Partida Rol por web

Parece que habíais solventado el problema del aterrizaje forzoso y no permitido, pero a costa de meterse en un problema mayor... Lo que se suponía un pequeño paréntesis en vuestro camino espacial parecía una aventura adicional en toda regla ¡Maldito sullustano! Para vuestra sorpresa, sabíais que el Imperio tenía presencia en Bespin y en esa Ciudad como invitado inesperado.

Tras correr por las calles de la Ciudad de las Nubes, Debo se metió en un callejón que rezumaba humo entre dos edificios casi cónicos. Luego os esperó en mitad del mismo para que le viérais, y se internó en la compuerta de un local lateral. Corrísteis hacia allí, y al entrar, vísteis que se trataba de un vivienda... o un taller (no estábais muy seguros). En la dependiencia había una especie de salón bastante simple con varios asientos.

El sullustano Debo os hizo un gesto con la mano para que os sentárais. Eso sí, antes de ello, por muy alienígena que fuera, os hizo un gesto con las manos en señal de calma: sabía que había actuado mal y precipitadamente, pero quería, al parecer, explicarle lo sucedido. En el idioma sullustano, hizo llamar a un droide de protocolo que apareció tras una compuerta que se abrió hacia arriba. Era de color azul completamente, y muy brillante.

Bienvenidos hu-manos -dijo el androide con voz repipi-. Mi amo De-Bo les da la bien-venida... A tí también, a-migo -mirando a R3-S7-.

Bip biiiip, bip, boooop, biiippp*  -respondió R3 pensando que tendría que revisar sus juntas tractoras tras la huida en la que también había participado-.

Bienvenidos hu-manos -dijo el androide con voz repipi-. Mi amo De-Bo les da la bien-venida...

     Darius echó un último vistazo para asegurarse de que ningún indeseable los había seguido y después entró en el edificio. Pasó por delante del driode, ignorándolo como si fuera un holo-anuncio. Al pasar a su lado se limitó a contestar:-2.000 Créditos. Eso es lo que vales para mí.-Le espetó en tono agrio.

El caza-recompensas se quitó el casco para mirar directamente a los ojos negros del Sullsutan: -Y tu nos debes una nave- Dijo tajantemente.

Tiempo atrás le habría entregado al imperio y cobrado la recompensa, pero una voz en su interior le invitó a sentarse y escuchar. Molesto contra su propia conciencia...O lo que fuese, echó mano de sus pastillas y se metió un par en la boca. -Chusko kuta bantha pudu*...Estamos bien jodidos socio.- Masculló a Anzak.

- Bueno, bueno, bueno... - digo apoyándome en mi bastón y mirando al sullustano - supongo que estaremos en un buen escondrijo a salvo de la policía y de los soldados del Imperio. Y ahora que estamos en familia, creo que es mejor momento para que nos expliques porque nos has metido en tu cruzada.

Tomo asiento en una de las sillas de la estancia.

- Comprenderás que este par de gañanes no estén muy contentos y te miren mal. Lo que has reducido a un montón de chatarra.. - hago una pausa - aunque ya antes era un montón de chatarra, era su nave y su medio de vida. O sea que o bien tienes una razón convincente - vuelvo a hacer una pausa -o les debes un montón de dinero por ese amasijo de acero y cables.

Me giro para mirar a mi pupilo.

- ¡Niño! - le espeto - Busca algo de beber, tengo el gaznate seco. En este antro habrá alguna cosa...

Que te traigo... un poco de bebida suave no?? con tu edad no creo que puedas beber otra cosa..., que quereis vosotros... Anzaz y Darius...

*DIgo esto con una sonrisa picarona, me encanta picar a mi maestro... aunque estoy seguro que me llevare un bastonazo en cualquier momento...

    Darius respondió con un gesto hosco de su mano sin apartar los ojos de Debo. -No eres  un maldito droide camarero- Gruñó con un tono que sonaba mas a reproche que a un cumplido. -Lo has demostrado cuando aparecieron todos esos imperiales*.- Explicó volviendo la mirada hacia el joven Jedy. -Pero también que eres un completo idiota-  Añadió con una sonrisa condescendiente.

-Ven y siéntate con nosotros de una vez- Dijo haciendo un hueco.

Pongo la punta de mi bastón en el pecho de Darius, a modo de aviso.

- Escúchame bribón - le digo en tono serio - a este chaval sólo yo le doy órdenes, y si le digo que busque algo, perderá el culo hasta encontrar lo que le haya dicho. Y si además se ha ofrecido a traerte algo, lo más que puedes hacer es agradecerlo, o ¿es que no te enseñaron buenos modales de pequeño?

