Partida Rol por web

Día 2: Mañana

Una sensación de náuseas recibe al nuevo día. El olor de la clínica veterinaria se filtra con dejos de sangre y los oscuros recuerdos del día anterior. La soledad parece ser la única compañera de ambas mujeres, quienes parecen cansadas tras haber pasado una noche bastante regular. Los músculos les duelen, los ojos les pesan, pero el horror del día anterior parece ser el combustible que necesitan.

El poco café que logran rescatar de la máquina y unos bizcochos duros son su precaria alimentación. Al menos había más comida que en el supermercado, aunque la ausencia de los estribillos del viejo Sandeman o de los ladridos de Angus, o de la sonrisa de Willow, sólo hacen que el amanecer venga con pesadez, con melancolía y casi con ninguna esperanza.

Y las noticias no son las mejores afuera. Aunque están protegidas (por el momento), las calles se han llenado con zombies, seguramente atraídos desde varios kilómetros por los disparos del día de ayer. Afuera era un verdadero carnaval de cadáveres tambaleándose, una horda entera que se apretujaba contra paredes y rejas y que a la menor señal de vida, se lanzaría sobre el refugio y lo penetraría a fuerza de persistencia bruta.

De nuevo la dicotomía del día anterior. Sólo que esta vez no había ningún vehículo a la vista, el AC estaba inservible y enfrentarse ellas solas contra todos los muertos del pueblo y sus alrededores sería nada menos que un suicidio.

Reloj Zombie

Suministros

Valor del Refugio

La noche había sido tranquila, y Kat y Tara, turnándose, habían podido descansar lo suficiente.

-Buen día.. o al menos pasable -saludó Kat a su compañera al ver que se despertaba estando ella de segundo turno de guardia-. No quisiera agobiarte, pero.. Hemos de pensar qué haremos ahora. Durante la noche he oído a caminantes rondando cerca, y necesitamos alimentos y bebida. Diría que atrincherarnos aquí sería mala idea, acabaríamos como en el supermercado. ¿Te parece si ideamos algún plan de huída?

Saltar al ruedo lleno de zombies no hacía ninguna gracia a la chica, pero no veía otra opción. Al menos estaban bastante bien armadas, con el hacha de Ben, el arma de Enrien, y las demás cosas que fueron consiguiendo a pesar de todas las prisas. Es la única solución que le parecía viable a la chica.

Me restriego los ojos mientras mascullo algo parecido a unos buenos días.

-Un nuevo día en el paraíso- Pienso con ironía mientras me masajeo el cuello dolorido por dormir en mala postura- Al menos tenemos café.- Constato sirviéndome un vaso.

Con la comida que nos queda aún podríamos aguantar varios días, fuera hay el doble de zombies que en el super, entonces éramos cuatro y mira cómo acabamos. Sería mejor quedarse jugando al mus hasta acabar las provisiones y volarse los sesos cuando ya no hubiera salida. Durante unos segundos me planteo comentárselo a Kat aunque finalmente no lo hago. Ella tiene razón ¿Para qué alargar la agonía? será mejor acabar cuanto antes.

-Claro, ¿Por qué no?- Respondo mientras apuro el café y señalo hacia arriba- Probemos por el tejado.         

Ese pequeño espacio interior sin techo era quizás la única alternativa. Un espacio por donde el sol calienta y es posible ver el cielo. Quizás sea la única esperanza con la que ambas cuentan. Tras pasar algún tiempo pensándolo, deciden intentarlo. Con algunas cajas y un par de sillas, logran improvisar una escalera.

El techo les permite ver el pueblo y para horror de ambas mujeres, durante la noche varios zombies llegaron desde el oeste y desde el sur. El pueblo está infestado y es cuestión de tiempo, como todo, antes de que empiecen a vencer la seguridad de las rejas de hierro, los cristales y todo lo que puedan poner entre el interior de la clínica veterinaria y los malditos muertos.

