Partida Rol por web

Hoy era un dia distinto en la ciudad de Tron; corría una niebla pegajosa y molesta, que se adhería en el suelo cristalino y azulado. Swan miró al cielo, las nubes tronaban y centelleaban en amarillo y rojizo, no pintaba bien.

Los tacones de la sirena resonaban en el suelo, en la solitaria calle del distrito siete, su distrito cuando no habían juegos. Hoy acababa de terminar la carrera de motos de luz y también sus deberes con la sociedad, al menos hasta dentro de unos ciclos.

Aquel lugar, el distrito, era a la vez su trabajo y su coto de caza, no en vano, era el más complicado para el gobierno, los rebeldes, virus y prófugos se escondían como ratas allí, pero todo eso iba a cambiar con el nuevo comisario, el programa que Clu había puesto allí para "mejorar las cosas", su nombre era Crowley, pero Swan no le conocía demasiado; tampoco le importaba mucho.

Giró en una nueva esquina y anduvo hasta el final de la calle, donde bajo el cartel luminoso con el nombre "Trio de Ases" se congregaban varios programas, haciendo cola, era la otra alternativa a "El club de Linea de meta" salvo que aquí se promovía más el juego y no la bebida y el baile.

Swan no tuvo que hacer cola. El robusto guardaespaldas vestido de blanco, con los circuitos del mismo color que le cruzaban el pecho se apartó cuando la vio entrar, le diriguió una mirada y luego volvió a sus quehaceres.

La musica era fuerte dentro, todo estaba casi en penumbra, solo podía verse los circuitos, rojos, azules o blancos de los allí presentes, y en el techo varios laser de colores extraños, solo hasta que Swan cruza una puerta doble del fondo; cuando los dos cristales se internaron en los laterales, ante ella se levantaba todo un templo al juego, donde muchos programas se arremolinaban en mesas con distintos juegos, desde los naipes digitales hasta la rueda de luz.

La sirena no tenía el menor interés en eso, solo le importaba dar con una persona: Croupier. Y no tardó en encontrarle.

Estaba en el centro de la sala, hablando con varios programas, que no tardó en despachar cuando vio a la programa de cabello blanco entrar.

La llamó con la mano, mostrando una amplia sonrisa.

Era un tipo singular, Croupier. Tenía el pelo blanco, la tez pálida, vestía casi siempre un largo abrigo con los circuitos en los bordes y cuello, varias manchas negras decoraban el resto del traje, sus pantalones eran blancos y portaba unas botas altas de suela plana, justo en la parte superior de la bota, un nuevo circuito decoraba esa zona de un color blanco brillante.

Jugueteaba sin parar con una ficha del casino, que servía como moneda solo ahí, en ese lugar, moviéndola entre los dedos.

El tipo siguió caminando y pasó a una nueva sala, en la puerta habían dos gorilas de blanco más que no opusieron resistencia al programa femenino.

Swan trabajaba para Croupier, este había visto en ella algo que los demás programas no tenían "independencia" y falta de "escrúpulos" decía. Tenían un buen negocio en marcha, Swan infectaba o robaba discos a los morosos y luego Croupier los vendía de contrabando, ambos ganaban unos créditos extra y todo en paz.

-Mi querida Swan.

Dijo cuando estuvieron solos en la sala. Era una habitación no muy grande, circular, con las paredes blancas y luces azules, en el centro había una mesa tambien circular a modo de "ficha de casino" y rodeándolo un sofá de color blanco con luces a los lados.

-¿Quieres tomarte algo conmigo o primero los negocios?

Inquirió.

Hoy era una de esos días en los que la Sirena tendía a deprimirse ligeramente. El trabajo era algo a lo que era prácticamente adicta y le ayudaba a centrarse en otros temas que no estuvieran relacionados con los de su propia existencia. Pero en cuanto éste desaparecía y la premiaba con su tiempo libre, el carácter de Swan se turbada y la hacía sentirse como la niebla que en ese momento la acompañaba de camino hacia "Trío de Ases": vaga, confusa, envuelta en incógnitas de todo tipo...

