Partida Rol por web

La noticia se había propagado como la peste. Dos días antes, la prosituta Elefanta y uno de los nuevos Rufianes de Usurero, que atendía al nombre de Zafarrancho, salieron del campamento a fornicar. Se cree que no lo hicieron en la tienda de Elefanta por ser Zafarrancho un hombre casado que necesitaba especial privacidad, después de haber sido perseguido y sacado por la oreja de la zona de las prostitutas por su temperamental esposa. En esa salida nocturna ocurrió lo peor. Bueno... no se sabe exactamente qué ocurrió. Encontraron el cadáver de Zafarrancho y el de un hombre vestido con los ropajes de los Esclavistas de la Linde. Elefanta aún hoy está desaparecida.

Existen tres tesis de lo que ocurrió esa noche...

-Unos Esclavistas de la Linde acecharon el campamento de la Compañía Negra. Zafarrancho dió muerte a uno de los asaltantes. Los Esclavistas mataron a Zafarrancho y se llevaron a Elefanta.

-Unos saboteadores del Triplete acecharon el campamento de la Compañía Negra vestidos con ropas de los Esclavistas. Ahora que se han hecho con una prostituta, la torturarán para sonsacarle toda la información de alcoba que a algunos altos mandos se les haya podido escapar en sus visitas a Elefanta. La táctica. La ubicación de las tropas. Las defensas que custodian al antiguo Capitán más al sur. La Compañía Negra está a punto de ser diezmada. ¡Será el fin!

-Un Oscuro (probablemente un mago, ya que los pocos Oscuros que funcionan en la cama tienen que valerse de la magia) eyaculó semilla maldita en el útero de Elefanta. El demonio poseyó a la prostituta. Sacó a Zafarrancho del campamento, quizás a la fuerza, quizás mediante engaños, y copuló con él. Elefanta mató a Zafarrancho, parió esa misma noche al hijo de ambos y lo vistió con magia, con ropas parecidas a las de los Esclavistas de la Linde. Luego mató a su hijo y se marchó corriendo por la sabana mientras auyaba a la luna. Esta es la versión más extendida entre los K'Hlata.

En cualquier caso, desde que ocurrieron esos hechos el campamento no se ha desplazado ni media legua hacia el sur. Y como los hombres no pueden gastarse el dinero en prostitutas, se lo gastan en grog y en el juego de los Puñales.

En una de las mesas, con Matador en el papel de verdugo, Rastrojo trataba de batir el resultado de Lombriz.

¡Veintiocho! Rastrojo está a un punto de igualar a Lombriz.

Buf... Un doble. Un doble, daditos, un doble. No dejéis que me pase. Dos treses o dos cuatros. Papi necesita dos treses o dos cuatros. Vengaaaa...

El chamán lanzó los dados. Uno de ellos se paró mostrando el seis. Ya era seguro que no se iba a llevar nada. Rastrojo se llevó las manos a la cabeza, mientras que Matador agarró el mango de su cuchillo, solo por si salía el doble seis y tenía que actuar. El segundo dado siguió rodando hasta la jarra de grog de Tarado. El dado quedó en equilibrio, con una de sus aristas sobre la mesa, y otra apoyada sobre la jarra.

Anda, qué curioso. Si yo ahora levanto la jarra para beber, el dado se inclinará lo suficiente para sacar un cuatro, y Rastrojo perderá su plata. Pero si muevo la jarra a la derecha, el dado se inclinará para el otro lado y sacará un seis. ¡Doble seis, Rastrojo! ¡Los Puñales! Y veo que no tienes suficiente plata para multiplicar por nueve tu apuesta...

El doble seis en el juego de los puñales implicaba aumentar el bote para quedarse con el resultado o no pagar y sufrir las consecuencias. Esas consecuencias implicaban que el Verdugo te clavase el puñal en la mano, dejándote una marca de mal fario que en el caso de un aprendiz de chamán acabaría de demostrar que los espíritus no estaban de su parte. Sería el fin de su carrera chamanística. Con un Verdugo rudo y sádico, como Matador, hasta era posible que a Rastrojo le cortaran la mano.

