Partida Rol por web

Quince días después del incidente con "la invisible" la Sturgeon llega en un estado aceptable a la estación Tycho.

Tycho es la mayor estación móvil del sistema. A diferencia de Ceres y los otros habitats, la estación cuenta con un sistema de motores que le permite ir a donde sea necesario para trabajar. Algunos de sus logros más famosos es haber dado su rotación a Ceres o construir la Navoo. Pero sin duda últimamente es más conocida por ser la capital de-facto de la OPA.

La MacMahon ha alquilado un muelle y un equipo de mecánicos que se encuentran esperando la nave. No ha sido tan generosa con la tripulación, solo ha puesto una habitación a disposición de Briannah, el resto de la tripulación tendrá que dormir en los pequeños e incómodos camarotes de la Sturgeon.

Pero lo más sorprendente es el mensaje de texto que reciben antes de aterrizar. No solo porque los mensajes de texto estén bastante pasados de moda. Si no por su firma.

"Me he enterado de su perdida. Permitanme expresarle mis pésames y mi confianza en que encuentren a su compañera sana y a salvo. Para lograr ese objetivo me gustaría tener una conversación privada con ustedes. Apostol Britch. Iglesia de los Santos de los Últimos días"

Haviland había pasado los días de viaje restantes hacia Tycho a la espera de un mensaje que nunca llegó. Para lo que él respectaba su reputación estaba totalmente mancillada aún y eso lo tenía desanimado. Pasó sus ratos de descanso estudiando las costumbres de la Estacion Tycho. Tendré que buscar un nuevo trabajo allí después de todo,pensó.
Sorpresa la suya cuando recibieron un mensaje de un apóstol que conocía de algún modo la situación en la que estaban, de esas cosas y los rehenes ya se ocuparía Briannah, la arpía. Pero más sorpresivo fue cuando recibió el contacto de la cuadrilla de reparación de Tycho con el presupuesto para reparar la nave, y otra partida adicional, cuando la leyó gritó con júbilo.
-¡Oh, si nena!- significaba que le habían creído, su orgullo se recuperaba
-¡Dieron luz verde para armarnos y me han dado un bono! Nuestra bebita tendrá su propio cañón de rail, sistemas avanzados de guerra electronica y un sistema de PDCs, ¡ya quiero estar frente a esa fragata enemiga otra vez en estas condiciones!- el viejo piloto de combate de sesenta y cinco años parecía un crío de la alegría. Y sabía perfectamente qué era lo que le hacía falta a la nave.
-Jujujuuu- reía de la emoción mientras marcaba en la terminal conectada a los servicios del astillero la compra con el bono, un tubo lanzadera y dos torpedos, y con el resto más los ahorros que ya tenía, un robodrón y algunas cosillas para mejorar su equipo.
-¡Hoy será un estupendo día!- dijo con una notable sonrisa cuando recibió el dron y las "chucherias", un accesorio taser para su pistola y seis granadas, tres sónicas y tres de termita.
-Mis señores, nunca se sabe cuándo podríamos necesitarlas, por favor, úsenlas sabiamente.- Se guardó para sí una granada sónica, y se acercó primero a los Señores Moss, Looter y Bower con el estuche para darles una a cada uno si lo deseaban, luego al Señor Weaber, quien estaba junto al detestable de su primo Okoye. Solo quedaba una* por entregar, pero cuando se acercó al jefe de seguridad y antes de que éste tuviera oportunidad de hacerlo, Haviland la tomó y guardó para sí. -Ups, parece ser que ya no quedan-le dijo con una leve sonrisa.

Haviland configuraría su nuevo robot para vincularlo con su terminal. Cuando no esté en uso lo pondría en su camarote con vista a sus pertenencias y con el modo de grabar encendido cuando detectara movimientos en el lugar.

Randall descendió hasta el muelle tecleando en su tablet. Finalmente había sido capaz de descifrar la identidad del capitán de la nave atacante. Asentía mientras leía la información, de suerte que a punto estuvo de irse de morros en una aparatosa caída. Por fortuna fue capaz de recuperar el equilibrio a tiempo de evitar la caída. 

Pasó la información a todos los tripulantes para que la tuvieran disponible, antes de preguntar.

