Partida Rol por web

Still Waiting...

ROOM.4

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05/10/2008, 20:46
Director
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El lugar en que solías despertar ha desaparecido. Ante tí hay un techo destartalado lleno de placas de amianto medio carcomidas por el tiempo, dispuestas en una estructura metálica que, más allá, muestra las tuberías y conductos comunes en un edificio, oxidadas como los barrotes que componen el camastro en el que estás, que sujeta un colchón hundido y viejo, manchado de Dios sabe qué fluidos secos de diversas tonalidades entre blanquecinos, amarillentos, rojizos e incluso marrones.
El suelo es de madera, guarda los restos del desprendimiento de las planchas de amianto del techo y el descascarillado de la pintura de las paredes, llenas de graffitis, alguna que otra inscripción hecha con rotulador o rayadas en la propia pared.

El olor es denso y empalagoso. Hay goteras que dan a charcos de agua sucia y sanguinolenta, algunas de éstas gotas te han caído encima.

Vistes únicamente un pijama blanco de algodón viejo, lleno de bolillas producidas por el desgaste de la tela, con un número de cuatro dígitos en el pecho...

La puerta de la habitación es metálica y vieja, de las que se imagina que gritan más que rechinan sobre las bisagras a poco de moverlas, tienen una ventanilla con una reja metálica rasgada y restos de un cristal roto.

Tres frente a tres, hay seis camastros como el tuyo, cinco compañeros. A alguno puede ser que lo conozcas del centro en que estabas, pero el resto son caras nuevas.

Tan sólo una bombilla alumbra desde el techo la estancia, desnuda y pendida de un cable. Hay cajoneras llenas de agujeros de carcoma al lado derecho de cada cama, y en su superficie una moneda...

Y lo peor no es la presencia de desconocidos que parecen tan desconcertados como tú en un lugar que no habían visto en su vida. Lo peor es la ventana, pues no da a ningún sitio. Sólo hay tierra, como si el suelo se hubiese tragado el edificio, los cristales se quejan crujiendo, ya se ha dibujado una tela de araña del resquebrajamiento en ellos. En la puerta, bajo la ventana, escrito recientemente con aquel líquido inmundo que goteaba del techo se lee un mensaje:

"Still Waiting..."

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06/10/2008, 01:33
Alec DeRoos
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Aquella noche, como tantas otras, había resultado inquieta para Alec DeRoos. Demasiadas cosas en las que pensar. Dudas, incertidumbre, desconcierto... Cada día era igual que el anterior: los ojos, ya cansados, iban y venían de un lado para otro, observándolo todo, registrando cada pizca de información por pequeña que fuera. Y ahora aquellos cansados ojos volvían a abrirse una vez más, esperando encontrar la cálida luz del amanecer sobre ellos. Cuán equivocado estaba aquél hombre, esperando imposibles a cada paso que daba... Casi un retrato de su vida misma condensado en apenas un instante.

Y el lugar en el que se encontraba, sin duda, era el portador del desánimo y la locura de forma que, ¿cómo reaccionar ante semejante despertar? ¿Se dejaría llevar por las emociones negativas que fluían hacia él cual serpientes reptantes y silbantes? ¿O, por contra, mantendría la compostura y la calma, echaría mano a su escudo y protegería su mente de todo lo que le rodeaba, como había hecho tantas otras veces? Alec DeRoos no era un cobarde. Toda su vida había luchado por lo que había creído y, pese a lo extraño de la situación, no era distinta a muchas otras, pasadas y olvidadas ya.

Lentamente, pues sus actos siempre habían sido guiados por la precaución, se incorporó y observó ya no sólo el techo, sino el resto de elementos que adornaban aquella inusual habitación. Empezó por su pijama, inquietándose en un primer momento al pensar que alguien, por la fuerza, tenía que habérselo puesto durante la noche. Se sintió, por un momento, vulnerable; pero igual que antes echó mano de su escudo para apartar aquellas emociones tan nocivas. Instintivamente se apartó de las goteras, pues aquella agua teñida de rojo no era de su agrado (¿de quién podía ser?).

Y sus ojos, siempre observadores, siempre en movimiento, barrieron la habitación lentamente, paso a paso. No tenía ninguna prisa. No estaba atado, no le habían despertado abruptamente, no había indicios de enemigos en la estancia, razón por la cuál no había motivos para acelerarse. Observó, primero, las paredes y la puerta, prestando especial atención en la macabra inscripción que, sin duda, daría pie a numerosas especulaciones. Continuó por la ventana y, de forma sorprendente, cuando cualquier otra persona hubiera reaccionado seguramente chillando en un ataque de histeria, para Alec supuso en cierto modo un alivio.

