Partida Rol por web

Buscasteis un sitio de acampada, al amparo de los gélidos vientos que aullaban en el paso. Aún así, a esta altitud, el frío se calaba en los huesos. Sólo Obsjorn y Uthgerd parecían cómodos. El primero seguía a pecho descubierto, como si estuvierais en pleno verano. 

Os sumisteis en un sueño intranquilo. No eran sólo vuestras vidas, o las vidas de las personas de la Comarca que habíais jurado proteger las que estaban el juego. El destino de Tamriel tal y como lo conocíais podría depender de vuestro triunfo. 

Tras un exiguo desayuno en forma de raciones secas de viaje, os pusisteis en marcha hacia la cima del Paso Aullante. El aire estaba tan diáfano que se apreciaban con nitidez los detalles más lejanos. Allá arriba se adivinaba el contorno negro y dorado de las tiendas de campaña de los thalmor.

Y entonces ocurrió. 

Se escuchó un desagradable y prolongado pitido y Delpine, que iba al frente, cayó de rodillas para vomitar. La Cuchilla no había probado bocado en el desayuno, de modo que sólo devolvió una agüilla amarga mezclada con gotas de sangre.  

—Esto, Osbjorn, es una marea del tiempo —explicó Delphine con voz trémula.

Todo ondulaba a vuestro alrededor. Las nauseas os recordaban, a aquellos que habíais navegado alguna vez, a cuando la mar se picaba y la nave empezaba a zarandearse. Pero los barcos se movían en un bloque rígido, siguiendo el compás de las olas. Aquí era el propio suelo el que parecía formar olas que se contagiaban al aire, como espejismos de calor en el Páramo del Martillo. Se veían y no se veían, pero sobre todo se sentían en el estómago y en los oídos.

—¿Qué ha sido eso?

El skaal reparó en que había oído la respuesta antes de expresar la pregunta. ¿Y si no lo hubiera hecho, qué habría pasado, si la respuesta ya se la había ofrecido Delphine? Ahora fue Osbjorn quien sufrió una arcada, víctima del vértigo temporal. Se tapó la boca para retener en ella aquel flujo ácido y lo volvió a tragar, quemándose la garganta.

—¿Quién esta hablando? —preguntó Uthgerd. 

¿Por qué lo preguntaba, si nadie había dicho...

Esa elfa, Reilien. Ha manipulado de alguna manera el tiempo a través de ese artefacto infernal, transformándolo en... otra cosa. Se está curvando sobre si mismo. ¡No discurre como debería, y no puedo leer el futuro en un tiempo que está alterado así! ¡Yo, la señora de la profecía! Y si no tenéis éxito en la misión que os encomiendo, ¿qué será de vosotros, mortales, cuando el tiempo en el que se desarrollan vuestras insignificantes vidas no exista?

... nada?

Uthgerd se volvió a los lados, desconcertada por aquella voz de mujer que no había escuchado en su vida. Veía los rayos de luz solar converger hacia la cima, perezosamente, en línea recta y a la vez curva, anudándose entre sí. ¿Eran realmente rayos solares? No parecían ser del color correcto...

No pudo aguantar más y se inclinó para vomitar el desayuno. 

—¿Quién esta hablando?

Nidryne ya había oído la pregunta antes. Había sido Uthgerd, pero cuando la escuchó, la dunmer pensó: No está hablando nadie.

—Azura. Fue Azura quien dijo eso.

Se llevó las manos a la boca para contener las arcadas.

—Seguid avanzando.

Delphine estaba caminando hacia la cima trabajosamente, como si estuviera rodeada de un vendaval. Pero cada vez parecía alejarse más.

—¡Buscad un camino!

Nidryne dio un respingo. Hacía un instante Delphine se encontraba un metros delante de ella, junto a Khaled, pero de pronto estaba arrodillada a su lado, gritando. Y ella todavía no había empezado a caminar.

—¡Este es el peor reflujo que he sentido nunca! ¡Tenemos que salir de él o quedaremos atrapados!

Delphine se encontró caminando otra vez, en el mismo punto en que se hallaba cuando gritó: ¡Buscad un camino!

Algo apareció a vuestro alrededor, o tal vez estaba ya antes, si es que antes y después significaban algo dentro de una marea temporal. Ya no lo sabíais, sólo sentíais que dentro de vuestra cabeza había un trapo mojado que no dejaba de hincharse y apretarse contra los huesos del cráneo.

Ese "algo" eran una extrañas cintas que se revolvían en círculos a vuestro alrededor, unas bandas violetas, o de un tono que recordaba al violeta sin serlo. Un color que no era de este mundo y que proyectaba luces fantasmagóricas, del mismo modo que tampoco era de este mundo la geometría de aquellas cintas que se anudaban y desanudaban en lazos y planos imposibles. ¿Cómo podía esa cosa estar delante y detrás al mismo tiempo? ¿Os estaba atacando?

Olía a carne quemada. 

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Reaccionad y tirad iniciativa. Si alguien saca más de 19, puede actuar inmediatamente.

