Partida Rol por web

- jajaja

Sólo pude exclamar al ver la reacción de todos ante lo que Buzz había hecho, es decir, solo había accedido al dispositivo y tratado de explorar aquello. Sólo eso, para nosotros los informáticos eso no era ni el comienzo y no imaginaba hasta cuánto podríamos llegar a sorprender a los habitantes de aquel lugar.

-Disculpen la reacción, pero es que, realmente lo que ha hecho Buzz no es gran cosa a comparación de lo que podemos hacer en realidad si nos lo proponemos nosotros los programadores, podríamos llegar a recrear este mundo...

De inmediato se me vino una frase geek a la mente y me acerqué hasta donde Buzz para darle una palmadita en la espalda y decirle:

-Yo quisiera cambiar al mundo... pero no me dan el código fuente

Les sonreí y me dirigí hacia Swan:

-Bueno, es sólo un decir no se asusten, creo que en estas circunstancias corremos mas peligro nosotros ante ustedes que ustedes ante nosotros, y con respecto a los créditos, estoy de acuerdo, ya encontraremos alguna forma de pagarte Swan, gracias por velar por nosotros siendo aún solo un grupo de extraños...

Digo, por una parte estaba impresionado tras ver el combate de Deux y cómo había terminado con aquel tipo, pero tras ver el asombro de los presentes ante la acción de Buzz, creo que podríamos equilibrar el intelecto junto con la fuerza bruta... sería una buena combinación para salir vivos de aquel lugar...

La encapuchada perdió la mirada durante un momento, posiblemente calculando cómo iba a salir de aquello sin acabar echa pedazos a manos de un dictador... La verdad, la verdadera verdad, es que no le apetecía morir. Pero la muchacha tenía sus propios motivos para hacer lo que estaba haciendo, y la demostración de hacía un momento de Buzz había fortalecido aún más sus razones.

Por otro lado, los cuchicheos de Chuck y Jenna la estaban haciendo dudar aún más, y la joven se lamió los labios, inquieta. El comentario de Bishop la tranquilizó un poco, pero Deux seguía notando demasiada inseguridad aún como para seguir adelante... No. No podía dar un paso como aquel en aquellas circunstancias.

Cogió aire y suspiró pausadamente, mirando al techo. Es posible que tuviera una "bomba de energía" entre las manos, pero el problema más grave no era el "tenerla"... Quedaba claro que no terminaban de fiarse de ella, no todos. Por consiguiente, ella se echó atrás.

- Necesito la palabra de todos vosotros. Si dudáis, yo también dudaré.

Escudriñó a los usuarios. Sus ojos cansados se perdían entre la gravedad y la preocupación...

Miró a la chica blanca como si estuviera ofendido. ¿Su palabra? ¿Acaso la necesitaba? Estaban juntos en aquello, quisieran o no. Además, él ya ha había prometido ayudarla. ¿Otra persona que no le escuchaba? ¿Otra "Chuck"? Esperaba que no. Se cruzó de brazos, mirando a Cripto y luego a ella.

-Ya te lo he dicho. Antes dijiste que no nos darías tu nombre verdadero si no sabías que podías fiarte de nosotros. Ahora ya sabes que puedes fiarte. Asi que paga a este tipo y deja de preguntar tonterías. Sabes perfectamente la respuesta.

Caminó entonces hacia el ventanal, dándoles la espalda, y miró en silencio el mar de la simulación. ¿Era desamor eso que le dolía en el pecho? ¿O quizá solo la lacerante sensación de que ya había vivido todo aquello, y que el mundo digital no era muy distinto al suyo propio?

¿Usuarios? ¿Programas?

Por lo menos comenzaba a comprender algo de lo que sucedía allí. Si realmente todo era así, era increíble. Sin importale lo más mínimo lo que pensaran, avanzó hasta Deux y Cripto, y se cruzó de brazos, mirando al programa femenino.

- Veamos, "blanquita", es que aquí todos no somos unos "genios" como aquí los cerebritos - dijo, señalando a Buzz y Bishop - así que antes de que pagues nada por nosotros... o al menos por mí y por Jenna, aclaremos algunos interrogantes que tengo.

Dio unos pasos, recolocando las ideas en su cabeza.

- Entonces, Buzz... nosotros seguimos siendo "nosotros", pero estamos dentro del ordenador de Flynn, ¿no? Ellos - dijo, mirando a Cripto - son programas... un procesador de texto, un programa de e-mail, esas cosas, ¿verdad?

Se rascó la cabeza. Cada frase tenía menos sentido que la anterior.

