Partida Rol por web

Aquel tipo, un viejo Rodiano ya entrado en años, vio a los tres tipos y al droide llegar. Sus dos empleados, un par de humanos, enseguida fueron a recibiros y a inspeccionar el fabuloso cachivache que era Chispa. Las cuerdas vocales atrofiadas del rodiano comenzaron a vibrar para hacer el esfuerzo de hablar en el Básico Galáctico.

¿Que les trae por aquí? ¡Bienvenidos! Soy Tsleko Goss  -os dijo, y veíais en su tienda gran cantidad de piezas de toda clase, material y funcionalidad-. ¡Tenemos hipercarburadores, termobujías de acero, utensilios de material de primera, y todo tipo de herramientas de transporte y carga!

El tipo se relamía por dentro, pues parecía no conocerso y quizá pudiera hacer una buena venta.

¿Qué les trae por aquí? ¡Bienvenidos! Soy Tsleko Goss

-¿Qué tal Tsleko?- Saludó al Rodiano estrechando su mano rápida pero firmemente. -Mi padre quiere que le lleve a dar una vuelta- Improvisó con una sonrisa perversa. -No queremos nada ostentoso. Solo alquilar algo seguro para que sienta la arena en la cara - Explicó sin pestañear. -Un esquife bantha o ese autodeslizador que tienes ahí fuera nos valdría si nos haces un buen precio.-

EntrO en la tienda con mis dos compañeros, para acto seguido vernos abordados por el rodiano dueño del local, con la típica palabrería del engatusador de tienda.
-¡Alto ahí! – digo a los dos hombres que miran a Chispas – ¡Se mira pero no se toca! - Balanceo el bastón en señal amenazante- Sólo faltaría que estropeaseis al único cuerdo y funcional del grupo.

Me uno al grupo a tiempo de oír la explicación de Darius .

-A ver qué consigues, hijito; me gusta que cuides de tu pobre padre, enfermo y tullido. Si te portas bien igual incluso te dejo conducir.

Los dos tipos se giraron y Tsleko les brindó una furtiva mirada, como aquel que no quiere que le espanten nueva clientela, pero que tiene a dos empleados nuevos e inexpertos. Los dos tipos se alejaron enseguida a la trastienda (que en realidad era un patio al aire libre absolutamente lleno de chachivaches, motores y algunos transportes.

Ehm... ¿un transporte?, ehm... ¡sí! ¡Venid! ¡Venid, venid! -se echó a un lado y extendió su brazo, invitándoos a pasar a la trastienda a la que había salido sus dos empleados humanos-. Aquí tengo lo que necesitáis.

Enseguida salístes de la tienda, y pareciera que estábais casi en la calle de Mos Eisley. Veíais más allá de un muro de piedra y adobe que os llegaba a la cintura que eso era el extremo del negocio. Allí apreciásteis un deslizador aparcado en una esquna, un poco arenoso, junto otros utensilios y productos de recambio y respuesto.

¡Este deslizador es una maravilla! -comenzó a decir-. ¿Véis? -y le pasó su ventoso dedo por encima-. Aún tiene arena, pues me lo alquilan mucho para viajar por los alrededores... Creo que os gustará. ¡Venid a verlo!

Visteis que se trataba de un oxidado pero robusto deslizador, un poco antiguo para las verdaderas joyas que se veían por la ciudad. Eso sí, esta muy bien contrachapado y protegido y tenía capacidad para cuatro usuarios. Tenía funciones básicas como antena de radio, termosensores y una pequeña antera parabólica para búsquedas y comunicaciones de largo alcance.

¡Es muy barato, por supuesto! -decía cruzando los brazos, y mirándolo como orgullos (aunque esto último era "un decir", pues sus tremendos ojos negros no mostraban expresividad alguna)-. ¡Por 2300 créditos es vuestro! ¡O bien, 80 créditos diarios si sólo lo queréis para unos días, je je! Claro que, bueno, en este último caso... tendréis que dejar una señal... una garantía, por supuesto... -añadió-.

    Darius pasó el dedo por la carrocería polvorienta, tensó la comisura de los labios y respondió: -No es ninguna maravilla amigo mío, pero podría servirnos- (En verdad era exactamente lo que buscaban).

Se apoyó el costado del vehículo, cruzó los brazos con gesto paciente y sonrió a Clint. El tenía la última palabra. Después de todo, el dinero era suyo. -¿Tu qué dices papá?- Sonrió.

El caza-recompensas no tardó en levantar la mirada hacia los despiadados soles.

- Tsleko...Dime que al menos tiene aire acondicionado-

-¿Pero ese dinero es lo que nos das a nosotros por llevarnos ese montón de chatarra, no? ¿O pretenderás que paguemos una fortuna por un amasijo de hierros oxidados y cables atados? ¿Y funciona o hay que empujarlo para arrancar? – digo mientras examino el deslizador.

Miro a mis compañeros mientras doy un golpecito en la ya abollada chapa del vehículo.

