Partida Rol por web

La lanzadera militar de clase Tintorera se desprende de su amarre mecánico al Crucero de Combate AURORA y se lanza a volar libremente por el espacio, en las proximidades del Cinturón de Asteroides, una zona del Sistema Solar en que las fuerzas gravitacionales, fundamentalmente del masivo gigante gaseoso que recibió el nombre de Júpiter por el rey de los dioses del panteón griego, atrapa a casi todos los cuerpos celestes menores del sistema.

Semejante concentración de cuerpos estelares menores, que en su momento fueron llamados Planetoides y algunos de los cuales han sido luego ascendidos a la clasificación de Planetas Enanos, comporta una cierta dificultad para la navegación por todo este área... al tiempo que ofrece una infinidad de posibilidades para la explotación minera a cualquier escala.

Aquí tiene cabida literalmente casi cualquier cosa. Y con eso, precisamente, van a tener que lidiar en esta misión...

El sargento Pentecost asiente a las palabras del soldado Agathon y se sienta en su lugar de la nave, con el arma acunada entre sus brazos, preparado para desplegarse y disparar si es necesario.

Tenga cuidado con otros posibles objetivos -ordena a su hombre mientras juega con el aparato de radio, buscando algún tipo de señal desconocida.

Ahora que el AURORA está lejos debemos cuidarnos nosotros solos...

David se instala en su asiento, fija las correas de seguridad y saca un crucifijo que llevaba guardado en alguna parte para a continuación santiguarse, bajar la cabeza hasta que la barbilla casi le toca el pecho y empezar a murmurar por lo bajo. No se entiende lo que dice, pero salta a la vista que está rezando algún tipo de plegaria.

Siempre lo hace cuando se embarca en una misión...

El radar identifica la nave a la que debéis dar caza, se trata de una lanzadera de prospección minera dotada de brazos articulados que permiten manipular contenedores de carga automatizados sin necesidad de salir para realizar actividad extraatmosférica con traje de vacío...

No es una nave especialmente rápida, pero os lleva bastante ventaja y está tratando de colarse entre los asteroides para que perdáis su señal específica. Cuando crean haberlo logrado, seguramente apagarán motores y estarán un buen rato a la deriva, confiando en que pasaréis de largo. Y lo peor es que puede que les salga bien la jugada...

La lanzadera minera a la que perseguís hace gala de una gran habilidad para escurrirse sibilinamente entre los asteroides menores que interfieren con vuestros sensores, aprovechando el hecho de que al recibir múltiples señales acumuladas se genera una distorsión que confunde a vuestros sistemas de navegación y localización de objetivos...

Y además, aquél loco cabrón realiza ante vuestros ojos algunas maniobras realmente temerarias, de las que no todo el mundo estaría dispuesto a emular para continuar la persecución. En un par de ocasiones está a punto de estrellarse con alguna de esas rocas flotantes de varias toneladas. Y vosotros también al imitarle, claro. Pero es que era eso o perderlo.

Agathon parece habérselo tomado como algo personal y se implica al máximo, echándole valor al asunto... y obligando a sus compañeros a agachar instintivamente la cabeza o cerrar los ojos más de una vez. Ochoa no para de rezar y Pentecost de maldecir, pero al final se demuestra que la formación que proporciona la academia de pilotos de la marina colonial está a la altura de cualquier pirata espacial de medio pelo, por veterano y curtido que se crea.

Porque además, queda muy claro que sea quién sea el que esté a los mandos de esa vieja carraca, no sólo parece dispuesto a jugársela para que no les deis alcance... sino que tiene tablas en el asunto. Es evidente que no es la primera vez que lo hace. Ningún piloto civil honrado asume tales riesgos, ni se conoce tantos trucos, trampas y tretas.

Ese fulano tenía perfectamente estudiadas algunas técnicas increíbles para ocultarse a los sensores, como esa jugada que os acaba de hacer, apagando los motores justo cuando pasaba tras un asteroide algo más grande... y continuando luego su movimento inercial en un ángulo inesperado, incluso le había imprimido a la nave un movimiento de rotación sobre sí misma, para que la confundáis con otro objeto espacial a la deriva.

Pero Agathon se lo ha olido, ha reducido la velocidad y realizado un escaneo pormenorizado de masas metálicas y fuentes de calor, hasta volver a dar con ellos.

