Partida Rol por web

Tierra Impía

Abadía de Montelegro

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25/12/2019, 22:54
Director

La profecía de Karel pareció desencadenarse sobre los aventureros que custodiaban el rosal. Un frío cortante se colaba bajo ropas y armaduras y los aterían de frío, haciéndoles castañetear los dientes mientras que el rosal parecía ser inmune a las inclemencias del clima. Para entrar en calor empezaron a moverse mientras vigilaban el camino, como si alguien fuera a venir, pero el camino al pueblo cercano estaba vacío porque nadie en su sano juicio hubiera subido a la montaña de madrugada.

El sonido de la campana del monasterio les sorprendió, un sonido fantasmal que no tenía nada que ver con el sonido habitual ni con el que se había producido al golpear el badajo con el cuerpo atado de Gugliemo con el cuerpo de la campana. Mientras miraban en dirección a la campana y se preguntaban que debía pasar notaron un fogonazo de calor y vieron como el rosal estaba ardiendo con un fuego antinatural que quemaba más que cualquier otro fuego.

A lo lejos el brillo de una campana que parecía estar al rojo vivo iluminaba la torre del campanario.

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25/12/2019, 23:03
Hermano Malaquías

El hermano Malaquías volvió a saltar como un conejillo asustado cuando Erika lo abrazó mientras musitaba plegarias a toda velocidad, tan rápido que daba la impresión que mezclaba oraciones, salmos y rezos en un galimatías que ni sus propios hermanos de orden hubieran comprendido. Visiblemente azorado y sin perder de vista el rosal se dirigió al norte junto a Karel y Erika en dirección a la iglesia, desde la que llegaba los cantos de los monjes, enormes y grandiosos, como si pretendieran llegar al cielo y calmar la ira de su Dios. Al llegar a la puerta de la iglesia Malaquías la aporreó con ambos puños, la pateó con rabia mientras gritaba

"ABRID, ABRID LA PUERTA HERMANOS. LA BENDICIÓN DE ILMATER NOS HA TOCADO, NUESTRO CASTIGO SE HA ACABADO. MONTELEGRO VOLVERÁ A REVERDECER...... ABRID LA PUERTA!!!"

Los cánticos prosiguieron pero Plutarco, el novicio que los había acompañado, descorrió el madero que atrancaba la puerta y les permitió pasar. Al abrirse la puerta de la iglesia los cánticos cesaron y todos volvieron la mirada hacia la puerta, con la esperanza de que los aventureros tuvieran la solución a los males que le asolaban. El abad estaba en el púlpito de la iglesia y los lugares de la primera fila los ocupaban los hermanos Bernardino y Horacio mientras los restos de la congregación se sentaba detras. Malaquías avanzó por el pasillo y gritó

"EL HERMANO ABAD TUVO UNA VISIÓN, LO DEJÓ ESCRITO EN SU DIARIO Y VENGO DEL LUGAR INDICADO Y UN ROSAL FLORECIDO RESISTE AL INVIERNO. SE LO CONTÓ AL HERMANO BERNARDINO Y ÉL LE INTENTÓ SILENCIAR"

Los gritos de Malaquías vinieron acompañados por un tañido de campana fantasmagórico, totalmente distinto al sonido de la campana habitual o durante la muerte de Gugliemo. Los monjes elevaron su mirada hacia el techo y luego entre ellos tratando de descubrir quien podría estar tocando la campana ya que todos los miembros de la congregación que seguían vivos estaban dentro de aquel edificio.

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25/12/2019, 23:30
Hermano Bernardino

El hermano Bernardino bramó con voz de trueno

"Eso es falso, es una herejía. Abel quería hacerse un nombre y se atribuía milagros que no existían pecando de soberbia y orgullo. Yo no le hice nada, solo le dije que si le contaba al abad esas herejías lo expulsaría de la orden." Se giró en busca del apoyo del resto de hermanos mientras le señalaba con un dedo huesudo "el hermano Malaquías era el vecino de celda de Abel y seguro que se ha puesto de acuerdo con los aventureros para tocar las campanas y engañaros. Yo no lo hice y me someteré al escrutinio de Ilmater para demostrar mi inocencia. El hermano Abel me pidió ayuda para purgar sus pecados, como otros habéis hecho en otras ocasiones, y le ayudé con la fusta pero nada más le hice."

