Partida Rol por web

El viaje había comenzado hacía apenas unas horas. Los rayos del sol habían salido sobre el horizonte, al este, y por primera vez a lo largo del día, Yuki y Kaede se dieron cuenta de lo cansados que estaban.

Desde la tarde anterior, los dos muchachos no habían parado. Después de un agotador día de ejercicios y entrenamiento, habían sido testigos de la horrible visión de Moriya junto al cadáver de Gaisei, y luego el maestro Okina había llegado y les había encomendado la tarea de encontrar a Naoe Shigen. Había sido un día tan intenso que no habían tenido tiempo de comer ni de dormir. Cuando amaneció, ambos fueron conscientes de que llevaban toda la noche caminando hacia el norte, y ni siquiera habían parado a descansar unos minutos. Eran guerreros, pero humanos... y el cansancio les golpeó de improviso.

Se detuvieron en la linde de un pequeño bosque de troncos finos y blancos, y acamparon. Llevaban ahí un rato cuando algunos carros empezaron a llegar por el norte, en dirección a Kyoto. Muchos eran simples comerciantes que no les prestaban atención, otros les miraban curiosos, y algunos incluso llevaban niños que sonreían encantados al contemplar la katana de Kaede y la naginata de Yuki. Estaba claro que les encantaban los guerreros.

En cualquier caso, era evidente que en los pueblos de alrededor de Kyoto la actividad cotidiana había comenzado. Tal vez no fuera difícil encontrar transporte en alguno de ellos...

Podían continuar descansado hasta haber repuesto fuerzas, o dirigirse al pueblo más cercano para ver si alguna comitiva estaba planeando dirigirse al norte, hacia Ishagi. O quizá existiera algún otro modo de viajar, ahora que tenían unos minutos para pensar...

El despertar con tanto ruido no me hizo nada bien. El cansancio aún hacía mella en mí. Tras desperezarme miré a Yuki - Creo que deberíamos bajar al pueblo y buscar transporte. Así llegaríamos más descansados y preparados para lo que quiera que pase.

Al acabar de hablar guardé silencio y continué mirándola esperando saber su opinión.

A pesar del agotamiento, entre ceja y ceja solo tengo cumplir el encargo de Okina, por lo que la mente me impulsa a moverme, aunque el cuerpo poco a poco va ganando la lucha.

Una vez nos paramos a descansar, contemplo feliz a los niños que parecen disfrutar viendo nuestras armas, en su infinita inocencia. Que bonita es la infancia, cuando las armas y los guerreros solo se relacionan a aventuras y grandes proezas; pero pro desgracia todos crecemos y vemos que la realidad nunca es tan maravillosa.

Escucho distraida el comentario de Kaede, que parece bastante sensato.- Si, creo que tienes razon- Me levanto de un salto, y ayudo a Kaede ( que parece bastante mas cansado) a levantarse.- Mientras antes vayamos, antes podremos partir. Venga!

Me levanto sin problemas y sigo a mi hermana hacia el carro. Cuanto antes nos subamos antes llegaremos.

Ambos jóvenes se levantaron de la mullida hierba y se dirigieron hacia el lugar del que venían los carros. No les servían los que se dirigían a la ciudad, pero sí podrían intentar subir a alguno que partiera de algún pueblo cercano. Caminaron durante algún rato, a paso tranquilo pero ligero, y no tardaron en llegar a un cruce en el que se alzaba una pequeña granja.

Aunque nunca habían estado allí, ninguno de los dos tenía tiempo para deleitarse con el paisaje y la sensación de conocer sitios nuevos. El corazón aún les oprimía por la pérdida de Gaisei, y su determinación seguía siendo la misma a pesar de que había llegado el día y la peor noche de sus vidas había quedado atrás.

Caminaron hasta la granja, y pudieron ver que algunos carros se detenían en ella para que los bueyes que los tiraban pudieran beber agua fresca y recobrar fuerzas. En total había unos doce carros, y cuando terminaban, algunos se dirigían a Kyoto, pero otros tomaban algún otro de los caminos del cruce. Si alguno se dirigía al norte, era una gran ocasión para ahorrar fuerzas viajando a bordo...