Y la deriva les había costado un precio, perder tanta fuerza inercial y rotar sin control hace que al reemprender la huida gasten un tiempo valiosísimo en volver a acelerar la nave y orientarla en la dirección que parecen seguir, dejando atrás la órbita más densa del Cinturón de Asteroides. Ya no tienen dónde esconderse.

Les vais a dar alcance, pueden alargar la persecución pero no huir. Ahora ya sólo es cuestión de tiempo.

David Telford Ochoa está pálido como ese sucedáneo sintético de leche que os sirven para almorzar. Una capa de sudor fino perla su frente y parece bastante mareado. Y lo que es más significativo, empieza a usar tacos:

- ¡No vuelvas a hacer nunca una pendejada como esa, buey! -murmura mientras hace titánicos esfuerzos para contener las náuseas, pues todos sabéis lo increíblemente desagradable que puede llegar a ser que alguien vomite en condiciones de gravedad cero- Podías habernos matado al menos media docena de veces...

Una sonrisa satisfecha se dibujo en mis labios despues de aquella espectacular maniobra. Y se ensancha al ver la reaccion de Ochoa, que acabó por arrancarme una carcajada- Pero aqui seguimos, vivitos y coleando. - respondí a su ultima afirmación, alzando un dedo, mientras ladeaba mi sonrisa- Venga, David, no sera para tanto hombre... - dije, divertido, con todo ya mucho mas tranquilo, girándome hacia Pentecost, a quien habia escuchado maldecir en mas de una ocasión- Señor, siento la brusquedad. ¿Se encuentra bien? -pregunté, mas formal, aunque era inevitable que aquel sentimiento de triunfo no se desprendiera de mis palabras. Era consciente de lo que acababa de hacer, y de hasta dónde habia llegado mi pericia en el asunto.

Y asi, sin bajar la velocidad de la nave, continué, imparable, dispuesto a terminar de dar caza a aquel fugitivo.

Las maniobras efectuadas por Agathon y la nave a la que perseguíamos casi nos cuestan la vida. 

Justo lo contrario que nos ordenó Adama, aunque más divertido...

- Si, si, por supuesto, simplemente no me gusta que un tercero arriesgue mi vida y que yo sea incapaz de hacer nada -responde el sargento a Agathon, que continúa persiguiendo la nave- Su formación al pilotar es excelente, Agathon, procure seguir con vida y le contaré todo lo ocurrido al comandante. Tal vez se gane un día de descanso o, incluso, alguna paga. Por mi parte, le invitaré a algo cuando acabemos con esos cabrones. Que no se te escapen, no después de esto...

La pequeña lanzadera de carga a la que vais siguiendo emprende un rumbo fijo que la aproxima hacia un nuevo grupo de asteroides de buen tamaño. Hasta que, al aproximaros lo suficiente, descubrís que allí hay algo más que simples rocas.

Se trata de algún tipo de estación prospectora, pero de las de verdad, debe haber sido un centro minero de cierta importancia, tal vez construida en torno a algún planetoide menor lo bastante rico en recursos como para justificar su inversión... pero en este cuadrante no consta nada similar, en ningún registro oficial.

Es, literalmente, una estación orbital fantasma. Resulta del todo inverosímil que se haya podido construir nada semejante sin que conste en los archivos, ni del ONUG ni de las dos grandes corporaciones que os respaldan. Sin embargo, puede que proceda de algún otro lugar, con una concesión oficial autorizada... y luego hubiera sido remolcada hasta aquí, a este punto apartado, insignificante y carente de todo interés del espacio.

Pero si es eso lo que ha ocurrido, sin duda hace bastante tiempo, pues estáis ante una verdadera chatarra espacial, basta un simple vistazo para darse cuenta de que se encuentra prácticamente destartalada. La mitad de sus niveles deben estar despresurizados, a juzgar por los huecos en el recubrimiento de su estructura. Sin embargo, según os vais aproximando, los sensores captan algo de actividad eléctrica residual. Hay elementos electrónicos que todavía están en funcionamiento. Y eso puede representar que el soporte vital esté activado... y allí haya alguien.

O como mínimo lo habrá en breve, pues la lanzadera acaba de atracar en uno de sus hangares, acoplándose a una pequeña exclusa que evidentemente sigue siendo funcional. Tendréis que tomar una decisión sobre qué hacer ahora, el procedimiento estardar exige contactar con el centro de control de la estación para que os indiquen a dónde dirigiros y proporcionen el código de amarre de la exclusa... pero salta a la vista que nadie va a dároslo.