-Casi creo que se va a partir en dos si golpeo más fuerte. Realmente hay que ser muy valiente o muy loco por usar este cacharro. Te diré lo que haremos – digo dirigiéndome al rodiano - lo alquilamos por 20 créditos al día y te dejo a mi hijo Darius como depósito – sonrío mientras pongo una mano en el hombro del cazarecompensas. – Te dejaría al otro, pero es que es el único que sabe pilotar. –suelto una carcajada - No, es broma. Para que veas que vamos de buenas, dejaremos un depósito de 100 créditos.

Anzak parecía que estaba un poco absorto, pensando en sus cosas, dejando que sus compañeros hablaran y buscaran el transporte. Pero cuando escuchó la palabra "créditos" precedida por una cifra, el contrabandista se giró y se acercó.

- Bueno, todo es negociable, pero comprenderás que esa nave no está para muchos trotes...¿y si nos deja tirados? ¿tienes todos los papeles de las reparaciones en regla?-  comentó inmicuyéndose intentando confundir y así timar al tipo.- Podríamos llegar a un acuerdo razonable. Te pagamos a 50 diarios y te dejamos una fianza de 150 créditos. Creo que es lo más justo- comentó Anzak para llegar a un acuerdo.

¡El deslizador está como nuevo amigo! -respuso el rodiano ante la propuesta del viejo jedi-. Entonces lo puso en marcha y oíais su sosegado ralentí, señal de que su mecánica interna funcionaba limpia y potentemente. Luego declinó la oferta que le hacía Clint, interésándose un poco más por la de Anzak (quizá más metido en negocios que Lightman).

El rodiano negaba con la cabeza repetidas veces tras escuchar a Anzak.

¿150 créditos? -pensó-. ¡Estos tipos podrían largarse con el vehículo que valía  cuantosas veces más!- Señores, Necesito una garantía de al menos el 80% de su valor. Está todo en regla: mis vehículos, mis empleados y mi negocio. Mucha gente quiere viajar por el desierto, y mucha gente me alquila esta preciosidad -tocando con sus dedos el "capot" del deslizador-.  Uhm... podemos hacer dos cosas... -rascándose su imberbe y pegajoso rostro-. Dejadme ese droide como garantía y aceptaré el precio deseado, es decir, 150 créditos más el droide como garantía, más luego el alquiler diario... O bien... esta dulzura es vuestra por 2000 créditos, ¿eh? ¿Qué decis? Es un buen trato, creo yo... -en verdad os había rebajado un buen "pico" gracias al "pico" del contrabandista-.

-Vaya, el tipo sabe negociar y hacerse valer.

Cruzo miradas con mis amigos, estamos en una situación un poco delicada.

-¿Qué os parece el trato? Eso de dejar el droide creo que es decisión vuestra o de Anzak, el droide es vuestro. Por otro lado, tampoco podemos llevarnos, no cabría en el deslizador. Desgraciadamente no disponemos de suficientes fondos para adquirir el vehículo, por lo que sólo nos queda la opción de alquiler.

Al caza-recompensas le costaba empatizar con los seres vivos, y no digamos con los droides, pero esa unidad era vital para viajar a Riesco y tenía valiosísima información en sus circuitos.

-Es un buen vehículo- Dio la razón al rodiano para que no se sintiera insultado. Después de todo, el "trompetilla" (como llamaba Darius a esa especie) estaba en su derecho de exigir una garantía.

-Si podemos cargar al droide en el maletero, preferiría llevarlo con nosotros- Dijo mirando a todos -Tiene una buena radio y sabe como arreglar el deslizador si nos falla en mitad de la nada-. Mintió sobre el verdadero motivo.

-¿Tenéis 2000 créditos?- preguntó a sus compañeros.

-Si no, tendremos que dejar algo como señal. -Algo legal- pensó revisando su equipo mentalmente.

(*)Entonces se acercó a Tsleko y le mostró su valioso amplificador.

-Puedo dejarte esto como señal. Está valorado en 3000 créditos. Es lo último para ir de caza. Si le pasa algo al vehículo, saldrás ganando. Y si todo va bien, me lo devuelves y te pagamos lo que pides por día.-

¡Un amplificador de sonido! ¡Vayaaaa! -el tipo se emocionó con aquel descubrimiento. Sabía a la perfección qué era aquello y seguramente por qué piezas estaría compuesto en su interior-. ¡Trato hecho! ¡Gurh! ¡Azhor! Sacad el deslizador al porche y hacedle un chequeo rápido! ¡Éstos señores tienen prisa!

Ahora sí, mientras el tipo se quedó mirando el chachivache de Darius (que le cabía en las manos) justo después de daros un apretón como negocio cerrado, los dos empleados humanos corrieoron a poner en marcha el deslizador. En primer lugar encendieron el sistema de repulsión, y la vibración del todo el vehículo, ya mientras flotaba, hizo que la arenilla cayeses poco a poco. Luego se montaron ambos y por una puerta trasera (que daba a un callejón) darían la vuelta para colocaros aquella "maravilla" delante del negocio de Tsleko.

