Partida Rol por web

Taller literario umbriano

Ejercicio 15: Historia en 6 pasos

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09/05/2017, 20:00
Leonid

Esto es una adaptación de una técnica que se usa en teatro de improvisación para hilvanar historias. Son 3 fases de dos pasos cada una, a saber.

Inicio: Érase una vez... y ...y todos los días...

Nudo: ... hasta que un día... y ...y por eso...

Desenlace: ...y, finalmente... y ...desde entonces...

Tienes que hilvanar una historia pasando por TODOS los pasos. No se te permite saltarte ninguno. Tienes que empezar también con la frase exacta. Es decir, el relato empieza con "Erase una vez...", y el nudo empieza con "...hasta que un día". Sólo puedes usar cada paso UNA vez (excepto "... y por eso").

Cada paso tiene que ser coherente con los anteriores. Puedes cambiar de lugar, tiempo, espacio o lo que te de la gana, pero si en "Erase una vez..." empezaste hablando de un príncipe, todo lo que pase en los pasos sieguientes tiene que tener como hilo conector al príncipe, o a un acontecimeinto que hayas mencionado en los pasos anteriores.

El núcleo de la historia es una palabra al azar. Sitios como http://www.palabrasque.com/palabra-aleatoria.php?Submit=Nueva+palabra te pueden generar aleatoriamente una palabra. Coge la primera que salga (o la tercera, que ya sabemos todos los roleres como es eso de hacer "tiradas de prueba" XD) y empieza tú "Érase una vez..." con ella.

No hay limitación de estilo o temática. Puede ser una historia noir aunque empieces con "Érase una vez".

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10/05/2017, 17:27
Brakend

Érase una vez una flauta, propiedad de músico errante que vagaba de aquí para allá, tocando en todos los pueblos que se encontraba en su camino. No ganaba demasiado dinero, y muchos podrían no considerarlo una buena vida, pero aún así él era feliz. Con su música hacía felices por un rato a grandes y pequeños, y eso para él era suficiente mientras pudiera permitirse un pedazo de pan y un techo de vez en cuando. Así pasaban los años, y todos los días tocaba aquella flauta, regocijándose con su sonido, viviendo sin responsabilidades ni preocupaciones, con lo justo siempre.

Hasta que un día, en un desafortunado accidente, su flauta se rompió. De repente, el músico no sabía qué hacer. Sin su flauta, ¿como viviría? ¿cómo podría ser feliz sin el sonido de sus notas? Esas y otras preguntas vinieron a su cabeza, angustiando y deprimiendo al artista. Y por eso, el músico se sumergió en una espiral destructiva, haciéndose un asiduo de la taberna, hasta que se vio forzado a vivir de la mendicidad. Todo ello no agradó a los habitantes de aquel pueblo, que sintieron lástima del pobre hombre, y del pozo de miseria en el que se estaba sumiendo. Decidieron hacer algo al respecto, contratando un artesano que le hiciera una nueva flauta al músico. Tras algo de trabajo, el instrumento estuvo listo. 

Y, finalmente, los habitantes del pueblo hicieron entrega del mismo al músico caído en desgracia. Cuando aquel gesto consiguió atravesar las brumas del alcohol, su rostro se iluminó, ¡volvía a tener una flauta! Hizo falta algo de tiempo, pero finalmente el hombre salió de aquel agujero, volviendo a tocar la flauta con la alegría de antes. Sin embargo, aquel mal trago había servido para algo, y desde entonces aquel músico empezó a tener más cuidado de su flauta y de sí mismo, ahorrando dinero y siendo consciente de que, en cualquier momento, las cosas pueden cambiar radicalmente y hay que estar preparado para ello. 

Notas de juego

Palabra: flauta. Que no se diga que no hay participación.

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13/05/2017, 18:57
Braderick

Érase una vez una tela normal y corriente. Sí, normal y corriente. El viejo señor Ducreaux, aún teniendo telas de mayor calidad o más económicas para el bolsillo de sus clientes que se vendieran mejor, optó por poner ese fardo en el escaparate de la sastrería Le Couche, en la esquina de Monplaisir con Crouy. Y todos los días entraban en su tienda personas que no levantaban la vista de la punta de sus zapatos, sin prestar atención a lo que se exhibía a simple vista. Ellos preferían decantarse por la de estampados de flores amarillas con ribetes dorados... la de franjas diagonales en azul y blanco... la de satén blanco...