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25/12/2019, 23:57
Erika de Gulles

La joven sacerdotisa se quedó muy perpleja mirando desconcertada la actitud tan agresiva y decidida de Malakías. Los ojos se le abrieron descomunales igual que si llevase los anteojos puestos, pero los cristales seguían en su cabeza sin que ella aparentemente fuese consciente de su existencia.

-Ehhh…Un poco más de discreción hubiese sido sensato. - Pero el hermano Malakías estaba enajenado y su furia interior por reivindicar la persona de Abel le llevaba a unos extremos más propios de ella misma que de un pacífico monje de un monasterio aburrido perdido en la inmensidad de las montañas níveas.

Miró de hito en hito al hombre, luego a Karel, se encogió de hombros, se rascó con furia su cabellera castaño oscuro. Interrumpiéndose de golpe ante el sonar escalofriante de las campanas.

-¿Por quién doblan las campanas? -preguntó de sopetón. Lo primero que se le vino a la mente- ¡Ya se, es el hermano Abel, clamando justicia! -corrió, cojeando con gracia hacia el púlpito y la primera fila- ¡Vamos, Karel!

Lo siguiente la dejó atónita, se sintió ultrajada, ofendida. Si no fuese por la extrema bondad de su corazón, hubiese fundido con la mirada a Bernardino. Alcanzó el púlpito, y comenzó a declamar con voz aguda llena de vehemencia.

-¡Miente! ¡Nosotros hemos visto ese milagro! Un rosal enorme, bello, glorioso, resistente al invierno. ¡Bernardino es un embustero! El alma de Abel no albergaba pecado alguno, era un joven bueno, piadoso, alegre, sincero, bendecido por la gracia de Ilmater que premió su fe y bondad con un milagro. El milagro deseado y necesario para que esta comunidad sigue en pie, adelante, fuerte, viva, protegiendo a los necesitados. ¡Todos podéis verlo, no nos inventamos nada! ¡La verdad de mi diosa Amateratsu y de nuestro dios Ilmater me asiste! 

Señaló con un dedo acusador a Bernardino a la vez que se rascaba por enésima vez la cabeza- ¡Estoy harta! Me habéis pasado los piojos, chinches o pulgas! Ahhhhh! Por dónde iba. ¡Ah, sí!  Bernardino, tú sí necesitas lavar tus pecados y confesar. ¿Trabajas acaso para el conde? ¿Es eso? Aparte de envidioso, mezquino y mentiroso, también eres uno de sus perros malolientes que pretendes la ruina del este hermoso lugar. ¡¡Detenedlo!!

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26/12/2019, 02:17
Ordock Pae

¿Pero qué...? - Exclamó sorprendido el paladín. 

Ordock no entendía nada de lo que allí estaba sucediendo. Sin duda alguna, que el rosal prendiera sin más era cosa de magia. Magia oscura y maligna sin duda alguna. Difícilmente podrían apagarlo por medios mundanos y aún apagando las llamas, ya habrían consumido aquella bella planta. 

Sin embargo, lo que realmente le preocupaba era que la campana del monasterio había empezada a sonar y reflejaba un rojo fulgor. ¿Podía ser que la abadía entera también estuviera entre llamas? Eso parecía...

¡Joder! - Exclamó. - ​​​​​​¿Qué está pasando? - Preguntó alterado. - ¡Vamos! - Gritó comenzando a correr hacia la abadía. Temía por Erika y por Karel, además de por todos los monjes.

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26/12/2019, 03:17
Phineas Logbook

Phineas arrojó una palada de nieve al rosal y lo miró una vez más antes de correr detrás de Ordock, lo único que tenía claro era que algo sobrenatural estaba sucediendo y el mejor lugar para estar ahora era junto a Erika y al paladín.

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26/12/2019, 09:43
Karel Drûm

Fuimos hacia la iglesia y el joven Plutarco nos abrió, pudiendo acceder al interior. A Malaquías le entró la incontinencia verbal de la que siempre hacía gala Erika y descargó sobre Bernardino toda la culpa de lo sucedido. Estos jóvenes eran muy imprudentes y Erika no se quería quedar atrás, por lo que también atacó a Bernardino sin tener todas las pruebas de su culpabilidad. Me llevé una mano a la cara y suspiré de agotamiento, este grupo me sacaba de quicio cada vez más rápido.

