Partida Rol por web

Una vez más desenrollaste el cartel para asegurarte del rostro del criminal que andabas buscando. Había hombres más peligrosos, pero no que hubieran evadido durante tanto tiempo a la justicia y ahora ibas a ser tú quien se encargara de llevarlo, vivo... o muerto.

Preferiblemente muerto, como siempre decías, porque así daban menos problemas.

Tus últimos informes decían que se encontraba en el pueblo de Socorro, y allí era en donde tú estabas. Ahora solo tenías que encontrarlo, y estabas seguro de que estaría en el saloon. ¿Dónde si no podría encontrar todo lo que le interesaba de la vida?

Quizás el mayor problema no era ese, sino cruzarte con tu eterno competidor, que sabía perseguía a Buford igual que tú.

Tras varios días de cabalgar por aquellos agrestes parajes, Mortimer se alegró de ver cerca el cartel que daba la bienvenida a la ciudad de Socorro, lugar donde le habían conducido sus fuentes para dar caza a "Mad dog", un criminal de poca monta que se las había apañado para evadir las autoridades durante largo tiempo.

No es que le motivase en exceso la recompensa que ofrecían por aquel individuo, si no que en realidad le movían dos intereses que nada tenían que ver. Por un lado, "Mad dog" era la última persona conocida con quién había estado aliado el asesino de su hija, de quién pretendía cobrar venganza, y por otro, no menos importante, le  habían informado que Bill Paxton también había tomado aquel trabajo. Ambos tenían un pique personal para ver quién daba caza antes a algunos de los más importantes criminales, y sentía curiosidad por saber que había movido a Bill a tomar ese trabajo que a priori no ofrecía mucho interés, ni mucha recompensa.

Con su habitual parsimonia y rostro sombrío, fue avanzando lentamente con su fiel montura por la calle principal en dirección al Saloon de la ciudad. Todo forastero acababa siempre yendo a ese lugar, ya fuese para encontrar alojamiento, comida y bebida, buena compañía, o simple diversión...y para Douglas Mortimer, también apodado "El coronel", no iba a ser diferente.

Las calles parecían bastante vacías, como quién teme un peligro inminente, y al llegar al lugar, no tardó en bajarse del caballo, atarlo al poste, cerca del abrevadero, y tras tomar su maleta y echar un último vistazo al sujeto del cartel que pensaba eliminar, comprobó su revólver de su cinto y posteriormente accedió tranquilamente al salón. No sabía a quién podría encontrar, pero como era su costumbre, quería estar preparado para cualquier eventualidad.

Veamos a quién encontramos en este lugar de mala muerte. Confío en que logre dar pronto con ese imbécil y hacerle cantar. Demasiado tiempo llevo esperando por cobrar venganza por lo de mi pequeña Molly. Ese hijo de puta me las pagará, ya lo creo que sí...

En cuanto entraste, te invadieron el humo, el olor a alcohol y a vicio. A pesar de la hora, más o menos mitad de la tarde, estaba lleno. Se notaba que muchos no estaban trabajando aquel día, o bien que había algo especial, porque había más movimiento de la cuenta. Las mesas de Poker estaban llenas y las prostitutas llamaban desde arriba para que aquellos que quisieran, se fuesen servidos de otra manera.

Aquel salón no te parecía diferente a otros que habías visto, en otros tantos lugares. Nada había que te llamase la atención, salvo el hecho de que si tenías que encontrar a Tanner, era en un lugar como ese. Desde luego, a la vista no estaba. Quizás alguien lo hubiese visto o supiese de él.

El coronel empujó las dos puertas del Saloon y accedió al lugar, comprobando que estaba abarrotado de gente que por alguna razón que no llegaba a comprender, no estaba trabajando aquel día. Salvo un par de miradas curiosas que acalló mirandoles fijamente a los ojos, nadie parecía reconocerle o lo disimulaba francamente bien, por lo que con calma fue cruzando la estancia hasta acercarse a la barra del bar. 

Una vez allí, el posadero se acercó a su posición y le preguntó que deseaba tomar, a lo que Mortimer no tardó en indicarle con la mirada una botella de Whisky del segundo estante, sin emitir una sola palabra. Cuando el hombre empezó a servirle un buen vaso, el corornel depositó unas monedas sobre la barra, dándole a entender que se quedaba con la botella, para después sacar su pipa y llenarla de tabaco, una vez el posadero se retiró.

