Partida Rol por web

Desde que fuiste vendida por tu padre has sido usada durante un largo año y medio como prostituta. Vives en un enorme burdel lleno de salas para satisfacer los más oscuros deseos de aquellos que tienen el suficiente dinero como para permitírselo, salas de sadomasoquismo, jacuzzis, una piscina con cascada... Todo ello bajo techo. El recinto es enorme pero no tienes ni idea de donde se encuentra ya que no te han dejado salir de aquí desde que llegaste y las ventanas están todas en el techo a una altura de unos seis metros.

Todas las prostitutas que aquí trabajáis sois menores de edad pero cuando se acerca la fecha en que alguna va a cumplir los 18, se la llevan y ya no volvéis a verla. Las teorías sobre lo que pasa son muchas pero a ciencia cierta ninguna sabe que ocurre realmente.

Mañana va a ser tu 18 cumpleaños y uno de los vigilantes, un ruso enorme llamado Grigor viene as buscarte a tu habitación. te agarra del brazo y sin darte opción a nada te lleva por los pasillos del prostíbulo donde vives hasta una habitación cerrada por una puerta metálica negra con un ventanuco a la altura de los ojos. Abre la puerta y te arroja dentro, junto con una bolsa de plástico llena de ropa.

Date prrisha y ponte esho. Hoy tienes un serrvishio espeshial.

Y cierra la puerta. La habitación en la que te encuentras es así.

En la bolsa encuentras un tanga de Hello Kitty, una falda de colegiala corta, muy corta y una blusa escotada blanca  semitransparente...

Al entrar a la habitación observe las "maquinas" y "utensilios que usarían conmigo para dar el placer que tan acostumbrada estaba dar. Mentiría si dijera que no sentí miedo al mirarlas puesto que claramente el placer no sería para mi, esperaba con la poca esperanza que había en ese lugar que los minutos que se demorara la persona que apareciera por la puerta, fueran pocos.

Uno de los vigilantes me tiró una bolsa con una ropa de fantasía que poco dejaba para la imaginación. Me desprendí de la bata que llevaba, nos pedían que cada vez que llegaba un cliente solicitándonos, nos diéramos un baño exhaustivo.

Lo primero que vi fue una tanga de Hello Kitty e inmediatamente asocié la ropa a lo que me deparaba. Me la puse rápidamente, a pesar de mi edad, me mantenía rasurada completamente, a los hombres les gustaba la piel que se asemeje a la de una chica de poca edad. La ropa me quedaba impecablemente sexy, no tenía porque tener un espejo para comprobarlo, era una de las chicas favoritas, tenía una cara angelical y un cuerpo capaz de dar el máximo placer posible.

Cumplía 18 años pronto, ¿que pasaría conmigo? Ya vestida, esperé a que abrieran la puerta.

Al poco rato se abre la puerta por la que te arrojaron y entra Grigor cargado con un pequeño maletín. Sin decirte nada te lanza una apreciativa mirada, deteniéndose un momento en tus pechos que apenas son contenidos por la blusa que llevas puesta, mientras se dirige a una mesita situada en una esquina de la sala donde, tras abrir el maletín, coloca una cámara de video con trípode, apuntando al centro. Tras observar que todo está como debe, recoge el maletín y se vuelve a dirigir hacia la puerta. Una vez con la mano en el picaporte se gira a mirarte otra vez.

Si no hubierra aparreshido tu cliente sherría yo quien te habrría jodido, putita. Me habrría encantado troshear eshas tetitas tuyas. Se encoje de hombros mientras una maliciosa sonrisa se dibuja en su cara. Hoy vas a darr tu último serrvishio, shorra, dishfrútalo, aunque no she si serras capash, jaaajajajajaja.

Tras estas terribles palabras se gira hacia la puerta, se detiene otra vez  alza la mano derecha, el puño cerrado y el índice apuntando al techo.

Eshpera, falta un pequeño detalle a eshe maquillaje...