Mientras avanzamos hacia el cruce, siento pena por no poder conocer con mas detalles aquellas bonitas tierras, pero habia que tener las prioridades claras, y yo y Kaede sabiamos muy bien que teniamos que hacer.

Finalmente llegamos a un punto de reunion y descanso para las caravanas.- Seria buena idea preguntar a los viajeros hacia donde se dirijen. Con suerte, alguno puede que vaya al mismo sitio que nosotros, y podriamos llegar mas rapido y mas descansados. -Le comento a Kaede- Yo empezare por alli- Señalo uno de los carromatos en el extremo, y me dirigo hacia el.

Al acercarme, a la primera persona que vea le pregunto- Disculpo caballero, mi compañero y yo buscamos alguien que nos pudiese llevar a las tierras del norte, pagando por supuesto.

- Me parece buena idea - digo como reaccionando de repente a las palabras de mi hermana.

Mientras ella se acerca a uno, yo a otro - Disculpe caballero, ¿no se dirigirá al norte por casualidad? Buscamos transporte, que será pagado por supuesto.

Tras unas cuantas pesquisas rápidas, tanto Yuki como Kaede fueron enviados a preguntar a un hombre que daba de beber a un caballo blanco con manchas grises. "Preguntad a Kafuse...", les decían los hombres que se detenían en la granja para descansar, y señalaban a aquel tipo.

Kafuse tenía un aspecto extraño. Era un hombre corpulento, con una amplia panza y manos sucias. Llevaba un pañuelo enrollado en la frente calva, y un bigote hirsuto y negro. Daba la impresión de estar enfadado, o tal vez fuera que su expresión natural era así...

Yuki y Kaede se aproximaron a él, y en cuanto estuvieron cerca pareció sentirlos. Se volvió lentamente y mirándoles de lado gruñó.

- ¿Qué? -preguntó simplemente. Daba la impresión de no tener miedo a nada, pero se fijó claramente en las armas de Yuki y Kaede.

Tras un buen rato preguntando, nos encontramos ante aquel hombre tan peculiar, que parecia no ser alguien con mucho tacto y cordialidad. Como nos vendra bien que no se enfade, procuro tratarle con respeto, reverencia incluida.- Buen señor, a mi amigo y a mi nos han informado de que para conseguir un transporte hacia las tierras del Norte, teniamos que hablar con usted. Es usted el encargado?

Tomo nota de que las armas llaman su atencion, asi que lo uso como reclamo. - Por si le interesa, tanto Kaede como yo somos luchadores habiles, y podriamos proteger de bandidos y maleantes.- Le dedico una sonrisa amistosa, para que sepa que nuestras intenciones son nobles.

- Mi buen señor, no debe tener miedo de nuestras intenciones - digo apoyando a Yuki,  - sólo queremos un medio de transporte y pagaremos por el servicio como buenos samaritanos.

Kafuse pasó de uno a otro hermano con la mirada, sin perder su expresión hosca, pero no contestó enseguida. Estaba claro que no le apetecía que nadie le acompañase, pero cavilaba seriamente si merecería la pena declinar una oferta de escolta tan a la ligera.

Yuki y Kaede casi podían ver moverse lentamente los engranajes de la rudimentaria mente de ese hombre, hasta que finalmente resopló y se encogió de hombros.

- Vale, venid si queréis -concedió de mala gana, mientras volvía a su tarea-. Pero no creáis que os necesito... Nadie se atreve a asaltar a Kafuse. Salimos dentro de veinte minutos.

Aquello era claramente una bravata, ya que nadie estaba a salvo de los asaltantes del camino, pero al menos Yuki y Kaede tenían transporte. Ahora disponían de un rato para descansar o recorrer la reunión de comerciantes en busca de alguna provisión o noticia.

Kafuse parece tomarse su tiempo para responder, pero lo hace afirmativamente, para nuestro alivio.- Le prometo que no se arrepentira. Mientras mi hermano y yo estemos, no tendran nada que temer.- Sueno quizas demasiado confiada, pero solo quiero causar buena impresion al hosco viajero.