Sus sospechas eran acertadas, y aquella era la prueba. Tampoco su carne y su alma eran de piedra: un escalofrío muy incómodo recorrió su columna. A nadie agrada estar aparentemente encerrado en un edificio a sólo Dios sabría cuántos metros bajo tierra. Pero, aún con todo, no le prestó más atención al ventanal y no se inquietó más que quien contempla a un criminal apuntándole con un arma cargada. La iluminación era ténue, pero sus ojos estaban entrenados... No estaba solo. Cinco personas más estaban con él, y aquello sí le inquietó más de la cuenta. Por eso permaneció en silencio, con los vivos y luminosos ojos azules entrecerrados.

Su mano diestra, lentamente, para no llamar la atención de nadie, se acercó hasta la mesilla que había al lado de su cama. Palpó la rugosa madera lentamente, como si intentara leer algo en aquellas líneas y astillas. Y, finalmente, se cerró en torno a la moneda que sobre ella reposaba. Sopesó su peso en la mano cerrada y pasó el pulgar por su superficie quedándose con cada detalle tactil de la misma. No tenía tiempo para observarla con detalle... Sus ojos pasaban de uno a uno por sus compañeros de habitación...

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06/10/2008, 03:08
Shanon Carradine
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El ruido incesante de una gotera, al principio lejana, comenzó a adquirir más y más fuerza en mis oídos hasta arrancarme por completo de los brazos de Morfeo.

-¿Qué pasa? -formulé la pregunta en mi mente, hablando con ese yo interior que todos tenemos- Huele diferente, se siente diferente...

De pronto soy consciente que parte de esas gotas que oigo caer lo hacen sobre mi cuerpo. Abro los ojos, mis pupilas se dilatan, tanto por la natural acción de adaptarse a un lugar con poco luminosidad, como por el asombro de darme cuenta que no estoy donde se supone debería estar. Esta no es la habitación ni tampoco el lugar donde he permanecido por casi un mes.

Me siento en la cama con premura y encojo mis piernas, abrazándome a ellas. Observo todo lo que me rodea, desorientada; el lugar parece estar cayéndose a pedazos, está por completo derruído, todo lo está, inclusive mis ropas que distan mucho a las que estaba usando el día anterior.

-¿Estaré soñando? -me pregunto.

Pese a la mortecina luz me doy cuenta que no estoy sola, hay más personas allí conmigo; son cinco rostros que todavía no alcanzo a distinguir bien pero que ahí están, me observan y los observo. Oigo el crujir del cristal y de inmediato giro mi cabeza hacia la ventana. Me quedo boquiabierta, sorprendida de lo que hay del otro lado... Es como si estuviésemos enterrados vivos.

-¿¡Dónde mierda estoy!?
-susurro entre dientes mientras miro otra vez a mi alrededor y entonces reparo en la puerta y su inquietante inscripción...

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06/10/2008, 17:49
Winston Gorman
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- ¡Soy Winston Gorman y exigo una explicación!. Estas no son mis dependencias. ¡Este no es el trato, por el amor de Dios!.
Él ya se había incorporado cuando la mayoría permanecían en aquellos infectos camastros. Frente a la puerta, encogía los hombros en un intento inútil por ofrecer a ese mugriento pijama la menor superficie de contacto posible con su cuerpo. A la altura del hombro, una mancha que debió ser húmeda se percibía como restregada y reseca.
- ¡Es el error mas desafortunado que han podido cometer!. ¿Saben quién es Tyson Mollen?. ¡Contesten!.
En un principio dudó en tocar esa puerta, pero la denuncia de aquel tremendo y, a todas luces, nefasto desacierto era prioridad ineludible. Eso pudo con la lógica confusión, esa reacción primaria ante un evento multiplicador de la Entropía, y Gorman la golpea debilmente con los nudillos, evitando tocar la horrible inscripción.
Método. Método. Método. Método.
Los labios se mueven al compás de los ojos críticos. Unos ojos que registran cada detalle, que contradicen a las demandas futiles de la voz. Unos ojos que saltan de un lado a otro, buscando enlaces, sobrios y entregados a las reclamaciones del instinto.
- ¡¿Acaso no me han oido?!

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06/10/2008, 18:41
La-Shawn Rutherford
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Abrí los ojos lentamente por aquel incensante sonido de gotas cayendo lentamente, una clásica tortura china. Me costó un buen tiempo acostumbrarme a la débil iluminación de aquel lugar y más aún, darme cuenta de que no estaba sola. Me miré, sabiendo que aquello no podía más que ser un sueño, tenía que serlo pero al poco rato me di cuenta de que no era así. Las gotas que me caían directamente a mí, me provocó naúseas al sentirlas sobre mi cuerpo, me senté de inmediato pero de nada hubiera servido que me pusiera en pie; miré al techo y ningún lugar estaba a salvo de aquello.

