Partida Rol por web

Se le notaba a Rastrojo ilusionado, porque avanzaba a paso tan vivo por entre las tiendas, que Sabandija no le pudo dar alcance. En parte se debió a que Sabandija había chocado con Cielo a la salida de la Tienda del Grog, y esos segundo de ventaja que Rastrojo consiguió, Sabandija no los pudo recortar.

Vió a Rastrojo entrar en la Tienda de Mandos y llegó a acercarse lo suficiente como para escuchar furtivamente, desde el exterior, el final de la conversación. O por lo menos las palabras de Rastrojo:

¡Claro que lo haré! No se arrepentirá, Capitán.

Rastrojo volvió a salir de la tienda, con fuerzas renovadas, pasando de largo de Sabandija sin fijarse en él. Tras él salió la prostituta Bimbawa.

¡Espérame, Rastrojo! ¡Yo también tengo que hablar contigo!

Bimbawa sí se dió cuenta de la presencia de Sabandija. La muy puta se detuvo y guiñó un ojo a Sabandija.

Cuánto tiempo sin vernos, Sabandija...

Fue muy comprometedor, porque tal y como lo había dicho Bimbawa parecía que Sabandija era un cliente que le hacía "visitas". En realidad la última vez que se vieron fueron en Cho'n Delor. En aquella ocasión, ayudó a Rastrojo a transportar una esclava fugada en un cofre, pero meses después fue muerta por los guardias al intentar sacarla de la ciudad en una carreta de paja.

Ah, Sabandija... estupendo. Me vienes muy bien. El Capitán me ha encomendado el rescate de Elefanta. Justo ahora iba a reclutar a los hombres que me acompañarán. ¿Podrías ir a la Tienda del Grog y decirle a Preocupado que venga? Iría yo, pero la última vez que estuve allí, las cosas se volvieron un poco tensas...

¡Maldito Cielo!- Retrucaba Sabandija para sus adentros. Estaba harto de los infantes y su actitud de gallitos del corral que siempre dejaban a Sabandija en evidencia. Por su culpa no había conseguido hablar con Rastrojo. Al menos consiguió escuchar la última frase del chamán lo que le dejó ojiplático. ¿Acaso el mismo Capitán le había encomendado una misión? Se alegraba de haber apostado pro el chamán en su momento.

Sabandija dio un respingo cuando Bimbawa delató su posición. No quería tener nada más que ver con aquella puta pues le recordaba el incidente en Cho'n Delor.

- Eh...yo...no...- Trató de excusarse, de explicar que no estaba espiando, pero se le había quedado la boca seca.- Se ha armado una buena en la Tienda de Grog. Sí, será mejor que vaya yo.- Raudo comenzó a desandar el camino apenas sin pensar en la palabras dichas por Rastrojo.

¿Rescatar a Elefanta?- El Destino del chamán parecía estar siempre liado al de las putas. No le daba impresión de ser una misión muy honrosa pero quien sabe, puede que tuviera un fin oculto que la mente obtusa de Sabandija no pudiera percibir.

¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?

En el exterior, Rastrojo estaba sentado sobre la valla de un corral. No era un muchacho que tuviese muchos amigos, así que se encontraba sin ninguna persona de confianza que quisiese estar con él. Con él estaba Bimbawa, una de las prostitutas. Estaba subida a la valla, alargando la mano para acariciar a unas cabritillas.

Tranquilo, Rastrojo. ¡Eres chamán! Todo el mundo escucha tus sabias palabras y te hace caso. No tienes de qué preocuparte.

Por el este, recién salido de la tienda de mandos, se acercaba el Cabo Matagatos. Del norte se aproximaban las huestes sanguinarias y crueles del amor, más concretamente Khadesa y Ponzoña. Los caminos entre las tiendas confluían ante los corrales. Rastrojo se limpió las manos contra el muslo, sudadas a base de nerviosismo y con una mirada de animal abandonado que suplicaba tener amigos.

Por el sur se aproximó un carromato. Iba conducido por el usurero, con dos de sus Rufianes flanqueando el vehículo a pie. Khadesa, Ponzoña, Matagatos, Usurero y los dos Rufianes confluyeron en el cruce, ante los corrales, prácticamente a la vez.

Soooo... Buenos días, Rastrojo. Había escuchado que el Capitán te encomendó salir a por la seguidora de campamento Elefanta-ya... "seguidora de campamento", buen eufemismo para puta-. Como persona implicada en la sociedad civil en particular, y filántropo humanista en general, me preocupa la seguridad de esa buena mujer. A mí, y a los otros dos filántropos aquí presentes nos gustaría unirnos a la expedición.

Ya... bueno, el caso es que es una misión muy delicada. Me gustaría llevar solo a gente experimentada. Ya sabes, Hermanos Juramentados, y eso. No puedo involucrar a más civiles en un viaje tan peligroso.

Pssst... Rastrojo, los hombres de Usurero son tan fuertes como la mayoría de soldados de la Compañía. No lo dudes, acepta a los tres-susurró, aunque prácticamente audible para cualquiera que ya estuviese siguiendo la conversación.

Sí, todo eso está muy bien. Y puede que me lleve a los Rufianes, ¿pero en serio ves a Usurero en condiciones físicas de vivir una gran aventura? Yo lo veo un poco cascado...

Aportaría a la expedición todas las provisiones que hay en mi carro...