La cadena perpétua a la que estaba sometida aquella tela normal y corriente en su prisión de cristal continuó con parsimoniosa monotonía, hasta que un día se desató el incendio que le puso fin. Yo había salido a comprar una caja de clavos para el taller, por orden del patrón, y por eso me coincidió ver el humo desde el otro lado de la calle. A día de hoy no recuerdo el momento en el que solté la caja, y se desdibuja en mi mente el instante en el que un coche casi me atropella. El cartel de cerrado en la puerta, en pleno día, me dejó conmocionado unos segundos. Era como si el señor Ducreaux se estuviese despediendo, como si el incendio fuera intencionado. La palabra suicidio se me pasó por la mente. También el término "estafa al seguro". Pero, simplemente, la preocupación o la adrenalina no me dejaron asimilarlo. El pestillo estaba echado, y entré de un salto por el escaparate, cayendo sobre la bendita tela, y manchándola de sangre por los cortes de los cristales en mi piel. El señor Ducreaux estaba en el suelo, inconsciente por el humo, mientras sus ropas sibilaban pequeñas llamas incipientes.

Y, finalmente, fue aquella tela, normal y corriente, ensangrentada e impregnada con olor a humo, el que salvó la vida del señor Ducreaux. De entre todas las telas, solo las del escaparate se habían mantenido alejadas del fuego, y de ellas, por azares caprichosos, fue la más normal y la más corriente la que usé para aplacar el fuego de las ropas del anciano, amortajarlo y sacarlo a la calle. Escuché las sirenas y me dejé vencer por el humo y el cansancio. Desde entonces, no volví a ver a aquel sastre, ni a aquella tela. Esa tela que fue prueba palpable de que ser normal y corriente no impide marcar la diferencia, en un momento dado, en un lugar cualquiera.

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14/05/2017, 02:26
Tabaré Santellán

LA CHISPA

Érase una vez, había un punto titilante en la vasta inmensidad del infinito. Era como una diminuta luciérnaga en medio de un tenebroso bosque, sin nada que iluminar. Estaba completamente solo, latiendo levemente, y todos los días —de haberlos— sentía que se expandía. Lo notaba dentro de su ser, pues no tenía forma de comprobarlo. Era consciente del tiempo que pasaba y podía percibir su propia existencia, pero nada más.

Continuó flotando en la oscuridad, hasta que un día tuvo al fin algo que iluminar. Tímidamente, unas motas comenzaron acercarse y reunirse, unas sobre las otras, hasta formar una esfera que comenzó a girar a su alrededor. Al contrario que él, la amalgama de polvo carecía de luz propia. Sintió que algo dentro de si mismo comenzaba a crecer. Ahora tenía una compañera que le servía de referencia, y por eso empezaba a ser más consciente del tiempo y de su propio tamaño. En su interior, supo que él había atraído aquellas partículas. De este modo, la misma energía que había atraído a la primera, comenzó a reunir conjuntos similares y a hacerlos dar vueltas. Parecía una especie de ballet cósmico con él como centro. Se sentía tan feliz que, sin darse cuenta, comenzó a expandirse.

Y, finalmente, su cascarón se quebró. Ya no era un punto luminoso rodeado de motas de polvo, ahora era algo nuevo: su huevo brillaba ahora como una estrella, y los objetos que bailaban a su son no eran sino planetas con sus satélites. ¿Y él? ¿Qué era él? No estaba del todo seguro, pero a su eclosión, sintió como una chispa vibró unos instantes en algunos de sus cuerpos celestes. Su nueva mente comenzó a arder de alegría, pues supo que acababa de iluminar una nueva vida: su propio génesis. También descubrió que tenía un cuerpo y que podía manipular su propia masa para poder visitar y observar a sus nuevos hijos. Desde entonces, cada giro completo del planeta más grande (el primer conjunto de motas que había atraído), caminaba entre sus criaturas como un padre orgulloso. Supo que algunos contaban historias de cómo el padre sol había dado luz a todo lo que veían, los abrazaba con su calor y hacía crecer las cosechas. 