Vuestros compañeros no están en el mismo espacio-tiempo que vosotros. Tenéis que enfrentaros los cuatro solos a este "oponente".

La profesora pareció reaccionar a una velocidad sorprendente.

Elynea se había supuesto por cómo había descrito en su momento Delphine y por el hecho de ser una manera de tiempo descontrolada que allá dentro iban a pasar cosas raras... así que no resultó tan inaudito lo de los ecos como lo de como la desagradable sensación de nausea que provocaba el camianr por ahí.

Tenía el estómago revuelto y sentía las manos heladas por alguna razón. Trataba de ignorar  y los ecos aunque el de la voz de Azura la hizo tragar saliva. Era imposible ignorar aquella voz y las imagenes que evocaba. Que un dios no pudiese acceder a su dominio no sonaba nada bien. y definitivamente las consecuencias tampoco habían sonado nada bien.

Tan enfrascada estaba en aquellos inquietantes pensamientos que cuando captó algo brillante por el rabillo del ojo unido a un repentino y desconcertante olor a carne quemada la pilló totalmente de sorpresa. Cuando se volvió tampoco fue como si las cosas quedaran muy claras: se topó con algo que no había vistoen su vida pero que por alguna razón no le inspiraba precisamente sensaciones amigables.

—Por el amor de... —se trabó notando como una oleada de sudor frío le recorrí ala espalda—. ¡¿Qué coño son estas cosas?!

El sonido de un molesto pitido hizo que K’Dan se llevara las manos a la cabeza y se tapase los oídos. Instantes después el khajita escuchó a Nydrine decir algo sobre las palabras de Azurah. ¿Cómo podía escucharla si tenía las manos en la cabeza? Ni siquiera pudo responder su pregunta porque las palabras de la Madre de las Rosas resonaron en el ambiente.

Un sabor ácido se apoderó del sentido del gusto de K’Dan. ¿Cuándo había vomitado? «¿Qué ha sido eso?» preguntó Osbjorn. El pitido se hizo más fuerte y el khajita vio como Uthgerd decía algo pero no pudo saber qué. Todo era una locura.

Entonces se vio de rodillas en el suelo, vomitando su escaso desayuno. Como buenamente pudo, el khajita se levantó para ver como ante él aparecían una especie de… ¿cómo explicarlo? Fuera lo que fuera esa cosa estaba más allá de su comprensión.

«¡Buscad un camino!». El grito de Delphine sonó lejano y amortiguado por el pitido. Nada tenía sentido en esta marea del tiempo, pero el khajita tenía algo claro. Si quería encontrar ese camino iba a tener que pasar por encima de la inefable criatura que le cortaba el paso.

Fjorda se sentía mareada ante el extraño devenir del tiempo, futuro y pasado se movían aleatoriamente, e incluso parecían contradecirse. El sentido de la causa y el efecto que era tan incuestionable en términos filosfóficos, parecía desdibujarse, y había efectos que precedían a las causas. Su estómago se revolvió ante lo que parecía una inaceptable transformación de la realidad, y su mente estuvo a punto de perderse en divagaciones sobre si un pensamiento sobre su abuelo había tenido ya lugar o aún debía de tenerlo. 

Sin embargo algo apareció delante de ella, algo que temía que fuese un enemigo, y el choque adrenalínico la puso en inmediata alerta y lista para la batalla. 

Golpeó, instintivamente, con sus dos espadas cortas. Prefería preguntar después, si no, haberse presentado debidamente. Dos buenos golpes si delante hubiese tenido un enemigo normal, pero quien sabía qué harían a aquellas criaturas que cabalgaban en las mareas del tiempo... 

Apretó los labios y los puños cuando todo empezó. Uno junto a su cadera, el otro sobre el hombro, cerrado alrededor de la empuñadura de la espada. Le temblaron los dedos, no era su vieja espada akaviri, el tacto no le reconfortaba.

Escuchó respuestas a preguntas no formuladas todavía. Se vio flanqueado por compañeros que sabía que se encontraban tras él. Un pitido ahogó el resto de sonidos. Se le dio media vuelta el estómago.

Asistió a los extraños acontecimientos con la garganta seca y el seso empapado. El universo se impregnó de la materia de la que estaban hechos los sueños, donde las leyes que gobernaban la realidad se torcían a caprichos ígnotos del inconsciente.

Seguid avanzando, gritó Delphine, y Khaled hizo de la voz una boya.

Se sentía como aquella vez, en el ferry desde Centinela hasta Salto de la Daga. Dos barcos se abalanzaron sobre ellos, a velocidad inaudita. Ambas proas golpearon el casco de la galera como arietes descomunales. Una densa cortina de agua salada lo cubrió todo, pedazos de madera volaban a su alrededor, hombres y mujeres eran arrastrados de un lado a otro. Uno de ellos lo hizo caer al suelo, uniéndose al pandemonio de carne y madera. Las tablas de cubierta se combaron, crujieron como un inmenso esqueleto, estallaron en nubes de astillas que se clavaban en la piel desnuda como aguijones de avispa, se hundieron bajo su cuerpo.

