Partida Rol por web

A la mañana siguiente, el viaje por la jungla dió un requiebro. Guiados por el astutamente intuitivo Rastreador Oficial Ponzoña, los viajeros encontraron un camino, un pasaje entre los árboles que había sido despojado de vegetación a golpe de machete, y allanado sus formas por el paso de múltiples caravanas a lo largo de los años. Poco después, ese camino se deslizaba cuesta abajo por una suave pendiente. Continuaron y continuaron, durante horas, hasta que al fondo del camino vieron una intensa luz entre los árboles...

La jungla y el camino se detenían donde empezaba la arena, y la arena se prolongaba hasta el agua... Más agua de la que habían visto jamás. Era como un río tan ancho que no se divisaba la otra orilla, aunque algo así era díficil de conceptualizar.

Es... ¡precioso!

Con la candidez de una chiquilla, la prostituta corrió por la arena hasta el agua, y zigzagueó por dónde le cubría hasta las rodillas, riendo y casi bailando.

Ejem... Es probable que seamos los primeros hombres que vemos este paisaje...-aunque técnicamente estén siguiendo a los Esclavistas de la Linde, y ellos hayan estado aquí antes-Así que como jefe de la expedición, bautizaré este lugar como....

¡MAR!

Amigos míos... y Sabandija... Os presento el río Mar. Debería haber algún puente en algún lado para cruzarlo, esos Esclavistas de la Linde no se pueden haber sumergido en el agua... O quizás el río Mar se pueda vadear por alguna zona más accesible. Bimbawa parece que no se hunde del todo, el río Mar no puede ser tan profundo...

Preocupado sintió la brisa fresca del río Mar y se puso en pie, revitalizado, aunque con otras preocupaciones. Se había recuperado bien de sus heridas, gracias sin duda al conjuro de Rastrojo invocando a los espíritus.

Ponzoña no encontró el rastro esta vez. Era como si por la noche el río Mar se hubiese desbordado, inundando la zona de arena de su orilla, borrando cualquier huella.

La playa se prolongaba al norte hasta donde llegaba la vista, y al sur hasta una formación rocosa.

En cuanto llegaron a ese inmenso río, que Rastrojo apodó como "Mar", Sacamantecas aguzó la vista y se situó un par de pasos por delante de Usurero en actitud protectora.

- No veo a nadie por aquí cerca... - Comentó.

- ¿Estamos seguros de que han venido por aquí? - Preguntó intentando encontrar alguna pista o algo que le indicara si los esclavistas habían llegado hasta allí. Era posible que Ponzoña hubiera perdido el rastro en algún punto. La verdad es que Sacamantecas había visto al K'Hlata más preocupado por su mujerzuela que por hacer bien su trabajo... Pero claro, no sería Sacamantecas quien lo expresara en voz alta. Apreciaba mucho su rostro y si el K'Hlata se enfurecía tendrían una pelea que no sabía si podría ganar o no. Pero aunque ganara, de seguro que se llevaría algún buen golpe.

- ¡No hagas tanto ruido! - recriminó a Bimbawa. Aquellos a quien perseguían podían estar cerca, incluso espiándoles en ese momento... Quizá hubieran dejado algún explorador rezagado, y la prostituta riendo y saltando en las orilla del agua llamaba demasiado la atención.

-No somos los primeros hombres que lo ven, id... Rastrojo-dijo el jefe de los Hostigadores, corrigiendo rápidamente sus palabras. Aunque sí era la primera vez que veía algo así por sus propios ojos, sabía que en los anales la Compañía había viajado mucho y visto más. 

-La Compañía ya ha visto cosas así antes. Son mares, como lagos, pero más grandes, y con el agua moviéndose y salada. Aunque no esperé ver ninguno por mi mismo...

- M-maaar.- Repitió Sabandija anonadado. Estaba ojiplático, como hipnotizado por el vaivén de las olas. No podía entender qué era lo que podía causar aquellas ondulaciones en el agua, como si del cielo estuvieran cayendo continuamente enormes rocas que agitaban el agua. Se acercó a la orilla por la blanca arena y metió la mano en el agua. Se la llevó a la boca y la sacó rauda arrugando el rostro y escupiendo.- ¡Puaj! ¡Está salada!.- No entendía nada. La orilla de aquel enorme río era una arena suave y nada fangosa.- No hay limo.- Lo mejor sería vadear el río hasta encontrar el paso pro el que hubieran escapado lso esclavistas. ¿Pero hacía qué lado? No había corriente longitudinal sino que venía perpendicularmente.