Sólo cuando hubo terminado de encender su pipa, se acercó unos pasos hasta dos de los hombres del lugar, para preguntar con determinación.

- ¿Por qué hay tanto alboroto? ¿Se celebra algo hoy? - Sabia que generalmente sus palabras eran bastante intimidantes, por lo que en esta ocasión trató de ser más comedido en su tono de voz. Estoy buscando a un tal Tanner, ¿sabéis si está aquí?

El coronel siempre era directo y no se andaba con rodeos, si alguno de ellos tenía información, esperaba que le dijesen algo.

El barman se acercó a ti y te llenó el vaso de whisky. No parecía muy amigable, pero quién lo era en un lugar como aquel.

Cuando le soltaste las monedas, las agarró con desgana.

- ¿Por qué hay tanto alboroto? ¿Se celebra algo hoy?

El vaquero te miró como si te perdonara la vida, pero te respondió.

Acaban de traer una buena manada de ganado y quieren celebrarlo. Por lo visto tienen ganas de gastarse todo el sueldo el mismo día en que lo han cobrado.

Después. llegó tu siguiente pregunta, la que importaba. 

Estoy buscando a un tal Tanner, ¿sabéis si está aquí?

El barman te respondió desde la barra.

Pero bueno, quién demonios es ese Tanner que tiene todo el mundo tantas ganas de encontrar. No sé quién es ni me importa. Búsquelo usted y deje de molestar a los clientes -te dijo, malhumorado. Después se giró y desapareció en la barra.

Mientras tanto, a tu lado, una chica parecía estar en problemas. Un borracho la había abrazado como si fuese un oso y no parecía tenerlo fácil para soltarse. La muchacha se veía delicada y frágil y el borracho... pues eso, un borracho.

El barman se fue por el mismo sitio que había venido y los dos vaqueros volvieron a sus quehaceres, pasando olímpicamente de ti. Por su parte, la chica se fue hacia la puerta de atrás con aquel borracho. Parecía que después de todo, nadie la estaba obligando a hacer nada.

La chica se marcha por la puerta de atrás con el hombre, por lo que rápidamente, la pierdes de vista. Pero más cosas empiezan a suceder rápidamente.

De repente se hace el silencio en el salón. Todos están mirando hacia una de las mesas de poker. Todos los jugadores salvo un mestizo se marchan de la mesa y su contrincante se pone en pie, apuntándolo con un revolver.

-Pero nadie dirá que Roy Throne es un asesino sin compasión. Así que le daré la oportunidad de ponerse de pie y desenfundar más rápido que yo -oyes que le dice, mientras retrocede de espaldas al tiempo que enfunda su revolver y se prepara para un duelo.

Una voz se elevó entre el silencio reinante, procedente de la barra, de un hombre situado en el otro extremo.

- Yo lo digo.

El hombre está sentado junto a la barra, con un plato de comida y un vaso de whisky delante, y un rifle entre las manos apuntando al hombre que estaba de pie. El rostro de éste cambia completamente. Parece tenerle miedo.

- ¿Te acuerdas de mí, Roy? Jeremiah se acordaba. Y Bob. Y Carl el Pequeño. Y Carl el Grande. Todos ellos se acordaban. ¿Te acuerdas tú? Uno tras otro fueron llevándome hasta ti. Todos ellos gritaron, porque todos ellos negaron la oportunidad que les di. Te la daré a ti también: dime donde está Charlie, y no te mataré. 

La voz rasposa de aquel desconocido corta la respiración de todos, pero sobre todo, la del ahora temeroso pistolero.

-Hola, John. Has tardado mucho en encontrarme -le dijo al hombre del rifle.

Acto seguido, aquel desconocido amartilló la escopeta y se preparó para disparar. Por su parte, el jugador no se movió de su sitio, pero sí que se giró hacia él desafiante, y con las manos abiertas en arco preparadas para disparar. Entonces, las levantó, evidenciando que no pensaba desenfundar.

-Supongo que me matarás, pero delante de tanta gente, mucho me temo que será un asesinato que terminará también con tu vida antes de encontrar al bueno de Charlie... y supongo que no querrás eso, ¿verdad?

El tal Roy sonrió de nuevo y al contemplar la escena, entendiste por qué. Una figura cruzó por delante de ti y llegó hasta el hombre al que llamaba John. Era el sheriff, que al acercarse, le apuntó directamente a su cabeza.