Tarado agarró la jarra y la separó un suspiro del tapete, lo suficiente como para poder moverla lateralmente, y maldecir a Rastrojo por siempre jamás. A su vez, Rastrojo saltó en plancha sobre la mesa, cayendo sobre el bote y notando cómo cada pieza de plata se le clavaba en el estómago. Gracias a eso salvó la distancia que lo separaba de Tarado y agarró también la Jarra del Destino.

Bueno, es obvio que el resultado que saqué es un diez, Matador. Total treinta y ocho. Me he pasado. He perdido. Qué se le va a hacerrrrr...-masculló, forcejeando por el control de la jarra.

El duelo entre Tarado y Rastrojo hacía oscilar peligrosamente el dado hacia uno y otro lado de la arista.

Nah. No tan deprisa. Tengo curiosidad por ver hacia dónde cae ese dado-dijo Matador, con una sonrisa, desclavando la punta del cuchillo de la madera de la mesa.

Sabandija se acercó a donde se jugaban Los Puñales a su manera, como de puntillas, como quien no quiere la cosa. No se hubiera acercado de no haberle parecido que su guía espiritual estaba tentando a la suerte.

Efectivamente.- Se aproximó un poco más y alargó el cuello como hacen las tortugas para poder ver qué demonios pasaba, el por qué de toda aquella algarabía. Tragó con dificultad ante la peliaguda situación que se le presentaba al chamán debido al capricho de los dados. Incapaz de intervenir por miedo a las represalias se quedó observando con los puños apretados, a una distancia prudencial, angustiado, temeroso por la suerte que fuera a correr el único chamán que se dignaba a hacerle caso.

La tienda de grog estaba relativamente vacía, aunque en realidad había mucha gente, lo relativo se debía a que desde que las meretrices no trabajaban aquello solía estar lleno hasta la bandera casi siempre, pero al pasar y ver que había sitio suficiente para tomar una jarra tranquilo no lo dudó. Además muchos estaban concentrados alrededor de una mesa donde unos pocos estaban jugando a los puñales. Distinguió a Rastrojo como uno de ellos y se sorprendió, pero ¿Quien era él para decir lo que un chamán podía o no podía hacer? El juego no era para Preocupado, siempre pensaba en su futuro y no quería malgastar ninguna de las pocas platas que era capaz de ahorrar, el trabajo como mercenario era duro y quizás cualquier día podía morir, pero le preocupaba quedar lisiado y no tener algo de dinero para sobrevivir o llegar a ser demasiado viejo para combatir, entonces necesitaría sus platas, no podía malgastarlas así. En cualquier caso comprendía que era una de las pocas distracciones que la gente se podía permitir allí y lo aceptaba, le preocupaba que algunos no pudieran distraerse con el juego del ambiente opresivo en el que se encontraban a menudo, aunque también le preocupaba que pudieran perder demasiado dinero y ponerse violentos, o perder una mano por las malas tiradas... El mundo estaba lleno de preocupaciones.

Un pequeño alboroto en la mesa llamó su atención y vio como alguno se acercaban a ver que pasaba. Al parecer el destino de Rastrojo se encontraba comprometido y en manos de Tarado. No era la mejor de las personas para estar en sus manos, aquel hombre hacía honor a su nombre. Además Rastrojo era el aprendiz de Caratótem y el futuro chamán de la Compañía Negra, no podía permitir que le pasara nada. Quizás una oportuna distracción sirviera para que Rastrojo consiguiera imponerse en la pugna.

-¡EH! ¡TARADO! -Esperaba que con eso llamara su atención y el Campamentero girase la vista lo suficiente para que Rastrojo pudiera salvar su mano.- ¿No te debía una jarra de grog? Ven antes de que se me vuelva a olvidar.

No te preocupes, nggg... ¿No ves que ahora mismo tengo mi jarra llena? Tan solo... nggg... Tan solo... tengo que levantarla un... ngggg.... yaaaaah...