Durante toda esta charla, el sonido de las campanas retumbaba por el lugar. Un sonido raro, fantasmal. Si todos los monjes estaban aquí, ¿quién las tocaba? Habría que ir a investigarlo. Seguramente fuera el asesino. Me acerqué a Erika y al abad.

-"Abad, tenga a bien escuchar las palabras de estos jóvenes. Es cierto lo del diario y lo del rosal. Veníamos a buscarle para que fuera a verlo con sus propios ojos. Lo de Bernardino... habría que hablar con él seriamente, pero ahora no es el momento. Si hace el favor, acompáñenos hasta el susodicho rosal y veálo en su esplendor. Allí esperan mis otros compañeros."

Miré a Erika y la dije:

-"Erika, ve con Malaquías y el abad hasta el rosal. Luego volved aquí para hablar de Bernardino. Yo voy a acercarme al campanario, quiero ver quién está tocando las campanas."

Salí con paso decidido hasta la entrada de la iglesia, abrí y salí al exterior. Me dirigí velozmente hacia el campanario, hacha en mano.

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26/12/2019, 20:10
Director

Karel salió hacia la carrera en dirección al campanario  para descubrir el misterioso responsable de que las campanas redoblaran. En el interior de la iglesia estaba toda la congregación, eran pocos y fáciles de contar, y si sus compañeros se habían quedado custodiando el rosal las opciones que quedaban eran poco halagüeñas. Con el hacha preparada para enfrentarse a lo que fuera, y con la tranquilidad de saber que Erika no estaba cerca, Karel entró en la torre del campanario y la encontró vacía. Nadie estaba tocando la campana pero ésta repicaba sin cesar, y no solo repicaba sino que tenía un color rojizo intenso, el color del metal candente sin que ningún fuego la estuviera calentando.

Desconcertado ante tal brujería Karel retrocedió, salió del campanario y se dirigió a la iglesia para avisar del inminente peligro de la campana incandescente cuando, desde el sur, pudo ver como una columna de fuego se elevaba al cielo desde fuera de los muros de la abadía. Aquello solo podía ser obra de la brujería más abyecta, no había más explicación, todos los males se habían desatado sobre Montelegro durante su visita, aunque, por lo menos, pudo ver como dos figuras, una vigorosa y la otra más menuda avanzaban hacia la iglesia a toda velocidad.

Sus amigos vivían, pero si la campana hacía arder la torre del campanario todo el monasterio ardería. A toda la velocidad que pudo obtener de sus cortas piernas, Karel entró en la iglesia para dar la voz de alarma.

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26/12/2019, 20:24
Director

El gesto de Phineas no tuvo resultado alguno, muy al contrario, las llamas no solo no se apagaron sino que crecieron hasta formar una columna de fuego que parecía a punto de tocar el cielo. Aquello era magia oscura, o al menos una magia que estaba fuera de su alcance por lo que corrieron hacia la iglesia con la intención de avisar al abad, confiando en que si alguien tenía el poder suficiente para remediar aquel gran mal era el superior de la orden.

Entraron a la carrera en la iglesia cuando, al fondo de la iglesia, donde se encontraba el abad, el hermano Bernardino y Erika todo se desencadenó.

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26/12/2019, 22:47
Hermano Bernardino

Karel la había dejado sola acusando al hermano Bernardino que la miraba con una mezcla de incredulidad e indignación. Levantó un puño al cielo y lo empezó a agitar en su dirección mientras bramaba con rabia

"Todo mentiras, el hermano Abel es un pecador que decidió cometer el pecado más abominable a los ojos de nuestro creador al quitarse la vida, eso son los hechos y no las fantasías e ilusiones que estos.... aventureros" escupió casi con desdén "os quieren hacer creer. Yo fui uno como ellos, cegado por el oro y la gloria hasta que recibí la llamada sagrada de Ilmater. Esta sacerdotisa de la malvada Amateratsu os quiere poner en mi contra, sin que yo nada le haya hecho. Ha llegado pisoteando a nuestra deidad, riéndose de nuestro modo de vida y ofendiendo a los muertos. Oh, sí, podremos tener muchas pulgas pero nuestro corazón está limpio y nuestra conducta es irreprochable.."