Me quedo mirándolo fijamente.

- Y sólo yo le puedo decir idiota.

*Cuando intenta Darius burlarse de mi, mis ojos se entorna muy serio, apreto los nudillos con fuerza y cuando me disponia ha dar un paso contra el de pronto escucho la voz de mi maestro..., me quedo mirandolo y recuerdo sus enseñanzas..., entonces intento cruzar una mirada con y cierro los ojos mientras respiro hondo... a continuacion le señale con el dedo a Darius mientras le digo...

No pienso consentirte ni un insulto mas... rufian... no confundas mi amabilidad con idiotes..., por seran tus dientes los que aprendan la leccion, darle la gracias al maestro que controla mi ira..., ultimo aviso..., mejor me voy a la barra a pedirte algo maestro... no vaya ser que rompa con todas las enseñanzas aprendida por usted...

*Respiro hondo una vez mas calmando la ira que poco a poco iba inundando mi mente..., no podia caer tan rapido en las tentaciones..., lo mejor sera que el maestro solucione el tema... o todas las enseñanzas se iran por el espacio exterior..., Me doy la vuelta en direccion a la barra a buscar algo de beber...

-Por la Shisha de Jaba el Hut ¿Os habéis vuelto locos?- Responde Darius perplejo. El caza-recompensas mira el inofensivo bastón en su pecho sin creer lo que oye. Estaba claro que ni Lightman ni su alumno respondían a la imagen que tenía de los Jedy. -No te estaba insultando, Devian. No me has entendido. Ni yo a vosotros- Añadió decepcionado.

Rammkopf se recostó en su asiento y volvió a centrar su atención en Debo. -¿Qué ibas a contarnos?- Dijo zanjando el asunto.

- Eh, ahora no te pongas en plan llorón. Sólo quería dejar claro algunos puntos.

Aparto el bastón de su pecho y me recuesto bien en el asiento.

- Y ahora escuchemos lo que nos tiene que contar nuestro nuevo amigo.

Anzak entró el último, sus piernas ya no son lo que eran, pero lo que realmente le retrasó fue el mareo que llevaba por el impacto de la nave. Al entrar se sujetó en una de las paredes intentando que su cuerpo se recompusiera. Además, así tendría tiempo de reflexionar antes de matar al tal Debo. 

Pero entonces los dos jedis comenzaron a increpar a Darius. Lo que faltaba, pensó para sí el contrabandista girando la cabeza y mirando la absurda conversación.

Sintiéndose con un poco más de fuerzas, Azak se apartó de la pared y, un poco tambaleante se acercó a los allí reunidos. Haciendo a un lado a los presentes llego hasta Debo y sin mediar palabra le dio un puñetazo en la cara.

Con Debo en el suelo, Anzak le señalo furioso con un dedo mientras aferraba la culata de su blaster pesado que llevaba en el cinturón.

- No sé quien coño eres, ni para quién trabajas, ni en que estás metido- dijo despacio pero con mucha ira-, pero además de la explicación que nos des, de la cual depende tu vida, me debes una nave nueva...y no una cualquiera, me debes una nave que yo elija...o mejor, que yo diseñe. Ese es el precio que tiene destrozar mi nave y meterme en líos con los imperiales de por vida. Espero que te haya quedado claro pues no permitiré que me contestes ni alegues nada en contra.

Todo aquel que conocía a Anzak sabía que no bromeaba. Nadie que viviese le había visto tan enfadado y serio. Su carácter afable, su sempiterna sonrisa y su tono irónico y bonachón se habían esfumado de un plumazo, estrellado con la nave. Su mirada fija en la de Debo era fría y dura, y si lanzara rayos por los ojos Debo estaría muerto.

Al poco, sin esperar contestación del sallustano, Anzak se giró, miró a cada uno de los del grupo con un rictus serio y sin mediar palabra se sentó en una silla cercana.

El droide de protocolo iba traduciendo convenientemente (sospechábais que en su programación había un afán conciliador durante las transcripciones). Debo se quedó un poco perpelejo al ver que Devian andurreaba como buscando algo (bebidas o algo así) por su local. Aquello no era un bar, era un escondite propio*... Tanto el droide como el sullustano se quedaron un poco perplejo de aquella pequeña discusión, seguramente fruto de la frustración de la persecución y la pérdida de La Soñadora...

¡¡PLAAFFF!! Los nudillos de Anzak impactaron contra Debo, haciéndole caer al sillón que tenía tras de sí. Sacudió un poco su cabeza y se recompuso, no sin antes sacar como lleno de ira un bláster y apuntando a su agresor. Claro que, tras el evidente suste del droide del sullustano, Debo se contuvo y guardó el arma.