¿Dónde estoy?

Lentamente comencé a recorrer cada una de las camas frente a mí, había rostros creo que desconocidos para mí, quizás con la misma angustia que yo o quizás yo no tenía angustia alguna, en ese momento no estaba muy segura de nada. Ni siquiera parecía ser yo aquella, la misma de siempre. Mis vestidos ahora eran una sucia bata que en algún momento fue blanca y con el típico olor de hospital que llevan esas ropas y fue entonces cuando reparé en la ventana. Durante largo rato la miré con una especie de horror, aquello si me ponía verdaderamente en un encrucijada, fue entonces cuando comencé a sudar frío. Si bien el lugar estaba ligeramente iluminado, no dejaba de recordarme mirando aquella venta, que estábamos muy encerrados y a saber de qué manera o si esa sucia y endeble construcción, resistiría.

Me pongo en pie sin dejar de mirar al piso, intentando no recordar la venta, ignorándola o haciendo un esfuerzo por conseguirlo y camino hasta la puerta, de todos los graffittis y demás inscripciones, la que ha llamado poderosamente mi atención, ha sido esa.

-Still waiting...

Murmuro convencida de que aquello tiene que ser un sueño y de que pronto voy a despertar, no me resisto a pasar mis dedos por la inscripción, siguiendo la forma de las letras, intentando sonreír para no llorar como una desquiciada porque de algo estoy segura: No estoy loca. Y entonces ese hombre comienza a gritar, lo miro a los ojos, claro que le he oído pero podría ser más cortés, todos estamos en la misma situación, me acerco a él y le hago una señal con el dedo para que guarde silencio. La ventanilla parece crujir un poco más con sus aspavientos y mi cuerpo se estremece.

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06/10/2008, 23:18
Serena Loire
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Derrumbada sobre el lado izquierdo de su pequeño cuerpo,
conservando quedamente la grotesca disposición que sus miembros acabaron por adoptar
en el último tramo quizás del pesado sueño,
inmóvil pero agitada por la confusión,
huérfana varada más allá de cualquier vientre,
disimulando su mera existencia detrás de una respiración pretendidamente regular,
yaciendo y no más prisionera de la fatiga.
Del desconcierto.
De la especulación.
De sí misma.
Prisionera de la luz, que amenazaba con derrumbar
sobre el lado derecho de su pequeño cuerpo
un monolito de realidad que seguramente la aplastaría sin piedad
contra la incómoda estructura sobre la que se halla postrada,
los muelles del colchón perforando su carne hasta emerger del otro lado
cromados en sangre para resplandecer triunfales
ante la macilenta claridad de la estancia
mientras los huesos se desmenuzan bajo el peso del mundo
emitiendo el inconfundible chirrido de una puerta achacosa que se cierra
dejando tras de sí sólo oscuridad.
Estepa espesa
y serena.

Serena...

Serena.

Serena su compostura en la ansiedad;
serena la mirada que le dirige al infinito;
Serena se derrite entre bramidos de algodón;
serena y apacigua la sed del espíritu.

  Serena
 sErena
 seRena
 serEna
 sereNa
serenA

Serena Loire.

Hacía ya rato que despertara, pero se había mantenido ocupada en tratar de organizar sus pensamientos (al menos, en un vano intento por conseguirlo), buceando entre la repulsión del olor, en un afán de reconstrucción cuyo éxito se había limitado a poco más que el eventual rescate de once letras. De súbito, su mente se decide a abordar los aledaños de su silueta. No tenía sueño, sólo ganas de soñar, pero la iluminación resultaba excesiva para poder rehuir el paisaje, aun a pesar de que varios de sus gruesos mechones se hubieran deslizado por sus mejillas hasta cubrirle casi por completo el rostro.

 

Lo primero en lo que quiso reparar fue el desagradable tapizado multicolor del colchón. Contempló fascinada el arco iris de manchas, que se le antojaba artístico en medio de aquel grisáceo entorno. Por alguna razón, en ese mismo instante una segunda certeza le golpeó en el cráneo. Serena se revolvió de nuevo hacia los abismos de su psique, donde los trazos eran firmes y podía mojar en leche todas las magdalenas que quisiera; el azote de la realidad no alcanzaba a hostigarla en aquellas profundidades. ¿Te gusta el rojo? Yo prefiero el amarillo. Es más divertido. Cuando sale el sol todo el mundo se pone contento. ¡Verás cuando te lleve al parque en el que jugábamos de pequeños! Había un tobogán enorme, de esos que tienen curvas, y si cerrabas los ojos parecía que estabas en un trineo. Los chicos se reían porque se nos levantaba la falda, pero luego se acercaban y nos decían que querían que fuésemos novios. Mi madre me dejaba tener todos los novios que quisiera, pero sólo si no me olvidaba de tomarme la merienda. Estaba como ida, viajando entre la vaguedad de un pasado inconcreto, su trayectoria herida de astrolabios, de camino a algún lugar en el que las imágenes no serían recibidas sino proyectadas, donde el rubick desteñía para acomodarse a los deseos de la mano que lo operase.