Notas de juego

Hilo conductor: Iluminar

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19/05/2017, 02:52
Shamorot

 

Érase una vez una cagada de mundo lleno de montaña arruinadas perforadas en avaricia rellenas en concreto y hormigón Ecologista donde lo que se cuida es el equilibrio de las ciudades que se mantengan feretras y perfectas, reciclándose todo el material viejo en comida reprosesada para abonar a los pobres. Cuidando el ambiente de manera muy cuidados, no sea que un granizo muy fuerte rompa ventanas y se necesite usar mas de la escasa arena. Siguiendo cada vez en la búsqueda de la eficiencia  y todos los días consiguiendo un poco mas. Un mejor uso de los recursos, de conservar.

Antes era todo muy distinto..., hasta que un día se consiguió un verdadero uso para movimientos frenadores del proceso, conscientes o no de ello fueron arrastrados a conservar, edificar y reciclar todo de manera eficientes. Esa nueva profesión Ecologista de Ciudad, Ecologo del colon, conservación del ambiente creado por el hombre y todo fue bueno por un tiempo. Hasta que lo noble se deformo. La eficiencia y por eso debiamos trabajar

Dándose a conocer las ventajas de las pastillas, la WorkHomesy (todo el ejercicio que necesitas sin salir de tu casa en 5 minutos) pura belleza en utilidad infinita concentrada, una nueva mentalidad donde no se necesitan espacios amplios y, finalmente para poder respirar arboles artificiales, mucho mejores que los originales con la ventaja de que estos podías cambiarles el color y no fastidiaban con esa molestas hojas y desde entonces la Ecología fue una gran profesión

Notas de juego

Ecologista

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19/05/2017, 17:18
Tito_Quaid

Escuchen gentes de bien,
La historia que este cegado
Os cuenta para divertimento
Y para que estéis escarmentados

Érase una vez un reino lejano
y en el reino un artesano
un joven listo y apuesto
de gran habilidad en las manos
un joven sin suerte en la vida
pero mucha con el barro
que parecía dotarlo de vida
sin nada más que tocarlo
que todos los días cogía
un trozo terroso de fango
y con desvelos y caricias
con el calor y el esmaltado
tornaba la elemental inmundicia
en las más bellas fuentes y platos.

Hasta que un día la suerte volvió
A la vida del hábil muchacho
Y donde antes no hubiere familia
hubo doncella de gran recato
de rostro puro y etéreo,
que declarole amor apasionado
llorando a sus pies pedía
suplicabale el desposado
y desposorio fue sin tardanza
arrebatado y apasionado
y por eso a diario hacia
un busto el enamorado
del pulcro rostro de ella
más perfecto que el por Dios creado
y ella moría de envidia
y los rompía a diario
llorando desconsolada
por el ideal inalcanzado.

Finalmente el muchacho
Torno en hombre y luego en anciano
Y todos los días creaba
Un busto perfeccionado
Imagen del amor mismo
Que su corazón había aprisionado
Y ella los despreciaba
Y ninguno conservaba
Y no consideraba
Que recibía imagen tan clara
Que así su amado veía
A la desdichada dama
Que ningún esfuerzo exigía
Ser del todo venerada
Y al no entender que el amor
Reside en los ojos del que ama
En vez de gozar la vida
En vez de amar y ser amada
Murió pronto y amargada
Y el muchacho, ahora anciano
Con el alma atravesada
Volvió a los platos y a los cuencos
Volvió a la vida artesana
Mas no logró anterior dicha
Ni éxito
Ni fama
Ni nada
Pues el amor se llevo
Su habilidad y su maña
Desde entonces hasta ahora
La gentes de aquellas landas
Afirman que el amor lo da todo
A cambio de no dejar nada
Y que solo Dios es perfecto
Y los que moramos esta tierra
Habremos de tener cuidado
Con deseos de otros caminos
Más altos que los designados
A los mortales que habitan
Estos campos y estos prados

Aplaudid, si os ha gustado.

Notas de juego

Palabra clave: plato

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20/05/2017, 01:47
Armali

Notas de juego

Plato???

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20/05/2017, 03:38
Matute

RÍO

Érase una vez, hace mucho tiempo y en la orilla del río que los lugareños denominaban, en un rapto de imaginación, Río Grande, un joven aprendiz de carpintero que aprendía a trabajar la madera bajo la tutela de uno de sus tíos. El joven, huérfano, apenas descansaba, dado que su maestro pretendía recuperar las migajas que le daba de comer y los harapos que le daba de vestir, haciéndolo trabajar de sol a sol.

