aún tenía los ojos abiertos...

El cristal interior se abrió y pudo ver el "supuesto" Capitán Bryan Thomas que se asomaba para comprobar que efectivamente estaba inconsciente. Parecía llevar algo en la boca... probablemente una mascarilla...

Eres más dura de lo que parece guapetona -dijo con una sonrisa-.

Estaba a punto de derrumbarse y caer inconsciente, el teléfono continuaba desaparecido; pero sabía con seguridad que había llegado a pulsar la tecla de marcación rápida. Únicamente faltaban unos segundos, que debía aprovechar como bien pudiese; solo había un motivo para secuestrarla y era la información sobre proyectos tecnológicos del comando Stargate.

Haciendo acopio de sus ultimas fuerzas, extrajo el ordenador portátil del maletín y tiró de un elemento de seguridad cercano al disco duro, que liberó un dispositivo de seguridad que imantó el disco; inutilizando por completo toda la información, para después; desmayarse.

La droga hizo el efecto y finalmente la Mayor Boyle perdió el conocimiento. Al menos nadie podría acceder a la información clasificada de su ordenador...

Hemos perdido el offtopic??

No? Yo lo veo perfectamente :S