Se acerca a tí con esa sonrisa maliciosa en la boca y sin mediar palabra te lanza un terrible puñetazo que impacta de lleno en tu mejilla izquierda, arrojándote al suelo de culo. Te llevas la mano a la mejilla, conmocionada y dolorida por el golpe, mientras sientes como tus ojos se inundan de lágrimas.

A tu cliente le gushtarrá el toque de shangrre y lágrrimash. Hasta nunca, shorra....

Y ahora sí, llega a la puerta, la abre, la franquea y abandona la habitación, dejándote sola con tus pensamientos. Notas el regusto de sangre en tu boca y las lágrimas corriendo por tus mejillas....

Me pasé el dorso de la mano por la nariz buscando rastro de sangre. El golpe propinado por Grigor me había sorprendido tanto como dolido, era un tipo grande y fuerte, aunque hubiera sido una bofetada, la hubiera sentido igual de dolorosa.

"Que mierda, ¿que vendrá ahora? No puedo tener miedo, no ahora"

Me seco las lagrimas, no podía dar la bienvenida al cliente que me toque con la cara sucia, por lo que intenté alejar los pensamientos que inundaban mi mente luego de las palabras del guardia ruso del lugar. Esperaba con todo mi corazón que la sesión de hoy día no tuviera golpes, los odiaba pero estaba acostumbrada, el dolor produce placer y debía estar a merced de cualquier trato por el cual hubieran pagado.

"Por favor, que esto sea rápido"

Al cabo de unos veinte minutos entra por una puerta, oculta tras un pesado cortinaje de terciopelo rojo, un hombre de mediana edad, entre los cuarenta y los cincuenta, bien vestido con traje y corbata y portando un maletín, parecido al que podría llevar un médico o un veterinario. El pelo claro, bien peinado y unas gafas acentuaban el aspecto de gente de bien. Avanza por la habitación y se detiene a unos cinco metros de ti. Sonríe. Una sonrisa que intenta ser amable pero que hace que un escalofrío recorra tu espalda. Te repasa con la mirada de arriba a abajo y de abajo a arriba y se relame con una expresión en el rostro que bien conoces: lujuria, deseo, anticipación.

Sin decir nada se dirige a una mesa tras él, dándote la espalda y coloca allí su maletín. No ves muy bien que hay en él pues su cuerpo se interpone en tu campo de visión.

De repente comienza a sonar un teléfono móvil, la melodía es música clásica pero no sabrías reconocerla. Con un gesto rápido saca el teléfono del bolsillo del pantalón, mira la pantalla, pulsa sobre ella y se lleva el aparato a la oreja.

¡¡¡Maldita sea!!! Te dije que no me molestaras en las próximas horas, estoy ocupado.... Sí...... Sí...... No corre prisa, dile que espere..... No se, joder, una hora o dos como mucho....

Mientras habla se desplaza a un lado haciendo aspavientos con la otra mano permitiéndote ver que es lo que ha sacado del maletín.

No sabes qué es eso pero está claro que no tiene nada que ver con las disciplinas sexuales que has practicado hasta entonces. Al lado de semejante instrumental ves también un rollo de cinta americana, un martillo, una sierra, una jeringa metálica y un frasco oscuro relleno de líquido.

El hombre sigue discutiendo con su interlocutor que parece que intenta conseguir, sin éxito, que éste vuelva al lugar de donde ha venido, al parecer hay un asunto urgente que atender. Mientras esto ocurre el hombre va caminando por la habitación sin prestarte demasiada atención, enfureciéndose cada vez más con la persona al otro lado del teléfono...

No. Claramente me negué a participar en cualquier acto que este individuo realice conmigo. No sería una follada común y corriente lo que haría conmigo, sino algo mucho mas peligroso y sucio.

Quedé unos minutos inmóvil presa del miedo luego de ver lo que había en el maletín. No tan sólo por las herramientas con filo y sierras que habían en él, sino aún más por aquel extraño liquido contenido en un frasco oscuro.

