Partida Rol por web

El viaje de vuelta a Londres transcurre con normalidad, habéis conseguido subiros todos en el mismo transporte. Ahora tenéis una pista que investigar, el misterioso hombre de los ojos azules compartió vuestros sueños. Y aunque estuviera loco y agrediera al joven Iván, parecía saber algo del tema. ¿Por qué no investigarlo? Tenéis su nombre, aunque ahora deberíais decidir como averiguar más sobre él.

Recordatorio:
Al hablar con uno de los enfermeros descubrís que el enfermo de los ojos azules, el que ataco al joven iván, falleció ayer noche. Desconoce como ocurrió. Lo único que sabe es su nombre, Rupert Grant. Tampoco parece haberle importado su muerte a nadie, puesto que, nadie ha venido a reclamar su cuerpo aún. Lo único que tenía era un viejo reloj de bolsillo estropeado sin especial valor. El enfermero dice entre risas que el doctor Millner se adueñó de él antes que pudiera hacerlo el mismo.

Tenéis una pista que investigar. Pero antes necesitaréis averiguar como encontrar información sobre el difunto. ¿El registro de propiedad? ¿El registro civil? ¿Scotland Yard? ¿Hospitales? ¿Ayuntamiento?

Ahora que estamos solos me siento más animado... Aunque me ha sabido muy mal dejar a Yeats en el centro. Le he dado un firme abrazo ruso al amable librero.

En el carruaje ya no tenemos la mirada inquisitiva del inspector clavada en nosotros, y aunque no soy un hombre muy sociable, me animo a hablar, con la vista perdida en el exterior a la vez que lanzo miradas fugaces a mis compañeros.

Creer serr buena cosa buscarr cosas muerrto. Tenerr nombrre. Nadie reclamarr cuerrpo. Segurro que reloj poderr serr importante si tanto carriño tener en él... Perro nada poderr haserse, niet? Quisás muerrto tener casa o algo donde vivirr antes de loco. Segurro que allí haberr pistas... ¿Alguien ser bueno con cosas burocrasia? Quisás también poderr saber cosas hospitales. Segurro que alguien como Grant estar en otrros sitios antes que en pasillo locos doktorr Millnerr.

Me aventuro a decir, a la espera que los demás digan la suya. En mi mente no deja de parecerme extraño ese interés del doctor por el reloj de un demente, pero parece que ahora mismo tenemos otras cosas más urgentes entre manos.

Por suerte el malentendido con la familia para la cual trabajaba se había solucionado. Me había dado mucha vergüenza admitir que estaba viendo a un loquero porque los sueños perturbaban mi descanso cada noche, pero ellos habían comprendido la situación e incluso me habían ofrecido unas pequeñas vacaciones para que pudiera terminar mi tratamiento sin tener otras preocupaciones en mente, cosa que agradecí.

Después de que mis compañeros me contaran lo que había ocurrido en mi ausencia* no tuve dudas de que el doctor Millner, nos estaba ocultando cosas. Aquel hombre, Rupert Grant, no parecía loco la noche que pasamos en celdas contiguas. Aterrado sí, demente no. Y que tuviera los mismos sueños que yo... que todos. Debíamos saber más de él antes de poder avanzar en nuestra sanación.

-No conozco a nadie en esas dependencias señor Vólkov, pero no tengo reparos en meter la nariz en medio del polvo y rebuscar en archivos o bibliotecas. De hecho soy bastante buena cuando de clasificar información se trata. Si alguno de los presentes logra hacerme entrar en un archivo, estoy segura de que daré con lo que pueda haber sobre el señor Grant.

-Por otra parte, también me gustaría pasar por la facultad de Medicina. Si existen antecedentes de gente que haya padecido sueños como nosotros, en su biblioteca tiene que estar documentado. Cada vez me fío menos del doctor Millner, creo que nos corresponde intentar averiguar lo que nos sucede por nuestra cuenta.

Tras haber terminado mi pequeña intervención las mejillas se arrebolaron. Eran pocas las veces que establecía pautas de acción para otros adultos. Acostumbrada a hacerlo con niños no me había dado cuenta de que me dirigía hacia aquellos hombres como si fueran mis alumnos. Realmente la enfermedad del sueño me estaba trastocando. Ni siquiera conservaba mis modales! Es tarde para desdecirse. Mejor que me tomen por atrevida y no que quedemos a merced del sanatorio.