-Bueno, supongo que finalmente entregaremos a nuestros rehenes. Obviamente jugamos en casa ajena así que no sé qué más podemos hacer al respecto, mal que nos pese. 

Su terminal anunció con un característico pitido la entrada de un mensaje de texto. Lo leyó.

-Bueno, supongo que pueden quedar confinados en la Sturgeon un rato más mientras vamos a visitar a este inesperado benefactor.

Asho se encogió de hombros cuando aquel hombre chuleó a su primo y se guardó el nuevo regalito en su cinturón. Armamento regalado es armamento no comprado, que decía siempre su primer bosmang.

El viejo parecía disfrutar provocando a Okoye, lo cual no era demasiado inteligente teniendo en cuenta que era uno de los dos encargados en protegerles.

No tenía muy claro qué había pasado entre ellos dos, conocía la versión de su primo, la cual le había contado en innumerables ocasiones aquellos quince días de recuperación, pero también sabía lo poco honesto que sería en explicar alguna responsabilidad por su parte...

Yo aún tengo que marcar a alguno. - dijo Asho tocándose la cicatriz.

Había rechazado una curación limpia, disfrutaba teniendo recuerdos de sus combates.

Lo que no sé es por que ese rezasantos conoce lo que ha pasado...

. -Ups, parece ser que ya no quedan-le dijo con una leve sonrisa.

Quedatela, quedatela - le dijo Okoye, sin importarle demasiado - Asi le hara compañía a todas las papeletas que estás acumulando.

El estuche de granadas estaba prácticamente lleno, al parecer los científicos de la nave no estaban interesados en esta clase de objetos peligrosos y no era de extrañarse. Solo Titus Weaver había agarrado una, al viejo piloto de combate le pareció notar que cuando el joven de seguridad lo hizo, le costó decidir si quería una de termita o sónica.
-Señor Weaver- dijo y le guiño un ojo, mientras con una mano le alcanzaba una granada de la otra clase que no había elegido, y guardó el resto.
-¿La señori...señora Lorenzo ya se ha comunicado desde sus aposentos?-
Aún no quedaba claro qué harían con los rehenes, Haviland en caso de que quedaran solos cuando vayasen a ver al apóstol, revisaría que sus esposas y ataduras estén bien puestas, su compuerta cerrada sin acceso y si intentaban escapar trataría de evitarlo con su robot.

Tugut. - agradeció Asho tomaba la segunda granada en el aire y una sonrisa tosca aparecía en su rostro.

Si el viejales quería congraciarse con la tripulación a base de lanzar créditos, él no iba a ser quien pusiera pegas, faltaría más.

¿Cuál fue el trato con los prisioneros? - preguntó al grupo en general. - Porque no creo que vayamos a quedárnoslos de mascotas para siempre. No tengo problema en quedarme a cuidarlos mientras vais a rezar...

Randal se encogió de hombros. 

-Es solo saber si para la oferta de ese Apóstol puede influir en algo el tenerlos. Luego de hablar con él, decidimos. Yo tampoco tengo problema en quedarme para vigilarlos.

Briannah aceptó con naturalidad la identificación para su habitación. Por supuesto, son obvios ciertos privilegios que esta gente no entenderá, pero es su problema.

Escuchó con sorpresa el mensaje.

- ¿Es que nadie sabe mantener cerrada la boca en esta nave? Entre chivatos y envidiosos al final vamos a tener que limitar la información a la que cada uno necesite estrictamente y va a ser mucho peor para todos.

Después recordó qué era lo primero que tenían que hacer al llegar a Tycho.

- En cuanto a los rehenes  - odiosa palabra, esto era una expedición comercial - llevémoslo donde nos indicaron lo antes posible. No es bueno ni tener que custodiarlos más ni retenerlos. Recordemos que el capitán es un terrorista y ya estamos estirando la goma demasiado. Además - recordó en voz alta  - prometió darnos algo más de información sobre el interés en Talin.

-¡Dieron luz verde para armarnos y me han dado un bono! Nuestra bebita tendrá su propio cañón de rail, sistemas avanzados de guerra electronica y un sistema de PDCs, ¡ya quiero estar frente a esa fragata enemiga otra vez en estas condiciones!- el viejo piloto de combate de sesenta y cinco años parecía un crío de la alegría. Y sabía perfectamente qué era lo que le hacía falta a la nave.

