Partida Rol por web

La cámara del Reactor Nuclear de Fusión es territorio exclusivo del Ingeniero Jefe O'Brien y su equipo técnico, constituido por los Oficiales Henderson y Young. Cualquier otra persona que aparezca por aquí, incluso los altos mandos, será percibida como un intruso, que en el mejor de los casos viene a distraerles y molestar con su indeseada presencia...

Sin embargo la contrapartida de todo este celo profesional es que la cámara del reactor funciona con una pulcritud absoluta, todo está controlado al milímetro y cualquier desviación de los niveles de energía se detecta casi al instante.

El Ingeniero Jefe de la nave, al que todos conocéis con el coloquial apelativo de Jefe O´Brien, lleva horas insistiendo en que el comandante Adama baje a visitar personalmente el reactor. Siempre ha sido un  tanto excéntrico, la verdad, pero también un oficial competente y un hombre leal, así que a fin de cuentas, no podías negarte a satisfacer su capricho.

Y la verdad es que cuando entras en sus dominios no puedes evitar sentirse impresionado. Este nuevo reactor de fusión de deuterio y tritio es muy distinto del que tan bien conocías en el viejo Crucero Estelar Spektor. Aquello era una cámara oscura, repleta de recovecos y compartimentos estancos, esto es… algo de aspecto pulcro, aséptico y lleno de luz.

- Comandante, tenía que ver esto – O´Brien tiene el rostro rubicundo por la emoción – Nunca a lo largo de toda mi carrera había tenido el lujo de ver nada similar, es como el sueño de cualquier ingeniero nuclear, cuando yo estudiaba en la academia, y me temo que de eso hace ya unos cuantos años... ¡todo esto no era más que pura teoría!

Durante un angustioso instante llegas a temer que te atropelle con una avalancha de datos técnicos que a duras penas llegarás a comprender, pero por fortuna se serena y logra centrarse en darte la información relevante para tus funciones como comandante.

- Este motor es mucho más poderoso que nada que hayamos manejado antes – asegura – Y esto, unido al relativamente reducido tamaño de estos nuevos modelos de Crucero, puede proporcionarnos una potencia de impulso poco corriente - asegura emocionado - De hecho creo que el factor limitante en viajes interplanetarios será la resistencia del organismo humano a la aceleración.

Es un concepto curioso, así que prestas atención a sus explicaciones:

- Comandante, hemos llegado a un punto en el que la resistencia de los materiales y la aceleración que puede proporcionar un motor de fusión nuclear... excede la capacidad  de tolerancia del cuerpo humano, tanto en condiciones normales como bajo metabolismo vegetativo, durante la hibernación en una cámara de crioestasis – justifica sus argumentos – Normalmente imprimimos una aceleración equivalente a una gravedad terrestre (1G) porque es lo que nos resulta más fisiológico y además nos permite compensar la ingravidez del espacio – todo eso ya lo sabes de sobras, no eres un cadete recién graduado – Desde siempre hemos jugado con la capacidad de incrementar esa aceleración a 1,5G pero eso suele provocar mareos y cefalea en la tripulación, aparte de dificultar bastante la capacidad operativa a bordo para cualquier tipo de tarea… sin embargo ahora, con este nuevo reactor, podríamos doblar o incluso triplicar ese impulso – resulta impresionante – Aunque como he dicho, eso tiene un precio que no creo que podamos asumir. El cuerpo humano no tolera bien una exposición a 2G durante un periodo de tiempo significativo, el sistema circulatorio sufre lo suyo, ¿sabe?. Según parece al corazón le cuesta impulsar la sangre a la parte superior del cuerpo y recogerla de la parte inferior... no soy un experto y sólo repito la teoría que me hicieron tragar en la academia -acompaña a la explicación con gestos de las manos señalándose el pecho la cabeza y las extremidades-. Si a bordo de la nave hay personas con patologías coronarias o en mala forma física... ya me entiende... podrían sufrir trastornos graves.

Un peligro a tener muy en cuenta, ningún comandante responsable amenaza así la salud de su tripulación… a menos que tenga un muy buen motivo para ello.