Se acercó hasta la orilla de aquella enorme superficie de agua. Tras escuchar a Matagatos, asintió, aceptando lo que decía. Fue avanzando, dejando tras de sí las huellas de sus pies. Cuando una ola le alcanzó, reculó con rapidez, no asustado, pero sí sorprendido. Fue cuando pudo apreciar que las huellas desaparecían bajo el barrido de las aguas. 

-Matagatos, esta agua borra las huellas que dejamos en la arena. No creo que los secuestradores se hayan metido en este... mar -su cabo había dicho que así se llamaba, de modo que así se referiría a él, aunque ello hiciera que de algún modo tuviera que refrendar el estupido bautismo de Rastrojo-, pero sí avanzado por su margen. Su rastro se habrá borrado, aunque quizá no totalmente. Podríamos avanzar en dos grupos, en ambas direcciones y tratar de descubrir algo que nos indique cuál de ambos sentidos es el correcto. 

Mientras hablaba, se puso la mano en visera y oteó a lo largo de la orilla, en un intento de distinguir algo relevante. 

Tuvo que refrenarse porque Bimbawa se le adelantó en la reacción que ella misma estuvo a punto de mostrar. Sí, correr como una niña por la arena, dejando que el agua lamiera sus pies, incluso metiéndose en ella hasta tener que bracear para mantenerse a flote. Aquello era realmente bello, impresionante.

Boquiabierta, se detuvo, porque habían aparecido allí de golpe, después de la espesura.

-Por la Diosa... esto es... esto es...

Precioso.

Ponían nombre a aquello, Mar. Y coincidían, el robahuesos y su hermano. Por tanto, puesto que lo decía Matagatos, Mar.

-¿Podemos...? podríamos quedarnos un rato, ¿no? Quizá bañarnos...

Pero Ponzoña estaba diciendo justo lo contrario, y ella se calló, aún con la mirada perdida en el horizonte y la sonrisa boba.

Preocupado durmió bien sabiendo que nadie se caería de las nubes y les aplastarían, las explicaciones de Rastrojo habían sido muy claras y suficientes para el infante, que por supuesto había pensado ni por un momento que el aprendiz de chamán pudiera haberse inventado la historia.
Al día siguiente se pusieron en marcha temprano y durante las primeras horas Preocupado siguió sentado en el carro sin demasiadas fuerzas, al menos hasta que una suave brisa y sobre todo una visión expectacular hizo que se levantara boquiabierto contemplando el enorme río que habían descubierto. Tanta fue su sorpresa que no se dio cuenta en el momento que sus heridas casi habían curado por completo gracias a la intervención de Rastrojo y los espíritus.

-¡Maaar! -Gritó con admiración.- Es el río más grande que he visto nunca...

Preocupado miró aquella enorme masa de agua con algo de suspicacia, a pesar de su belleza el hecho de lo desconocido levantaba preocupaciones en el infante. Escuchó a Matagatos y después miró como Sabandija escupía agua de aquel río enorme.

-¿Salada? Eso es muy preocupante. ¿Como es posible que un río esté salado? ¿Así como se supone que vamos a beber?

Miró a Rastrojo, seguramente el chamán tenía una solución para aquello, no le cabía la menor duda, pero mientras la compartía con el grupo el infante seguía con sus preocupaciones. Se metió con mucha precaución en el agua y con su lanza fue tanteando el suelo hasta que consideró que era suficiente.

-Parece cada vez más profunda, creo que llegaría a cubrirnos si seguimos caminando hacia dentro del río. Vamos a necesitar barcas si queremos cruzarlo.

Negó con la cabeza ante la petición de Khadesa de quedarse allí un rato y bañarse, estaban en una misión y en unas tierras desconocidas y potencialmente peligrosas. Preocupado podía imaginar mil y una maneras en las que muchos tipos de bestias o enemigos les atacaban y allí no había ningún refugio cercano.

Además por mucho que te laves pitonisa...

Salió del agua, quizás había animales acechando y quien sabía que efectos dañinos podía hacerle aquel agua tan extraña, lo mejor era quedarse prudentemente en la orilla una vez descubierto que la profuncidad iba creciendo cada vez más.
Se quedó mirando al grupo, no le gustaba el plan de Ponzoña de separarse, pero era un soldado y estaba acostumbrado a obedecer órdenes, aunque estas no le agradaran. Solo faltaba por ver que se decidía finalmente, mientras tanto permaneció vigilante por si veía algún enemigo cerca.