Es lo malo de las peleas del juego de puñales, que Gordo Wem sirve copas gratis a los participantes. Son las tipícas peleas que no se arreglan con alcohol, y eso que el alcohol suele ser la solución a todo.

En la mesa seguía la pugna. Casi a la vez, Tarado y Rastrojo sumaron a la jarra la mano libre. Las fuerzas seguían equilibradas, y el dado tembloroso.

¡Qué estás mirando, Sabandija!

Lombriz no poder coger su bote si Rastrojo estar encima. Lombriz mover a Rastrojo.

Tocar a los chamanes es pecado, pero Rastrojo es solo medio chamán, así que Lombriz creyó en su razonamiento que sí se podía medio tocar a Rastrojo. Pasó sus dedos por el costado de rastrojo, someramente.

¡Cosquillas, cosquillas, cosquillas!

Jajajajaja... ¡hijo de puta!

A pesar de las cosquillas, Rastrojo se resistía a soltar la jarra. A su vez, el peso de Rastrojo sumado al contorneo por las cosquillas fue demasiado para la mesa, que crujió y se partió longitudinalmente. Los dados y la plata (salvo la del bote) salieron disparados. Rastrojo soltó la jarra al caer sobre las monedas que había en el centro de la mesa. Las manos de Tarado se dejaron llevar hacia la derecha, y el grog salió disparado hasta bañar a uno de los soldados que había en la mesa de al lado. Se avecinaba pelea...

¡Rastrrrrojoooo, te voy a matarrrrr!

Matador sujetó a Tarado por debajo de las axilas, mientras le dejaba patalear. Los de la mesa de al lado ya empezaban a levantarse para vengar a su compañero regado de grog, a puñetazo limpio.

Mira... me estás poniendo en un compromiso, Tarado. Por un lado quiero soltarte para que le pegues una paliza a Rastrojo. Nada me proporcionaría mayor interés. Pero soy el Verdugo, y tengo que mediar en este tipo de asuntos...

¡QUE TODO EL MUNDO BUSQUE LOS DADOS!

Con suerte un doble seis dejará a todas las partes satisfechas...

Las telas de la entrada de la Tienda del Grog se apartaron con la irrupción de un recién llegado.

¡Rastrojo! ¡Rápido! El Capitán te llama a la Tienda de Mando.

La cara de Rastrojo se iluminó. Llevaba esperando su ascenso a Chamán de la Compañía desde hace un año, y no se le ocurría qué otro asunto le podía llevar a presencia del Capitán.

Bueno... ya lo habéis oído. Yo, si tal, tengo que irme-dijo poniéndose en pie-. Me quedaban cinco platas por jugar que no estaban en el bote. Luego paso a recogerlas y me contáis en qué ha acabado todo.

Como un tornado, después de causar todos los estragos y sembrar el caos, Rastrojo se fue. Quedaba en la Tienda del Grog un combate pendiente. Un puñetazo furtivo golpeó la mandíbula de Tarado haciendo que se escapase de la presa de Matador y se cayese al suelo.

Sabandija pegó un respingo al escuchar gritar su nombre en boca de Tarado y, viendo que se avecinaba tormenta, se escabulló para salir de allí tras Rastrojo. ¿Qué es lo que querría el Capitán del chamán? Sabandija le profería un gran respeto pero, por lo que había visto, no era lo más común entre sus Hermanos. ¿Un castigo?

Seguro que es eso, otro castigo.- Le fastidiaba porque los castigos ponían a Rastrojo de mal humor y eso hacía que su carácter, difícil de por sí, se agriase aún más.  todo ello hacía que el chamán se mostrase menos receptivo a las peticiones de Sabandija.

Su estratagema no había funcionado y tras eso todo se había desmadrado un poco, tan solo la entrada de Cielo llamando a Rastrojo pues el Capitán lo llamaba pareció dar una salida al aprendiz de chamán. Pero el infante estaba preocupado por lo que pudiera suceder, no solo con el Capitán, que ya era otro asunto, si no con el resultado de los dados.

Será mejor que busque esos maltitos dados antes de que lo haga alguien enfadado con Rastrojo.