-Gracias señor. -dije, ante el elogio de Pentecost, llegando a esbozar una pequeña sonrisa- No se preocupe. Procuraré que todos volvamos. -añadí, ante su sugerencia de seguir con vida para poder hablar a Adama de mis "proezas"- A ver si así el comandante se estira... y me llevo la paga y un buen permiso, señor... - bromeé entonces, permitiéndome aquella licencia- Aunque eso de la invitación a beber algo sí que me lo apunto... - añadí, ensanchando mi sonrisa, sin perder de vista a aquella nave.

Y fue entonces cuando, tras entrar en aquel nuevo grupo de asteroides la vi, allí, frente a nosotros- Joder... - comente, observando aquella estacion que habia aparecido de la nada, girándome hacia Pentecost- Señor, tiene que ver esto. Mire donde ha atracado nuestro amigo...- dije, en referencia a aquella nave que ibamos persiguiendo- Si me lo permite, señor, pido permiso para atracar sin comunicar nuestra presencia. - dije a continuación, dejando claro que, en mi opinión, comunicar que estabamos allí era ponernos un luminoso rojo con la palabra "Diana" escrita en él.

Ochoa no parece muy contento con vuestra actual situación...

- Sargento, tal vez sea buena idea mantenernos a distancia y transmitir al AURORA estas coordenadas espaciales -propone- No me hace ninguna gracia entrar en una estación orbital abandonada... he oído demasiadas historias sobre "naves fantasma".

El sargento observa la estación espacial en silencio, sopesando las acciones y el rumbo de acción a tomar.

- No, debemos obtener más información... o nuestro viaje y el trabajo de Agathon habrán sido inútiles -contesta al soldado Ochoa- Voy a mandar un mensaje al Aurora, pero luego iremos a la estación.

El sargento toma la radio equipada en su armadura y hace tres contactos con el puente de mando del Aurora antes de hablar. La señal, tres peticiones de entrada para comunicar un mensaje, es una forma de avisar al comandante de peligro, una especie de código elaborado tras largos años de trabajo conjunto.

- Aquí el sargento Pentecost. Hemos seguido a la nave hasta una especie de estación prospectora en mal estado. Vamos a atracar y a prepararnos para tomarla por la fuerza. No creo que nadie pueda enfrentarse a ocho marines completamente equipados. Esperamos su consentimiento, comandante -transmite Pentecost, introduciendo un dato erróneo en el comunicado ante la posibilidad de que su mensaje sea captado por enemigo.

El miedo funciona mejor que las balas...

- Venga, Ochoa... ¿No me irás a decir ahora que te has cagado? - dije, con una media sonrisa, cuando habló de las terribles "estaciones fantasma". Sin embargo, cuando vi que Pentecost estaba más por la labor de hacer lo que yo había propuesto, ladeé mi sonrisa, satisfecho.- Podremos de sobra con cualquiera que este allí. Somos marines, ¿no? - le dije a Ochoa, tranquilizador, guardando silencio mientras Pentecost retransmitía aquel mensaje. Si habíamos llegado hasta allí era por algo. Y ahora no íbamos a echarnos atrás, sobre todo cuando podíamos dar caza a alguien que, a juzgar por su huida, no iba a ser precisamente un angelito.

La conocida voz del teniente Gaeta resuena a través del telecomunicador encriptado:

- Adelante, sargento, procedan con el plan.

Es cierto que se trata de un canal militar protegido, pero no será la primera vez que un experto en guerra electrónica, como el propio alferez Young sin ir más lejos, logra vulnerar su privacidad. Así que es posible que el engaño haya llegado hasta un posible intruso en el sistema... o no, pero en cualquier caso eso no les va a perjudicar.

- Soldado Agathon, aterrice en el objetivo -ordena el sargento Pentecost sin dudar, fijando la mirada en la estación mientras que sus manos, ociosas, preparan el arma para el combate y verifican su estado.

- Entendido, señor. -respondi, asintiendo, en cuanto Pentecost me dio la orden, aproximándome con toda la discreccion posible a aquella estacion.

En pocos minutos descubriríamos realmente qué era lo que nos esperaba en aquel lugar... y si realmente estaba tan abandonado como parecía.

Estabamos solos en esto.

Ochoa deja escapar un largo suspiro de resignación.

- Pues ahí vamos... que el Señor nos tenga en su gracia.

Se pone el casco y activa la presurización del traje, mientras amartilla su arma, asegurándose de que esté plenamente operativa si la necesita. Porque si de algo está seguro, es de que Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos.