Partida Rol por web

Terapia de Grupo

Escena 1: El Sanatorio de West London

Cargando editor
05/11/2014, 21:15
Director

Es la tercera vez que tienes ese sueño, estas horribles pesadillas sobre extraños crimen. Sin embargo, por algún motivo y por mucho empeño que hagas, no hay ninguna noticia en los periódicos que haga referencia al crimen que viste en el sueño.
Las pesadillas son cada vez más intensas y vívidas, tanto, que apenas puedes dormir, y sientes un gran malestar y ansiedad durante todo el día
Buscando en los periódicos alguna referencia a los crímenes, un anuncio llama tu atención:

El doctor Johan Millner, de la Universidad de Múnich, busca voluntarios para un revolucionario e innovador tratamiento para fobias, trastornos del sueño e ideaciones paranoides.
Al ser una prueba médica, el precio del tratamiento es muy asequible incluso para aquellos bolsillos más sensibles.

El anuncio en el periódico es como una salvación para ti. Justo lo que necesitas para resolver tus problemas nocturnos con esos misteriosos sueños que no te dejan en paz. Con un poco de suerte el buen doctor podrá acabar con tu sufrimiento por lo que entablas una cita con él.


Instituto de Atención Mental del oeste de Londres

El Sanatorio de Atención Mental del oeste de Londres es un manicomio a la vieja usanza. Es meramente un eufemismo para referirse a una prisión para enfermos mentales. Se ubica a seis kilómetros de Londres en dirección a Chertsey, en una apartada villa en mitad de un frondoso
bosque. Estas defensas naturales son unas medidas perfectas para disuadir a los enfermos de intentar escaparse del lugar.
Un coche a caballos puede llevarles desde Londres hasta allí a cambio de unas monedas. Siempre pueden ir caminando, pero la lluvia, el frío y la niebla, nunca son buenos acompañantes.

Cuando lleguen al lugar, podrán observar como el manicomio surge como un titán que se abre paso entre los árboles con sus robustos brazos.
El imponente edificio de tres plantas que tienen ante sí, está construido en sólida bloques de color rojizo. Sus paredes son robustas con amplios ventanucos pero la mayoría están cerrados o tienen rejas. Podéis ver algunas ventanas más pequeñas donde no cabe ni siquiera una mano.
Algunas paredes están cubiertas de musgo y hiedra debido a la enorme humedad de la zona. La parte superior de los muros está coronada con puntiagudas rejas de color negro, muchas de ellas oxidadas y en un pésimo estado de conservación.

La única vía de entrada es un enorme portón de dos hojas de madera, rugosa, oscura y enmohecida. En una de ellas, hay una pequeña compuerta que se abre.

Notas de juego

Os pongo esto extraído de la partida simplemente para que os hagáis una idea de los avances en psicología que había en esta época en la que estamos jugando.

No es necesario decir que, en el siglo XIX, el estado de desarrollo de las psicoterapias está en pañales. Sólo hace un par de años que Freud divulgara su teoría del psicoanálisis, y las terapias electro-convulsivas o las lobotomías no harían aparición hasta la década de 1930. Las teorías dominantes en esta época son la frenología (clasificar a las personas por rasgos dependientes de la capacidad y fisionomía craneal), la etiología, el mesmerismo, o los comienzos de la fisiología (Von Helmholtz mide por primera vez la velocidad de transmisión de los impulsos nerviosos en 1853).
En este período, las teorías científicas se confunden con las pseudo-ciencias siendo casi imposible delimitar una frontera clara entre ambos grupos.

Cargando editor
05/11/2014, 21:43
Melvin

Al cabo de unos minutos aparece un hombre de mediana edad, robusto, y vestido con un uniforme de enfermero. Está calado hasta los huesos por la lluvia y te pregunta de muy mal humor qué haces aquí.

Al identificarte como uno de los pacientes del doctor Millner te hace pasar hasta una sala de espera donde hay otras personas esperando también. Al parecer todos sois pacientes del doctor.

- Adelante, creo que ya están todos aquí. Iré a avisar al doctor Millner de su llegada.