Bueno, bueno, Tsleko acepta pues. Desde hoy mismo comenzamos la cuenta del alquiler*. Iré contabilizando ¿eh? Je je je -añadió finalmente-; en unos minutos lo tendrán todo a punto. ¡No dejen de visitar el taller de Tsleko! -os dijo como despedida-.

Acto seguido salísteis de la trastienda hacia la tienda, y luego fuísteis al exterior (al porche), por la puerta de entrada. Los dos empleados del rodiano estaban poniendo a punto el deslizador, y la gente en Mos Eisley iba y venía por las polvorientas y abarrotadas calles, como de costumbre. En breves momentos se presentó casi sin daros cuenta Ti-Dal. Con él, unos pasos más atrás, venía un tipo alto y extraño, con un par de ojos enormes y en lo que parecía su boca una especie de respirador o máscara metálica (y muchos cables a la altura de su casi inexistente cuello). Os pareció que era un alienígena Gand.

Vaya, vaya... ¡Fiuuuu! -silbó Ti-Dal mientras veía cómo los empleados del rodiano ultimaban aquella joyita-. Veo que no habéis perdido el tiempo... Vamos a ir... ¿en ésto? -levantó sus cejas y tosió un poco-. En fin... -y pareció que no lo importó mucho. Y luego el cereano se giró-. Aquí está Nerck Erchtsk, un guía experimentado de por aquí... -el tipo no reaccionó, no movió un ¿músculo? (si aquelos brazos podían llamarse así). Eso sí, el tipo portaba bajo sus prendas, presumiblemente, algún tipo de arma (por la forma que hacían los pliegues de sus ropas)-. Nerck me debía un favor, en verdad, de cuando andábamos más tiempo en casa de Jabba... Así que nos deja gratis la búsqueda durante los dos primeros días... luego, bueno... sus honorarios ascienden a 100 créditos diarios... ejem... -Ti-Dal se encongió de hombros, como expresando que no había podido hacer mucho más con respecto al tal acuerdo-. ¿Cuándo partimos? -preguntó recolocándose el parche en el ojo, que parecía haberle entrado arenilla-

... -aquel tipo no decía nada-.

Escudriño al recién llegado de arriba a abajo. Eso de no verle la cara no me gusta nada, pero tampoco estamos en situación de escoger.

-Supongo que todo estará correcto, creo que lo mejor será que partamos cuanto antes.

Miro a mis compañeros y al deslizador alquilado.

-Espero que tengas medio de transporte, no creo que quepamos todos ahí dentro.- digo a nuestro guía. – Por cierto, mejor si nos avituallamos antes de partir, no querría morirse de inanición o que Darius me coma para sobrevivir.

Darius estrechó la mano del rodiano para cerrar el trato, pero su sonrisa helada dejaba claro que volvería a recuperar su pequeño juguete. -No te apresures en venderlo- Se limitó a decir con voz seria.

El explorador que Ti-Dal había traído no suavizó el rostro del caza-recompensas. De inmediato, los fríos ojos de Darius se clavaron en el bulto de la ropa del Gand. Saber que además estaba relacionado con Jabba solo acrecentó sus recelos.

Darius esperó a que los ayudantes de Tsleko dejaran el aerocoche y se marcharan para hablar.

-Gracias por encontrarnos un guía. ¿Dónde te buscamos a la vuelta?- Preguntó al cereano.

-Hola Nerck, ¿Puedo llamarte así?- Preguntó tomando la mano del gand y estrechándola enérgicamente. A pesar de su saludo amistoso, no había nada de cordial en sus intenciones, sino una forma de medir la reacción y complexión de una posible amenaza.

-¿Hablas nuestro idioma?¿Te han dicho dónde queremos ir?- Preguntó sin mirar a Ti-Dal. Deseaba oír la voz del que sería su guía.

mejor si nos avituallamos antes de partir. No querría morirse de inanición o que Darius me coma para sobrevivir.

-Tienes razón pero no creo que diera para mucho. Pararemos antes de salir de la ciudad-

Entre las vituallas, Darius incluyó los mapas de la zona y antes de partir pidió a Nerck que señalase la ruta que seguirían.

Acomodó a Chispa donde pudo e indicó al droide que registrase la posición del trayecto que realizaran.

Una vez en camino, se acomodó en el asiento trasero desde donde poder vigilar al guía...y dispararle, si fuera preciso.

El tipo asintió a Clint cuando éste le respuso lo de la manera de viajar.

Tengo mi propio transporte -señaló la voz metálica que salía de la "chapa" de su boca incrustada en su rostro-. Fue entonces cuando Darius se quedó un poco cortado, aguantándose su propia respiración unos segundos, pues comprobaba que el gand sí que hablaba el Básico Galáctico.

¿Estás de coña, hermoso? -exclamó Ti-Dal a Darius, con su particular pique sano-. Voy a ir con vosotros. No creas que... -su frase se interrumpió, pero estaba pensando eso de que no iba a dejar que fuérais sólos a buscar esa base para luego llevaros todo el mérito de la popular "Alianza"... y bueno, todas sus recompensas-.