Pero aquello quedaba atrás conforme ella llegaba a su destino. Adelantándose educadamente al llegar a la fila, asintió cuando el segurata le dejó el camino libre y avanzó hasta zambullirse en aquel maremagnum de música y luces. No solía expresarlo, pero la música era algo que le agradaba bastante, más en aquel día en el que sus quehaceres como Sirena habían desaparecido por un tiempo. La melodía le hacía sentirse libre.

Caminó con paso tranquilo y elegante hasta alcanzar la sala de juegos con la intención de localizar a su objetivo. Tras dar con él, lo compañó a la siguiente habitación con una sonrisa educada. Una vez quedaban solos y apartados del resto de individuos, la Sirena se retiró la blanca capucha que la cubría, un accesorio que solía vestir con discrección cuando visitaba aquel tipo de centros de ocio, (además que la protegía de la posible lluvia). Haciendo aquello exhibió una melena suave y lisa que le llegaba hasta el pecho.

- Croupier... - le devolvió una sonrisa cuando escuchó lo de "mi querida Swan". Ella tomó asiento mientras doblada cuidadosamente la prenda que se había retirado, posándola suavemente junto a ella. Fue entonces cuando dirigió toda su atención al hombre para el que trabajaba desde hacía un tiempo, enarcando las cejas mientras sonreía, con una expresión divertida - Sabes que siempre me decanto por los negocios antes de beber. Pero estaré encantada de tomar algo contigo, siempre que invites - rió tímida, procurando hacer la reunión más amena, pues al fin y al cabo seguía siendo un trabajo.

Hacía un tiempo que lo conocía, y aunque la Sirena aún tenía ciertas dificultades para relacionarse a causa de su timidez, a veces se permitía el lujo de bromear con él, ya que hasta el momento Croupier era prácticamente el único sujeto al tanto sobre sus habilidades como "salteadora", y ese hecho la aliviaba un poco.

Croupier sonrió por lo que dijo Swan. Se acercó despacio hacia un lateral de la habitación y acarició con la palma de la mano la pared, un cuadrado de ésta se abrió y empezó a nacer una bandeja con varios preparados, sobretodo de color azul (energía pura) y de otros colores derivados.

Sin mirar a Swan, empezó a mezclar varias bebidas.

-¿Sabes? ahí veo la perfección: profesionalidad con un toque de locura pasional ¿no te parece? a veces es bueno mezclar el trabajo...

Croupier cogió dos copas de cuello largo, de caprichosas formas estéticas y le acercó una a la sirena, apoyándola en la mesa, frente a ella.

-...con el placer.

El programa sonrió un poco y luego se sentó frente a la chica.

-Tengo a otro de los tuyos, un programa llamado Grover, apostó muchos créditos en la ruleta de luz y lo perdió todo, cuando mis chicos fueron a cobrarle eliminó a uno y dejó a otro gravemente dañado.

Explicó. Croupier sacó de bajo el abrigo una tableta y apretó varias veces en la pantalla táctil hasta que apareció una foto de un programa, el tal Grover, iba con una cazadora negra, los circuitos a un lado del pecho le caían de un color azul brillante, a continuación se la ofreció a Swan para que la viera.

-Por lo visto, no tiene ningún delito y está operativo como mensajero, un trabajo muy valorado, varios programas pagarían bastante por un disco modificado para ejercer esa labor.

Croupier alzó la copa para chocarla con la de Swan y volvió a sonreir con esa sonrisa zalamera que solía dibujársele en el rostro.

-¿Crees que podrías obrar ese talento que el creador te dio para conseguirlo?

Swan recibió aquella copa con una sonrisa enigmática tras el comentario, haciendo un ademán de agradecimiento con la cabeza. Entonces la aproximó hacia ella deslizándola con dos dedos sobre la mesa.