Ir por los tejados podía conducir hacia el este o hacia el oeste, estando el este relativamente libre, pero propenso a caer en el camino del desplazamiento de la horda si seguía la carretera. Pero antes de que pudiesen pensar en una solución, el eco de un rugido, un relámpago que retumba en la soledad silenciosa del pueblo infestado: El inconfundible sonido de un disparo, seguido de otros dos más, provenientes del oeste. Ambas chicas se concentran y pueden escuchar a una camioneta acelerar no muy cerca del otro extremo del pueblo...

Y estaba claro que los muertos no conducían o sabían disparar. Aquello sólo podía ser cosa de... vivos.

Reloj Zombie

Suministros

Valor del Refugio

Lanzo el macuto lleno de provisiones al tejado antes de encaramarme por la improvisada escalera y tenderle la mano a Kat para ayudarla a subir.

Ya de pie observo el desolador panorama a nuestro alrededor.

-Joder.

La situación es peor de lo que imaginaba, la horda de zombies parece no tener fin. Me cubro los ojos con la mano para protegerme del pernicioso sol hasta recordar que aún conservo mis adoradas gafas reflectantes. Dirigirse hacia donde sale el sol parece lo más acertado pero el inconfundible sonido de un disparo me hace dar media vuelta cómo un resorte.

¿Qué coño…  ?-Pienso mientras me quito las gafas. Varios disparos más y el motor de la camioneta vienen a confirmar que no son alucinaciones.-Hay alguien vivo!

 Nunca he sido de muchas palabras y menos cuando están de más, de modo que busco una mirada cómplice con Kat antes de echarme el macuto al hombro y empezar a correr hacia el oeste.

Sin decir nada, se adivinó todo. La reacción de Kat fue similar a la de Tara. En medio del horror, en medio de los balbuceos sordos y huecos de los muertos revividos, un disparo y un motor sonaban como a gloria. El oído de Kat ya había perdido la costumbre de escuchar sonidos humanos que no viniesen de su grupo, y escucharlos fue saltar como un resorte y seguir a su compañera.

Correr por el tejado no era fácil, había cables y tuberías, pero la dirección estaba clara: el oeste, hacia donde habìan escuchado los sonidos. Tenían que llegar a su origen, quizás pudiesen unirse a algún nuevo grupo, o ayudarlos, quién sabe..

Kat y Tara comienzan a caminar con rapidez hacia el sitio de donde viene la algarabía. A nivel del suelo, pueden ver como los muertos también empiezan a enfilar y seguir la fuente de todo el ruido. Toda la población de zombies parece estar recibiendo el llamado a cenar. Tratando de no resbalar y evitando la mayoría de los obstáculos, hasta llegar al final de la calle.

Allí, en un parking que colinda con el edificio en el que están, una camioneta roja derrapa en círculos, con dos ocupantes: un sujeto de gorra y lentes oscuros al volante, y otro con una chaqueta de cuero azul y una barba abundante, con medio cuerpo afuera del auto, disparando hacia el aire con una escopeta al son de sus gritos emocionados:

¡Waaaaajuuuuuuuuuuuuuuu!

Los estruendosos disparos resuenan con potentes ecos que se extienden por todas las calles, los chirridos del freno y del motor de la camioneta son un rugido constante en medio de lote de parking y la camioneta golpea ocasionalmente a algún zombie que se acerca, lanzándolo varios metros contra el pavimento, dejando muchas veces una plasta de tripas y sangre.

El problema radica en que la camioneta está empezando a quedar cercada por todos los muertos que se acercan y aún con sus maniobras y la escopeta, parece poco probable que pueda resistir una marea de muertos como la que se aproxima llamados por el ruido y el estruendo.

Sacudo la cabeza con incredulidad al ver a los dos individuos se dedican a hacer trompos.

Estoy a punto de disparar desde el tejado para ayudarles pero me agacho sobre una rodilla observando la situación.

Lo último que se me pasa por la cabeza es abandonar la seguridad del tejado, atravesar la horda de zombies y lanzarme a los brazos de unos desconocidos cuyas facultades mentales parecen cuestionables.

Podríamos aprovechar la distracción para irnos- Comento sin decidirme a disparar desde el tejado para ayudarles, si nos ven quizás podamos ayudarles a subir hasta el tejado, pero podrían ser tipos peligrosos. Por contra nos están brindando una posibilidad de oro para escapar al atraer a todos los zombies en kilómetros. Bajar es una opción que ni me planteo. Mejor dos muertos que cuatro.      