Era una suerte que la palabra mar fuese tan corta y fácil de reproducir accidentalmente, así Rastrojo no quedó tan idiota: algo cerca estuvo de identificar correctamente el río... lago... masa de agua. Aunque fuese de chiripa.

Decisiones, decisiones, decisiones... Vale, primer punto: nada de bañarse. No es agua limpia: lleva sal. Bañarse ahí me parece una guarrada. Si alguien cree que huele mal, que se eche tierra en los sobacos, como todo el mundo, o en este caso, arena. Pero nada de bañarse en el mar.

¡¿Lo has oído, Bimbata?! ¡Vuelve!

Bimbata dobló la cintura para hundir la cabeza en el océano y refrescarse, y volvió como se le había indicado. Quedaba el asunto de qué hacer. Rastrojo estaba bastante seguro de que deberían seguir recto, parecía lo más probable, así que no prestó atención a la idea de su Rastreador Oficial de dividir el grupo. Por otro lado, Preocupado tenía razón, si los Esclavistas de la Linde no pudieron vadear el río... lago... o masa de agua, eso es que debieron usar barcas.

Está bien, ya he decidido el segundo punto: haremos barcas. Formad equipos de dos en dos para ir más deprisa. Cada equipo talará un árbol y lo horadará hasta vaciarlo para convertirlo en una canoa. ¡Me pido con el leñador!

Estupendo, Rastrojo. Me gusta ese entusiasmo. Lo primero que debemos hacer es escoger un buen tronco. La clave está en... ¿Rastrojo?

Rastrojo le dió la espalda a Ikharus y ató su camello Mancillado a uno de los árboles. Después se tumbó en la arena y se echó una siesta.

Ya veo... Me toca hacer el trabajo de los dos. Puñetero grandísimo hijo de puta...

El Usurero debió de pensar lo mismo, porque lanzó una mirada de superioridad a su guardaespaldas.

Rufián, la puta y yo somos lo suficientemente ligeros para ir en una canoa de a tres. Llévate a Bimbawa por si te sirve de ayuda en algo.

Salchicha también era ligero, así que podría compartir canoa con Campaña y alguien más. Pronto comprenderían que la tarea era más técnica que física, ya que sin las herramientas adecuadas la pericia de cada uno diría mucho del acabado de cada construcción. 

Preocupado asintió satisfecho ante la decisión de Rastrojo, no estaba demasiado acostumbrado a que alguien hiciera caso de sus preocupaciones.
Pero la tarea que tenían por delante también le preocupaba. Hacer canoas no era un trabajo sencillo y tampoco tenía las herramientas necesarias, su lanza era inútil a la hora de talar un tronco u horadar un árbol. Y antes de eso estaba la delicada tarea de escoger un compañero. Miró a su alrededor y deshechó automáticamente a Khadesa, no solo era una mujer, además era una pitonisa, ni siquiera pensaba que fuera a participar en todo aquel proceso.

Lo mejor será que se bañe, claro que Rastrojo lo ha prohibido con mucha prudencia por lo que pueda pasar.

De todos los que quedaban no tenía especial relación con ninguno. Supuso que los Hostigadores se arreglarían entre ellos así que se volvió hacia Sabandija, le preocupaba que intentara abusar de la bondad y permisividad de Rastrojo y aprovechara la situación para escaquearse.

-Sabandija, tu vendrás conmigo, buscaremos un buen tronco, firme y grande. ¿Has construido alguna vez una canoa? Necesitaremos hachas. ¿Tienes alguna?

Sacamantecas maldijo en silencio su fortuna. Desde luego hoy no era su día, así que si por algún casual alguien decidía organizar una partida de puñales, era mejor que él no jugara.

Miró a Usurero y asintió levemente ante las órdenes. Luego llamó a la puta a voces.

- ¡Bimbawa! ¡Conmigo! Hay que encontrar un tronco decente que derribar. – Dijo con tono autoritario mientras echaba a andar en dirección a la vegetación por la que acababan de llegar. Cerca de ese… mar o como se llamara, no encontraría nada útil para hacer una balsa.

Vio varios troncos que podían ser útiles… Madera resistente pero flexible… Y estudió diferentes opciones para ver cuál podría ser la mejor…

Finalmente se decidió por un árbol no muy alto, de tronco grueso y con pocas ramas.

