Partida Rol por web

Kendra caminó con paso seguro hasta el lugar designado para su duelo contra Maxwell. Nada más llegar, se giró hacia los jueces, inclinandose ligeramente a modo de saludo, tal y como la habia enseñado su abuelo a hacer desde siempre y, acto seguido, hizo lo propio con Maxwell, varita en mano.

Se le veía decidida, centrada, y la forma de sujetar la varita, grácil y elegante, dejaba claro que se sentía comoda con ella en la mano- Buena suerte, Maxwell. - dijo a su contrincante, mientras se colocaba en posicion de inicio de duelo, con un pie hacia atrás y la mano alzada, esperando a que los jueces dieran la señal.

Estaba preparada.

Maxwell se quedó mirando a la niña mientras se inclinaba hacia los jueces. ¿Para qué hacían falta tantos jueces? Lo cierto era que no tenía muy claras las reglas. Cuando se había apuntado, lo había hecho pensando que se trataría de combates eliminatorios. Dos entran, uno sale andando, el otro en camilla. Para eso no hacían falta jueces. Alguien había comentado que solo se permitían conjuros, lo cual era una mierda, porque estaba seguro de que ninguno de los que habían aprendido hasta ahora sería capaz de evitar que se adelantara para quitarle la varita a su oponente y hacerle morder el polvo de un rodillazo en las tripas.

Claro que, en este caso, el oponente era una niña, y no iba a levantarle la mano a una chica. Era de mal gusto.

—Mmmmhmmmmm —murmuró como respuesta, asintiendo, cuando la otra le deseó suerte. ¿Qué puto sentido tiene desearle suerte al oponente? No se decidía si se trataba de burla o hipocresía.

Cuando ella terminó su ritual, Maxwell sacó la varita del bolsillo interior de su túnica y la mantuvo frente a sí, golpeándose la palma de la mano izquierda con la punta, como si lo que sujetara no fuera una varita mágica, sino una porra.

Kendra, ágil como de costumbre, no tardó en deshacer aquella pose inicial, bajando la mano con gracia, mientras apuntaba a Maxwell -¡Crystallus Fulminis! - exclamó, contundente, con expresion concentrada, esperando que aquel rayo impactara en su contrincante.

No estaba dispuesta a perder oportunidad alguna de derrotarlo. Y, de momento, parecia que no se le estaba dando mal la cosa.

Maxwell se sorprendió cuando el rayo sobrepasó su defensa. Le había ocurrido en alguna ocasión, pero siempre por un descuido o un error en el contraconjuro. Por suerte, los miserables conjuros que habían aprendido hasta ahora hacían poco más que cosquillas.

Desconocía si ser golpeado suponía el final del duelo, pero si dudaba la niña volvería a tomar la iniciativa, así que ni siquiera se molestó en maldecir. Soltó la mano ziquerda de la varita y apuntó a Kendra, exclamando las palabras mágicas:

—¡Flamine Fulminis!

Erasmus hizo su aparición tras utilizar un traslador, inundando el terreno del torneo con un empalagoso perfume a rosas, el profesor vivo... de Historia de la Magia solía vestirse como un mosquetero del siglo XVII, con su sombrero de ala ancha, sus pantalones bombachos, botas altas, una casaca, capa corta y su varita colgada al cinto como si fuera una espada... en realidad ser el profesor de Duelo era su mayor deseo y anhelo, pero la plaza estaba ocupada por los hermanos Knower y por eso tenía que conformarse con ser juez de Torneo u ofrecerse como ayudante cuando alguno de los profesores de duelo lo requería.

 - Buenos días señor Alden- saludó al chico de Huffelpuf- Buenos días señorita Lestrange- se quitó el sombrero a modo de reverencia ante la muchacha- Veo que habéis comenzado con interés el duelo- los fulminis se habían realizado de manera correcta por ambos contendientes pero el de Kendra logró paralizar al tejón mientras que el suyo fue detenido por la poderosa defensa de Kendra- Señor Alden, me temo que su conjuro no ha sido lo suficientemente fuerte para penetrar la defensa de su rival y que este al contrario que usted si que ha conseguido quebrar su defensa... Cuando se le pase el entumecimiento, le recomiendo más agudeza y empeño si lo que pretende es ganar este duelo. 1-0 a favor de la señorita Lestrange. Por favor comenzad con el siguiente turno- realizó un grácil movimiento de varita para atraer a su mano el traslador, una copa de plata, y desapareció en el acto.

- La chica consiguió golpear a su adversario limpiamente, pero no lo suficiente como para dar por concluido el combate. Este debe continuar con una ventaja de 0 a 1 para la chica de Slytherin. Continuen. -

Kendra sonrio, al ver como los jueces le otorgaban aquel punto y, ágil, se dispuso a lanzar un nuevo conjuro a Maxwell, antes de que tuviera tiempo de reaccionar.-Flamine Fulminis - Estiró la varita en el aire, realizando un ágil gesto de muñeca... hasta que aquella muñeca le crujió, provocándole un momentáneo y agudo pinchazo que, sin duda, hizo que se desconcentrara momentaneamente.