- Y bueno, superar eso podría considerarse ya una aceleración suicida. No digo que fuese imposible... por cortos periodos de tiempo, de unas cuantas horas a lo sumo. Habría que asumir bajas cuando se usa con gente a bordo que no esté especialmente entrenada, como los marines coloniales. Esos científicos que llevamos a bordo, por ejemplo, probablemente no sobrevivirían a una exposición de doce o quince horas -dice con toda franqueza-. Otros sufrirían dolencias que les incapacitarían durante días o semanas… y algunos podrían padecer secuelas de por vida. Usted, Saúl y yo, por ejemplo, ya no tenemos el vigor de cuando éramos jóvenes – de eso no cabe duda – Supongo que el tiempo que se ganase en el tránsito podría compensar las bajas que una tripulación sometida a esas condiciones iba a sufrir entre sus filas. A veces hay situaciones desesperadas... ya sabe... en las que nos jugamos tanto, que incluso los mayores sacrificios son justificables. Por eso tenía que decírselo.

Y tras esto guarda silencio y te contempla con un respeto casi reverencial reflejado en el rostro. Son muchos años sirviendo juntos, eso hace que los hombres confíen tanto en ti que están dispuestos a poner su vida en tus manos.

Observo con cierta fascinación la cámara del reactor. Después de ver la sala de mandos pensé que no me podría sorprender nada más de la Aurora pero parece que me equivoqué.

Escucho con atención fingida al bueno de O´Brien hasta que comienza a dar datos de los riesgos que supone el aumento de velocidad que la nave puede ejecutar. Una vez más la tecnología ha superado a la humanidad y la pone en peligro, al igual que en el caso de los replicantes.

- No, jefe O´brien, no usaremos esa velocidad en ningún momento -respondo a mi viejo compañero negando con la cabeza - Sinceramente, los fines de las compañías no se merecen que consumamos las vidas de las gentes que han decidido acompañarnos en esta misión. No se activará dicha velocidad sin mi autorización, O´Brien, pese a que otros insistan en ello. No creo que nos encontremos en este trabajo una situación lo suficientemente importante como para poner en peligro la vida de inocentes.

Observo el reactor, aún con más respeto que antes de las palabras del jefe de dicha sección -A veces creo que estamos tan preocupados por mejorar nuestra tecnología que hemos dejado nuestra humanidad atrás hace mucho tiempo ¿quien querría un motor que pudiera matarlo?

Me dirijo a la cámara del reactor para hacerle unas preguntas a mi viejo camarada y, ya de paso, charlar con él. Tengo claro que si alguien está infiltrado en la nave tendrá como objetivo las partes más débiles y peligrosas de la nave y, sin duda alguna, el reactor es una de ellas.

El jefe de ingeniería está repasando algunos gráficos sobre el rendimiento del reactor cuando se abre la compuerta y ve entrar al comandante Adama, al que recibe con una sincera sonrisa:

- Comandante - saluda con una inclinación de cabeza no demasiado marcial, pero a fin de cuentas tiene las manos ocupadas con el interfaz del sistema informático del reactor, que por medidas de seguridad funciona de forma separada al del resto de la nave - ¿Qué te trae por aquí, Will? -pregunta con esa confianza que dan los años sirviendo juntos, aunque enseguida se corrije bromeando- No es que no me alegre de verte... pero si lo que buscas es un rato de charla me pillas hasta arriba de trabajo, tengo que supervisar todos los registros de la puesta en marcha del reactor. Al fin y al cabo es nuestro primer vuelo de de tránsito y pronto habrá que ir a hibernación.

No puedo evitar sonreír ante la falta de formalidad de O´Brien. Siquiera Saúl se toma esas cercanías en el contacto cuando estamos en la nave, pese a los años de amistad. Sin embargo el encargado del reactor es un hombre demasiado campechano y jovial, más enfrascado en la tecnología que le rodea que en los hábitos y costumbres del trato humano.

- No te preocupes Miles, seré rápido. ¿Cómo te manejas con el nuevo reactor? ¿Has encontrado algo que se escape de tus conocimientos, o que te parezca raro? -pregunto tratando de ir al grano- ¿Quién tiene permiso para entrar en estas instalaciones? Me gustaría mantener una guardia en el lugar, puesto que es la parte más importante y peligrosa de la nave. Una simple maniobra de seguridad para evitar posibles conflictos.