"Para qué sería eso. ¿Quién es este tipo? No puedo dejar que me ponga una mano encima. ¿Acaso es este el destino de las demás muchachas a las cuales jamás volví a ver?"

Muchas preguntas me atacaron la mente, pero una cosa debía hacer, sobrevivir. Note como el sudor hacía que mi ropa se pegara aún mas a mi cuerpo. Lentamente tomé el martillo que estaba en el maletín, me coloqué detrás del hombre que estaba ocupado hablando por teléfono, no debía hacer ruido, quería sorprenderlo:

"Pero ¿cómo lograré escapar de esta pieza?"

Con todas las fuerzas que tenía acerqué el martillo a la cabeza del hombre con gafas.

Cuando agarras el martillo eres consciente de su peso, parece diseñado para romper huesos con facilidad.... El señor con gafas está realmente furibundo con la persona del otro lado de la línea, tanto que no se percata de que estas tras de él a punto de asestarle un martillazo en la cabeza....

El martillo se sentía extraño e incómodo en mis manos, claramente pesaba y estaba hecho para realizar mucho daño. No quería ni imaginar lo que el hombre con gafas iba a hacer con el martillo en mí, claramente, más de un hueso quería romper, podía ser mis pómulos, mis rodillas o mis dedos; cualquiera de las opciones que navegaban en su asquerosa mente, no iba a permitir que me pasara.

Con la fuerza que da el miedo le asestas un terrible golpe al señor con gafas en la parte de atrás del cráneo, produciéndose un ruido semejante a una sandia al partirse, al introducirse la cabeza de la herramienta en la cavidad craneal. Trozos de sesos y sangre empiezan a chorrear de la terrible herida mientras el hombre cae de rodillas  con los brazos laxos a cada lado de su costado; su móvil cae a su lado mientras termina de desplomarse, con un sonido sordo, en el suelo. Su pierna derecha convulsiona durante unos segundos hasta que se queda inerte y un charco de espesa sangre oscura empieza a formarse alrededor de su cabeza.

El móvil, en el suelo, mantiene su pantalla activada mientras escuchas por el altavoz: ¿Alfredo?, ¿Alfredo? No se te ocurra ignorarme, maldita sea...
 

Me hago hacia atrás para que la sangre y el resto de material biológico no me toque, aunque a pesar de mis esfuerzos por refugiarme, mi cuerpo y parte de mi poca ropa a quedado manchada de la asquerosidad.

"Maté a alguien...no puede ser. ¿Qué hago ahora, joder? Me mataran. Vendrá el guardia, ese horrible ruso y me hará lo mismo que a él"

Pensé desesperada mientras miraba por todas partes buscando una posibilidad de escapar. Algo llamó mi atención, el teléfono celular del hombre de gafas aún estaba activo, al parecer, no había sufrido mayor daño, Lo levanté del suelo ,podía sentir que mis manos temblaban y hablé con una voz entrecortada:

"-¿Quién habla?"

Estaba realmente asustada.

¿Cómo que quien habla? Ernesto, ¿quién cojones eres tú? Pásame con el doctor Boixareu de inmediato.... Doctor, ¿está ahí? Póngase de inmediato, no aceptaré un no por respuesta.

El tono es seco y desabrido, se nota que está enfadado...

No necesitaba colocarme el móvil pegado a la oreja, puesto que se podía escuchar perfectamente la voz de la persona al otro lado de la línea con sólo tener el teléfono en la mano. Se había presentado como Ernesto y ansiaba hablar con el cadáver, al cual había golpeado minutos atrás. Contesté mostrando una voz fuerte:

"-Ese maldito ya no podrá contestarte, a no ser que juegues a la Ouija o establezcas una sesión de espiritismo, aquél que llamas Doctor Boixareu ya no está"

Esperé su respuesta, mientras pensaba:

"Oh no, ¿en qué lío me he metido? ¿Quién será este Ernesto? ¿Cómo saldré de aquí con vida?"

Ya no me interesaba seguir hablando, necesitaba salir de esta habitación, por lo que empecé a recorrerla buscando alguna ventana por la cual salir o alguna otra puerta que no sea la principal.