La decepción de Kat sólo era igualada por su pasmo creciente. Había esperado ver a alguien en apuros, sufriendo, acosado por caminantes o ya muerto, quizás.. Y resultan ser unos tarados mentales que los atraen voluntariamente. Lo más parecido a saltar en paracaídas en pos de subidón de adenalina, en estos días de apocalipsis zombie.

-Emmm.. No me parece que necesiten nuestra ayuda, no. Y lo bueno es que atraen a los caminantes, y así a nosotros nos libran el camino. Voto por dejarlos a su aire, y nosotras.. ¿nos vamos? ¿Cómo lo ves? En este tejado no podremos estar eternamente. Cambiar de edificio ahora sería relativamente fácil, si no disparamos y nos cargamos en silencio a los caminantes que se nos crucen. Quizás haya un coche por ahí y podríamos largarnos de la ciudad.. -utopías, todo utopías, pero.. ¿y si funcionasen?

Asiento con un gesto conforme.

-Aquí no se nos ha perdido nada- Comento mientras guardo la pistola y me levanto dispuesta a desandar el camino hecho aunque no sin hecharles un último vistazo a los dos tipos.

-Tsk, pirados.

-¡Larguémonos! -Kat prepara su barra de hierro, dispuesta a romper alguna cabeza ya muerta, y da un último vistazo a los idiotas del coche, agradeciéndoles egoístamente el que hubieran tenido tan suicida idea. Quizás en nada sus gritos fuesen de auxilio, pero habían perdido su oportunidad. Bastante jodido estaba ya el mundo para estar jugándose la vida por echarse unas risas. Le estaría bien empleado lo que les ocurriese.

Sin mirar atrás de nuevo, siguió a Tara buscando una salida. Debían aprovechar la ventaja.

El regreso es acompañado por los ecos de más disparos y gritos. Las dos compañeras atraviesan la hilera de casas hasta llegar a la veterinaria, notando como los muertos se acumulan entre las calles y se apretujan para dirigirse hacia el occidente, con sus roncos gemidos, sus manos hacia adelante. La horda allí parecía ser la misma que había salido de Nashville, que había seguido la autopista como una imparable fuerza de la naturaleza, acabando con todo humano en el camino.

justo antes de que un nuevo acontecimiento llame su atención. Hacia el final de las casas hacia el este, una silueta humana sobre los tejados se mueve un poco, alejándose también. Lo que es seguido por un rugido de motor y los ecos de la camioneta alejándose.

El único ruido de fondo que permanece es el de los cientos, quizás miles de zombies y sus horribles sonidos, mientras la persona empieza a moverse en dirección este hacia el final de la hilera de casas paralelas...

Apoyo una mano suavemente en el hombro de Kat para advertirle de la extraña silueta que parece haber llegado a la misma conclusión que nosotras; aprovechar el jaleo para escapar en dirección contraria.

Echar la mano a los riñones para sacar la pistola de los vaqueros es casi un acto instintivo. Seguramente solo sea otro pobre diablo intentado salvar el pellejo pero ¿Quien sabe? el apocalipsis saca lo peor de cada uno.

La última vez que decidí confiar en alguien a quien creía conocer acabó matando a Willow. Prefiero pecar de precavida.

-Habla tú. Yo te cubro- Le digo a Kat mientras le tiendo el macuto de  las provisiones. Es mejor que el desconocido no me vea de entrada, cualquiera se amedrenta cuando me ve la cara de malas pulgas y la pistola en la mano, pero una mujer sola, “indefensa”, con provisiones para una semana es una tentación para cualquier energúmeno sin escrúpulos.

Sé que mi compañera sabe cuidarse sola, es fuerte, mentalmente puede que más que yo. Los que la hemos visto en acción lo sabemos pero también es innegable que Kat es muy atractiva. Estando ella delante dudo que alguien se fije en nada más.

Iré agazapada unos metros por detrás, la vida del desconocido dependerá de cómo se comporte.