 

Su boca menguaba conforme los delirios intensificaban el estado de irrealidad. Sin embargo, a su alrededor explotaban la luz, el color, las formas, los sonidos. De sentirse muerta, pasó a considerarse tristemente renacida. Pero lo poco que había percibido a través de los bucles de su cabello se le antojaba como un Belén de pesadilla. Sintió cómo los pasos de al menos dos personas rompían el lamento monótono de esas solitarias gotas que abandonaban la horizontalidad del techo para estamparse furiosas contra aquellos charcos que no eran más que fosas comunes de gotas solitarias. Se imaginó a sí misma abandonando la horizontalidad del lecho y estampándose furiosa contra un charco sanguinolento en el que yacían reventados los cadáveres de otras cuarenta mil jovencitas solitarias.

 

Un repentino grito la incrustó finalmente en el verdadero escenario de aquella farsa. La serie de gritos en que se convirtió, la hizo sentir débil y vulnerable. Todo se movía a su alrededor, mientras ella permanecía paralizada. En un acto reflejo, se acurrucó al tiempo que se llevaba las manos al estómago, para a continuación comenzar a retorcerse tortuosamente mientras los gemidos salían de su garganta con vehemencia y los ojos se mantenían fuertemente apretados, hablando del intenso dolor que la estaba sacudiendo.

 

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06/10/2008, 23:48
Director
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Notas de juego

A-lu-ci-nan-te O_O
Pero... ¿Qué le duele? El feto está bien o_o
Postea la respuesta a ésto sólo para mí.

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07/10/2008, 00:33
Serena Loire
Sólo para el director

Notas de juego

    El dolor no es nada físico, por el miedo a enfrentarse a la situación se está haciendo la víctima para llamar la atención. A ver si hay suerte, jejeje.

    A respuestas así no te acostumbres, es que tuve un flechazo con el personaje y se me fue la mano con el mensaje. Pero estoy muy ilusionado por la calidad de los mensajes de este hilo.

    Oye, y ya que estamos, ¿hay un solo turno cada 50 horas o se puede responder más de una vez en ese plazo?

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07/10/2008, 01:07
Director
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Notas de juego

Cita:

El dolor no es nada físico, por el miedo a enfrentarse a la situación se está haciendo la víctima para llamar la atención. A ver si hay suerte, jejeje.

ESTUPENDO XDDDDDD

Cita:

A respuestas así no te acostumbres, es que tuve un flechazo con el personaje y se me fue la mano con el mensaje. Pero estoy muy ilusionado por la calidad de los mensajes de este hilo.

Ha sido alucinante, precioso, en serio. Y sí, da gusto leer por aquí, desde luego XDDDDD

Cita:

Oye, y ya que estamos, ¿hay un solo turno cada 50 horas o se puede responder más de una vez en ese plazo?

Se puede volver a postear después de mí, yo postearé o en un plazo de 50 horas o cuando hayáis hablado todos (que es lo más probable) XDDDDD El ritmo lo marcan los jugadores. Puede acelerarse, pero nunca ralentizarse de esas cincuenta horas :)

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07/10/2008, 14:43
Padre Roberts
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Tardó mucho en despertarse. Su expresión como la de ese tierno niño que duerme después de un berrinche, sin embargo algo diferente, pues hasta dormido se podían vislumbrar atisbos de cólera. Poco a poco y sin tener alguna consciencia de donde se hallaba, se incorporó lentamente, como aquel que se despierta con resaca, sin saber muy bien que ha pasado por empezando a aclararse. Sus manos tapan levemente el inicial deslumbrar que incide en sus ojos hasta que se hace a él. De repente empieza a escrutar su alrededor a ver las caras de los demás, sin embargo lo peor llega cuando se percata de donde está, la sala vieja, asquerosa, alejada de cualquier cosa que haya conocido. Y esa ventana, se levanta y pone la palma abierta en la ventana, algo así como si tratara de hallar no sabe bien qué, sin decir nada, pues cualquiera que este en esa sabe que se siente.

Después de estos iniciales momento de adaptación y sorpresa, Sus ojos se encienden y mira como buscando un responsable, parece como si le costara mucho mantener su ira dentro de sí. Mira a los demás con cara de pocos amigos, tirando a asco

Seguro que esta gente es escoria… por qué me encuentro aquí, quiero salir de aquí.