La sala es grande, aunque las paredes han perdido el color que antaño tuvieron, esta preparada para recibir visitas porque hay una tetera al fuego junto a un antiguo juego de cerámica donde hay tazas, cucharillas, una jarra, un pequeño tarro de azúcar y una bandeja con te (algo muy típico inglés). En el centro de la sala hay una estufa de leña, es la que da calor al lugar y debe haber sido encendida hace poco pues el aire aún esta frío aquí.
Podéis colgar vuestros abrigos en un perchero que hay cerca de la puerta, y también hay un cubo donde dejar vuestros paraguas. No faltan sillas donde sentarse aunque no son muy cómodas. Hay varios periódicos viejos sobre la mesa pero ninguno es de la fecha de hoy.

Resulta evidente que más que una sala de espera esta debe ser la sala de relax de los enfermeros.

Notas de juego

Bien, esta es la entrada a la partida. Os pediría ahora un mensaje a cada uno para identificar a vuestros personajes y hacer la presentación.
Tenéis vuestra escena privada para cualquier duda que tengáis. Pero a partir de ahora ya es cosa vuestra.

Cargando editor
05/11/2014, 22:00
Nikolay Vólkov

Al entrar en la sala es agradable el cambio de temparatura... Aunque la estufa aún no ha caldeado mucho el ambiente, sólo el hecho de haber otras personas y no estar bajo la lluvia ya es un gran cambio.

Soy consciente que mi corpulencia siempre llama la atención, y eso hace que me ponga algo nervioso y lance miradas furtivas a mi alrededor. me meto la mano en el bolsillo del pantalón y jugueteo con algo unos instantes...

Buenos dias...

Murmuro con un más que evidente acento eslavo.

Me saco el sombrero con timidez y lo dejo sobre una silla. Luego me despojo de mi abrigo largo y ajado, empapado por la lluvia y lo cuelgo de un perchero. Recojo el sombrero y lo pongo sobre el abrigo que acabo de colgar. Todo con movimientos estudiados, no los de alguien mañoso, pero sí metódico. Observo mi alrededor con cierto nerviosismo. Saco un trapo enrollado del bolsillo del abrigo y me lo meto en el pantalón.

Carraspeo nervioso.

Dudo en qué silla sentarme.

Me decido por la que hay más cercana a mi abrigo y mi sombrero. Me quedo sentado con las manos sobre las rodillas. Unas manos grandes y fuertes. Las manos de un trabajador. Con las uñas y los dedos manchados de un color ocre curioso, como si fuera cosa de algún producto químico más que suciedad, aunque tampoco es que vaya muy aseado.

Me miro la punta de los zapatos, sin atreverme a mirar a nadie directamente. Ni a servirme un te.

De vez en cuando vuelvo a carraspear, y después de hacerlo, miro a los demás, incómodo.

Cargando editor
05/11/2014, 23:53
Jack Turner

Que oportuna noticia.

A Jack nunca le habían gustado los matasanos, eran incontables las veces que había llevado a amigos suyos con heridas de poca gravedad y acabaron pero que al entrar en la consulta. Sin embargo aquel sueño lo atormentaba, quizá un médico del "Reich" pudiera averiguar qué le pasaba. En otras circunstancias hubiera ido a pie pero la climatología no lo acompañaba así que, después de avisar a su casera de que iba a pasar el día fuera, se cala su gorro de lana, se enfunda su chaquetón y alquila un coche para asistir al lugar.

La figura del sanatorio lo saluda desde la lejanía; su aspecto era ominoso y más con el cielo encapotado. Jack se santigua de forma breve y desea hallar una respuesta aunque fuera en aquel lúgubre lugar. Cuando se para el coche paga al cochero y lo despide. No sabía cuánto tiempo iba a pasar en aquel lugar, si sería cuestión de minutos o de horas. El viaje de vuelta iba a ser todo un paseo...

