Partida Rol por web

- Pues venga, chicos... y chica. Adelante. Paso al frente y veamos que guarda esa sala.

Avanzo hacia la puerta, esperando que se abra cuando el sensor de movimiento note nuestra presencia.

- Muy animados os veo estando dentro de una base imperial supersecreta- dijo Anzak un poco nervioso por la situaión en la que se encontraban.

luego siguió al grupo esperando que no se toparan con ningún grupo imperial, aunque sabía que tarde o temprano se toparían con uno.

Tras acercaros a la puerta el sensor detectó vuestra presencia, y se abrió automáticamente. Fue entonces cuando vísteis una amalgama de hierros, metales, chapas, instrumentos y lo que creísteis las piezas de algún droide: era una planta de residuos. Era especialmente pequeña, y en la pared de enfrente se encontraban dos tubos que expulsaban, desde algún par de lugares de la planta superior, residuos metálicos allí. El diámetro de los tubos era bastante grande, tanto como para que alguien pudiera colarse por allí.. Nada había de valor en aquel lugar a primera vista.

- Vaya - digo con tono algo desilusionado - la primera puerta que decidimos abrir y es el puñetero cubo de la basura de la base...

- Sí, la suerte nos acompaña- coincidió Anzak con Clint-. Aunque bien mirado puede ser una posible salida de este sitio.

El contrabandista contemplaba todas las posibilidades, máxime estando en un lugar tan peligroso.

Un montón de chatarra es lo que hay en ese habitáculo. Anzak tiene razón y podría ser un buen plan de escape alternativo e inesperado si fuese necesario pero mientras tanto debía asegurarse que allí no había nada de utilidad.. o peligroso.

- ¡Esperad un instante! - me cambio el arma por el computador - ¡Drochi, escanea la habitación buscando fuentes de energía operativas! - Mientras tanto me acerco al montón de despojos y echo un vistazo buscando cualquier cosa interesante.

Drochi necesitó unos instantes para escanear la sala. Estaba todo lleno de chatarra metálica de varios compuestos, pero no  logró dar con nada servible. Aparte de almacenarlos, la basura era "ligeramente" procesada (cortánda y aplastada). Sin mucho más que poder averiguar por el momento tomásteis el pasillo de la derecha, que a su vez giraba hacia la izquierda. Encontrásteis dos vías para continuar: pasillo hacia delante o detenerse en una puerta con seguridad.

Con precisión y rapidez conecto a Drochi a los controles de seguridad de la compuerta hasta descubrir un código de acceso válido para abrirla.

Observo con que precisión nuestra joven amiga teclea para conseguir abrir la puerta, con la ayuda de su diminuto amigo.

- Seguro que aquí hay algo más interesante que montones de chatarra.

-Fantástico- Se le escapó al ver toda aquella basura. Dio la vuelta y siguió por el otro pasillo.

Darius levantó una ceja en el interior de su casco. Esa joven y su cacharrito eran prodigiosos.

El caza-recompensas prefirió guardar silencio para no llamar la atención más de lo necesario.

Drochi y Marael pudieron asaltar la cerradura electrónica de aquella sala. Al abrirse, teníais las armas preparadas (en la mano), pero no hizo falta: no había ningún soldado en su interior. Desde luego parecía que estábais recorriendo la ronda de los soldados de la base en sentido contrario para vuestro beneficio (no encontrádoos así con grandes problemas). La sala mostraba en su interior un espacio diáfano y metálico. En ella había varios computadores: era la sala de terminales de la base, sin duda alguna. Dos de ellos eran diferentes, como colocados allí para realizar cierto tipo de función.

¡Perfecto! ¡Una sala de computadores! Aquí quería yo llegar. 

- Necesito que nadie me moleste así que ¡asegurad la sala! - les pido a mis compañeros y me acerco rápidamente al interior de la sala y echo un vistazo a las pantallas y monitores. Intento descubrir a simple vista cuáles son sus funciones fijándome específicamente en los dos que son diferentes.

- ¡Y que alguien me confirme si hay cámaras... para poder trabajar sin éste maldito casco que me aprieta tanto! -  rechina mi voz sintetizada por los altavoces de mi traje. 

Al entrar en la nueva sala, Anzak se preparó para encontrarse con cualquier problema, seguramente en forma de soldados. Pero al encontrar los terminales el contrabandista sonrió y se alegró.

- ¡Por fin!- dijo Anzak.

- Dejemos trabajar a la chica. Mientras los demás busquemos cámaras y posibles salidas...y por supuesto que nadie entre- dijo buscando cámaras.

Darius levantó las manos en gesto de rendición: -A la orden- Respondió en tono irónico ante la repentina ferocidad de la joven.

Pasó los dedos por los terminales para provocar a Marael aunque sin llegar a tocar ninguna tecla y buscó las cámaras de seguridad y otras amenazas como venía haciendo desde que se adentraron en la base

Las palabras de advertencia se me atragantan cuando Darius pasa las manos delante de las consolas y veo cómo su casco se vuelve hacia mí. - ¡Qué idiota eres "Pelocano"! - le digo sonriente mientras sigo con la inspección de los ordenadores.

- Caramba con la chiquilla, la última de llegar y ya nos lleva a todos firmes con sus órdenes. - digo con sorna ante la actitud de los otros miembros masculinos del grupo.

Veo que ambos realizan una exhaustiva búsqueda de elementos grabadores, pero una ayuda no les irá mal. Me concentro en la Fuerza, y espero que me guíe para detectar cualquier cosa que nos pueda indicar si podemos estar siendo observados.

Una vez dentro de aquella sala, Anzak comenzó a poner un poco de organización. Mientras él y Darius buscaban en los terminales los comandos de las cámaras de seguridad, Clint intentaba concentrarse en la Fuerza para ver si había amenazas inmediatas. Los dos primeros encontraron un terminal cuya función era la vigilancia, con un monitor en el que seguramente podían cargarse todas las imagenes de la planta de abajo. El viejo jedi no logró atisbar nada fuera de lo común, a excepcion de la tensión de sus propios compañeros.

Por su parte, parecía que Marael y Drochi operaban a otro nivel. Aquí estaban "en su salsa", muy cómodos rodeados de tecnología. Tras un breve tecleo intuitivo, sus compañeros la indicaron que no había cámaras que perturbaran el trabajo en aquella sala. Tras ello comenzó a teclear, pero el sistema informático parecía demasiado fuerte como para romperlo y poder acceder a información "relevante" de aquella base.

Jefa, ¿Puedo ayudarte? -insitió Drochi-.