Partida Rol por web

¡Toc! ¡Toc! y luego se escuchó un "BSZZZZZZZZZ" bastante agudo. Era un guardia androide propiedad de Jirar Lombas y seguramente comandado por Marael. Llamaba a la puerta de vuestra habitación: una bonita suite de dos camas con bastante lujo de detalle. La noche anterior habíais decidido pasar de los placeres y descansar todo lo posible, puesto que hoy era el gran día.

El droide con aspecto de protocolo os dejó un pequeño maletín y se marchó, y sólo añadió que venía, efectivamente, de parte de Marael. Tras abrir dicho maletín vísteis que estaba acolchado por dentro, y había tres objetos: una llave de identificación sensorial de vehículo, un pase de personal a cierto recinto (del que no conocíais nada) y un holoproyector muy poqueño.

Tras activar éste último vísteis a Marael comenzando a daros instrucciones:

Señores... Aquí os dejo la tarjeta de Identificación del almacén al que debéis acceder. Sus coordenadas pueden ser vistas en este holoproyector. Abajo os espera un esquife-deslizador estándar, el cual posee una memoria programable básica y de manejo amateur. Las llaves de ese "cacharro" están a vuestra derecha: es esa tarjeta de arranque sensorial. Desplazáos con él hasta las coordenadas que os diga el holoproyector, el almacén del que hablamos ayer, entrad en el recinto y un contacto os indicará las cajas a cargar. Recordad que debéis llevar la mercancía hasta el hangar privado de Jirar en cuanto la tengáis. Las coordenadas están también en el proyector... Y estad listos para cargarlo todo en vuestra nave... Nos vemos en el hangar.

Tras mirar por el balcón de la suite vísteis una especie de esquife-deslizador justo en la puerta: debía ser ese. Era un esquife Bantha II, muy usado por contrabandistas en lugares remotos.

Jiboro prestó atención a las instrucciones de la holoimagen de Marael. Todo parecía muy claro, sencillo y bien planeado, pero lo que le preocupaba era la situación de su nave.

-Bien, dadas las circunstancias, creo que lo mejor sería separarnos. Uno que recoja el cargamento y otro que vaya a por nuestra nave. Quizás metiendo un poco de prisa a los operarios la tengan lista hoy, y así nos reuniríamos en el hangar de Jirar. Antes de eso, descargaremos (o anotaremos) las coordenadas del mismo, ya que este holoproyector debe llevárselo el que vaya a por las armas. ¿Qué opinas? 

-Lo de separarnos no me hace mucha gracia, sinceramente. Este negocio me empieza a oler mal. Otra opción que tenemos es que me acerques con el esquife-deslizador a por la nave y luego nos reunamos en el hangar de Jirar. Y ya desde allí dirigirnos a por la mercancía los dos juntos- mientras hago una pausa para que Jiboro pueda pensar -¿que opinas?-

-Bien, lo haremos así. Aunque tardemos algo más, será más seguro.

Seguidamente, Jiboro se preparó para salir a por el cargamento, siguiendo las indicaciones de Marael.

Compruebo que mi blaster esta operativo y sigo a Jiboro hasta el esquife

Una vez decidido el plan (ir a por el carguero de Luthar, reuniros en las coordenadas del hangar personal de Jirar y luego ir hasta el almacén donde estaban las armas para volver finalmente el hasta el hangar...). El caso es que bajásteis de la suite y accedísteis al esquife Bantha II. Era una buena máquina, utilizada sobre todo en los planetas desérticos o de poca vegetación. El caso es que una vez que insertásteis la tarjeta de arranque sensorial y posteriormente encendísteis el holoproyector (al cual le pedísteis las coordenadas de espaciopuerto de Cirisha). Éste os las colocó en pantalla, a través de un sistema de seguimiento y radar del que no tenía pérdida. Munutos después, comenzásteis a sobrevolar las vías bajas de la capital, quedando por debajo las calles y habitantes y más por encima más líneas de tránsito espacial.

* * *

Una vez que llegásteis al puerto espacial hubísteis de aparcar el aparato. Acceder con él al hangar donde estaba vuestro carguero YT y R3-D5 era con él imposible. Fue entonces cuando vísteis a vuestro androide como discutir con alguno de los empleados del mismo, y en derredor había numerosas herramientas y piezas para la nave.

 ¡BAZZZZZ! ¡Fuii Fu Fiii...! ¡FUIIII fi  fi piiiii, macc, fiii!* -dijo R3 al veros, y el tipo que estaba con él dejó de discutir por temas técnicos con el androide-.

-No me digas más... nos va a salir por un ojo de la cara, ¿Verdad?-murmuró Jiboro apesadumbrado.

Jiboro tenía razón, esto tenia pinta que nos iba a salir por un pico.

-D5 prepara la nave para el despegue y dime a quien hay que pagar esto-
 

Fui Fui fuiiiii , beep, beeeeep  ·$%&%$& beep, bfiiiii, ¡¡bbzzzzap!!* -añadió el pequeño androide astromecánico, que luego rodó hasta uno de los empleados del espacio puerto para avisarle-. Y acto seguido los mecánico que había alrededor comenzaron a retirar los carritos de herramientas flotantes mientras el empleado llegaba hasta vosotros. Mientras, R3 avanzó hasta la rampa del carguero YT de Luthar y accedio al interior.