Nada más entrar al edificio se quita el abrigo, lo sacude para desprenderse del agua, lo dobla y se lo cuelga al brazo. Un enfermero malcarado recibe a Jack. - He venido a ver al doctor. - Saca de un bolsillo un recorte del periódico con el anuncio y lo señala. - ¿Es aquí? - Solo faltaría que hubiera otro sanatorio en aquel bosque y que él se hubiera equivocado. El empapado hombre le indica por dónde tiene que pasar y Jack obedece, entrando en una sala la mar de agradable. - Esto es otra cosa, si señor. - Se quita gorro de lana mostrando su incipiente calvicie y lo cuelga, junto con el abrigo, en el perchero. - Buenos días tengan ustedes. Señorita. Señores. - Saluda con su potente voz. No es que grite, simplemente habla alto.

Se acerca a la estufa y acerca sus callosas manos para secarlas y calentarlas un poco. - Mejor, mucho mejor. - Echa entonces un buen vistazo a la habitación y a sus acompañantes. Gente variada. Tres hombres, una mujer. ¿Un niño? Sería hijo de la señorita o estaría a su cargo. Pobre zagal, tan joven y ya tocado de la mollera.

Cargando editor
06/11/2014, 17:59
Humphrey Arminton

El trayecto al asilo fue tranquilo. Caminando por las calles con su bolsa de ropa y enseres. No sabia si tendria que quedarse... Mejor ir prevenidos.

Los sueños tan raros, tan vividos. Tenia que volver a la normalidad. No podia continuar.

Al llegar, baja la vista. Un -Nus dias- mal vocalizado sale de su boca. Al llegar a la sala deja sus cosas al lado del perchero y va hacia la mesa para prepararse un poco de te con el que entar en calor.

Cargando editor
07/11/2014, 08:38
Gregory Yeats

Mientras la lluvia caía, Gregory tragó saliva ante el imponente sanatorio. Vista desde fuera, el hombre pensó que a pesar de que estaría perfectamente acondicionada, era una infraestructura en la que no le gustaría quedar encerrado de por vida… como acabaría, si no conseguía deshacerse de esas terribles pesadillas. Sacudió la cabeza, tratando de apartar ese negativismo de su mente. Confiaba en esta terapia casi tanto como confiaba en su bebida, de la cual ayer apenas había tomado un par de copas. Se prometió que el primer día de terapia debía estar lúcido para el doctor Millner y quería causarle buena impresión, así que a pesar de que se moría porque el alcohol refrescara su siempre seco gaznate, había conseguido controlarse. O al menos, bastante más de lo habitual.

"Daré un sorbito antes de pasar, necesito fuerza" se dijo, y sacando su petaca del abrigo, dio un largo trago de whisky caliente, acabando con un sonoro suspiro. "Así mejor".

Al cruzar el umbral del edificio, Gregory se identificó ante un enfermero un tanto desagradable, y mientras le seguía por el pasillo principal, dio a escondidas otro trago de su petaca. Esta vez, eso sí, más pequeño. "Hoy no me puedo emborrachar, no en la primera sesión, no señor". Gregory se estaba centrando tanto en este pensamiento que apenas se fijó en el recorrido que estaban siguiendo, hasta que desembocaron en una sala de espera, donde otros pacientes (o eso supuso) ya aguardaban ser llamados por el doctor.

El verse allí, observado por los demás al ser un recién llegado, le puso nervioso y deseó poder echar mano otra vez de su preciado néctar. Sin embargo, ese no era el momento adecuado. Gregory abrió la boca para saludar, pero se quedó en blanco y la volvió a cerrar. Normalmente solía estar más parlanchín y locuaz (¡otra de las maravillosas virtudes que el alcohol le proporcionaba!) pero en ese sobrio momento, se sintió incómodamente tímido. Arrebujándose en su abrigo, el cual aún no se había quitado a pesar del cálido ambiente que la estufa proporcionaba, se armó de valor y lo volvió a intentar:

B-buenos días –tartamudeó inconscientemente. Dudó en decir algo más. No quería ser un charlatán, pero tampoco pecar de huraño. Finalmente se decidió por comentar algo sobre el tiempo, tema siempre tan socorrido- Vaya lluvia, ¿verdad? Al menos aquí se está bien.