- Para movernos por aquí necesitamos... vestir como vosotros y tener uno de esos discos... que son como Carnets de Conducir... si te pillan sin él, estás jodido. Vale... creo que más o menos voy entendiendo.

Echó un vistazo a Jenna, para ver en su rostro si la explicación "para los ciudadanos de a pie" le había resuelto algunas dudas.

- Yo lo que sigo sin entender es por qué nos ayudas... Deux, o como te llames. Si nuestra presencia aquí es tan peligrosa... joder, decís que vivis en una dictadura... ¿se supone que somos los malos? ¿los buenos?

Deux bajó la mirada tras el pequeño "sermón" del informático, casi sintiendo cierta culpa... Pero volvió a levantarla cuando Chuck se colocó frente a ella. Era él quién parecía el más escéptico de su grupo, y a quien ella se refería.

Su ceño se frunció confuso cuando mencionó lo del carnet de conducir, aunque inmediatamente encontró la relación entre ambos temas. La muchacha alzó la vista para encontrarse con los ojos de aquel "tipo duro" y, como siempre, procedió a explicarlo todo con la paciencia que comenzaba a caracterizarla:

- Necesitáis los discos. En él se guardarán todos vuestros datos desde el momento en que lo conectéis a vosotros, y podréis darle numerosos usos que en su momento os iré explicando. La indumentaria es igualmente necesaria: Vuestro atuendo resulta altamente llamativo en nuestra ciudad - explicó, para entonces despejar la que imaginaba que sería la duda más significativa - No sufráis por el "pago". También os informaré sobre ello en un ambiente más privado - aclaró, sin tapujos delante de Cripto y su guardia personal.

Se tomó un momento para responder a lo último, pestañeando un par de veces, pensativa:

- Tengo mis propios motivos para ofreceros mi ayuda. No sóis peligrosos, pero tampoco inofensivos. Todo depende de cómo os comportéis y del camino que decidáis seguir... Esa decisión es vuestra - Las respuestas habían sido escuetas. De alguna manera la presencia de terceros limitaba los movimientos de la joven, que le echó una mirada preocupada a Buzz, quien ahora meditaba junto al ventanal... Volvió a clavar la vista en los ojos de Chuck y, tras esto, se giró en dirección a los maletines, comprobando que el material estaba en perfectas condiciones.

Finalmente extrajo una pequeña tarjeta de una fina ranura que quedaba en su muñeca derecha, dispuesta a realizar el pago...

El programa jugueteaba con aquel aparato, mirando a unos y a otros, entre una mezcla de divertido y extrañado a partes iguales.

Swan introdujo la tarjeta en la ranura y el led rojo pasó a verde, justo entonces, Cripto retiró el aparato.

-Graciassss.

El programa guardó el artefacto en un bolsillo interno de la chaqueta y miró a los otros.

-Menuda decepción, llevaba desde que tenía dos ciclos pensando de que los usuarios eran...

Hizo una pausa y miró a Chuck de arriba abajo.

-...Algo más.

Chascó los dedos y el guardaespalda avanzó primero hasta la parte trasera, por donde había entrado el virus.

-A lo que preguntas, ni ella lo sabe, ni yo. Para eso tendrás que buscar al creador o al oráculo, tal vez el sepa algo pero ¿quién sabe?

Añadió ¿por qué les daba esa información? solo él lo sabía, sin duda, el tal Cripto era un programa demasiado complejo.

-Veamos, cuatro discos vírgenes y cuatro trajes. Está todo. Cripto siempre cumple con sus tratos. Recuerdos a Croupier.

En efecto, la mercancía estaba correcta. Los trajes no eran de combate, pero serviría para pasar desapercibidos, no en vano, si Swan lograba llegar a la arena con ellos para "actualizarlos" era otra historia.

Cripto desapareció tal y como había venido: en total silencio.

No sabía qué me causaba más gracia: ¿los comentarios tan faltos de entendimiento de Chuck o su cara cuando la duda le asechaba?

Pero de una cosa estaba seguro, su comportamiento nos había dejado mal parados a los usuarios. Pues si en ese momento habíamos logrado impresionar a los programas, Chuck había terminado por convencerles de que quizás no eramos lo que esperaban, quizás simplemente eramos menos.

-Gracias Chuck, lo has hecho de nuevo

Estaba un poco desepcionado, pero no quedaba más que seguir adelante pues de quedarnos en el mismo lugar, no llegaríamos a ninguna parte...

-Así es que estos son los discos duros y los trajes, aún cuando aquí son algo típico, allá afuera parecerías un loco si llevaras esto puesto...

Me quedé reflexionando acerca de lo ridículo que nos veríamos embutidos en esos trajes y no pude evitar decir:

-¡Me gustan!, no sé por qué, pero me llama la atención el hecho de ponerme una de esas cosas...

Por fin, alguien se molestaba en explicarlo todo de forma que ella comprendiera que tenían que hacer o qué estaba pasando. En parte lo veía normal, estaban en un mundo que ellos parecían comprender y estaban entusiasmados, pero para ella todo aquello sonaba literalmente a chino y comenzaba sentirse incómoda porque no hacía más que preguntar y nadie respondía a sus preguntas.

Pero le molestó el comentario de aquel Cripto, ¿qué se pensaban que eran? Y luego encima Bishop parece darle la razón.

- Gracias Chuck, ahora ya voy entendiendo un poco de que va todo esto. Parece que no entendeis que yo no sé nada de esto, necesito explicación para tontos para comprenderlo y él se ha molestado en hacerlo.

Salió en su defensa, todos estaban demasiado absortos con la mujer blanca que parecía que ella no existía, como si fuera un maniquí más, y asi se sentía, pero la cosa iba a cambiar.

Miró hacia Deux.

- ¿Y ahora que tenemos que hacer? ¿Cómo pagaremos que nos hayas ayudado?

El tiarrón había fruncido el ceño cuando Cripto se había dirigido a él y, por unos momentos, había pensado en avanzar y cruzarle la cara. Entonces recordó el disco, y su guardaespaldas. No, no quería que le partieran la cara tan pronto.

- Pero qué pedazo de gilipollas... - dijo cuando se hubo marchado.

Se dirigió hacia el maletín para ver los trajes, y se sorprendió escuchando a Bishop, y antes de poder dar una réplica, se sorprendió aún más cuando Jenna le defendió. Dedicó una mirada de suficiencia a James, una mirada que decía:

"No estamos aquí por vosotros, estamos aquí por ella. Así que dedicarle algo de tiempo"

Por supuesto, se refería a Jenna. Estaba más que sorprendido que fuera él quien se estuviera preocupando por su bienestar y por explicarle todo, cuando realmente los mejores amigos de Jensen era Buzz y Bishop. ¿Qué les pasaba por la cabeza a esos dos?

- Uy... última moda - bromeó cuando vió los trajes y los discos - Seguro que con esto no me dejarían volver a pasar al Panteón*.

Deux suspiró con renovada calma, echándose atrás con una expresión intranquila y taladrando el suelo con la mirada cuando los visitantes se marcharon. Un escalofrío le sacudió el cuerpo, y no fueron sino las preguntas de Jenna las que la alejaron del ensimismamiento, mientras el resto se familiarizaban con la nueva indumentaria.

- Ahora... - Repitió para sí misma, para luego parpadear un par de veces y levantar la vista hacia la morena - Información. Necesitaré información. No os preocupéis por eso, lo importante ahora es que os coloquéis el equipo - se había cruzado de brazos sin darse cuenta, dirigiendo sus pasos hacia la antesala de donde había surgido antes Cripto, con la intención de dejarles intimidad - Jenna, puedes cambiarte aquí si lo deseas - se retiró la capa nuevamente, apoyando la espalda en una pared, de espaldas a los chicos.

- Será mejor que os tomen por ineptos antes que por sabios... Os aconsejo exhibir lo menos posible vuestras habilidades en público.

Cuando el tal Cripto se fue, no se movió hasta que Deux les habló. Se giró entonces para mirar los trajes, pero no era aquello lo que le interesaba. Siguió a Deux con la mirada, y cuando se retiró caminó hacia ella, parándose en frente (y de espaldas a Jenna). Normalmente, le habría podido la curiosidad de ver como la novia de Jensen se cambiaba, pero ahora a él solo le interesaba una mujer. Pero no la conocía. ¿Y si no era como él creía?

La miró a los ojos, fijamente. Era más alta que él, y en circunstancias normales eso le intimidaría. Pero no aquella vez.

-Estamos haciendo las cosas a tu manera, y lo respeto. Te haremos caso. Pero nos has pedido confianza, y te la hemos dado. Ahora yo te pido a ti un poco de confianza.

Parpadeó, intentando no quebrar su renovada fuerza de voluntad. Estaba cerca de ella, aunque solo fueran 30 centímetros, y no podía evitar pensar en como olería su pelo, como de suave sería su piel...

-Me llamo Raymond. ¿Y tu?

La albina no se esperaba aquella reacción. De sopetón dió un bote hacia atrás, haciendo contacto con la frustrante y fría realidad que era la pared.

Visiblemente azorada, y viéndose incapaz de sostener la mirada del programador, ésta la desvió a otro lado para escuchar atentamente lo que el informático tenía que decir. Sostuvo un silencio incómodo durante el cual pareció sopesar sus palabras. Ella había tomado el control de la situación por decisión propia, pero en un momento de debilidad (o tal vez en la necesidad de brindar su confianza) vió justo el corresponder a la petición:

- Swan - reveló - Me llamo Swan.

Alzó de nuevo la vista hacia Raymond con una expresión de Gioconda plasmada en su rostro. Lo que acababa de hacer podría costarle la vida. Pero vista desde cerca la joven tampoco parecía dar muestras de estar conforme con su existencia. Más que vivirla, parecía arrastrarla como un preso arrastra una bola de hierro...

Y de nuevo volvió a apartar la mirada. Por un momento dió la impresión de continuar con la conversación, pero no dijo nada...

Parecía nerviosa, esquiva. ¿Acaso él le incomodaba? No es que fuera muy guapo, lo admitía. En realidad, era enjuto y bastante insulso. Tenía el típico aspecto de un nerd, y por eso solía recibir los prejuicios que se tenían acerca de esa "tribu". Le dió su nombre, pero luego se volvió ausente, aunque no se apartó. Quizá no le dejaba espacio para ello, o su falta no había sido tan grave.

En realidad, no sabía lo que pasaba con ella. ¿Tenía algún problema? ¿Cual era el motivo de esa cara tan triste? Respiró hondo, tratando de sacar fuerzas de flaqueza, y le sonrió con amabilidad.

-Es un nombre precioso. No te preocupes, seguiré llamándote Deux ahí fuera, para no estropear tu cohartada. No soy tan imprudente como parece.

Desvió ahora él la mirada, y recordó la vez que le tomó la mano, como se sentía. Ahora, quería darle algo de apoyo, y no sabía como hacerlo. Quizá se estaba lanzando demasiado, pero estiró la mano hasta la tuya, como dándole tiempo a rechazarle. Luego la tomó, apoyándola sobre la palma. La observó con curiosidad.

-No te conozco -dijo e voz baja- Y no se cual es la razón de esa mirada tan triste y huidiza. No se que te atormenta, ni que males te persiguen...

Alzó la mirada, de nuevo a sus ojos.

-Pero tu tampoco me conoces. Te aseguro que soy muy cabezota, y voy a poner todo mi empeño en que ese rostro vuelva a iluminarse, y que seas feliz. El mundo no debe perderse una sonrisa como la tuya.

- Bueeeno... habrá que ponerse esto entonces - dijo Chuck para sí sacando uno de los modelitos.

Parecía neopreno, aunque el tejido era distinto, desconocido. Los tubos de luz que había podido distinguir en Cripto y su guardaespaldas estaban ahí, pero no mostraban color alguno. ¿Acaso estaban rotos? No, todos estaban igual.

Sin preocuparse de quién estaba delante, comenzó a desnudarse, dejando la chaqueta de cuero y la ajustada camiseta tiradas sobre una de las sillas.

Se desnudaba rodeado de decenas de tíos a diario, en el gimnasio, y no tuvo reparos en hacerlo en ese momento, sobre todo teniendo en cuenta las dos presencias femeninas. ¿Se fijarían en los tíos las programas?

Cuando comprobó que era de cuerpo entero, se deshizo de toda la ropa y se colocó el traje, que parecía ajustarse a los músculos de su figura con total normalidad. Como una segunda piel.

Miró los circuítos, aún apagados.

- ¿Cómo enciendo esto, jefa?

Cogió un traje para ella y siguió a la chica hasta la otra sala, para tener algo más de intimidad. Una cosa es que se hubieran visto en bañador, otra muy distinta que la vieran desnuda o en ropa interior.

Se puso en una esquina mientras miraba de reojo a Buzz que hablaba con la chica, ella se desnudó y se colocó ese traje tan ajustado. Se le escapó una sonrisa pensando en lo que le hubiera gustado a Jensen verla con ese disfraz, la de veces que este le había pedido llevar un disfraz de ese estilo y ella se había negado.. Y ahora tenía que ponerselo por necesidad.

Lo terminó de ajustar y se miró la ropa, le daba vergüenza que todos la vieran así, pero no podía hacer otra cosa.

Miró a la pareja charlando.. no quería interrumpirles, pero necesitaba una cosa.

- Perdonad que os interrumpa.. Deux, tienes unas tijeras o algo para cortar??