- A ver… Colócate de ese lado. – Indicó a Bimbawa mientras él rodeaba el árbol y comenzaba a darle machetazos cerca de la base. – Cuando empiece a inclinarse avísame para que revise por si tengo que corregir la trayectoria. – Explicó.

- Y no dejes que te caiga encima. Usurero me despellejaría si te pasa algo. – Claro, la puta era una propiedad valiosa… mucho más que un rufián que hacía las veces de guardaespaldas.

Sí, Sacamantecas podía infundir temor en los corazones débiles para que pagaran a Usurero. Podía romper huesos y hacer heridas menores si era necesario para cobrar las deudas. Pero la prostituta era la que traía dinero al negocio. Ante eso Sacamantecas no podía competir.

Sabandija dio un respindo al escuchar su nombre en boca de Preocupado.

- ¿Si?- Al parecer le tocaba construir una canoa con el recién recompuesto infante. De todos los que había allí era con el que menos le importaba a hacerlo.- Yo nunca he construido una canoa. Siempre que me he metido en un río lo he hecho así, sin más.- Sabandija nadaba mejor que el mejor de los perros. En cuanto tenía ocasión el explorador se lamía las manos que habían estado en el mar pues ahora que se había secado el agua quedaban los restos de la sal.- No tengo hachas pero sí machete y lanzas claro. Y soy bueno haciendo nudos.- No sabía para qué serviría aquello pero tenía que decirlo.

Parecía que si Matagatos no estaba allí para arreglar todas las ridículas ideas de Rastrojo, estaban condenados al desastre. Esperaba que tomara en serio el consejo de Ponzoña, pero se ve que no era suficiente para que el chamán cambiara de idea. Echó un vistazo a la orilla, y más allá, y no vio nada. Absolutamente nada más allá de agua.

-Rastrojo, no creo que sea buena idea. No veo la otra orilla. No sabemos cuanto puede extenderse, podríamos acabar perdidos en mitad del agua salada. 

Ponzoña seguía a lomos del caballo. Las órdenes de Rastrojo eran como el meado de un borracho. Apestaban y más cuando tras decidir lo que los demás debían hacer, se tumbó para dormir. Ignoraba la ventaja que les llevaban, pero aquello era una pérdida de tiempo, un tiempo del que no disponían. Así que tiró de las riendas, haciendo recular al caballo. Miró a un lado y a otro. Al norte, la playa se `perdía en el horizonte. Al sur, podían distinguirse unas formaciones rocosas.

-Matagatos, me acercaré hacia allí. A buscar troncos -dijo irónicamente-. Echaré un vistazo y regresaré.

Le preocupaba la poca capacidad que Sabandija decía que tenía para construir una canoa, aunque no estaba seguro si era verdad o se trataba de algún tipo de excusa para escaquearse del trabajo duro.

Supongo que habrá que comprobarlo.

Por su parte había visto como se hacía y había ayudado tiempo atrás a la construción de las grandes balsas que habían transportado a la Compañía Negra hacia Cho'n Delor, suponía que eso sería suficiente para poder realizar la tarea encomendada con éxito.

-No te preocupes, nos las apañaremos bien, seguro que tu machete nos sirve. Primero vamos a buscar un tronco, vayamos hacia esos árboles de allí. En cuanto a los nudos... creo que no nos serán de utilidad en la canoa, si fuéramos a construir una balsa sería distinto, ahí si que tendríamos que atar bien los troncos entre sí.

Rememorando su anterior viaje por el río cayó en la cuenta que las canoas solo servirían para transportar a las personas, pero los carros y herramientas, así como los animales no podrían viajar en ellas. Eso le preocupaba, por fortuna la habilidad de Sabandija con la cuerda podría serles de utilidad. Preocupado se acercó al aprendiz de chamán con cuidado, no quería molestarlo en medio de su meditación trascendental, pero debía decirle algo importante.

-Rastrojo, Sabandija me ha dado una buena idea. ¿Y si en vez de canoas construimos una gran balsa? Así podremos llevar los carros y los animales con nosotros.

Ngggggg... ZzzzZZZzzz... Nggggggg... ZzzzzZZzzz...

Esa fue toda la respuesta que recibieron, tanto Preocupado y su propuesta de construir una balsa, como Matagatos y sus intentos de que Rastrojo entrara en razón. El chamán había hablado. En ronquidos, pero su opinión era contundente: las canoas debían ser construídas.