Partida Rol por web

Habían transcurrido treinta largos minutos. Finalmente, Preocupado no tuvo problemas en obtener el permiso del Cabo Barril. En realidad lo difícil fue que no se apuntara el propio Cabo. Pero estaba un poco borracho, y terminó durmiéndose sobre la esterilla.

En total la expedición la formaban dos carros, dos jinetes y siete caminantes. Rastrojo llevaba al camello Mancillado y Matagatos al caballo Hechizado. La presencia del caballo mágico ponía nerviosos al resto de los animales, pero con no acercarlo demasiado no causaría problemas. El carro de Usurero, tirado por caballos, estaba atiborrado de provisiones, así que a los Rufianes les tocaba andar. El carro de Khadesa estaba tirado por cabritillas, y tenía sitio para media expedición.

Sin embargo, la primera parada del viaje fue tan cercana que nadie tuvo que montarse en el carro de Khadesa. Se trataba de la acacia junto a la cual el Rufián Zafarrancho había yacido con la prosituta Elefanta, a un par de yardas de la empalizada que protegía el campamento de la Compañía.

El cuerpo de Zafarrancho ya había sido retirado, para evitar que los depredadores rondasen cerca del campamento. Quedaban manchas de sangre en la hierba seca, y también en el tronco del árbol, puede que toda del Rufián muerto. Pero saber en qué dirección había marchado la Elefanta endemoniada (o sus captores, dependiendo del rumor que se prefiriese escuchar), era ya algo más complicado. Desde luego, Rastrojo no tenía ninguna capacidad para seguir huellas, y parecía desorientado y sin saber qué hacer. Se notaba que no tenía madera de líder.

Bueno... tampoco es plan de andar molestando a los espíritus por trabajos sencillos como el de seguir un rastro de hace dos días. Echad un vistazo a los alrededores, y tratad de hallar... pisadas, o algo así.

- Pinto, pinto, gorgo rito, vendió las vacas a veinticinco... En qué lugar... - Comenzó a tararear Mediastintas mientras se acercaba con largas zancadas al lugar donde había yacido el cuerpo de Zafarrancho.

Se inclinó levemente, sin tocar nada. Husmeó el aire y sus ojos escudriñaron los alrededores, y finalmente se encaró en una dirección, se puso tieso y señaló hacia un lugar.

- ¡Por allí! Estoy seguro. -

Al final había resultado más difícil convencer al Cabo Barril para que no los acompañara que conseguir su permiso, una nueva ronda de grog lo hizo desistir. Además, aunque él no quisiera admitirlo, todavía estaba tocado de las heridas de la última batalla y no estaba en condiciones, debía descansar para cuando se produjera el asalto a Galdan. Preocupado recogió sus lanzas y su escudo así como un poco de comida y agua y volvió a reunirse con el grupo donde Rastrojo los había citado.

Menudo grupo más extraño...

El pobre Rastrojo se había visto obligado a aceptar a algunos de los que estaba seguro prescindiría en otras circuntancias, pero nada se podía hacer. Ahora lo importante era encontrar a aquella puta y que Rastrojo pudiera quitarle de encima la maldición.
La primera parada fue el lugar donde habían encontrado a Zafarrancho, todavía con algún resto de sangre. Preocupado observó a su alrededor con sospecha, no quería que la endemoniada de Elefanta estuviera cerca y los pillara desprevenidos, al menos no a él. Se acercó y miró la sangre, más por curiosidad pues no tenía intención de buscar ningún rastro, él no sabía hacer esas cosas.
Asintió ante las palabras de Rastrojo, era importante que el aprendiz de chamán conservara todo su poder intacto para enfrentarse a Elefanta. Lo que le sorprendió fue la intervención de uno de los rufianes de Usurero que los acompañaba mientras señalaba a una dirección.
Preocupado miró a Rastrojo y después a Matagatos buscando confirmación. Al menos el jefe de los Hostigadores era un ranger reputado y seguramente no le sería difícil encontrar un rastro.

Debimos haber traído a Niño Guerrero, él sabría exactamente que hacer.