Miles O´Brien pestañea un par de veces y se te queda mirando serio y muy callado... hasta que por fin contesta:

- El reactor está perfectamente, Will, no me está suponiendo ningún problema adaptarme, al contrario... es un cambio agradable - responde pausadamente, mientras te observa con detenimiento - Y normalmente sólo Tyrol y yo entramos aquí...

Una arruga de preocupación se ha formado en su entrecejo y se niega a desaparecer.

- Pero no hace falta ser un genio para deducir que si estás dispuesto a poner una guardia permanente aquí es porque estás dándole verosimilitud a la posibilidad de un sabotaje - razona - Así que todo eso de la alarma del laboratorio podría no haber sido un simple incidente aislado...

- Miles, si no tuviera en cuenta todas las posibilidades creo que no tendría el título que ostento. No puedo dejar puntos débiles si existe una ínfima posibilidad de que sucedan percances. Además, casi todas las personas a las que puedo llamar amigos se encuentran en el Aurora, no puedo dejar que nada os ocurra si os quiero seguir contando batallitas -finalizo tratando de quitarle importancia al asunto- Aún así, si ves cualquier cosa extraña comunícamelo de inmediato.

La respuesta del jefe O´Brien es concisa:

- Entiendo - afirma lacónico - Puedes contar con mi colaboración, William.

Cuando asomáis por la cámara del reactor descubrís que hay alguien deambulando por allí.

Se trata del jefe técnico Tyrol Henderson, que la verdad, no parece estar haciendo nada concreto, más allá de supervisar de vez en cuando los parámetros de rendimiento del reactor. Pero eso es algo que podría hacerse de forma telemática, desde cualquier otro lugar de la nave... y la verdad, tiene todo el aspecto de alguien aburrido a quién hubieran destinado a hacer guardia a este lugar. Tal vez para no dejar sin vigilancia uno de los centros neurálgicos de la nave.

Sea como sea, os saluda amablemente con un cabeceo, sin mostrar mucho interés... pero su presencia aquí anula vuestras ambiciones de encontrar un rincón apartado con un poco de intimidad.

Cuando me asome con Mckay en la sala del reactor vi al gordito de mantenimiento.

-Genial. Susurre para que solo me escuchara Mckay. Esto es una mierda, me siento como una quinceañera buscando un sitio para estar con mi novio a solas. Ni que a los quince años hicieras esas cosas. Pense divertida. Hay que buscar otro sitio para hablar. ¿Cuantos cientificos estaban en tu habitacion?  Lo digo por que igual podriamos mirar si no hay nadie en el laboratorio cientifico.  Esto mas que una nave parecia el camarote de los hermanos Marx aquella vieja pelicula que tanto le gustaba al Doctor Klauss.

-Tengo que pedir al Capitan un despacho privado para poder trabajar.

Alce una mano, casual, al ver que estaba alli aquel palurdo de mantenimiento- Oh, ¿por que nunca sale nada bien? - dije en voz baja, girandome de nuevo para salir de alli.

- Intentémoslo con mi camarote. Quizás sea la opción más razonable. Y si no... bueno, ya buscaremos otro lugar... - propuse, saliendo de alli en direccion al camarote de los Oficiales. - El laboratorio... no me gusta demasiado.-añadi, con mis propias razones para descartarlo, unas que ya le contaría después.

Mis pies me dirigen hasta la cámara del reactor con la finalidad de charlar sobre posibles fallos o problemas y ver si la guardia que establecí se está cumpliendo al pie de la letra. Puede que el viaje espacial que estamos realizando fuera más sencillo y lucrativo si diera la orden de aumentar la velocidad pero, dadas las consecuencias fatídicas en la tripulación, tengo totalmente descartado su uso. Prefiero seguir ocultando la presencia de la nave aunque la odisea se alargue un mes.

Al llegar a la cámara del reactor, tras su puerta de seguridad con blindaje antiradiación, el comandante Adama se encuentra una vez más con el jefe de ingeniería, Miles O´Brian. Casi siempre hay alguien aquí presente en un momento u otro, sea O´Brien o el jefe técnico Tyrol Henderson que le ayuda supervisando los registros del reactor. Y cuando ambos están ausentes la puerta queda herméticamente cerrada, con un sistema de escaneo de la palma que no permite acceder a extraños al auténtico corazón de la nave.