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26/12/2019, 22:52
Hermano Abel

Desde el sur de la iglesia irrumpieron Ordock y Phineas, que quedaba ligeramente rezagado por la diferencia de zancada, mientras que del este entraba Karel a través de la puerta que daba al claustro. Al entrar vieron al hermano Bernardino con el puño cerrado, el gesto crispado y el tono exacerbado gritándole a Erika que le señalaba con un dedo acusador. A su lado Malaquías avanzaba hacia el superior de los copistas con el gesto demudado de la rabia mientras el abad miraba la escena con los ojos muy abiertos, incapaz de distinguir quien tenía la razón e intentando calmar los ánimos, pidiendo a todas las partes que se serenaran.

Un zumbido llenó el aire de la iglesia, un zumbido casi palpable que hacía vibrar las vidrieras de la iglesia y oscilar las velas, haciendo que las sombras se retorcieran y cambiaran caprichosamente. De la sacristía, tras el altar, una figura embozada en un hábito de monje cubierto de tierra avanzaba hacia el altar, donde el abad y el hermano Bernardino estaban situados. La congregación ahogó un grito de espanto mientras la figura se quitaba la capucha del hábito lleno de jirones y dejaba ver su rostro, el rostro de Abel de Corbone, cuyo cuello estaba girado en un ángulo imposible y cuyos ojos refulgían de un amarillo salido del mismo averno.

El abad sacó su símbolo sagrado y lo alzó musitando unas palabras mientras el dedo de Abel señalaba a Bernardino, como una condena de muerte. Con una voz que parecía salida de ultratumba le dijo

"Mentiroso! Confiesa tus pecados, o te condenarás a arder por siempre en los fosos del infierno!"

La figura avanzó hacia él, sacándose del bolsillo un frasco que por el color solo podía ser oleo sagrado mientras el atemorizado hermano Bernardino, temblando como una hoja en un huracán balbuceaba

Bernardino:"No!, no puede ser! Estás muerto!, nosotros te matamos!"

La voz de Abel, que parecía provenir de otro mundo le respondió

"Mi cuerpo, quizás, pero no mi espíritu.  Bernardino, ha llegado el momento de que hagas penitencia por tus crímenes."

El cuerpo de Abel, animado por alguna energía misteriosa, elevó los brazos en busca de la garganta de Bernardino. La presencia del resto de monjes y de los aventureros parecía darle igual, solo importaba la penitencia, solo importaba la venganza.

Notas de juego

Si queréis hacer cualquier tipo de acción debéis lanzar 1d10. Si queréis atacar al muerto viviente 1d20. Decidme como pensáis atacarle, que conjuro vais a lanzarle, etcétera..... que cuanto más material me deis más podré adelantar del combate.

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26/12/2019, 23:49
Erika de Gulles

A Erika no le dio tiempo de bajar del púlpito cuando Karel ya desaparecía por la puerta principal de la iglesia -¡Karel, Karel, no, no te marches! –Pero ya era tarde. Su melena giró de forma violenta al girarse hacia Bernardino para enfrentarlo sola. La joven sacerdotisa no se arredró a pesar de darse cuenta que estaba en franca minoría, siendo ella una extraña y el monje uno de los más reconocidos en la abadía. Sintió el miedo en sus piernas y en sus labios temblorosos, pero la fuerza de su diosa la animó a mantener la mirada clara y el coraje suficientes.

-¡Herejía! ¿Amateratusa malvada? Eso es blasfemia, hermano Bernardino. Las pruebas están ahí, no inventamos nada. Y nada de lo que dices que he hecho es cierto, desvirtúas la realidad empujado por la maldad. ¡No quiero gloria ni oro ni piojos! Soy clériga de Amateratsu la Bondadosa y la razón de mi vida es cuidar y proteger al prójimo. ¡Maldito! ¡Canalla! ¡Torturador! 

Y entonces sucedió la interrupción por la asombrosa y espantosa figura del cadáver animando de Abel. Erika retrocedió, aterrorizada, aunque ya había sufrido la persecución de seres de ultratumba en otras ocasiones, y luchado contra seres demoníacos. -¡Penitencia, penitencia para Bernardino y sus secuaces!

Atemorizada, paralizada, fue imbuida por la inspiración y voluntad de su diosa, y se interpuso de un salto entre Abel y Bernardino.-¡Detente, buen Abel! Nosotros aplicaremos justicia, este monstruo será castigado por sus crímenes, Abel, escúchame, no te condenes a ti mismo- Más de lo que ya estás, añadió para sí.

                                                   

 

-¡¡Retroceded!! ¡YO puedo! -Erika, sin ser consciente de la presencia de sus amigos, alzó los brazos y usó su poder de expulsión de muertos vivientes para alejarlo de ella y de su asesino. * 

 

- Tiradas (1)

Motivo: acción expulsar

Tirada: 1d10

Resultado: 3 [3]

Notas de juego

*No se exactamente qué lanzar.

Hago rodar el d10 para la acción. En este turno no uso conjuro.

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27/12/2019, 06:33
Erika de Gulles
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Motivo: Que los monjes me quieran

Tirada: 1d20

Dificultad: 14-

Resultado: 14 (Exito) [14]

Notas de juego

Se me olvidó lanzar por carisma, por si ayuda, para los monjes, no Abel,  claro.

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27/12/2019, 07:46
Ordock Pae

La visión de aquel retornado de entre los muertos clamando venganza contra el hermano Bernardino retorció el alma de Ordock. Sabía que los muertos pertenecían al mundo de los muertos y que la venganza no era una justificación suficiente para hacer el mal. Pese a que ese mal, reparara otro mal aún mayor. La única manera de hacer justicia era mediante un juicio y una sentencia, a menos que aquel encausado se revelara de forma violenta y de momento al menos, ese no estaba siendo el caso del hermano Bernardino.

La acusación de Abel hizo sacar una confesión al hermano Bernardino. Una confesión que sin decir nombres, afectaba a otros. ¿Estaban Gugliemo y Edmundo en el ajo? ¿Era por eso por lo que Abel les había matado? Todo hacía indicar que si, pero... ¿Eran los únicos o había más hermanos metidos en aquel turbio asunto? Fuera como fuera, aquellas preguntas debían quedar para más adelante, pues lo que realmente importaba en esos momentos era salvar la situación.

¡Detente Abel! - Alzó la voz e interponiendo su símbolo sagrado entre el espectro y el hermano Bernardino. - ¡Por el poder que me otorga Amateratsu, detente! - Repitió invocando el nombre de su diosa. - ¡Deja que la justicia entre los vivos, la lleven a cabo los vivos! - Imploró. - ¡Regresa a tu tumba! ¡Descansa Abel, pues ya has hecho suficiente desvelando tu crimen! 

Notas de juego

Yo también intento expulsarle. No se muy bien como va la prueba, tira tu jefe.

Si Abel trata de sobepasarme, le pego un espadazo.

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27/12/2019, 10:39
Phineas Logbook

Phineas corrió tanto como sus cortas piernas lo permitían, viendo como Ordock le sacaba ventaja paso a paso. Cuando llegó la escena estaba servida y Abel avanzaba hacia Bernardino con la llama de la venganza en sus ojos.

- Bernardino ha confesado Abel, ha admitido haberte matado, si lo matas no podrá entregar a sus cómplices. - gritó a todo pulmón mientras corría hacia el Abad, dudaba que sus palabras hicieran mella en el no muerto, pero debía intentarlo - Abad, hemos sido testigos del milagro, el Rosal de Ilmater crecía lozano en el punto donde la visión le indicó a Abel que estaría la fuente. Ahora arde con las llamas de la venganza justa, condenad a Bernardino ante Ilmater y salvad vuestra Abadía. Decidle a Abel que Bernardino será juzgado por sus crímenes, juradlo con vuestro corazón o no se detendrá hasta haber acabado con el monasterio. ¡¡¡Permitid que el alma de Abel descanse en paz!!!

Notas de juego

Intento convencer al Abad de que actúe para condenar a Bernardino... por si eso consigue que Abel se detenga

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27/12/2019, 11:37
Karel Drûm

Bajé corriendo del campanario y vi a lo lejos la columna de fuego donde estaban mis compañeros junto al rosal.

-¡Qué demonios!

Bajé la vista al patio y vi dos figuras yendo hacia la iglesia... debían ser ellos. Continué mi descenso y entré casi a la par, por el lado contrario. Erika seguía discutiendo, junto a Malaquías, con Bernardino. Y entonces... el cuerpo inerte pero animado de Abel apareció al lado de ellos. Acusó a Bernardino y este, fruto ya de la presión y el miedo, acabó declarando que le habían matado. Posiblemente, él junto a Edmundo y Gugliemo, fueron los autores materiales de su asesinato. Ahora Abel quería venganza y Bernardino era su último objetivo. Aunque no me quedaba claro quién estaba detrás de la resurrección de Abel, porque estaba seguro que había alguien más en las sombras moviendo los hilos. ¿Y por qué ahora?

Tenía que ayudar a los monjes e impedir el castigo a Bernardino. Aún siendo un asesino, tenía que ser juzgado por las autoridades competentes... no por un muerto viviente. Me dirigí hacia el púlpito al igual que mis compañeros. Por el camino iba gritando y girando los brazos para que me escucharan todos los allí presentes.

-"¡Rápido, hay que salir de la iglesia! La campana está al rojo vivo y hará que todo empiece a arder. Hay que salir al patio, rápido. ¡Todos fuera!"

Cuando llegué al lado de los demás, estaban intentando expulsar a Abel con sus habilidades clericales. Yo no era tan hábil hablando o comunicándome con mi Dios, así que hice lo que cualquier enano haría al ver a un muerto resucitado... intentar cortarle la cabeza con el hacha, por supuesto.

 

- Tiradas (3)

Tirada oculta

Motivo: Motivar a la gente para que huya al patio

Tirada: 1d10

Resultado: 5 [5]

Tirada oculta

Motivo: Hachazo por la espalda a la cabeza de Abel

Tirada: 1d20

Resultado: 9 [9]

Tirada oculta

Motivo: Daño del hachazo

Tirada: 1d6

Resultado: 2 [2]

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27/12/2019, 13:42
Hermano Abel

La seriedad de Erika pareció convencer a los monjes que lo sensato era poner algo de distancia entre el muerto viviente y el hermano Bernardino , y todos ellos, a excepción del abad que seguía musitando oraciones se parapetearon detrás de los bancos de la tercera fila. Más la carismática clériga no parecía tener la misma influencia con los muertos y Abel siguió avanzando hacia el indefenso hermano Bernardino. Con gesto decidido invocó al poder de su diosa para expulsar al muerto, alejarlo del hermano Bernardino y darle la oportunidad de redimirse pero Amateratsu no tenía poder sobre él, aunque Abel la miró con unos ojos amarillos que helaban la sangre, fulminándola con la mirada, antes de seguir caminando hacia el monje.

Phineas intentó convencer al abad que condenara a Bernardino y el abad rompió su concentración, incapaz de expulsar a su difunto hermano, y le imploró

Abad: "Hermano, os lo ruego. Se ha derramado mucha sangre, detén esta locura. Si el hermano Bernardino es culpable lo pagará, no segamos vidas, las preservamos. Deteneos, os lo ruego!"

pero el hermano Abad no atendía plegarias ni ruegos, pues era el ángel vengador que pretendía limpiar de pecado la abadía.

Ordock intentó expulsar a Abel, pero su maestría era inferior a la de Erika, por lo que nada pudo hacer salvo sentir que no había maldad en el caminante, no era animado por magia negra ni malvada.

En cambio, Karel, como buen enano decidió que era mejor golpear entre los homóplatos y cortar la cabeza, y que ya habría tiempo de rezar. Balanceó el hacha para intentar golpearle en la cabeza, pero era demasiado alto para él y la trayectoria no fue satisfactoria. El hacha se clavó en la espalda del muerto a la altura de los hombros, dejando al descubierto un corte del que no salió sangre alguna. El enano desclavó el arma para volver a golpear y pudo ver sorprendido como parte del golpe se cerraba, mediante algún tipo de regeneración. El muerto le miró y le dijo

"No tengo nada contra ti, pero no detendrás mi venganza. Apartate o enfrenta a tu creador"

Las manos de Abel se cernieron sobre el cuello de Bernardino que empezó a chillar con voz aguda y a patalear intentando librarse de las poderosas manos que se cernían a su cello.

- Tiradas (7)

Motivo: Abel iniciativa

Tirada: 1d10

Resultado: 9 [9]

Motivo: Abel Ordock

Tirada: 1d10

Resultado: 5 [5]

Motivo: Phineas iniciativa

Tirada: 1d10

Resultado: 4 [4]

Motivo: Ordock o Karel

Tirada: 1d10

Resultado: 2 [2]

Motivo: expulsion erika

Tirada: 1d20

Resultado: 20 [20]

Motivo: expulsion ordock

Tirada: 1d20

Resultado: 16 [16]

Motivo: daño del hacha

Tirada: 1d8

Resultado: 5 [5]

Notas de juego

Orden del turno: Erika - Phineas - Ordock - Karel - Abel

Las expulsiones se realizan con un dado de 20 pero como habéis visto, Erika ha sacado un 20 y no ha funcionado, así que por ahí no vais a conseguir nada.

Karel: El hacha de batalla es 1d8

En cuanto resuelva este turno haré otro para decir que orden tenéis de acción.

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27/12/2019, 14:04
Director
- Tiradas (5)

Motivo: ini erika

Tirada: 1d10

Resultado: 9 [9]

Motivo: ini ordock

Tirada: 1d10

Resultado: 8 [8]

Motivo: ini karel

Tirada: 1d10

Resultado: 2 [2]

Motivo: ini phineas

Tirada: 1d10

Resultado: 9 [9]

Motivo: phineas - erika

Tirada: 1d10

Resultado: 6 [6]

Notas de juego

Orden en el siguiente turno:

Karel - Ordock - Erika - Phineas - Abad - Abel

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27/12/2019, 14:52
Karel Drûm

El hachazo fue bueno, pero insuficiente para pararle. Las oraciones de los demás y los intentos de expulsarle fueron en vano. Encima, ¡el maldito bicho se regeneraba! Iba a ser muy difícil pararle, muy, muy difícil.

-"Amig@s, hay que sacar a toda esta gente de aquí. El campanario está próximo a arder y se extenderá por la torre y seguidamente por la iglesia, cayendo el techo en llamas sobre nuestras cabezas. No queda mucho tiempo. Yo intentaré detener a esta cosa que se ha proclamado el ejecutor de la abadía. Pero para detenerle definitivamente, hay que buscar al responsable de su reanimación. Tiene que ser uno de los monjes, uno que tuviera amistad con Abel y quisiera vengarle, sin importar el coste en vidas."

Volví a agarrar con fuerza el hacha e intenté cercenar una rodilla de la criatura para hacerla caer al suelo. Nuestro futuro inmediato dependía de mi buen hacer en el golpe, nos daría algo de tiempo.

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Hachazo a la rodilla

Tirada: 1d20

Resultado: 2 [2]

Notas de juego

Director, no llevo mi armadura. No me la he puesto en ningún momento desde que estamos aquí. Hicimos una promesa al abad de no portar armas, etc (excepto mi daga en la bota, que aún la llevo). Después del baño, lo único que dije explícitamente que cogía, aparte de la susodicha daga, era mi hachuela... mi hacha de mano (1d6 de daño).

Los demás no se si irán con TODO su equipo, pero Karel no. Camisa, pantalón, cinturón y botas.

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27/12/2019, 15:12
Ordock Pae

Ordock no se lo pensó demasidado. Él como paladín se debía a los vivos. Abel ya no pertenecía a ese mundo. Le habían dado la oportunidad de obtener el castigo de sus asesinos mediante la ley, pero él había elegido la venganza. Eso era algo que Ordock no podía permitir.

¡Atrás! - Gritó mientras lanzaba un espadazo en dirección a aquel ser retornado de entre los muertos. 

Aunque Karel creía que iban a necesitar al monje que lo resucitara para acabar con la amenaza, Ordock creía que mmmm o existía tal monje. La reencarnación de aquel hermano había sido por una causa ajena a la abadía, su propia sed de venganza, la cual no había cesado una vez muerto. 

- Tiradas (2)

Motivo: Ataque espada

Tirada: 1d20

Resultado: 18 [18]

Motivo: Daño

Tirada: 1d8

Resultado: 5 [5]

Notas de juego

No sé que tengo que sacar para dar. Un 18 parece malo. Pero tiro daño por si acaso.