Cuando el hombre cogió asiento frente a ella, la Sirena alzó su mirada para encontrarse con la de su interlocutor. Ésta había adoptado una expresión seria y dirigía toda su atención al protagonista de la conversación: El tal Grove. Al recibir la fotografía del que sería su próxima víctima, se concentró en recordar hasta el último detalle de su aspecto: Los rasgos de su rostro, la expresión, la postura... La indumentaria no era menos importante: por sus circuitos debía ser un neutral.

Escuchaba atentamente a Cropier, quedándose con aquelloos datos y con otras muchas dudas en su cabeza.

- Ya veo... - se unió al choque de copas, sonriendo y acomodando la espalda sobre el respaldo del sofá, jugueteando con uno de sus mechones entre los dedos - Claro. "Creo que podré" - sonrió con cierta ironía centelleando en sus ojos - No me gusta que la líen en mi local favorito.

Pero era hora de la ronda de preguntas, algo a lo que Croupier ya debería de estar acostumbrado:

- Dices que apostó demasiado y lo perdió de golpe... - comentó para sí, devolviéndole la tableta, cruzándose de piernas - ¿Era un jugador habitual? Quiero saber a qué hora apareció por aquí y si se relacionaba con alguien.

Croupier sonrió a ese modo tan suyo, alzando la copa en honor a las palabras de Swan "su local favorito" lo cierto es que Castor le ganaba en adeptos, pero no en inventiva, y sacar un casino diginal había sido una gran idea, aunque estuviera mal que lo pensara él mismo.

Croupier le dio un sorbo a su bebida y luego la dejó en la mesa luego. Imitó a la chica, acomodándose en el sofá, entre sus dedos, volvió a hacer mover la ficha, era su forma de relajarse, aunque ahora lo había convertido en una manía.

-Trato de llevar un registro de los programas que entran y salen, por casos como este. Grover vino un par de veces, en la primera mano ganó varios créditos, en la segunda perdió esos creditos y en esta ocasión lo perdió todo. En la primera, lo vi con un programa femenino muy atractivo, creo saber que se llamaba Prish. Suele dedicarse a..bueno...diversión.

Croupier se inclinó sobre la mesa y arrastró la tableta hacia él para confirmarle la hora.

-A los 22 ciclos de ayer entró en el local. A las 24 Ciclos se largó. Hoy a los 04 ciclos envié a los cobradores y bueno, unos ciclos después te llamé. En cuanto a su paradero, no lo sé, pero tenía un piso en éste distrito, en el sector 3.b.

El sector 3.b era un barrio dormitorio, era tranquilo porque dos sectores más allá se encontraba el cuartel del orden judicial, o sea, se encontraban las tropas de Clu en el distrito 7, y solían patrullar esa zona amenudo con reconocedores y soldados.

Swan fue apuntándolo todo mentalmente. El sujeto no sólo había jugado un par de veces antes de caldear el ambiente del local, sino que también había dedicado tiempo para relacionarse con programas “de ocio”… En cuanto a Prish, la Sirena recordaba haberle prestado atención un par de veces, más por curiosidad que otra cosa.

- Muy bien… - asintió cuando Croupier le confirmó el distrito, manteniendo contacto visual con la tableta que él le había mostrado – Mensajero, neutral, tres jugadas, Prish, sector 3.b – apuntó mentalmente. – Iré a echarle un vistazo a ese sector. Y quizás le dedique también algo de tiempo a nuestra encantadora Prish.

Sonrió. No había ni un atisbo de sarcasmo en aquel último comentario, sino todo lo contrario; Swan no tenía por costumbre juzgar a los sujetos. Al fin y al cabo, cada uno de ellos fue creado para llevar a cabo una función. Al menos la mayoría.

- ¿Algo más que deba saber antes de disfrutar de esa copa? - sonrió de nuevo, ladeando la cabeza.