- ¿Cómo va eso, Will? -pregunta Miles coloquialmente, saltándose todas las ordenanzas- Este reactor es una maravilla, si escuchas atentamente le oirás ronronear como un gatito... ni una sola fluctuación de energía desde que abandonamos los astilleros de la Estación Orbital Nostromo -comenta con tono apreciativo- Tengo que reconocer que esos ingenieros de la Weyland-Yutani saben hacer bien su trabajo...

El saludo de O´Brien no solo no me molesta sino que me relaja. 

Es como estar en casa, con mi familia. Amo esta camadería.

- Hola Miles. Como siempre usted va un paso por delante, ha respondido a mi pregunta sin necesidad de hacerla. Me alegro de ver que todo va bien, había escuchado de problemas técnicos en ciertas partes de la nave y, sinceramente, esta es la zona que más me preocupa -digo con una gran sonrisa y con verdadera amistad.

Miles arruga el ceño con preocupación, por lo visto es la primera noticia que tiene:

- ¿Problemas técnicos? Pero si esta nave es una maravilla, y está recién salida de los astilleros -menea la cabeza con disgusto- No tiene mucho sentido, pero bueno, como mínimo puedo asegurarte que por aquí no hemos percibido nada anormal... claro que el reactor de la nave es controlado directamente por la CPU central, está aislado de todos los subsistemas por motivos de seguridad -razona tratando de aportar ideas- Puede que esos pequeños problemas técnicos estén limitados a los sistemas accesorios...

Observo una vez más la cámara del reactor, posando mi mano sobre el frío metal y escuchando atentamente las palabras de O´Brien. Las revelaciones sobre Young me han hecho estar más preocupado de lo que debería, razón por la que no muestro abiertamente el rostro de tranquilidad ante mi viejo amigo. Si algo ocurriera aquí, la vida de todos nosotros estaría en peligro.

- Veo que estás muy contento con esta máquina Miles. Espero entonces que todo siga así. Si ocurriera cualquier tipo de incidente no dudes en avisarme, como dijiste este motor es relativamente nuevo y especial. Y sal de vez en cuando a que te dé el aire -le sonrío dándole una palmada en la espalda y despidiéndome.

Tras conocer el informe y dada la comprometida situación opto por pedir apoyo a aquellos que creo son de fiar. Entro en la cámara del reactor y busco con la mirada a ambos técnicos, que llevan décadas trabajando por la ONUG.

- Buenas tardes señores. Siento si mi presencia les interrumpe pero necesito hablar con ustedes, desahogarme. Esta misión está acabando conmigo y me gustaría tener el apoyo de mis compañeros de siempre -saludo a los presentes tratando de entablar conversación antes de abordar el tema que me interesa y me ha traído hasta aquí- Temo que para muchos de nosotros este trabajo será nuestro final. Y no puedo controlar nada de lo que ocurre.

Me había propuesto fingir debilidad, pero esta era muy real. Mis palabras habían quebrado la armadura con la que me había protegido todo este tiempo y la realidad era que me encontraba débil y cansado. Y viejo.

Tyrol se queda anonadado, nunca había visto a su comandante en un estado semejante, siempre le tuvo por una figura monolítica que en todo momento controlaba la situación. Firme, seguro de sí mismo y casi paternal...

Por eso ahora no sabe cómo reaccionar y, azorado, baja la vista desviando la mirada.

La reacción de Miles O´Brien es diferente. Primero parece igual de sorprendido, pero luego carraspea, se endereza y se acerca a su viejo amigo con una sonrisa en el rostro, para darle una suave palmada en la espalda:

- Bueno, Will, supongo que cualquier misión que afrontemos a nuestra edad será probablemente la última de nuestra carrera -trata de bromear para quitarle hierro al asunto- Además, tú ya te habías retirado, así que supongo que no esperarás prolongar este retorno de forma indefinida... me alegró lo indecible volver a salir al espacio bajo tus órdenes, pero los años no perdonan. Y reconozco que yo tampoco tengo ya las energías de antes...