Avanzó unos pasos por la sala y se quedó en un sitio donde no molestaba, pensando en si debía sentarse o servirse un té.

Cargando editor
07/11/2014, 10:48
Jack Turner

El ambiente estaba algo tenso para su gusto. Es decir, estaban en una institución psiquiátrica para ser sometidos a experimentos con un nuevo tratamiento para curar terrores nocturnos, como si eso no fuera lo suficientemente malo. Pero, por ese mismo motivo, Jack se obliga a tragarse sus emociones negativas y fuerza una sonrisa. - ¡Vaya que sí! - El clima, un clásico para romper el hielo. - Un clima difícil de amar, es una de las pocas cosas que no se echan de menos de la tierra natal. - El hombretón se acerca a la bandeja donde está toda la parafernalia del té y se cerciora que la tetera tiene agua. Si todo aquello estaba allí seguro que era para ellos y el enfermero no tenía la pinta de ser de los que sirven té a las visitas así que el marinero comienza a preparar las tazas. - Sin embargo es algo que nos define. ¿No creen? Este frío y humedad hace que valores más una taza de té caliente y la buena compañía alrededor de un agradable fuego. ¿Alguno de ustedes gusta? - Ofrece una taza de té a quién se la pida. - Por cierto, mi nombre es Jack. Jack Turner.

Cargando editor
07/11/2014, 18:50
Lucrecia MacGuffin

Vaya día de perros me estaba tocando para iniciar la terapia. Un poco insegura por tener que asistir a un sanatorio mental, había alquilado un coche que me evitara las inclemencias del tiempo. Bastantes preocupaciones tenía con esos extraños sueños como para arriesgarme a pillar un resfriado o algo peor.

Arribé a lugar unos minutos antes de la hora a la que me habían citado. No me encontraba cómoda con todo aquello y el recibimiento tan seco y malhumorado del enfermero no había hecho más que aumentar mi inquietud. Para colmo, al entrar a la sala, sólo había hombres.

Sintiéndome avergonzada -qué dirían en la casa de mis señores si supieran que me encontraba a solas en esta situación! claro que para ello tendrían que saber que había decidido visitar un loquero, con lo que peor no hubiera podido ser- atravesé el umbral y saludé tímidamente.

-Buenas tardes.

Con aprensión, me quité la capa y el sombrero y comencé a juguetear con mis manos mientras me sentaba cerca del fuego. Mentalmente hice un repaso de la imagen que debía estar proyectando: mujer, ya entrado los treinta, con ropas sencillas y de calidad media, abrigadas y funcionales pero de un llamativo color lila. Marcas de expresión en el rostro que endurecían mis facciones, peinado severro, sin anillo de bodas. Aquel repaso ensombreció aún más mi expresión. A saber qué pensarían de mi aquellos señores. Aunque uno de ellos intentaba romper el hielo, la falta de sueño y la sensación de fracaso que me producía mi vida me habían quitado las ganas de relacionarme con nadie más, mucho menos con aquellos desconocidos.

Cargando editor
07/11/2014, 23:04
Gregory Yeats

Cuando el hombre más hablador de los presentes, Jack Turner, ofreció una taza de té, Gregory vió solucionado su dilema entre sentarse o no:

- Yo tomaré una, gracias -se acercó algo más animado a la mesita. Desde su "época lúgubre" (como solía llamarla su cuñado), donde conseguir algo caliente que llevarse a la boca era algo digno de festividad, nunca se negaba a ofrecimientos similares. Uno no sabía lo que tenía hasta que lo perdía, y cuando lo volvía a recuperar... "¡pues acepta tazas de té en cuanto puede, claro!" pensó alegremente.

- Mi nombre es Gregory Yeats, es un placer -el hombre habló para los demás, intentando ser amable. "Intentando... ¡esto con un par de lingotazos más de coñac me habría salido solo! Pero ahora no puedo beber. Y debo olvidarme de ello, sí"- Y tiene usted razón, señor Turner: en un día lluvioso, una humeante taza reconforta... -"hasta a un muerto" quiso decir, pero bastantes muertos tenía ya en sus pesadillas nocturnas como para sacarlos de nuevo a relucir antes de tiempo- ...a cualquiera. Y es de agradecer la cortesía de que nos hayan dejado una tetera aquí.