-No, salvo que no te pillen las guardias, ya sabes que los reconocedores sobrevuelan mucho esa zona buscando programas fugados y no me gustaría encontrar a mi mejor trabajadora tintada de rojo y con el disco shhuuup...

Croupier hizo un movimiento con la mano y un ruido con la boca, como si imitara un aspirador, como los que Swan tenía en el trabajo para absorver las prendas retiradas a los condenados a los juegos.

-...ya sabes, retocado por nuestro querido libertador.

Croupier ensanchó la sonrisa. Temía a CLU como los demás, pero no escondía en privado su desagrado por ser tan dirigido, anteriormente también odiaba que le dirigiera Tron.

-Por un buen negocio.

Croupier se inclinó en la mesa y chocó su copa con la de Swan, luego le dio un buen trago a la copa.

La habitación era la misma, todo estaba colocado tal y como lo estaba, pero ellos sentían que no estaba situada en el mismo lugar. Por la ventana superior, donde antes entraba una tenue luz, ahora entraba una más fuerte de color azulado, la acera era ¿de cristal? o eso parecía.

La pantalla del ordeador que antes tocaban, ya no funcionaba, era como un objeto inservible. El cañón que los trabajo tampoco se encontraba allí.

De pronto, fuera, se escucha un fuerte sonido, como los rotores de un helicóptero, unos segundos despúes se hacía más leve, y a continuación dejó de oirse.

¿Donde diablos estaban?

Al contrario que sus compañeros, Chuck había caído de espaldas contra el suelo, y lo primero que hizo al abrir los ojos fue preguntarse dónde demonios había acabado el cañón ese de atrezzo que había allí.

- Vale, Jamey, recuérdame que te parta la cara cuando volvamos al coche...

Se levantó, masajeándose la cabeza. ¿Qué demonios acababa de ocurrir? Era como uno de esos malos viajes que se había pegado en la Universidad cuando era más joven, aunque mucho más real. A lo mejor ese Flynn tenía algún sistema de defensa para evitar que alguien tocara sus cosas. Quizás fue eso lo que le ocurrió a Jensen. Tocaría donde no debía y se fue con el rabo entre las piernas con mamá.

Miró a la ventana, y pensó que había pasado mucho tiempo desde que habían entrado a la habitación. Miró la hora, pero las agujas no se movían.

- ¡Venga ya! ¡Ahora se me ha parado el maldito reloj!

Aquello había sido flipante, alucinante, pero también horripilante, y para él algo doloroso (no estaba acostumbrado a aquellos bandazos). Parpadeó cuando estaban en el nuevo sitio, rascándose el cogote. ¿Que demonios había sucedido? Chuck fue el primero en quejarse de aquel desliz, pero él procuró ser más práctico, y se asomó a la ventana, tratando de esclarecer el misterio.

-Quizá es esto lo que le pasó a Jensen -dijo, mientras caminaba hacia allí.

Lo que había pasado le había hecho caer sobre la mesa. Se incorporó, quejándose de la espalda y miró a su alrededor. Se apartó el pelo de la cara y se lo colocó tras las orejas. No entendía que había pasado ahí dentro.

- ¿Pero qué ha sido eso? ¿Estais bien?

Preguntó mirando a todos, pero parecía que no había nada grave porque todos volvían a ser como siempre. Las palabras de Buzz la volvieron a poner sobrealerta al escuchar el nombre de Jensen.

- Esto es muy raro.. tengo que llamar a casa, esto se está retrasando mucho.

Dijo antes de salir de la habitación por donde habían entrado para ir al coche y coger su móvil para poder llamar.

Buzz era delgado y pudo meter la cabeza de lado entre la pequeña abertura para ver la calle...si a eso se le podía llamar calle. Desde luego, no era California, y mucho menos los ángeles, más parecía Matrix que otra cosa.

Suelos iluminados por una leve luz azul, lineas blancas a los lados, por la cual corría a veces números ¿números? también vio que alguien pasaba por delante, unas botas negras con luces azules en los tobillos.