Sin embargo el grupo estaba compuesto por una meretriz, una pitonisa, lo que para muchos sería lo mismo aunque Preocupado sabía que no era así, y varios seguidores de campamento de los que no se fiaba. Ante esa compañía se veía obligado a confiar en el resto de miembros de la Compañía Negra, aunque no tuviera mucha relación con ellos.

-¿Estás seguro de que es por allí? ¿Como lo sabes? -Era evidente su preocupación por saber si aquel hombre decía lo correcto.- Espera que Matagatos lo compruebe, mejor.

- ¿Que cómo lo sé? – Preguntó Mediastintas a aquel K'Hlata en tono sorprendido.

- No sé… quizá me lo haya dicho Pinto Pinto… o quizá… quizá se vean pisadas, ramitas rotas o se huela en el ambiente… Pero es cierto. Mejor que revise mi apreciación  un experto en el tema. – Dijo con una sonrisa en el rostro.

El rufián miró a Usurero y calló al instante, regresando a una posición un poco más… apartada, en segundo plano. Sabía que era mejor no llamar demasiado la atención.

Aquel hombre estaba un poco sonado, le preocupaba la cara de loco que tenía.

Al menos no es un hermano de la Compañía, debe estar muy mal para que no lo admitieran, quizás nunca lo intentó, a algunos les gusta vivir como seguidores. Espero que no cambie de opinión como Ikharus...

Preocupado echó una mirada por encima al árbol y los alrededores, ni siquiera se esforzó en buscar huellas, ramas rotas ni ninguna de las cosas que decía Mediastintas. Aún seguía intentando aceptar aquel grupo tan variopinto, a decir verdad le preocupaba no concerlos a todos, si iban a compartir viaje lo mínimo era saber sus nombres.

-¡Eh! ¿Cual es tu nombre? ¿Y el de tu amigo? Yo soy Preocupado.

Se dirigió directamente a Mediastintas y a Sacamantecas, al resto los conocía aunque fuera de vista.

No había mucho más que hacer, así que Ponzoña se dedicó a rodear la acacia y observar el suelo bajo ella y en sus inmediaciones. Las pisadas de Elefanta, dado su volumen, tendrían una marca más profunda, al margen de que desplazar esa masa de carne implicaba una escasa agilidad que se traduciría en hierbas y ramas aplastadas y rotas. 

- Yo soy rufián número dos. – Dijo Mediastintas con naturalidad. – Y él, - dijo señalando a Sacamantecas, - es rufián número uno. –

- Al menos para tu jefe. – Indicó señalando a Rastrojo. – En otros sitios me conocen como Mediastintas, y él… – señaló de nuevo a Sacamantecas – Él es Sacamantecas. – Explicó.

Se acercó al otro rufián y le dio un par de palmaditas en la espalda. – Es muy reservado, pero ya verás cómo luego se suelta y se hace amigo tuyo. – Dijo a Preocupado.

Se calló y dejó que Sacamantecas dijera esta boca es mía si quería, se apartó un par de pasos y se fijó en el enorme K'Hlata que examinaba ahora el lugar en busca de rastros. Ya había dicho él por dónde era… Cuánto tardarían en hacerle caso era una incógnita.

Miró extrañado a Mediatintas con aquella respuesta tan pintoresca.

¿Rufián número uno y número dos? ¿Que clase de nombres son esos?

Y a él que le preocupaba que los nombres de la Compañía Negra los pusiera el Sargento Gulg... Cuando le señalaron a Rastrojo comenzó a comprender lo que pasaba, no se le daban bien los nombres, eso lo había comprobado en su propia persona, así que les había bautizado así para no confundirles.

-Mediastintas y Sacamantecas. Está bien, creo que me acordaré.

Aquellos eran dos nombres más propios de la Compañía a la que pertenecían, parecía que lo de los motes no era exclusividad de los hermanos. En cualquier caso asintió sin demasiada efusividad a la futura oferta de amistad entre ellos, en su fueron interno tenía serias dudas de que terminaran siendo amigos.
Volvió a pasear alrededor del árbol vigilando los alrededores para que nadie los pillara por sorpresa y procuró no acercarse mucho ni a las mujeres ni a los rufianes.