Se acerca a su camastro, resignado, impotente y con la cabeza baja empieza a susurrar para sí

Padre nuestro que estas en los cielos…

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07/10/2008, 14:46
Alec DeRoos
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La mirada de Alec se centró ahora en cada uno de sus compañeros de habitación, uno por uno, escrutándolos, según un orden que nadie había establecido pero que le pareció más o menos oportuno. Desde la enigmática y aparentemente asustada muchacha taeña, aparentemente asustada; pasando por el impetuoso caballero de ánimo encendido y acalorado; sin olvidar a la más tranquila mujer que pedía silencio respetuosamente, aún haciéndose a la extraña e incómoda situación que empezaba a vivirse en aquella sala; y, por último, en la pobre alma atormentada que se arrebujaba en su camastro y en un último hombre que apela a la piedad de Dios en estos difíciles momentos. Y fue precisamente éste quien le llamó la atención poderosamente.

Impulsado por fuerzas que conocía bien, pero cuya naturaleza escapaba de su compresión, Alec DeRoos se puso en pie aferrando la moneda con más fuerza ahora, caminando lentamente hasta el foco de luz que proyectaba la escasa iluminación de la sala. Sus ojos, de un azul muy claro, observaron mejor lo que le rodeaba. Pasó una intranquila mano por su barba castaña y, después, por el largo cabello ondulado, analizando la situación, pensando en el siguiente paso que habría de darse. No era fácil determinar en qué consistiría, pero su misión siempre había sido la de proteger al inocente y al desvalido, por eso supo al instante que sus esfuerzos deberían centrarse en dos de las féminas presentes en la estancia.

Había algo que no comprendía de todo aquello. Sabía por qué él estaba ahí, conocía la causa a la perfección. Pero no tenía idea de por qué estaba acompañado, y por más vueltas que diera a ese respecto no hallaría ninguna conclusión. Aquello era una certeza, mas no era capaz de apartar la duda de su mente, siempre tan poderosa, siempre tomando control sobre las necesidades del alma. Al menos tenía una idea sobre lo que hacer de forma más o menos inmediata... Y una vez más fue su mente la que le disuadía de hacerlo. Sabía el efecto que tenían sus palabras, su forma de hablar, sobre la gente... Al menos ahora, en aquellos días. Pero también sabía que no podía quedarse quieto, indiferente, ante el sufrimiento ajeno. Por eso hizo acopio de valor y fuerza de voluntad, porque dijeran lo que dijeran, él tenía una misión, y los perjuicios no podían ahogar sus palabras. No debían hacerlo.

Alzó una mano en dirección al furioso caballero que aporreaba la puerta, con expresión tranquila y calmada, como un foco transmisor de tales emociones. No era un enemigo, y quería hacérselo ver a sus compañeros.
-Vuesa fiera ardidesa es harto entendible, micer -su voz sonaba tranquilizadora, pues así lo quería él. Su última intención en aquél momento era aumentar la inquietud que se había convertido en repentina gobernante de aquella sala-. Mas io pido a usía ca procuréis hallar calma presta, pues henos quí ca vuesas voces alarman a las nos conpañas... -describió ahora un arco con el brazo, abarcando a las dos mujeres que se mostraban más apesadumbradas e inquietas, intentando concienciar al hombre.

No le entenderían. Sabía que le tomarían por loco, aún sin estarlo. Aquella forma de hablar era del todo inusual en aquellos días. Mas, ¿qué podía hacer? ¿Mostrarse indiferente? Eso nunca. Se centró ahora en la primera mujer, la de cabellos pelirrojos, observándola con ternura y comprensión, e hizo lo propio con aquella que se llamaba Serena, aunque Alec no conocía aún su nombre.
-Señoras, claro visso angelical, vueso dolor es grant pena para nos, mas os digo agora ca la pena compartita non es tam grande como ha de ser en soledad. Heme quí ca el mío nome es Alec DeRoos, e háyome quí por razones ca descononozco. E non sintáis temor por la mí fazer de palabra, pues soy home de Dios e si puedo fazer algo por calmar las vuesas penas lo faré con gusto -terminó su presentación llevando su mano al pecho con sentimiento, no libre por completo de temor. Temor a ser, una vez más, rechazado.