Cargando editor
09/11/2014, 15:34
Director

Una enfermera entra en la sala acompañada de un niño. El zagal parece estar asustado, va descalzo y tiene pinta de no haber comido y dormido bien desde hace días. La mujer le acerca a la estufa y le deja allí tras servirle una taza de té caliente.

- Iván, quédate aquí hasta que te vengan a buscar. Caballeros... y señora, por favor, cuiden de él.

La enfermera se marcha precipitadamente, aún lleva puesto el abrigo y parece que entre ahora a trabajar por la prisa que tiene.

Notas de juego

Y con iván ya estáis todos los jugadores de la partida presentes.

Cargando editor
10/11/2014, 08:21
Nikolay Vólkov

El marinero locuaz me aturde un poco con tanta palabrería, y la presencia de una dama me había hecho enrojecer hasta las orejas, pero ahora que se empezaba a romper el hielo iba tomando algo de confianza en el entorno... ¡Si hasta había un niño!

Yo... Yo también tomar te, porr favorr.

Me moría por darle un tiento al vodka que llevaba en el bolsillo, pero me parecía más adecuado entretener la sed con el te.

Con mucho, azucar. Grracias. Grran amable señor Turner.

Ah! Exclamo, como recordano mi descortesía, al haberse presentado algunos de ellos y no haber hecho lo propio. Nikolay. Digo, palmeándome el pecho. Nikolay Vólkov. Añado.

 

Cargando editor
10/11/2014, 22:08
Jack Turner

Parecía que su idea de servir el té había animado un poco a la gente a abrirse. ¡Estarían todos locos, pero por lo menos eran educados! - Aquí tienen: señor Yeats. - Le pone cuatro terrones al azúcar al hombre de curioso acento. Con ese acento y ese nombre debía ser del Imperio Ruso. - Señor Vólkov, su té. ¡Zagal! ¿A ti te gusta el té? - Pobre muchacho, tan joven y ya tocado de la mollera.

Si nadie más le pide una taza, rellena la tetera con agua y la vuelve a poner al fuego por si alguien más quería servirse por su cuenta. Jack se lamenta de que no haya miel y limón, era demasiado pedir, hubiera podido prepararse un Hot Toddy. Al menos tenía el brandy pero no le parecía de buen gusto ponerse a beber en un lugar así por lo que deja la petaca en su sitio y comienza a sorber el té caliente.

Notas de juego

¡Todos somos unos borrachuzos! Esto debería ser una reunión de Alcohólicos Anónimos.

Cargando editor
10/11/2014, 22:38
Gregory Yeats

Yeats cogió la taza con cuidado, pues estaba caliente, y la alzó un poco inclinando la cabeza a modo de saludo. Deseó haber tenido un poco de licor y brindar a la salud de todos, pero lamentablemente el recipiente solo contenía té. El hombre dió un sorbo a la taza, paladeó y comentó:

- Pensándolo bien, creo que seguiré el ejemplo del señor Vólkov y me echaré un terrón más de azúcar -dijo distraídamente dirigiéndose a la mesita del té, ahora desocupada de Jack Turner, y colocándose de espaldas a los demás. En un orquestado movimiento, como si lo hubiera hecho miles de veces (y de hecho, lo había hecho en casa de John y Giselle), Gregory sacó disimuladamente su petaca y se echó un chorrito de alcohol en su taza. Rápido y discreto. Sin que nadie se diese cuenta.

Con una expresión feliz en el rostro, se dirigió a un asiento libre.

- Aaahh, mucho mejor -dijo, dando un nuevo sorbo.- ¿No gustan? El té está exquisito, anímense a servirse una taza -dijo a la señora, el hombre y el niño, cuyas manos estaban vacías de recipientes humeantes.