¿Usted qué opina, sheriff? -dijo en voz alta Roy.

-Opino que es mejor que ambos suelten sus armas, o de lo contrario no podrán volver a usarlas nunca más -dijo el sheriff.

Al ver que no hacían nada, insistió en ello.

-A esta distancia, señor, su cabeza será solo pulpa, y la suya, señor -dijo, refiriéndose a Roy -, no tardará en hacerle compañía. No lo diré otra vez. Suelten sus armas.

La situación estaba muy tensa, lo cual intentó contrarrestar el oponente de la mesa de poker, que se levanto y empezó a caminar hacia la barra.

-Eh... Esto... Vamos a calmarnos todos, ¿queréis?  ¿Y si os tomáis los dos una copa y lo solucionáis como buenos amigos? Haced caso al sheriff, que de esto entiende bastante..

Tiene mucha razón, señor -dijo el sheriff -, será mejor que me hagan caso, pero si no le importa, ¿le importaría no acercarse demasiado? Tengo una naturaleza desconfiada.

Los ojos del sheriff siguieron los andares del mestizo hasta que llegó a la barra, para a continuación, volver a centrarse en los dos hombres, en Roy y en John.

El hombre del rifle se echó a reír, pero no de manera relajada, sino como alguien que está a punto de morir.

- Tomar algo - repite, negando -. Este hombre arrastró a mis dos hijas pequeñas a un granero. Las encerró dentro, y le prendió fuego. Mientras se reía a carcajadas. ¿Te acuerdas, Roy?

Tras decir esto, sigue apuntando a Roy.

- Sheriff, voy a ser claro - le dice a este-. Entiendo que no quiera usted problemas. Puedo esperar. Tengo tiempo.  Pero - concluye, mirando al sheriff - va a morir por lo que hizo. 

El sheriff siguió apuntándole e incluso acercó un poco más su cañón contra la cabeza del hombre del rifle.

-Lo que haga usted con su amigo es cosa suya. La mía es asegurarme que no sucede en este pueblo. Fuera de mi jurisdicción, no es mi problema. Así que decídase. Deme su rifle y todo acabará aquí de buena manera. Y usted, señor, suelte su revolver. Sigan así o disparen... y también terminará para usted... pero de otra forma.

El sheriff hablaba con determinación. Parecía, sin duda dispuesto a disparar si le forzaban a ello.

El hombre del rifle se negó en redondo.

- ¿Darle mi rifle? - le dijo mirando al sheriff-. Puedo bajarlo.

Tras decir eso, así lo hace, disminuyendo la tensión en el lugar. Lo baja y se lo cuelga al hombro.

No mataré a ese asesino en su jurisdicción. No pensaba a hacerlo, pero me pareció que el amigo -dijo, señalándote a ti -iba a adelantárseme. Ahora bien, si quiere quitarme el arma tendrá que recogerla de mi cadáver. Creo que estoy siendo razonable, sheriff.

Después, dejó de lado al sheriff y le habló a todo el mundo en el salón.

- Ese hombre es miembro de una banda de carniceros y asesinos. Los cuales me he ido asegurando de que vayan sufriendo el destino que se merecen. Solo quedan él y su amigo, Charlie Valance. Ambos han venido a este pueblo, tramando a saber qué. Le aconsejaría que lo meta en prisión hasta que su compinche aparezca. Cinco chicos que trabajaban a mi mando. Mi mujer. Mis dos hijas. Todos ardieron mientras se reían. Y ahora ha llegado la hora de que paguen. 

Mientras todo eso ocurre, todos escucháis tiros en el piso de arriba y todo el mundo inclina la cabeza para ver que pasa. Podéis ver a un pistolero vestido con un poncho que acaba de ocultarse en una esquina de una de las habitaciones, y a una prostituta salir corriendo y gritando.

Los disparos fueron suficientes para que Roy, aprovechando el desconcierto, desenfundara con rapidez para disparar hacia John y el sheriff. Su naturaleza traicionera sabía que debía aprovechar todas las oportunidades que tuviera y aquella, era la única que podría salvarle. 

Su mano se deslizó con velocidad hacia el arma, y a medida que ésta fue saliendo de su funda, la amartilló con el pulgar para a continuación, presionar el gatillo con su dedo índice.