Mientras pensaba en donde podían encontrar información sobre el tal Rupert Grant, Iván recordó que en cierta ocasión ayudó a escribir unos papeles a un señor. En dicho documento debía figurar una dirección y los datos del señor, pero lo que más recuerda, era que el documento era para entregarlo en el ayuntamiento. En ese momento, avisa a los presentes de su recuerdo.

- Quizás en el ayuntamiento tengan su ficha... El policía no quiso darnos ninguna información y tampoco quiero volver a entrar ahí dentro, al sanatorio. Una vez ayudé a un señor a rellenar un documento con sus datos y debía figurar su dirección, aunque no tenía, creo recordar... El caso es que era algo sobre un censo, creo... Y tenía que entregarlo en el ayuntamiento, de eso si estoy seguro... Puede que allí tengan el mismo documento del señor Grant y si tenemos su dirección...

Dejó las palabras en el aire, divagando en si encontrarían su dirección, si habría alguien viviendo en ella, y demás pensamientos que asaltaban su pequeña cabeza.

Escuché a casi todos mis compañeros ofrecer diferentes opciones de por donde empezar la búsqueda. Llevaba demasiado tiempo dando tumbos de un barco a otro surcando el globo a través del mar, por lo que me sentía algo desentrenado en temas burocráticos y todo tipo de papeleos, salvo los relacionados con mercancías portuarias y altas y bajas de miembros de tripulación. Entonces pensé en alguien más acostumbrado a estas gestiones, y que, como yo, aun no había participado en la conversación:

-Señor Arminton, no tendrá usted algún conocido que nos pueda ayudar en alguno de estos lugares para agilizar la búsqueda de datos personales sobre Ruper Grant, ¿verdad? Entiendo que en sus constantes luchas por el bien de los trabajadores habrá tenido contactos con gente de este tipo de instituciones.

Esperaba la respuesta de nuestro compañero. Mientras tanto, decidí aportar algo de mi propia cosecha, aunque solo fuera una opinión:

-Me temo que llevo demasiado tiempo en el mar como para tener mucha idea de por donde tirar, pero la idea del pequeño Iván me parece bastante acertada: Consultar datos de vivienda, de censo o lo que sea en el ayuntamiento. Encontrar el hogar de este pobre hombre podría ayudarnos. Si no, la idea de los hospitales también me parece interesante, aunque puede ser más trabajoso tener que hacer una ronda por los diferentes centros médicos de la ciudad*.

Una sonrisa torcida afloró a mis labios cuando el marinero hizo mención a mis posibles contactos - bueno, mis interacciones con la policía no han sido precisamente en las mejores condiciones como para pedir favores, pero es posible que en el sindicato puedan facilitarme el contacto con algún afiliado que trabaje en los archivos municipales y que nos permita el acceso, tendría que preguntar.

Escuchar al resto me da ánimos. Me contagio por su entusiasmo y su claridad de ideas.

Estarr bien... Quisás serr vuena idea tovarich Arminton irr sindicato... y lo miro, con la expresión extraña de alguien que observa a un muerto. verlo morir en mi sueño y luego volver a verlo vivo me hace dudar de qué es real y qué no.

Quisás serr vueno que demás mirrar hospitales en vusca pistas Grant. Si desirr serr amigos y que querrer comunicarr últimas palavras a familia a cosa similar poderr aiudarr... No saver muy bien si perrsonal hospital aiudar con datos sin más.

No conoces a nadie que te pueda ayudar directamente. Tendrás que acudir al sindicato, pedir ayuda y esperar respuesta. Vamos, que puedes hacerlo pero te va a llevar tiempo. Bastante tiempo :)

Vuestras vías de investigación por ahora pasan por acudir al hospital en busca de informes sobre el señor Rupert Grant. Y el señor Arminton parece tener una pista que investigar, aunque no se le ve muy convencido.

Hospital: Lucrecia MacGuffin
Sindicato: Humphrey Arminton
¿?: Nikolay Vólkov, Iván, Jack Turner