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07/10/2008, 19:15
Director
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Durante un momento, la confusión reinante hace que algunos no se percaten, pero pronto un nuevo foco de luz invade vuestro rostro: Un candil se ha acercado a la ventana desde fuera, una sóla vela encendida, ilumina durante un instante antes de ahogarse de nuevo en oscuridad las facciones suaves de una mujer, unos ojos castaños y una cofia blanca quedan descubiertos durante unos segundos, ella se echaba el dedo índice a los labios pidiendo silencio, y un siseo que nunca surgió zumbó en vuestros oídos. Después, vuelve a no haber nada al otro lado de la ventanilla rota...

La bombilla se apaga un largo instante, pero su luz fluctuante regresó al cabo de unos instantes.

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07/10/2008, 19:18
Director
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La bombilla se apaga un largo instante, pero su luz fluctuante regresó al cabo de unos instantes en los que lo último que había quedado en el aire era aquella frase de Alec:

"E non sintáis temor por la mí fazer de palabra, pues soy home de Dios e si puedo fazer algo por calmar las vuesas penas lo faré con gusto".

Notas de juego

Todos podéis postear dos veces sin orden concreto, menos Alec, que se me ha adelantado y por ello sólo puede postear una vez en éste turno.

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07/10/2008, 19:27
La-Shawn Rutherford
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Todo aquello parece demasiado irreal, me retumban en la cabeza las palabras de Alec e intendo dilucidar lo que acaba de decir, no puede ser que yo esté pasando por esto. Sin entender cómo vine a caer en este agujero en el medio de quién sabe dónde. Cuando la luz se apagó, el único recuerdo que vino a mí fue el de esa mujer tratando de robarme a mi nueva víctima. Vi su rostro, en una calle de la ciudad, justo cuando estaba por encararla y ahora esto. Es simplemente increíble. Me siento de nuevo en la cama, intentando encontrar un lugar que esté menos sucio, un lugar que no me dé tanto asco.

Piensa con tranquilidad, no pierdas la calma... No todos están locos.

Miro a la joven que se retuerce de dolor y me pregunto si su cordura estará adolorida también, como si tuviera razón para preguntarme ello, como si fuera yo misma capaz de comprender eso.

Lo eres, no estás loca, no aún...

Intentaba convencerme de que todo estaba bien, lo cierto es que la voz tranquilizante de Alec -cuyo nombre hasta entonces no conocía- empezaba a hacer su efecto en mí; quizás era un sueño y en los sueño uno puede hacer de todo o casi.

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07/10/2008, 22:20
Shanon Carradine
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No me muevo de dónde estoy, continúo agazapada e intentando encontrar alguna explicación lógica a esa situación. Por lo que veo todos estamos igual de desconcertados, aunque algunos más que desconcertados parecen desesperados, sobre todo la mujer esa que grita como si le estuvieran arrancando las entrañas... sus gritos me ponen los nervios de punta, no recuerdo haber oído nunca a alguien chillar de ese modo, es como los gritos de las películas de terror y no me gustan las películas de terror.

-Debes mantener la calma -me digo escondiendo la cabeza entre mis piernas- Si dejas que el miedo te consuma las cosas empeorarán... el miedo nubla la razón y ya bastante trastocada creen todos que la tienes como para darles más de qué hablar.

Casi como un murmullo escucho la voz de uno de los hombres que ha comenzado a rezar. Aquello me hace reír y me compadezco de él.

-¡¡Santificado sea su nombre!! -completo la frase con tono socarrón sin levantar la cabeza-... Como si rezar fuera a ayudar en algo -me digo.

Iba a agregar algo más, en el mismo tono socarrón de lo anterior, sin embargo guardé silencio. Las palabras del hombre que comenzó a hablar inmediatamente después me hizo callar y no porque él lo hiciera, sino porque su voz era armoniosa, apacible... transmitía paz, o al menos esa sensación me dio, como si con su voz fuese capaz de acallar a la más fiera de las bestias.

Escuché lo que decía a la mujer que gritaba con atención, pude entenderle casi a la perfección, algunas de sus palabras se me escapaban, pero el mensaje estaba claro y aunque más claro era que éste no iba dirigido a mí, lo di por recibido y en mi fuero interno se lo agradecí.

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08/10/2008, 15:23
Winston Gorman
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Gorman dá un paso atrás con las palmas de la manos bien visibles. Habían pedido silencio, y él lo concede encogiéndose de hombros: retrocede, dejando correr el aire viciado entre él y aquella muchacha morena que se había llevado un dedo a los labios...Un dedo que había recorrido antes la inscripción de la puerta.

También pone distancia con respecto al caballero de acento extraño, queriendo percibir una amenaza velada en todos ellos: la mujer que gime de dolor ahí al fondo, aquel hombre encomendándose al Señor, la chiquilla impertinente... Eran, indiscutiblemente, enfermos mentales y, por tanto, un foco de latente de peligro.