Acto seguido, el empleado se acercó con vosotros, y os explicó que el problema más grave residía en el turboinyector de silicatum, el cual había tenido que ser restituido por uno nuevo, ya que era una pieza básica del arranque. Sin dilacion hubísteis de pagar al empleado de reparaciones con vuestra microtarjeta de crédito bancario espacial y luego pudísteis acceder al carguero y marcharos. R3 se había acoplado en su asiento y había hecho rugir los motores de la nave. En breves podríais despegar.

Saque mi tarjeta he hice el pago de la pieza sustituida, menos mal que el pago por el trabajo era bueno ya que esta misión me estaba costando más créditos de los necesarios.

-Pongámonos en marcha, nos vemos en el almacén y mantener el comunicador encendido por si pasa algo- Mientras subo por la rampa despidiéndome de Jiboro y ocupando mi puesto en la cabina.
 

-Muy bien. Yo iré delante con el deslizador, siguiendo las coordenadas grabadas en el holoproyector. Puedes seguirme con la nave.

El rodiano volvió a poner en marcha los motores, buscó la localización de los almacenes y puso rumbo hacia allí.

Avanzásteis pues por las vías de tránsito de la ciudad. Los cargueros no tenían permiso para viajar en las bías más bajas como os esquifes y naves personales de menor tamaño. Tras salir de allí volásteis raso y bajo hasta el hangar personal de Jirar Lombas. Estaba al noreste de la capital, entre el puerto espacial donde habíais aterrizado y el local donde durmísteis esa noche.

Tras unos minutos entregásteis el código de identificación que estaba grabado en el holograma. Allí, los empleados de Jirar hacían aspavientos con las manos para indicaros la zona de aterrizaje exacto. Aquel hangar se componía de un techo retráctil que se abría y cerraba según se necesitara. Luthar aterrizó en el centro de la pista, en la cual no había más naves. Allí había unos cinco tipos y varios guardias de vigilancia, junto a una caseta dentro del propio hangar. Sabían quien era Luthar (el tipo que iba a hacer negocios con el jefe) y éste no tuvo impedimento alguno tras aterrizar y marchar para recoger la mercancía. Jiboro esperaba fuera en el repulsor Bantha II. Marael aún no habría vuelto de recoger su parte.

* * *

R3 no tuvo problemas para acceder al esquife Bantha. Tampoco lo tuvo Luthar, que ahora hacía de improvisado copiloto junto a Jiboro. Los tres marchásteis a la localización del almacén que había expresado Marael. Veíais las calles de Cirisha desde las alturas, y aquella urbe era muy extensa y llena de seres de cuantiosas razas y etnias.

Tras unos minutos dando algunas vueltas, llegásteis por fin a una zona algo desértica de la ciudad, aunque incluida en ella: un polígonos de naves (no espaciales, de naves industriales), junto a las cuáles había numerosas instalaciones de tuberías y redes eléctricas (seguramente para abastecer a la ciudad). Toda la zona estaba rodeada de una alambrada metálica, y existía un acceso con una caseta (donde seguramente algún guardia vigilaría). Supusísteis que este guardia (estuviera donde estuviera, porque no lo veíais allí) sería el contacto que os dejaría cargar vuestra parte del cargamento de armas sin problemas.

Volásteis bajo con el Bantha II, y allí no encontrásteis a nadie que os diera el alto, ni nadie que trabajara en derredor... todo desierto...

La primera fase del plan había transcurrido sin problemas. Ya teníamos la mercancía y habíamos llegado hasta las coordenadas donde se suponía que estaba el hangar de Jirar, para ultimar la compra y marcharnos... pero allí no había nadie. Algo raro estaba ocurriendo. Jiboro puso todos sus sentidos alerta.

Lentamente nos fuimos acercando al acceso y el que no hubiera nadie vigilando hizo saltar mi instinto de supervivencia, con calma eche mano a mi arma.

-Tengamos cuidado, esto empieza a oler a trampa-
 

Os dísteis cuenta que la caseta de seguridad de la entrada estaba vacía. Allí no había guardia alguna, ni persona que vigilara absolutamente nada del recinto. Aquellos os hizo claramente sospechar, sobre todo después de que Marael os dijera que allí habría un contacto de Jirar Lombas preparado para entregar el cargamento de armas allí dispuesto.

Sea como fuere, os internásteis con el esquife Bantha II al interior del recinto, marchásteis por el camino enlosado, y girásteis hacia una nave industrial solitaria (la única que era mencionada en el holoproyector por la voz y figura de Marael). Tras dirigiros hacia allí detuvísteis el motor del esquife. Antes de bajar echásteis una ojeada... pero nada, no había nada fuera de lo normal... sin contar la soledad del lugar.

Nada más bajar del transporte flotador, os percatásteis de una importante pista: un pequeño reguero de sangre, apenas un filo hilo enrojecido en mitad del camino. Lo recorrísteis con la vista y éste marchaba débilmente hacia la puerta del gran almacén que teníais delante...

Jiboro se giró hacia Luthar para advertirle de aquél rastro de sangre del suelo, pero en cuanto lo miró se dio cuenta de que su compañero también había observado el reguero.

-Bien, habrá que comprobar qué ha pasado aquí-sentenció el rodiano. Acto seguido, desenfundó el blaster y se encaminó hacia la puerta del almacén.

Primero intentaría escuchar cualquier cosa del interior, pegando su oído a la puerta. Si no escuchaba nada, intentaría abrirla.