Pese a eso, o quizás por eso, el joven soñaba con la posibilidad de ser independiente y todos los días antes de dormirse permanecía horas mirando por la ventana hacia las luces de la gran ciudad que se adivinaba en la otra orilla del Río Grande, soñando con pasear por sus calles y admirar las construcciones que, a la distancia, parecían monumentales.

Sabía que era un sueño. El costo del pasaje en cualquiera de los barcos que cruzaban el río superaba con creces sus casi inexistentes ahorros. Las pocas monedas de cobre que había conseguido a lo largo de los años no eran suficientes ni para acercarse al puerto y mirar más de cerca, no ya la ciudad, sino los propios barcos que lo podrían transportar a la misma.

Hasta que un día, superando sus propios miedos, tomo la decisión de encarar su propio sueño. Aceptó que no podría pagar un pasaje, y por eso cuando descubrió un viejo transporte cuya estructura estaba tan dañada que ni siquiera lo dejaban acercarse al puerto y debía descargar su mercadería a través de sus botes, esperó hasta descubrir al capitán – la vieja gorra con galones lo delataba – y le propuso emplearse como carpintero de a bordo.

El aprendiz fue sincero, no tenía demasiada experiencia en carpintería naval, pero sabía tratar la madera y sus piezas no se desarmaban ni siquiera ante un uso prologado.

El capitán lo escucho y estuvo punto de rechazar la oferta, pero el joven no pensaba rendirse. Antes de escuchar la negativa, puso ante sus ojos una pequeña talla – casualmente un barco - que había realizado en sus momentos de insomnio y declaró utilizando todo su poder de persuasión:

- Si pude hacer esto en mis ratos libres, antes de dormirme… ¿sabéis lo que puedo hace con vuestro buque, si realmente me dedico a eso? -

El capitán se sonrió, perplejo ante la vocación que notaba en las palabras de su interlocutor y terminó asintiendo con su cabeza.

- Bien, pero por ahora solo a prueba - le propuso – Sube a bordo conmigo. Tenemos algunas viejas herramientas, puedes usarlas. Partimos en tres días, si me gusta lo que haces en ese período puedes acompañarnos un viaje, después veremos -

El joven, agradeciendo su suerte, acompañó al capitán, olvidándose, incluso de despedirse de su tío y, tras verificar las herramientas de a bordo, comenzó a trabajar. Durante tres días solo se detuvo apenas unas pocas horas para dormir, mientras sus agudos ojos y ágiles manos daban forma a algunos refuerzos para la estructura (que a su entender eran indispensables para que el buque siquiera navegando) y a una nueva mesa para la cabina del capitán (que esperaba le granjeara la aprobación de este).

Y finalmente, pasados los tres días, el viejo lobo de mar aprobó su trabajo, proponiéndole que continuara a bordo mientras estuviera dispuesto a aceptar un salario de par de monedas de plata a la semana.

Sorprendido por la consideraba una cantidad exorbitante, sólo había visto monedas de plata a la distancia, aceptó la oferta sin dudarlo.

Y desde entonces el ahora oficial carpintero permanece a bordo. Su buque, su orgullo, ya no es la carraca desvencijada donde se subió hace tantos años, sino que es uno de los más buscados por los comerciantes por la seguridad y velocidad que ofrecen las líneas que poco a poco ha modificado. A medida que el buque mejoraba, y su salario también, se ha permitido, incluso, contratar a algunos aprendices para optimizar, aún más, la estructura del barco, haciéndolo cada vez más rápido, más seguro y con más espacio de carga.

Y ha podido conocer la gran ciudad. Y pasear por sus calles. Y admirar sus edificios. Aunque lo cierto es que ninguno de ellos le parece tan bonito como el buque en el que hoy dirige a su escuadra de carpinteros.

Notas de juego

Guau! Tenía más o menos armado el borrador desde hace unos días y hoy lo terminé. Pero después de lo que acabo de leer casi que me da vergüenza publicarlo :-(

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20/05/2017, 08:28
Armali

Notas de juego

Ja ja, me ha pasado igual con lo que he escrito. 

=P 

Asi que no estas solo, je je.