La ropa es bastante especial, solo es un trozo de tela que, al contacto con el cuerpo, se adhiere al mismo y empieza a formarse, como si fuera un virus en expansión, hasta tener todo el cuerpo cubierto totalmente de negro, a continuación, aparece un código de circuitos diferentes para cada uno, pero todos del mismo color: blanco.

Una vez acaban de vestirse, la experimentada Swan coloca los discos en sus espaldas y toda la información se almacena en el disco. Prácticamente, todas sus vidas están en ese objeto circular.

Swan se dejó coger la mano, esta vez enfocando con sus ojos blanquecinos a Buzz. Apenas parpadeó mientras él le hablaba, y una vez lo hizo, la muchacha inclinó levemente la cabeza a modo de agradecimiento, sonriendo suavemente. Sus movimientos y gestos los ejecutaba de una manera diferente a los extranjeros: Eran perfectos, cuidadosos y poseían la artificialidad característica de un autómata, salvo que no resultaban para nada torpes, ni fríos. Simplemente eran diferentes.

También tenía una forma de observar muy característica. Guardaba bastante similitud con la atención con la que un felino observa su alrededor, pues parecía querer absorver el máximo de información posible de todo a lo que le prestara atención.

Volvió a sonreirle a los ojos, junto antes de centrarse en la pregunta de Jenna...

- Creo que tengo algo mejor - dijo, retirando su mano con suavidad de la del informático para dirigirse a la mujer. Alzó su mano derecha: de su dedo índice surgió un destello que mantuvo la punta iluminada - ¿Qué necesitas?

Chuck pareció también tener sus dudas con la indumentaria desde la otra habitación:

- Colocároslo: Prácticamente se ajustará él solo. Yo os instalaré los discos.

Abrió bastante los ojos cuando le enseñó su dedo. Se giró y se cogió el pelo.

- Me lo puedes cortar hasta.. - se señala ella misma como quiere que se lo deje -.. aqui..???

La mira de reojo, solo espera que sea muy muy precisa..

Miré aquellos trajes y con profunda extrañeza me pregunté:

"¿Cómo diablos se supone que nos vamos a poner ese montón de piezas?, se van a caer si no se sujetan a nada"

No reparé en aquellos pensamientos y aún cuando siempre había sido un poco tímido a mostrarme en poca ropa delante de más personas, comencé a quitarme la ropa hasta quedar solo en calzones.

Mi cuerpo no era tan atlético como el de Chuck, pero tampoco era tan escuálido como el de Buzz, así es que no sentí pena como tal...

Tomé lo que creí era el peto y con mucho cuidado sujeté lo que parecían ser los hombros. Apenas los solté y parecía que por arte de magnetismo se quedaron fijos y con una cara completamente llena de sorpresa y asombro mencioné:

-¿Es que acaso las cosas sorprendentes en este lugar nunca terminarán?

Era asombroso, increíble, magnifico... ropa que se construía y adaptaba sola al cuerpo del portador.

Me quedaba justo a la medida y más que eso, los circuitos del traje, sin siquiera mencionar nada, se iluminaron de mi color favorito: verde:

-Y además parece que leen la mente...

Se quedó colgado durante un momento con esos ojos. Luego, se dió cuenta de que Jenna se iba a cambiar, y salió de la antesala para llegar a la sala, donde se encontró a Chuck con un traje negro con luces blancas, y a Bishop "naciéndole" otro de rallas verdes. Era impresionante, muy impresionante. Aquello le sacó de su ensinismamiento.

-Joder tios, esta mierda parece que mola -dijo, cogiendo su "pieza de ropa", y examinándola.

Luego se quitó la ropa, de espaldas. No era alguien muy espectacular de ver sin ropa, y por la espalda se le marcaban las vértebras. En el colegio llegaron a llamarle "señor Burns", haciendo una comparativa a modo de coña con el personaje de la serie de dibujos.

Asi que se colocó el traje, y este comenzó a extenderse por su cuerpo. Pero el suyo tenía dos capas, una abajo y una especie de túnica larga. Se miró las manos cuando nacían de ellas guantes, unos muy chulos. Parecía que el traje había detectado su preferencia por la ropa elegante. Se miró al espejo cuando la ropa se iluminó en un curioso color, diferente al de los demás.

-Púrpura, el color de los emperadores* -susurró.

Inmediatamente después, miró a Bishop por la espalda, tratando de averiguar como funcionaba su disco, y si había que encajarlo en aquella ranura que parecía dispuesta a tal efecto.

-Déjame tu disco. Creo que se meten aquí.