La respuesta te llega con un claro tono de incredulidad. Pero.... Pero.... ¿qué cojones has hecho? Esto tiene que ser una broma, doctor, doctor, esto no tiene ninguna gracia, póngase inmediatamente al teléfono.

Hay dos puertas que tú sepas, por la que tú has entrado y por la que el doctor Boixareu entró y por la que ya no va a salir.

La persona al otro lado del teléfono me estaba empezando a desesperar. Mis nerviosismo aumentaba segundo a segundo, por lo que mi siguiente respuesta fue más descontrolada:

"-Hice lo que tenía que hacer. Esta muerto. Estuvo a punto de cometer un delito. Ya no tengo que estar hablando mas contigo, no me das respuestas, él no te hablará"

Estuve a punto de colgar el teléfono pero algo me detenía, quizás era miedo o el querer no estar sola con un cadáver que pronto descubrirían. Corrí hacia la puerta por donde el muerto entró, tome de la manilla esperanzada de que hiciera que la puerta se abriera. 

Accionas la manilla de la puerta y ésta se abre con facilidad, dándote acceso a una pequeña habitación donde hay una taquilla, un banco, un espejo y una pequeña mesita auxiliar. También hay otra puerta similar a la que acabas de cruzar y enfrentada a ésta.

Sobre la mesita ves una cartera de piel negra y una manojo de llaves.

No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa en mi rostro, una sonrisa distante de ser de felicidad, sino que era de un nerviosismo real. El encontrar una "salida" de aquel cuarto de torturas y miedos me hizo sonreír, era un pequeño triunfo en mi intento de escape.

Corro hacia la mesita que está en la habitación puesto que el brillo de unas llaves me llama la atención, las tomo cuidadosamente y las examino sin hacer el menor ruido, no quería que me encontraran, no podía dejar que me encontraran. 

Además de las llaves, tomo la billetera buscando mas que dinero, información sobre su dueño, aunque antes de abrirla, sabía que podría tratarse del muerto.

Busqué en la taquilla algo que pudiera servirme y coloco mi mano en otro picaporte sin abrirlo, ingenuamente coloqué mi oreja buscando algún ruido del exterior, debía ser cuidadosa.

Examinas las llaves, son cuatro unidas a un llavero con el logotipo de Mercedes y parecen de una vivienda, una grande de seguridad, una pequeña que seguramente sea del buzón, una de plástico que podría ser la de un garaje y la otra una completamente normal.

En la billetera encuentras la documentación del fallecido, recabando que es Don Antonio Sanz Boixareu, traumatólogo de profesión y su dirección en el madrileño barrio de Delicias, cercano a Atocha. También encuentras una tarjeta llave de un Mercedes.

En cuanto a la taquilla, ésta está vacía de contenido.

Al acercar el oído a la puerta no oyes nada, absolutamente nada....

El susto y el nerviosismo no me ayudan al intentar escuchar lo que podría estar sucediendo al otro lado de la puerta. Tomé todo lo de la habitación, quizás la información que me revelaba la billetera me podría ser de ayuda en los próximos minutos, si es que sobrevivía, claro está.

Susurré despacio:

"-Traumatólogo. ¿Cuáles habrán sido tus placeres ocultos? ¿Habría echo que sintieras placer con mis rodillas rotas? ¿O quizás con una par de costillas? ¿O con la mandíbula destrozada?"

Con decisión giré la manilla de la puerta, quería ocupar la adrenalina que me quedaba para escapar de aquí.

Abres la puerta y te encuentras con una cochera donde lo primero que llama tu atención es un flamante Mercedes.

A parte del coche en esta sala, de techos altos, ves dos puertas metálicas, similares a la que acabas de cruzar, a izquierda y derecha y un portón frente a ti destinado al paso de vehículos. Por lo que parece te encuentras en algún tipo de nave industrial por las dimensiones, el portón, más apto para camiones que para coches y por el tejado de uralita.