Así podría decir un resultado que no le hiciera al chamán perder una de sus manos al menos.

Con la marcha de Sabandija, las peleas se acrecentaron. Era como si la presencia de Sabandija y su aspecto apocado quitasen las ganas de pelear en serio, y sin él toda la agresividad dió rienda suelta en el interior de la tienda.

¡Eh, tú! ¡Un Verdugo nunca permite que hagan daño a sus jugadores! ¡Ese es trabajo mío!

Matador devolvió el puñetazo al que había tumbado a Tarado, uniéndose a la pelea. Tarado aún estaba enfadado con Rastrojo, pero al levantarse chocó accidentalmente con otro soldado que se había apartado para evitar un puñetazo: ese fue el siguiente foco de atención de Tarado, que se lanzó sobre él. Mientras, Lombriz estaba en el suelo, recogiendo una a una las monedas de plata del bote que habría ganado de no ser por la interrupción.

Preocupado encontró el primero de los dos dados. Enseñaba la cara del seis. Por ahí había un segundo dado que encontrar...

Como era habitual cuando los ánimos estaban caldeados, y con la falta de meretrices lo estaban mucho, la pequeña pelea poco a poco y de manera casi accidental comenzó a hacerse mucho más grande. Eso habría preocupado al infante en otras circunstancias, pero ahora podría aprovechar que todos, o casi todos, estaban distraídos para buscar el dado que faltaba, tan solo había encontrado uno, pero no bastaría para exculpar a Rastrojo. Lo único que le preocupaba era no recibir un golpe accidental mientras lo hacía.

Sabandija irrumpió de nuevo en la Tienda del Grog. La pelea había ido a peor. Quizás Gordo Wem se haya escondido detrás de la barra, quizás detrás de algún voluminoso tonel. Lombriz y Preocupado estaban a cuatro patas. Lombriz recogía las platas tiradas en el suelo, después de todo era el que tenía la tirada más alta antes de que llegase el alboroto. Preocupado buscaba los dados, a cuatro patas, pasando desapercibido para los que armaban el jaleo.

Preocupado empezaba a preocuparse. La interpretación de los resultados de los dados perdidos la realizaría Matador. Un seis podía ser el resultado del dado que faltaba, o el dado que ya estaba sobre la mesa antes de que se rompiese. Vió a lo lejos un pequeño objeto blanco... nada, era un cráneo de pájaro de una comida de ayer. Otro objeto blanco... este sí era el dado. Trató de acercarse, pero uno de los participantes en la trifulca le dió una patada al dado sin querer cuando trataba de esquivar un puñetazo. Rodó por el suelo, tras el dado, y estiró la mano para hacerse con él, sin inclinarlo, para saber el resultado: un dos.

Aquello era de locos, en cualquier momento alguien le pisaría o le pegaría una patada, sin querer o queriendo porque en aquellas peleas uno nunca estaba seguro del todo y a veces la gente aprovechaba para saldar alguna rencilla pendiente. En cualquier caso encontrar el dado que faltaba le preocupaba aún más.

¡Allí está!

Gateó rapidamente en busca de su objetivo pero al acercarse comprobó que lo que pensaba que era el dado tan solo se trataba de un desperdicio de algún plato, una cabeza de pájaro para ser más exactos.

Mierda, eso no es.

Giró la cabeza en una y otra dirección intentando esquivar con la mirada todas las piernas que se movían a su alrededor y esta vez si vio lo que buscaba. Se movió lo más rápido que pudo pero alguien pateó el dado.

No, no, no, no, no puede ser...

En un movimiento desesperado rodó por el suelo y estiró su brazo lo máximo posible, los espíritus estaban con él y consiguió atraparlo.

Un dos, es un dos, esto salvará a Rastrojo.

Preocupado se levantó como si no hubiera ninguna pelea ya, todo lo demás acababa de perder importancia ante su descubrimiento y alzó sus brazos enseñando en cada una de sus manos el resultado de cada dado.

-¡Matador! ¡Encontré los dados! ¡Un seis y un dos! ¡Ha sido un seis y un dos! ¿Lo has visto?