Briannah no pudo reprimir un gesto de desaprobación, aunque no dijo nada. Simplemente sacó su PhoneVC* y anotó algo (no quería susurrarlo) en la ficha de Haviland. Desde luego la nave era responsabilidad suya, pero no quería desviaciones de los objetivos de la expedición. Se jugaban demasiado.

Haviland asintió ante la opción de hacer la entrega de rehenes primero, por si las razones expresadas no fueran pocas, también se corría riesgo con la cuadrilla de reparaciones dando vueltas por la Sturgeon.
Además, en el peor de los casos...
-Señor Looter, ¿contamos con su dispositivo rastreador?-

- Capitan en principio si, creo que funcionara - saco de una pequeña cajita un dispositivo minusculo, del tamaño de una lenteja pequeña.

- Mas pequeña era imposible de fabricar, total auntonomia, indetectable en principio y no emite hasta que se le indique, asi que no deberia revelar su posición ni ser detectado en principio .... -

Finalmente el grupo se dirige con los rehenes hacia el bar Paris de Tycho, donde han quedado con el Capitan Rodriguez.

El Paris es un café decorado a la antigua en la zona portuaria de la estación. Mesas de imitación a madera, techos altos con vigas falsas, todo para crear un ambiente de principios del siglo XX en microgravedad.

En cuanto ve a los rehenes el camarero sonríe reconociéndolos y les señala a una puerta que pone privado.

- El capitán y el resto de la pandilla están abajo. Me alegro de veros chicos. - comenta.

La parte de abajo es totalmente diferente al café: es un casino. Probablemente ilegal y lleno de maquinas de panchiko, mesas de cartas, ruido y gente. El capitán Quin esta en una mesa de poker, probablemente ganando a juzgar por la sonrisa que porta.

- Oye kopeng(1). Veo que tenéis palabra. - comenta mientras saluda al grupo - Beratnas(2), me alegro de veros. -  dice mirando a sus tripulantes

- Kowlting gut, bosmang(3). - contestan los ¿ex?-rehenes. Quin asiente.

- ¿Queréis jugar? - pregunta el capitán mientras hace un gesto hacia las sillas cercanas, las cuales inmediatamente se vacían para dejar sitio a los recién llegados.

Maldito malnacido que daño mi amada Sturgeon, pensó el veterano Cruyff al ver al Capitán pirata mientras se contenía.
-Por supuesto que tenemos palabra, al igual que la tiene usted, ¿verdad?-
Cuando preguntó si querían jugar con él, Haviland se sentó. -Creo que sabe qué es lo que queremos realmente... kopeng.- agregó finalmente.

- Oh, capitán, no jugaré contigo. ¿Te imaginas perder contra una mujer rodeado de tus amigos? Soy lista y aprecio mi vida. Tu parte del trato incluía una tarjeta de agradecimiento* por devolver a tus muchachos a casa sin sacos y con coloretes. Oh, Capitán, mi capitán -  seguro que un pirata no reconocería la antigua referencia literaria, pero no pudo reprimirla.

El capitán ignora la tarjeta de Briannah, pero asiento.

- Queréis saber quien nos contrató y donde esta vuestra kopeng. - comenta sin bajar demasiado la voz, como si no le importara que le oyeran - La respuesta es la misma. La hemos entregado a nuestro patrón. Siempre cumplimos los pactos. No puedo deciros gran cosa de la bosslet(1). Pero conozco a los dos tipos que la acompañaban. Basura del cinturón. Koyos(2) pinche baratos de Tycho. Os paso sus números - mientra habla toca en su terminal para transferiros la información, además de una foto de perfil malucha de una mujer que suponéis su contacto. Cinturionana sin duda, de unos cuarenta años.

Sonríe como si la entrevista hubiera terminado, pero finalmente añade algo más.

- Ji-ral(3) solo eran un cebo. Envié a dos de mis hombres para asegurar, ya sabéis, el punto de encuentro. Creen que la patrona llevaba seguridad adicional. Escondidos. Profesionales. Militares o incorporados. Inyas(4). Kenst?(5).

 Kowltim vedi fong bap unte kuwang.(6) - añade.