Con el rabillo del ojo Kat había detectado un movimiento, pero no fue hasta que Tara se lo señaló, que se fijó el la sombra de una persona escondida. Su compañera le commina a que hable ella, y Kat asiente. Sabe que ella le cubrirá en caso necesario. Mejor conocer las intenciones de una persona (o puede que más) que podría estar armada y dispararles en cualquier momento. Si es aliado, bienvenido, y si es enemigo... que se atenga a las consecuencias.

Kat deja la mochila de provisiones en el suelo, y se prepara para hablar, consciente de que la han visto. Aún así, no se pone en evidencia. Le tiene aprecio a su vida. Habla a media voz, con tono calmado, intentando dar confianza y no atraer a los muertos.

-¡Eh! ¿Puedes oirme?... No sé quién eres, pero estoy intentando huir de aquí -no sabía si la persona había visto a Tara, y no quiso delatarla por si había problemas, tener así un as bajo la manga. Lo que pretendía era que el extraño se diese a conocer-. No busco problemas. Solo largarme de aquí. ¿Quién eres tú? 

El desconocido observó a ambas chicas... era evidente que se trataba de un joven de no demasiada edad por sus rasgos delicados y su rostro imberbe. Sus ojos se abrieron al ver a la chica y una maldición salió de su boca "hijos de..." dice mientras sin mediar más palabra, echa a correr en dirección contraria hasta llegar al final de la calle, y con agilidad desaparece saltando hacia abajo y echando a correr.

Y la verdad era que había pocos muertos esta vez, al estarse dirigiendo hacia el otro extremo, estas calles apenas si tienen uno que otro cadáver deambulando en mal estado y que se mueve con reflejos lentos y torpes. El chico desaparece camino al norte sin decir más, esquivando y corriendo silenciosamente para no atraer la atención de los zombies.

El silencio es lo único que le sigue. El ruido de la camioneta había cesado, y los disparos no se escuchaban más. Si aquello lograba poner en movimiento a la horda, significaría que tendrían una ventana de oportunidad antes de que toda la distracción terminara disipando los movimientos y haciendo que de nuevo las calles del pueblo estuviesen infestadas de zombies.

Era el momento de tomar una decisión. ¿Seguir al chico? ¿Huir por el oeste, por el camino que habían llegado? No había ninguna ruta fácil en este momento...

El tipo no solo no contestó, sino que echó a correr. Algo menos de lo que preocuparse. Kat miró a Tara, encogiéndose de hombros, y recogió la mochila. 

-Sigamos nuestro camino, no hay que perder tiempo. Los caminantes pueden volver en masa en cualquier momento.. ¡Larguémonos de aquí!

Aún así, la precaución le obligó a tener a mano sus armas, y andar con mil ojos por los tejados. Lo del desconocido no le había dejado buen sabor de boca. Podía haberse escondido y atacarlas en cualquier momento, o haber más gente por ahí. 

Estaba tensa, tenía la certeza de que algo iba a salir mal aunque me voy relajando a medida que nos acercamos y queda patente que se trata de poco más que un adolescente. Mis precauciones demuestran ser en vano cuando el chico además sale corriendo, asustado de nosotras.

-Eh!- Le grito tratando de que se pare. Corro hasta llegar a la altura de mi compañera, me planteo perseguirle pero lo desestimo al ver que cómo los pies le dan en el culo de tanto correr.

-Joder- Comento aún sorprendida por la reacción del chico. –Tampoco hueles tan mal- Pincho a Kat en broma aunque nada en mi expresión refleja humor, sino más bien la cara de circunstancias de siempre.

Asiento a sus palabras mientras una vez más me pongo las gafas de sol. No creo que el chico sea un problema pero mejor no bajar la guardia, parece que vamos en la misma dirección, hacia el este, no descartaría que volvamos a toparnos con él.

Se ponen en marcha hacia la dirección que llevaban, justo por donde se fue el chico. Sin bajar la guardia, y en silencio, Tara y Kat corren de sombra en sombra, intentando pasar desapercibidas. No se les interponen muertos, de momento, así que avanzan deprisa.

Ojalá la suerte las siga acompañando.