Antes de que pudiera avisar a Jenna, ésta ya había salido y se encontró con la sorpresa de golpe, en la cara.

No era el mundo real.

Ante ella se alzaban grandes edificios de arquitectura nunca vistas antes, de colores blancos, negros o plateado bruñido, habían muchas luces, que desde luego, no eran la del sol.

El cielo estaba encapotado, pero aquellas nubes no eran como las de su hogar.

Las calles estaban parcialmente ocultas tras capas de niebla, dándole un aspecto misterioso a la par que terrorífico...¿¿Donde diablos estaban??

La respuesta llegó parcialmente cuando Jenna se giró despacio, sorprendida y vio la fachada del edificio del cual acababa de salir.

Se quedó de piedra al ver aquello. Debía estar soñando, sí. Sin decir nada más, caminó hasta la calle para situarse al lado de Jenna, y se metió las manos en los bolsillos, mirando aquella inmensidad hermosa, pero casi alienígena, propia de cualquier distopía futurista con la que solía deleitarse con series y juegos, con la que solía soñar. Aquello es lo que era, como un sueño hecho realidad. ¿Quizá estaba muerto, y el láser lo había frito? ¿Era aquella su idea mental de paraiso? ¿O acaso había quedado en coma, y todo aquello era solo un sueño? De ser así, debía ser su sueño.

Movido por alguna extraña fuerza que le impulsaba a soñar más allá, caminó alejándose, intentando explorar los límites de su propio sueño, como solía hacer, pero solía despertar acto seguido al "forzar la máquina". Esperaba que aquello no fuera así esta vez. Y por un momento, olvidó a los demás, pensando que simplemente eran proyecciones de sus conocidos en su mente onírica, y que tenían tanta importancia como el resto del atrezzo que le rodeaba.

Sentía un cosquilleo por todo el cuerpo, un hormigueo indescriptible de aventura y excitación frente a lo desconocido, a superar los límites de lo cotidiano. La misma sensación que, estaba seguro, habían experimentado hombres como Neill Amstrong o Cristobal Colón.

Se sentía vivo.

Aún no me terminaba de reincorporar del viajecito, si es que se le podía llamar así a lo que nos acababa de pasar ahí abajo, cuando salí corriendo a la par que Jenna y me topé con tan tremenda arquitectura y estilo tan peculiar de la gente en el lugar que nos encontrabamos. 

Si bien me había podido mantener a salvo en el viaje por aferrarme al equipo, aquello era simplemente increíble y a la vez tenía un no se qué que me atraía, de cierta manera, me sentía como en casa:

-WooW, esto es simplemente increíble y si no están en lo contrario, supongo que esto es el grid...

Seguía estupefacto y continué admirando aquello...

- Joder, qué prisa tiene todo el mundo ahora por salir de aquí - pensó Chuck, saliendo tras los muchachos por el enladrillado pasillo.

Todo estaba igual, supuso que sólo había sido un desmayo o algún tipo de... invento. Cuando abrió la puerta del Flynn´s y miró al grupo, estaba dispuesto a soltar un chascarillo.

- ¿Qué, os habéis quedado todos embo...? - empezó a decir - ¿Pero qué coño...?

¿Qué demonios había ocurrido? No llevaba más de diez minutos dentro del edificio, y cuando habían salido, la puñetera ciudad había cambiado. ¡Todo parecía sacado de una película de ciencia ficción! ¿Acaso habían viajado en el futuro? ¿Estaban soñando?

Y lo peor de todo.

¿Dónde cojones estaba su deportivo?

Swan esbozó una sonrisa cuando escuchó lo de los reconocedores, alargando un brazo hacia la mesa para dar el primer sorbo a su cóctel. Negó con aire divertido: esquivar a rastreadores se había convertido en un hábito para ella. Apenas había misterio.

Alzó la copa, uniéndose al brindis de su interlocutor.