Mierda. Esto no va a salir bien.

Kendra estaba a su altura en duelo, y contaba con la iniciativa y la ventaja. Si se limitaba a continuar con el toma y daca, tenía más posibilidades de perder que de ganar. Estaba acostumbrado a recibir golpes, y en una pelea a puñetazos —aunque nunca se hubiera peleado a puñetazos con una niña— hubiera aprovechado esa ventaja. Estaba seguro de que podía aguantar mucho más daño que la niña, pero los jueces detendrían el duelo mucho antes.

Su repertorio mágico todavía era muy limitado, pero podía intentar algo diferente. Aprovechando el error de la chica, levantó su varita de nuevo y, sacudiéndola como si fuera una porra, pronunció las palabras del nuevo conjuro:

—Flámatte.

Aquel error le salio caro. De repente, vio como de la varita de Maxwell salia un resplandor lo suficientemente brillante como para deslumbrarla, obligándola a llevarse una mano a la cara, para protegerse.

Maldito crio.

Aquello, sin duda, le daria una ligera ventaja.

Lilliam llegó colando al lugar. Sus ligeras alas apenas levantaban aire al aproximarse, sin embargo la velocidad de su cuerpo era impresionante. Llegó al centro del lugar y con voz dulce comentó:

-La chica de Slitheryn no ha sido capaz de conjurar. Quizá deberías centrarte en el duelo, cariño, y dejar de mirar a la grada. El chico de Hufflepuff ha sabido tomar ventaja aturdiendo a su oponente, sin embargo no sirve de nada si no sabe aprovechar el momento. Veamos sabe aprovecharoa. Podeis continuar queridos.

-Que gane el mejor. Dijo antes de salir de allí tan rápido como llegó.

- Continudad el combate, chico Tejón y Chica Serpiente. -

Recuperada la iniciativa, Maxwell volvió a lanzar su conjuro predilecto. Esperaba que algún día aprendieran a producir algo más que una miserable llamita, pero pero por el momento, no disponía de nada mejor.

—Flamine Fulminis.

-¡Flamine fulminis!- exclamo Kendra, intentando protegerse del conjuro lanzado por Maxwell. Sin embargo, aquel Flámatte seguia cegándola lo suficiente como para impedirle apuntar bien a su adversario, siendo incapaz de parar aquel rayo, que impacto de lleno en ella, haciendole notar una dolorosa quemazón.

Sin embargo, eso no la detuvo. Llena de rabia, señalo a Maxwell con su varita, dispuesta a acabar con aquello cuanto antes- Crystallus Fulminis - espetó, y un rayo salio limpiamente de su varita, destinado a golpear a su oponente.

Maxwell esperó a que el rayo estuviera a punto de alcanzarle, momento en el que dio un golpe seco en el aire, como si quisiera golpear el rayo para mandarlo lejos de sí.

—Fulminis Finite.

Por un momento, mientras la varita absorbía el impacto, se preguntó si no existiría alguna forma de desviar los conjuros. Podía preguntarle a alguno de los profesores, pero estaba convencido de que no iban a enseñarle el contraconjuro, aunque existiera, de modo que era tiempo perdido. Y cuanto menos trate con esos hijos de puta, mejor...

Binns apareció entre los dos contendientes. Miró en su pergamino los nombres antes de dirigirse a ellos-. Señorita Lestrange, señor Alden. Este asalto lo gana claramente el señor de Hufflepuff, pues no solo ha podido evitar el conjuro de la señorita de Slytherin, sino que también ha logrado penetrar en las defensas de la niña y herirla.

- Ya os queda poco. Continuad.

- Continudad el combate, chico Tejón y Chica Serpiente. -

—Flamine Fulminis.

Maxwell apuntó de nuevo a Kendra con la varita, pronunciando las palabras del conjuro. Debería haber estado atento al duelo, pero su mente decidió elegir ese momento para divagar, preguntándose porqué los demás conjuros consistían en una sola palabra, mientras que los de ataque requerían dos.

Kendra estaba enfadada. Muy enfadada consigo misma. No sólo no había conseguido herir al chico. Además Maxwell habia conseguido impactar en ella. No, aquello no podia continuar asi.

Por eso, en cuanto Maxwell volvio a atacarla, Kendra movio su varita, grácil y precisa, en direccion al tejón. - ¡Fulminis Finite! - exclamo, y el conjuro se esfumó, sin llegar siquiera a acercarse a ella.

Aquello, sin duda, la envalentono. Ella era buena en duelo, eso desde luego. No pensaba quedar mal delante del crio aquel. Por eso, y sin dar tiempo siquiera a una reaccion, volvio a apuntarle con su varita, determinada y potente... muy potente.

-¡Crystallus Fulminis! -exclamo, y su voz resono por toda la estancia.

Habia sido un buen conjuro, no habia duda.