Mientras los hombres buscaban por el suelo, el azar quiso que Khadesa alzara la vista. Una de las ramas estaba quebrada en parte, manteniéndose unida al resto del árbol a duras penas. Aquella rama había soportado un peso, eso estaba claro. En condiciones normales, podría tratarse de un leopardo, pero tan cerca del campamento, y con lo ocurrido hace dos días, es probable que se tratase de una persona. Una persona encaramada al árbol... No. Si se tuvo que poner en las ramas más finas fue para dejar sitio a un segundo compinche.

Era mucha coincidencia que Zafarrancho y Elefanta acabaran por accidente en el mismo árbol al que los extraños se encaramaron. Lo más probable era que Zafarrancho estuviese comunicándose con el exterior del campamento (¿un código mediante reflejos de los rayos del sol en un espejo? ¿Un animalillo mensajero?), y hubiese pactado el lugar de la cita. Luego solo tendría que llevarse fuera a la prostituta para que la secuestrasen. Seguramente, el Rufián debería haber salido con solo unas magulladuras, diciendo que perdió la consciencia, pero algo salió mal... Quizás su socio del exterior le traicionó; quizás Elefanta luchó con más fiereza de lo que esperaban.

En cualquier caso, si alguien había trepado por esa rama, tendría que haberse aproximado por la cara estenoreste del árbol. Ya solo eso marcaba una dirección. Y siguiéndola, localizaría a los secuestradores y a la secuestrada.

Aunque Mediastintas se le hubiese adelantado indicando la misma dirección, él no conocía la información adicional que podía aportar Khadesa. No era tarde para hacerse pasar por una adivina, y ganarse el título de rastreadora de la expedición, o compartir esa información por susurros con Ponzoña, y hacer que su hombre tomara relevancia en la misión.

Sabandija había ido a despedirse de Plumilla y a pedir permiso a Lengua Negra, y con su brazo medio pocho tardó demás en hacer el petate para irse. Cuando llegó al punto de encuentro, ante los corrales, no había nadie. ¡Se habían marchado sin él! Apurando el paso, salió corriendo del campamento para intentar darles alcance. Sus compañeros no habían ido muy lejos... Estaban junto a una acacia en los alrededores del campamento, dónde se habría encontrado el cuerpo de Zafarrancho. No tardó en darles alcance, pues Ponzoña e Ikharus estaba inspeccionando el suelo, y Preocupado hablaba despreocupadamente con Mediastintas. Sacamantecas gruño a Preocupado, mientras asentía a modo de saludo. Era cierto lo de que era bastante reservado.

¡Ostras! ¡Me olvidé completamente de ti, Sabandija! Es que como sois tantas personas, pensé que ya estábamos todos.

Rastrojo se alejó de Sabandija para dirigirse a su disfuncional pelotón. Tosió y alzó la mano, pidiendo tímidamente atención, sin ningún carisma ni capacidad de liderazgo.

Estooo... ¿Qué hay de los demás? ¿Estáis de acuerdo con la dirección señalada por el Rufián Número Dos?-se fijó en la posición del sol-¿Dirección estenoreste? ¿Habéis encontrado algo?

Aquello no era sencillo. Habían transcurrido dos días, y los alrededores de la acacia presentaba un lienzo lleno de pisadas confrontadas, indicando lucha. Más allá de eso, Ponzoña no podía discernir nada. Pero revisando la dirección indicada, quizás al azar, por Mediastintas, algún rastro había...

El rastro es débil. Ni siquiera son pisadas... Son como dos surcos paralelos, ya muy ténues. Como si tuviesen a alguien agarrado entre dos, y las piernas se arrastrasen por el suelo. Pero hay algo más. Creo que ataron dos ramilletes de matorral a las piernas de Elefanta. Por eso el interior de los dos surcos está desdibujado y por eso no vemos huellas. Aunque la dirección sea la que dijo Mediastintas, tenemos muchas posibilidades de perder el rastro si no estamos atentos.