- Por un buen negocio - Swan bebía a pasos cortos. Le gustaba saborear el momento, y le desagradaban sobremanera las prisas. Aquello se había vuelto una rutina para ella, una costumbre que no terminaba de llenar su existencia, pero tampoco la condenaba a la exasperante vida de los programas comunes. En lo más profundo de su existencia intuía que había algo más para ella, algo que ni se asemejaba a su dedicación como Sirena, y que tampoco se alejaba mucho de sus actos “criminales”. Había algo. Y quizás ese sujeto poseía las llaves de su procedencia. Una pista. Una miga de pan.

Hizo un par de comentarios positivos respecto a la bebida y sobre el buen negocio que iba dirigiendo Croupier con aquel casino. Al poco tiempo decidió que era el momento de terminar la velada, y Swan se incorporó de su asiento.

- Creo que es ya es hora de irme – inclinó levemente la cabeza de manera respetuosa – No quisiera robarte más tiempo. Tienes un local al que acudir – sonrió, recogiendo su capucha y colocándosela con cuidado.

Frenó de golpe cuando vió que el exterior era distinto, se quedó con la boca abierta mirando hacia todos lados y había esas luces, incluso hasta números en el suelo!! No tenía ni idea de donde salía todo eso, pero es que lo más llamativo, es que era el mismo lugar al que habían entrado, pero en otro mundo distinto.

- No tengo ni idea.. ¿estamos en un universo alternativo?

Preguntó asombrada, aunque luego los miró como diciendo que le estaban gastando una broma porque esa idea era demasiado extraña para ella.

- O habeis echado algo a la bebida?????

Buscaba el coche de Chuck, tenía que coger su bolso, coger su móvil, pero no estaba.

- Y tu coche??? Tengo que llamar por teléfono.

Cuando miró hacia atrás, Buzz ya se había ido adelantando.

- Eh!! Espera!! No vayas solo!!!

Le siguió esperando que los demás tambien lo hicieran.

Por supuesto, allí no estaba el coche de Chuck, no había rastro alguno de aquel bonito y caro deportivo. Tampoco estaba el barrio viejo, en su lugar, habían edificios de ensueño ¿o quizá de pesadilla tecnológica?

Ante la estupefacta mirada de los chicos, el único vehiculo que pasa ante ellos como un rayo era una especie de moto: iba a dos ruedas, eso seguro, pero sus ruedas eran negras, con luces azules en su circunferencia, que se extendían desde ahi por todo el aparato. Encima había un tipo, aunque no podían asegurarlo, tenía una especie de casco de cristal azulado y un traje negro con lineas azules.

Aquella figura de otro tiempo o de otro espacio desapareció en el horizonte de la carretera.

Los chicos dieron un paso adelante y vieron el paisaje de la "ciudad".

Había un amplio puente, como el de San Francisco, pero muchísimo mejor, que comunicaba una parte de la ciudad con otra aun más brutal, como Nueva York, pero a lo bestia, con edificios de ¿cincuenta, setenta pisos? no se podían contar, pero eran demasiado.

Swan abandonó la calidez del local y salió de nuevo a las frías calles del sector siete. El 3. B no estaba lejos de hecho. Tomando algunas calles secundarias evitaría tener que cruzar los cuatro distritos anteriores y pasar directamente al 3.

Uno de aquellos caminos era cruzar a pie la avenida y luego tomar el desvío por Flynn´s y a eso se dedicaba hasta que delante de ella se encontraban varios programas desconocidos y atontados, o eso parecían.

Acababan de salir de Flynn´s, ese lugar donde se dice que el Creador iba y venía en tiempos mejores.

Sus ropas carecían de circuitos, y tampoco llevaban disco. ¿Programas piratas? Tal vez. ¿Fugados? lo más seguro. ¿Un buen negocio? muy posible, sobretodo si necesitaban discos y ropa nueva, si se lo montaba por su cuenta, tal vez sacara varios créditos para si misma, aparte de la comisión de Croupier por llevarle gente "necesitada" por allí.