Bueno Kaede, habra que preparar para marcharse.- Me vuelvo a dirigir a Kafuse.- Necesita que le ayudemos en algo?

Kafuse negó con indiferencia y se concentró en lo que estaba haciendo.

- Todo está listo, el carro es aquél -dijo sin mirar a Yuki, señalando un carromato destartalado-. Podéis ir subiendo si queréis...

Muchos de los comerciantes reunidos en el cruce miraban la curiosa escena. Parecían sorprendidos de que unos desconocidos interpelaran durante tanto tiempo a Kafuse, con lo desagradable que era. Pero ninguno dijo nada, ni se acercó.

- Vamos Yuki, partamos - dije a mi hermana mientras me encaminaba al carro haciendo caso omiso de las miradas del resto de los comerciantes. Viendo la carreta, solo rezaba porque aguantara hasta el final del trayecto.

No tardaron ni diez minutos en ponerse en marcha. Kafuse apenas tenía mercancía que llevar, y la guardaba en sacos de arpillera. Olía tan mal que Yuki y Kaede no quisieron saber qué contenían aquellos sacos, pero en algunos minutos se acostumbraron.

Dejaron atrás el cruce de la granja, siendo el único carromato que se dirigió al norte. Kafuse iba delante, y ellos se sentaron detrás. El comerciante malhumorado no les dirigió la palabra en ningún momento, y una hora pasó sin que se rompiera el silencio. Poco a poco, el aburrimiento se fue apoderando de Yuki y Kaede... y cayeron en un sueño profundo. Al fin y al cabo, llevaban mucho tiempo sin dormir, con todo lo que había pasado aquella noche.

Despertaron cuando el sol ya se había ocultado, sin saber muy bien por qué. Su instinto de guerreros les advertía de un peligro cercano, aunque el carro seguía su camino pese a la oscuridad. Kafuse gruñía y los caballos parecían intranquilos. Algo ocurría... aunque no sabían bien qué.

Un poco sorprendida por haberme quedado dormida ( No soy inmune al aburrimiento), me levanto ligeramente sobresaltada.- Oh vaya, espero que el señor Kafuse me perdone. Prometie estar vigilante, pero el cansancion me pudo.-

Es de noche, pero el carro no se detenia. Los caballos emitian ruidos extraños, asi que preocupada, aviso a Kaede.- Voy a ver si el conductor esta bien.- Y me asomo, con la mano derecha ya en la empuñadura del naginata. La intranquilidad me habia puesto en alerta.

Despierto con las palabras de Yuki, - Oh, dios, me he quedado dormido, no puede ser

Algo raro ocurre, de eso no hay duda, ten cuidado - digo mientras yo miro a nuestro al rededor y saco la cabeza por los otros lados de la carreta

Kafuse gruñó como solía hacer y señaló hacia delante, en el camino. La senda giraba hacia la derecha, y en los árboles que había más allá, entre los troncos, podía distinguirse una luz titilante y anaranjada.

- Eso es raro... parece fuego.

Yuki y Kaede cruzaron la vista. ¿Un fuego, a aquellas horas? Y por el tamaño no parecía una simple hoguera. Podían investigar, pero quizá se retrasaran en su viaje. Además, seguro que Kafuse no estaba muy por la labor de acercarse...

Con el comentario de kafuse, empiezo a preocuparme. ¿ Y si es un edificio ardiendo, y hay gente atrapada? esa sola posibilidad hacie que me inquietara profundamente. Pero noto que Kafuse no parece muy por la labor de ir a echar un ojo, cosa que en parte comprendo. Pero cuando hay la posibilidad de que alguien corra peligro, no me puedo quedar de brazos cruzados.

- A lo mejor deberiamos parar y ver si sucede algo. Puede que haya gente en peligro.- Dejo caer para ver la reaccion de comerciante

Kafuse miró sorprendido a Yuki, aunque después se encogió de hombros.

- Haced lo que queráis -dijo-. Pero yo continúo camino... Nadie se mete con Kafuse, pero Kafuse tampoco busca los problemas.

El carro giró en la curva, y Kafuse lo condujo para ir alejándose de la luz. Kaede y Yuki debían tomar una decisión.