- No fué mi intención importunarles.- se disculpa, tragando saliva. En todas las culturas, de una forma u otra, existe un equivalente - llámese refrán, dicho, proverbio - a aquello que aconsejaba "dar la razón como a los locos". Eso, exactamente, es lo que hace Gorman: aquella clase de individuos, ciertamente, no reaccionaban de forma satisfactoria ante los estímulos de naturaleza opuesta a sus dudosos razonamientos.

No obstante, el Método debe completarse...y para ello es menester una adecuada - dentro de los medios y las circunstancias - observación de las variables. Así se vence la duda. Ignorancia y miedo caminan juntos, de la mano...y no hay nada mejor que verse rodeado del riesgo potencial para afilar el intelecto.

Porque hay alguien fuera...y Gorman está decido a emplearse a fondo para averiguar de quién se trata.

Por su propia salud.

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09/10/2008, 02:50
Serena Loire
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Un lugar Uno cerrado, con camas, con mesillas, oscuro pero con luz, con Dos ventana pero sin ventana, ruinoso, áspero, con líquidos Tres que resuenan y cuyo rastro se exhibe impúdicamente en Cuatro forma de marcas apergaminadas de múltiples Cinco pigmentaciones, paredes profanadas por grafismos sin Seis sentido, techumbre tubular para un piso Siete revestido de cascotes, y la gente que se Ocho grita, que se calla, que se mueve, que se oye, que se mira, que se Nueve lee, que se cierra, que se alerta, que se acerca y qu- "Si puedo fazer algo por calmar las vuesas penas lo faré con gusto..."

Diez.

Sin duda, los sonidos producidos por Serena resultaban en aquel devastado ambiente más espantosos de lo que en realidad eran. Desde luego no le impidieron escuchar las extrañas palabras del hombre del pelo largo. Contrastado con los berridos que le habían precedido, este discurso era delicioso para sus oídos, terciopelo retórico que cubría aquella atmósfera con la tan negligentemente desterrada humanidad que debía existir en un entorno habitado por hombres y mujeres. Daba la impresión de que ninguno de ellos conocía al resto de sus compañeros; y la diferencia que marcó ese gesto compasivo sólo venía a corroborarlo.

Intrigada, sus movimientos fueron cesando a medida que la breve prédica avanzaba, quedándole a su término un divertido regustillo en los ojos ahora abiertos y fijos en la figura de aquel locuaz personaje. Ya no se agitaba su endeble cuerpecillo, y el crispamiento del rostro dejara paso a un leve amago de sonrisa. La grosera homogeneidad en la que los uniformes sumían al grupo se acababa de ver rota en las cábalas de Serena por el nuevo ánimo que el comportamiento de ese anacrónico parlanchín había infundido al penoso trance en el que se hallaba. Mientras su mirada intentaba sintonizarse con la del hombre, podía oír a otros habitantes (¿prisioneros?) continuando con sus rituales de especulación. Sin embargo ella había visto ya lo suficiente como para seguir buscando: sepultada como parecía estar la estancia, la única manera de observar el cielo era a través de los ojos del desconocido.

Seguía sin incorporarse de la cama, petrificada en un incómodo escorzo a la espera de establecer contacto visual con aquel hombre. Tenía tantas y tantas preguntas que hacer, tantas y tantas emociones que expresar, tantas y tantas ganas de comprender qué era lo que estaba pasando, que cuando creyó que sus miradas se habían encontrado por fin, explotó -tras haber doblado instintivamente una de sus rodillas- en un amistoso y suplicante:

-Hola.

 

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10/10/2008, 10:24
Padre Roberts
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En un tono más bien bajo, y con toda la calma que puede:

 

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

 

 

Parece poner especial enfasis en la última frase, quizas para que lo oigan los demás

Mira con odio a la mujer pelirroja que acaba de burlarse no sólo de él, sino de Él. Cierra el puño y apreta los labios. Para después cerrar los ojos y respirar lo más suave que puede.

No... calma. Has de calmarte, haz el esfuerzo.

Sin embargo, algo llama su atención, la voz de ese hombre, su manera de hablar, mira con interés al hombre con barba y extrañas palabras. No quiere molestar su discurso ni importunar, pero se queda expectante a sus actos. dar vueltas, se empezando a axfisiar un poco.

Cita :
 

soy home de Dios

 Esto último no para de retumbarle en la cabeza

Una gota de sudor recorre su cara, después otra, y al final varias perlas acaban resbalando por su nariz hasta caer al suelo y mezclarse con el resto de manchas que hay en él.

Tras estos momentos, empieza a ver los detalles del resto de sus compañeros. El hombre que golpeaba la puerta, parece que tiene algo de clase, o al menos la tuvo. Quiere salir de aquí, que raro, dudo que nadie quisiera permanecer aquí encerrado, la mujer de la cama que parece muy afligida, la mujer pelirroja...
 