¿Comida gratis? ¡Admitido! Bienvenidos al equipo, Usurero, Rufián Número Uno y Rufián Número Dos. Tengo la sensación de que vamos a ser muy buenos amigos.

Rastrojo se acercó y extendió la mano, esperando que Sacamantecas hiciese lo mismo para estrechársela.

Algo había hecho que la Quinta diera un traspiés y casi se cayera cuan larga era.

-¿¿¡¡Qué!!?? -Se frotó el pie, magullado por el tropezón.- ¿¿Rastrojo?? -Los ojos como platos y la nariz arrugada resopló. El nombre del chamán sonó como un escupitajo. -¿¿El Capitán ha encomendado la búsqueda de Elefanta a... Rastrojo??

Se giró y clavó la mirada en Ponzoña. Una mirada que contenía miedo, incomprensión, rabia e impotencia, todo a la vez.

Estrecho la mano de este advenedizo mozo de cuadras hijo de Tragasapos y de una puta.

- "Sí, yo soy el Rufián Número Uno." - Digo con una sonrisa sarcástica.

- Si él es el uno... yo debo ser el dos. - Dijo Mediastintas mientras señalaba primero a Sacamantecas y luego a sí mismo.

Permaneció recto como una vara mientras parecía estar pensativo. - Pero... ¿Por qué uno y dos? ¿Por qué no empezamos a numerar por el cero? Sería lo lógico... En ese caso, Sacamantecas sería el rufián número cero, y yo el uno. -

Su rostro se giró hacia Rastrojo y Sacamantecas. - Tiene lógica, ¿no? - Se acercó un par de pasos y tendió la mano también a Rastrojo pero antes de que nadie tuviera tiempo a reaccionar señaló a Bimbawa.

- ¿Ella viene? - Preguntó a nadie en particular. - ¿Por qué la necesitamos para cazar un leopardo? -

Ponzoña se encogió de hombros. Era cierto que el que Capitán hubiera encomendado a Rastrojo la búsqueda de Elefanta era una mierda. La misma búsqueda de la paquiderma era una mierda. Pero el Hiena bien sabía que Rastrojo tenía experiencia en letrinas así que parecía lógico su nombramiento en aquel cúmulo de cagadas a recoger.

-No te enfades, hembra mía. Has tenido un sueño y ahora tienes un propósito. Que la presencia de Rastrojo no enturbie tu destino. Por ahí viene tu hermano. Habla con él. Es probable que sepa lo que está ocurriendo y pueda darte las explicaciones que necesitas.

Voy porque Elefanta es amiga mía-gruñó al rufián que le sacaba cabeza y media-. Ya lo he hablado con Rastrojo y está de acuerdo.

A ver... la participación de Bimbawa en la expedición tampoco está escrita en piedra. Quiero decir... si al final viene, será para reconocer a Elefanta. Odiaría hacer un viaje tan largo para traer por equivocación a la prostituta gigante que no es. De momento me lo estoy pensando.

Rastrojo estrechó la mano de Usurero, y luego dió la vuelta en torno a los dos caballos para acercarse a Rufián Número Dos. A ese no le ofreció la mano, sinó que palmeó su piel de lobo a la altura del hombro a modo de saludo.

Vamos a dejar el título de Rufián Número Cero al tipo ese que no le importa a nadie y que murió cuando secuestraron a Elefanta. Tampoco es que quiera socializar y aprenderme nombres que no voy a usar el resto de mi vida. Ah... esperad un momento-Rastrojo escupió al suelo-. Ya. Mira quién ha salido de debajo de las sábanas después de foll...

Al ver también llegar a Matagatos y Ponzoña, Rastrojo se tuvo que morder la lengua. Pronto se iría de viaje, y pondría tierra de por medio con el grupo de los populares. Ya tendría tiempo de cagarse en la Quinta con la seguridad de que nadie le escuchase.

¡Rastrojo! ¡¿Cómo que te lo estás pensando?!

No fueron las únicas personas en escuchar la protesta de la prostituta Bimbawa. Desde el sur, recién salidos de la Tienda del Grog, Preocupado y Sabandija se habían aproximado lo suficiente al cruce para escuchar.

El Usurero estaba parado sobre un carro tirado por dos caballos, y era flanqueado por dos rufianes. También estaban allí, a parte de Rastrojo y la puta, el núcleo duro del Pelotón de los Hostigadores: el Cabo Matagatos, Ponzoña y Khadesa, esta última en la condición de asesora no retribuída, hermana del Cabo y novia del segundo al mando. O sea, que la Quinta estaba porque está en todas, no por méritos propios.

También Campaña rondaba por allí, ocioso. Al ver a tantos Primos juntarse, decidió acercarse a ver.

¡Ey! ¡Campaña!

Rastrojo se alejó lo suficiente del cruce para que Matagatos y Khadesa pudiesen hablar en susurros sin que el chamán escuchase los detalles. El mestizo estaba interesado en reclutar a alguien bruto y cuya muerte no le importase en absoluto, y Campaña cumplía todos los prerrequisitos.

Campaña... ¡amigo mío! ¿No te gustaría salir fuera, de excursión? Vamos a hacer un viaje. Encenderemos fogatas por la noche, contaremos historias, iremos a buscar a una chica para divertirnos... ¿Qué te parece? ¿Te apuntas?

A Preocupado le empezaba a preocupar que Sabandija le hubiese engañado. Rastrojo no parecía interesado en hablar con él, o por lo menos no era más prioritario que hablar con Campaña.