Notas de juego

Ya te digo, ¡viva el vino! :)

Cargando editor
10/11/2014, 23:57
Humphrey Arminton

Humphrey miraba la escena asqueado. Era licito pero era una pena que hombres hechos y derechos se dieran al alcohol de forma publica fuera de locales determinados para tal efecto, y por añadidura delante de mujeres y niños. Sorbió su te observando la escena, pensando en que sociedad era esta que permitia aquella conducta.

Cargando editor
11/11/2014, 09:40
Nikolay Vólkov

Agradezco con una inclinación y una leve sonrisa las atenciones del señor Turner y cuando Gregory comenta lo del azúcar cabeceo de forma bovina por su reconocimento.

Me siento y espero, contento por ver que la gente aquí es bastante abierta y sociable.

Y yo que esperaba encontrarme conuna panda de locos vociferantes con espuma en la boca... O no están tan locos o estoy peor de lo que creía...

Cargando editor
12/11/2014, 14:23
Lucrecia MacGuffin

Cuando entró el niño, la seguridad volvió a invadirme. Aquello podía manejarlo, por fín me sentía en terreno conocido.

-Ven aquí, pequeño, permíteme ayudarte -le dije intentando imprimir dulzura en mi voz, sin lograrlo del todo por la afectación de mis nervios. Ayudé al muchacho a quitarse el abrigo y lo acompañé hasta el fuego, para que entrara en calor. Temiendo que pudiera resfriarse, fui en busca de una taza de té, obligándome a sociabilizar con los señores allí presentes. El niño lo necesitaba, mi pudor debía quedar a un lado.

-Caballero, por favor -le acerqué una taza a Jack aprovechando que aún no había dejado la tetera sobre el fuego-. Es para el niño.

No sabía por qué había dicho aquello. No tenía que justificar mis acciones ante desconocidos, pero no me sentía cómoda en aquella estancia y los nervios hacían de mí, lo que ellos querían. -Gracias, dos terrones de azúcar estarán bien -acepté también su ofrecimiento del endulzante. Si íbamos a compartir aquella experiencia, era mejor que me acostumbrara a su presencia como también a la de los demás.

Notas de juego

Disculpen que sea tan poco sociable, pero así es mi personaje XD

Cargando editor
12/11/2014, 17:26
Director

Tras unos minutos agradables al calor de la estufa, y acompañados de una taza de agua caliente "aliñada" al gusto, el frío que habéis pasado en el exterior ha empezado a menguar. La conversación por ahora esta siendo la correcta tratándose de desconocidos aunque sois conscientes de que el doctor Johan Millner os ha citado a todos juntos, y a la vez, por lo que posiblemente tengáis algo en común.

Fuera de esta habitación el sanatorio emite sus propios sonidos, se escuchan los lamentos de los enfermos combinados con sonidos de golpes, lo que refuerza vuestra sensación de seguridad al estar a salvo en esta habitación, al menos por ahora. Y podéis estar así de relajados porque los sonidos parecen ser muy lejanos de aquí. ¿Que tipo de enfermos tendrán aquí?
La mayoría de los sanatorios mentales no son más que una prisión para esos pobres locos, una forma de tenerlos controlados y que no se hagan daño o se lo hagan a otras personas. Por fortuna las cosas parecen estar cambiando y tal vez vuestro doctor sea realmente un avance en un campo que os es desconocido.

Notas de juego

Os voy a dejar algo más de tiempo para que converséis entre vosotros, si queréis, antes de seguir adelante.

Cargando editor
13/11/2014, 18:19
Jack Turner

- ¡Por supuesto! - Jack prepara el té para el muchacho y la dama presto y servicial. - Aquí tienes, mozalbete. Te pondría un poco de miel si hubiera pero no tenemos esa suerte. Es poco más que agua caliente, pero te sentará bien. - Le guiña un ojo al muchacho cuando le entrega la cálida taza. ¿Qué habría vivido ese muchacho para necesitar la asistencia de un loquero? Le daba pena, mucha pena. Ningún niño se merecía... Ésto. - Y ésta, para usted. - Jack no puede evitar que le suban un poco los colores cuando le pasa la taza a la dama y le roza un poco la mano, la cual aparta como si hubiera tocado un hierro al rojo.