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11/10/2008, 02:37
Alec DeRoos
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Lo cierto era que Alec no esperaba que la bombilla se apagara súbitamente para, poco después, volver a encenderse. Observó en silencio tal hecho, levemente extrañado, pues que la luz de la habitación fluctuara no era ni mucho menos lo más extraño que había ocurrido desde que despertara. Por eso le dio la importancia justa, y no era demasiada. Deseaba ver el efecto que sus palabras habían provocado en sus nuevos compañeros, esperando que lo que encontrara en sus rostros no fuera rechazo. E, increíblemente, tuvo suerte (una novedad, a decir verdad). Observó que las tres féminas de la habitación parecían tranquilizarse, cosa que le agradó enormemente. Su ruidoso compañero, al menos, pareció perder algo de su nerviosismo, mientras que el hombre de Dios que les acompañaba parecía igual de intranquilo que antes. Su rostro incluso estaba envuelto por la furia, algo que resultaba difícil de comprender en alguien que apela a una oración tan hermosa como el Pater Nostrum. Con los ojos cerrados y susurrando, se unió a las últimas frases de aquél canto, aunque no lo hizo en inglés, sino en latín.

Con el ceño levemente fruncido miró a la muchacha pelirroja y ladeó la cabeza, en gesto reprobador por su indebido sarcasmo. Aunque no fue un gesto hostil, más bien fue un reproche similar al que un maestro haría con un alumno. Seguidamente cruzó su garza mirada con la de Serena, la mujer en quien sus palabras parecían haber calado más profundamente, pues siendo que hacía unos instantes aquella joven parecía desesperada, ahora en cambio su mejora era notable. Respondió su saludo con una cálida y amable sonrisa, llevando la mano al pecho y, erguido, dedicándole una leve reverencia. Acto seguido, su atención se centró en Gorman, aunque su sonrisa no disminuyó ni varió.
-Aquesta cosa es harto extraña, micer. Comprendo el vueso temor -su voz resultaba igual de cercana y tranquilizadora que durante su primera invervención. Y, una vez más, se dirigió a los cinco al mismo tiempo, alternando su mirada en unos y en otros y caminando por la estancia, ayudándose de una correcta y elegante gesticulación para subrayar cuanto dijo:

-Paresce ca nos habemos quí a la contra de la nosa voluntad. Non conozco la manera ni las causas ca me han traýdo a tan errada situaçión, maguer* creo debamos ayudarnos unos a otros sy es deseo de nos alcançar una salida daquesta mazmorra. Non veo la forma de fazer tal menester en soledad, e deseo prestar la mí aiuda a vosa, e si el mí pensar es certero, creo ca algo puedo fazer...
-y, lentamente, para que sus movimientos no resultaran violentos u hostiles a sus compañeros, comenzó a caminar entre las camas, acercándose a cada una de las mesillas que junto a ellas había para recoger algo. Cuando hizo así con todas, observó la palma de su mano, en la que había seis monedas. Algo extrañado, su ceño se frunció levemente durante unos instantes. Regresó al centro de la habitación, observando un momento la bombilla del techo, casi temiendo que volviera a apagarse. Cuando se cercioró de que no sería así, volvió a hablar:

-Hete quí ca había doblones en las nosas cómodas. Las allegué todas, como ve. Çería un honor para la mí persona si sus usías, cada uno de voaçedes, pueda demandar la de su privado, e io la referiré** si conçeden a me l'honor de saber los vuesos nomes, e así todos nos conosçeremos meior -concluyó con una apacible y tranquilizadora sonrisa que dirigió a cada uno de los presentes. Junto ambas manos frente al pecho, entre las que cobijaba las monedas. No sabía qué podían significar, pero desde hacía mucho tiempo la moneda había sido una herramienta de intercambio, un símbolo no obstante, a través de cuya entrega se obtenía algo a cambio. Pensó que, quizá, eso mismo ocurriría en aquél lugar. Quizá deberían pagar en el futuro, próximo o lejano, algo con aquellas monedas. De cualquier forma, le resultó ligeramente divertido el hecho de pagar ahora mismo a sus compañeros por algo tan sencillo como sus nombres. En una situación como esa, pensó Alec, sería bueno encontrar placeres o diversiones en cada pequeña cosa, por insignificante que fuera, si quería mantener el ánimo y la cordura altos.

Notas de juego

*Aunque
**Devolveré

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11/10/2008, 03:47
Director
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Cinco de las monedas son de 1939.
Una antigüedad, un tesoro que podría venderse de maravilla en cualquier subasta...

Pero la sexta es de un año distinto, anterior...