...y pa-rece que no le per-mite con-testarle, amo De-bo... -tradujo el androide de protocolo las palabras de Anzak-.

Debo se quedó pensativo. Esa mirada, en cualquier especie, era la misma en cualquier parte de la Galaxia. Sabía que tenía razón, que le debía una nave nueva.

Frotándose la cara, el sullustano comenzó a hablar, mientras D-8BO comenzaba a traducir casi instantáneamente.
 

Se-ñores, cálmense -decía en primera persona el droide hablando como su amo- so-y uno de tantos con-trabandistas en-cerrados en esta Ciudad por un blo-queo que el Imperio ha estable-cido en torno a Bespin -en vuestro aparatoso aterrizaje nada raro vísteis, por lo que dedujísteis al momento que vuestra llegada al planeta fue casi simultánea al establecimiento de dicho bloqueo-. Os con-taré algo. Quiero salir de esta ciu-dad, y no sé si vosotros tam-bién, pues previsiblemen-te más tropas im-periales van a llegar de manera in-minente -el droide de protocolo lanzaba miradas a su amo mientras traducía, pues ni tan siquiera él sabá tales cosas-.

Para em-pezar, deciros que estamos ahora mismo en la parte alta de la Ciu-dad, donde abundan las zonas dedicadas al turismo. Afor-tunadamente, y a pe-sar del aparatoso acciden-te que hemos sufrido, el albo-roto general de esta zona de la ciu-dad nos permitirá seguir pasando desaper-cibidos si volvemos a salir ahí fuera. Por ello, hacién-dome va-ler de ello y de mis contactos, mi huida del bloqueo y este planeta será p-osible con la ayuda de un ju-gador que frecuen-ta el casino... ¿Os apuntáis? -Debo miraba fijamente a Anzak-. Por mucho que te deba, nada puedo darte si me que-do, o nos que-damos, aquí eter-namente...

En silencio escucho las palabras de Debo a través de la traducción del droide, y me quedo un rato pensativo.

- Por una parte, tiene razón Debo - comento saliendo de mi silencio. - Quedarnos aquí no nos sirve de nada y necesitamos alguna manera de poder salir del planeta. Aunque tienes que reconocer que no ha sido la mejor carta de presentación cargarte la nave de estos chicos.

Miro a mi pupilo.

- ¿Y a ti que te parece? ¿Podemos y debemos confiar en Debo?

Su entrada a sido cuanto menos espectacular... cargandose la nave y demas..., en principio no me fiaria de alguien asi pero sus argumentos han sido convincente... a realizado una maniobra desesperada en un momento desesperado... ademas la nave estaba para el arrastre asi que con el dinero que le debe se comprara una mejor..., que estoy seguro que no se dificil..., por mi parte estoy de acuerdo en enrolarnos en esta aventura...

*Digo esto con toda la sinceridad y ignorancia que me caacterizaba sin pensar en las consecuencias del precio de la nave y demas...

Oigo la respuesta de mi alumno.

- Hay días en los que pienso que no hay nada en esa cabecita tuya y otros en los que no pierdo la esperanza que haya algo más.

Me levanto y ando un poco, para desentumecer mis huesos.

- Recuerda, Devian. Utiliza tu instinto y la Fuerza te guiará. - le doy un sopapo con el bastón. - ¿Y la bebida? ¿O quieres que este pobre viejo se muera de sed?

    Cuando Anzak sacudió a Debo, Darius entrecerró los ojos como si le doliera el puñetazo. No le sorprendió la reacción de su amigo, como tampoco la del sullustan. Afortunadamente ambos contrabandistas encontraron la manera de seguir adelante sin matarse.

- ¿Y a ti que te parece? ¿Podemos y debemos confiar en Debo?

Darius se hizo la misma pregunta en silencio. Ahora que se había metido dos pastillas, la extraña voz de su cabeza había enmudecido. Su instinto de los bajos fondos sólo le confirmaba que tenían una amenaza en común, pero nada más.

-Tampoco nos gusta el imperio. Larguémonos de aquí- Respondió mirando al techo. Después se inclinó hacia Debo, apoyó los codos en las rodillas, guiñó un ojo y apuntó al alienígena con un arma imaginaria. -Si vamos juntos, no habrá más sorpresas.-Dijo muy despacio -Jugarás en nuestro equipo. No trabajamos para ti. Eres tú el que nos debes una nave.- Aclaró soplando el cañón de su blaster invisible.