Una vez están todos servidos, Jack se dirige hacia su chaqueta colgada en el perchero y saca su pipa y el paquete de tabaco. Luego recuerda que está en un hospital y lo vuelve a guardar. El ruido, ese dichoso ruido lo estaba poniendo nervioso. Vuelve a hurgar y está a punto de sacar algo pero se lo piensa mejor y lo vuelve a guardar. No le gusta estar ocioso, necesita tener algo entre manos. Se las frota nervioso. Se rasca los callos. Se frota la calva. - El doctor parece que se está haciendo de rogar. 

Cargando editor
14/11/2014, 11:04
Iván

Ivan intenta dejar de temblar por el frío que está experimentando. Está calado hasta los huesos, y sus pantalones cortos, su gorra y su camisola de arpillera tampoco lo ayudan mucho. Está descalzo y sucio, aunque la lluvia ha conseguido limpiarlo bastante. Es evidente para todos que es un chico de la calle, abandonado a su suerte como un perro callejero.

Ivan no se siente cohibido por sus ropas o su posicion social, ya que nació en ella y no conoce otra cosa... para él es normal que los mayores lo miren con esa cara de pena y repulsa con que todo el mundo lo mira... toma la taza de té de manos de la señora del vestido morado, agradeciendolo con una sonrisa, mientras se contiene una tos repentina que casi lo hace soltar la taza.

Ivan intento entrar por sus propios medios en aquel lugar, aun a pesar de la lluvia, pero un tipo vestido de blanco lo echó a patadas, gritándole improperios muy desagradables. Tuvo que esperar bajo la lluvia durante casi una hora a que una mujer entrara en el edificio y quisiera ayudarlo, enseñándole el periódico y rogándole que lo dejara ver al doctor.

Toma la taza y la mira divertido, inocente, pensando en lo bonita que es y en cuánto pagaría la Abuela Agatha por una taza asi... Te caliente para reconfortarle los huesos.

Mira uno a uno a los desconocidos, como solo un niño puede hacer, sin decoro ni vergüenza, preguntándose quiénes serán esas personas, si serán los médicos que leyó en el periódico.

El tipo alto con acento extraño lo reconforta, y no sabe por qué...

El marinero lo intimida un poco, grita bastante aunque sus palabras son amables, instintivamente está alerta por si decide echarlo o golpearlo o cualquier cosa, no se atreve a contestarle por ahora, simplemente le sonríe cuando le habla.

La señora es amable, se fija en sus rasgos, no, no se parece a su madre, sería demasiada casualidad encontrarla aqui, ¿verdad? Es la persona que más confianza le inspira e insconcientemente se acerca a ella, creando un vínculo invisible con la mujer frente a todos los demás desconocidos.

Ve a los otros dos hombres, el timido que intenta pasar desapercibido y el que huele ligeramente a alcohol... su capacidad de asombro está saturada por ahora y no les presta mayor atencion.

-Gracias señora- responde educadamente, y se bebe el te agarrando la taza con las dos manos como si fuera un tazon de leche.

Notas de juego

Ivan es ruso aunque el ni lo sabe, por eso siente esa empatia con Nikolay

para el un adulto gritandole es señal de que hay que esconderse, la voz imponente de jack lo ha intimidado un poco, solo un detalle cosmetico hasta que se acostumbre a oirlo

Cargando editor
14/11/2014, 11:38
Nikolay Vólkov

Los gritos y gemidos que se oyen, amortiguados, me ponen nervioso.

¿Correremos esa suerte? Qué hago aquí?

Me gustaría irme pero ya no puedo hacerlo, así que me meto la mano en el bolsillo y empiezo a juguetar con algo que tengo allí. En el ambiente silencioso de la sala se oye un "rucurucu" muy suave, sólo audible por las personas más cercanas a mí.

Я не люблю ничего..., ничего вообще. Любой из них может быть шпионом...

murmuro en mi idioma natal, visiblemente nervioso.

Da... Tarrda mucho doctor. Ser verrdad. Qué serr método nuevo?

Pregunto, mirando hacia la dirección de los gritos de los locos.