No se sintió caer. El agua subió a su encuentro, lo envolvió en un abrazo frío. Se encontró en la penumbra, nadando entre fragmentos de objetos que no identificaba, que lo golpeaban y manoseaban y agarraban de los pantalones, de los tobillos y del pelo. Los conceptos de arriba y abajo se habían esfumado. Daba brazadas ciegas hacia donde la providencia quisiera llevarle. Y quiso llevarle hacia el aire.

No había palabras para describir lo que sucedía en aquel desfiladero ascendente. Lamentó la ausencia de Karin. Sería necesario el talento de un poeta para forjar orden en aquel caos. Y solo a posteriori, de cualquier modo. Solo cabía seguir las instrucciones de Delphine.

Seguid avanzando.

Al aire se hizo jirones, tomó formas burlonas tejidas con hebras de luz. Khaled entrecerró los ojos, incapaz de comprender qué estaba sucediendo. El temblor de sus dedos se detuvo.

Fjorda sintió resistencia en sus espadas, como si realmente pudiera dañar a aquel ente. Sin embargo, de poco servía tratar de apuntar a las partes débiles da ese halo de luces y formas.

Aquella cosa os atacó. Las cintas os rozaron la piel, y tras una sensación eléctrica como la de una medusa, sentisteis que algo moría en vuestro interior. 

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Reflujo de Tiempo os ataca a todos a la vez. Fjorda recibe 10 puntos de daño, K'dan 24, Elynea 13 y Khaled 15. El Reflujo Temporal de P9 mueve a O9 persiguiendo a Fjorda.

Es un detalle folclórico, y más a este nivel. Pero el daño que os hace este bicho no se cura con normalidad (descansando) sino que hace falta magia.

Los puntos de daño que le ha hecho Fjorda los reciben todos los bichos, aunque sólo marque a uno en el mapa. Es como si fuera una misma criatura, en varias partes a la vez.

Oh, y como veis es inmune al ataque furtivo y tiene RD 10. 

Os toca.

El mero tacto de aquella cosa hizo que se le encogiera el estómago. No hubo dolor, solo el pánico momentáneo de la incomprensión. El daño que le había hecho iba más allá de la carne. Sin embargo, quizás debido a ello, se encontraba bien.

Dudando si se trataba dela mejor opción para enfrentarse a un enemigo como aquel, desenvainó el espadón de Sigvatr y asestó un tajo en paralelo al suelo.

No va a golpear, pero ignora el segundo ataque. Al desenvainar no podría hacerlo.
Esquiva al reflujo adyacente.

Tras el golpe de lo que Azurah quisiera que fuera eso, el khajita se llevó la mano al pecho. El dolor que había sentido no se parecía a nada que hubiera sentido antes, era como si hubieran golpeado su alma, ¿o quizás lo que esa cosa le quitaba era “su propio tiempo”?

K’Dan recordó las palabras de Azurah, esta era la única manera de poder entrar en Imrarlatz, así que el khajita se encomendó a su diosa y confiado lanzó una estocada contra la “criatura”.

Acciones: Como acción de movimiento desenvaino. Ataco con el “Primer golpe” que me cuesta un acción estándar prepararlo (si acierto mis aliados tienen un +4 al ataque).  

Efectos activos: Piedra del guerrero (+1 al daño si no hay otras amenazas). Resolución acelerada 10. +2 al ataque y al daño por Contraataque feroz.

PG: 46/60

Maniobras concedidas: Golpe del Cruzado, Huesos de Piedra, Martillo de la montaña, Primer Golpe, Minotauro en carga.

Comentarios: Si la RD es 10/- no le he hecho pupa que por el daño de Fjorda sospecho que van por ahí los tiros.

Elynea ahogó un gruñido y retrocedió a la defensiva. Prefería no hacer conjeturas sobre lo que podía significar la sensación desagradable que provocaban aquellas cosas al atacar... porque si lo hacía sólo serviría para ponerla más nerviosa.

Lo que sí tenía claro era que no era nada bueno. Y cuantas menos veces se repitiese, mejor.

Así que comenzó a murmurar algo, un pasaje sagrado de Azura que invocó la bendición de la Princesa Daedra sobre el grupo.

Elynea da un paso de 5 pies a M5 y lanza Recitación. Teneis todos +2 al ataque, a la CA y a las TS (+3 para los seguidores de Azura)

PG: 42/55
PC: 43/50

Fjorda dio un paso más, hasta poder dar a la criatura con la que estaba K'Dan. Desde allí golpeó a esa criatura, olvidando un poco la suya, que sabía que no tardaría en seguirla. Mientras tanto, intentaría hacer daño... 

Escuchasteis un pitido desagradable cuando Fjorda lanzó sus estocadas. La respuesta no se hizo esperar, y la criatura azotó con sus zarcillos a la bosmer y al guardia rojo.

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El Reflujo de Tiempo no puede ser flanqueado. Aún así, el ataque de Fjorda es un éxito y, superada la RD, el daño entra de forma normal. K'dan no le hace daño.

Fjorda recibe 13 puntos de daño. Khaled recibe 21 puntos de daño.

Os toca. ¡Recordad el bono de recitación!