La Quinta se acercó a Ponzoña, que estaba revisando la tierra bajo la acacia, y le susurró al oído.

-Fíjate arriba. Esas hojas maltrechas en esa rama quebrada, que apenas se sostiene al resto del árbol. Alguien estuvo subido ahí. Más de uno. No creo que fuera otro que alguno de los que se llevaron a Elefanta, la debían estar esperando. Puede que Zafarrancho estuviera metido en el secuestro, que estuviera compinchado, aunque luego algo salió mal con él. Pero fíjate, el caso es que quien se agazapó ahí venía justo de donde dice Mediastintas, de la cara este-noreste. Hay que seguir hacia allí.

Le miró, asintiendo.

-Dilo, prefiero mil veces que tú lleves la iniciativa del rastreo a que lo haga él. O a tener que hacerlo yo.

La Quinta se acercó a Ponzoña, que estaba revisando la tierra bajo la acacia. Miró donde lo estaba haciendo su hombre y se pusieron a comentar algo en voz baja.

No le costaría mucho dar alcance a un grupo tan numeroso. Menos que hacer el petate, de eso estaba seguro. Y efectivamente allí estaban, junto a una acacia, seguramente buscando algún rastro que seguir.

- No pasa nad...- Trató de quitarle importancia al olvido de Rastrojo pero antes de acabar la frase éste ya estaba ocupado. Después de todo, ¿quién tenía en cuenta al pobre de Sabandija? Un chamán tenía muchas cosas en qué pensar que en andar detrás de un joven cazador como él. Saludó con timidez al resto de integrantes del grupo y se mantuvo expectante, escuchando las pistas que ya habían encontrado sin necesidad de su ayuda. Si lo que había que hacer, como decía el viejo Ikharus, era no perder el rastro Sabandija estaría muy atento.

Poco después de que Mediastintas indicara la dirección del rastro, Preocupado requirió su confirmación, ante lo que Matagatos no pudo hacer otra cosa que suspirar. Se preguntaba si realmente iba a tener que hacer todo él en aquella misión tan... Pintoresca. Con paso desganado, se acercó a la zona, y observó superficialmente la zona.

-La verdad es que no veo gran cosa. Me inclino a creer a Mediastintas, si eso te deja más tranquilo, Preocupado. 

Le preocupaba un poco que Matagatos no estuviera demostrando mucho interés por la misión, eso o realmente aquel Mediastintas era un tipo con más recursos de los que aparentaba en un principio, todos parecían coincidir con él.

-Si todos estáis de acuerdo entonces seguiremos esa dirección. Vosotros concentraros en seguir el rastro, yo vigilaré que no venga nadie. ¿Queréis avanzar adoptando algún tipo de formación? Me preocupa que algún enemigo pueda pillarnos por sorpresa, una formación hará que se lo piensen mejor antes de atacar y nos ofrecerá una mayor protección.

No estaba de más adoptar precauciones, al fin y al cabo el llano no estaba del todo libre de enemigos aún y Elefanta podía arremeter contra ellos en cualquier momento, eso también le preocupaba.

En cuanto Preocupado habló de formación, Sabandija se puso como loco a buscar rastros para que le pusieran en el grupo de los defendidos y no de los defensores en caso de que los mandos finalmente decidieran eso.

- Mmmm.- Murmuró pensativo y acuclillado en el suelo.

Hablaba con Khadesa, cómo podía esperarse de ellos. Gesticularon, señalaron, miraron a un lado y a otro. Finalmente ambos asintieron, como un mecanismo perfectamente engrasado. 

-Fijaos ahí arriba, entre las ramas de la acacia. Una de ellas está quebrada, como si hubiera soportado el peso de más de un hombre, que esperaraban que aquí llegara alguien. Tal vez sabían que Zafarrancho debía venir acompañado. Quizás confabulados con el propio Zafarrancho aunque no salió bien para este. Y donde indica Mediastintas, la hierba está doblada. Alguien se agazapó allí. Sí, es la buena dirección.