Partida Rol por web

La escena del crimen comenzaba a despejarse poco a poco de manera involuntaria, similar a una improvisación teatral, la cual, no sabe como acabar. Nuestra pareja de aventureros deja atrás la gran majestuosidad del palacio y de los edificios de alrededor, emprendiendo el camino hacia el comúnmente conocido como Gremio de combate.

Shael, un poco más adelantado que su amigo, en su odisea por llegar a su destino, desplaza ligeramente la mirada de la nada y la centra en Luca. 

- ¿Y qué te trae por aquí compañero?, la verdad que me ha sorprendido bastante ver tu cara por la academia. Por cierto... ¿Qué tal tu abuelo?, tan destructor como siempre supongo. - anota esto ultimo en un tono cariñoso y una jovial risita.

-No tengo ni idea.-Dijo Luca con una sonrisa.

Y tras dejar una pausa dramática para que Shael se planteara lo que acababa de decir, sonrió (más) y continuó:

-El otro día volví a casa y el viejo se había ido, me dejó una carta... Y bueno, aquí estoy. De modo que recoge tus cosas Shael, porque hoy es el día en que comienza nuestra aventura. En unos años se cantarán nuestros nombres en las canciones. Y seremos inmortales porque el mundo no nos podrá olvidar. Nos convertiremos en héroes.

Es sorprendente la capacidad que tiene Luca para decir estas cosas como si fueran argumentos perfectamente lógicos o válidos. Pero lo que un narrador agudo y con verdadero talento habría hecho en vez de hablar sobre la validez de sus argumentos o sin tener que retratar esta conversación de una forma tan mediocre... Habrá sido su tono.

Por un momento, un instante, no fue Shael quien habló. Sus voz era la leyenda, sus palabras, eran la cumbre de la epopeya. En ese preciso lugar y en aquella precisa hora, el joven no le estaba pidiendo nada a Shael. De hecho, a penas se podría decir que hablaba con Shael. Luca, estaba hablando al mundo, al universo. Y su voz no admitía respuestas o reproches. No estaba anunciando sus planes. Esa voz estaba diciendo "esto va a ser así, da igual lo que opines, da igual lo que hagas, porque esto, va a pasar." 

Tras ese breve instante en el cual el mundo pareció observarles y contener el aliento. Luca volvió a ser el chico alegre y un poco atolondrado de siempre. Su voz era su voz y sus palabras eran un conjunto de sonidos que por gracia del destino, pertenecían a un lenguaje y formaban palabras.

-Seremos héroes.-Repitió Luca, pensando en voz alta más que hablando propiamente.

De tal palo, tal astilla.

Tras hablar con el maestro Shio, me pongo en camino hacia el gremio de combate en el sector Este. Esa corta charla me había dejado varias cosas claras sobre aquel hombre. La primera era que él podría ser una útil fuente de información sobre muchos conceptos que desconocía y que debería aprender. Lo segundo es que sus alumnos podían dejarme también las cosas claras , aunque no tenía ni idea de sus habilidades y talentos. Lo tercero es que no iba a ser fácil. Definitivamente.

Al llegar cerca de la zona del gremio de combate, intrigado por el tipo de combatientes que se presentaban allí, intento agudizar mis sentidos y detectar los individuos que estaban a mi alrededor.

Aprovechando mi velocidad para ir a los sitios antes de que se llenen, voy volando hasta la zona del mercado, en la que última vez no pude comprar porque...

Fruto de mi desconexión cerebral me encuentro sobre los adoquines un par de minutos después repitiendo la palabra kissu, por suerte no me he hecho daño (bendita armadura) ni me he chocado con nada más que con mi estupidez, por lo que sacudo la cabeza y finalmente llego volando al mercado, buscando una librería entre los distintos puestos y tiendas.

     Ante el éxtasis de su amigo, Shael no pudo hacer nada más que sorprenderse. Obviamente todos los que habían tenido la oportunidad de conocer a Luca, aunque esa oportunidad solo haya durado unos pocos minutos, saben con certeza que este chico, o más bien, aventurero aprendiz de héroe, tiene el alma llena de positivismo. Y obviamente era un dato que Shael conocía demasiado bien. Pero, pese a todo, esas palabras habían conseguido traspasar el taciturno muro alrededor de Shael, habían conseguido calar bien hondo en sus pensamientos.

     No sabe nadie como funciona el destino, siquiera si existe, pero sin lugar a dudas, Shael tenía claro que las fuerzas del sino habían creado esta situación, le habían otorgado esta oportunidad. 

     - ¡HA! - suelta con incredulidad - irónico. Me estas diciendo que, hoy mismo, tu abuelo desaparece. Y que quieres ser un héroe, como los que relatan los cuentos antiguos que nos leían de niños. Justo hoy, sin venir a cuento - resulta chocante el cariño con el que Shael articula estas palabras-.

     - Y no te equivoques, no te estoy menospreciando, ni mucho menos. solo que es demasiada coincidencia. - Aquí, la expresión... que digo la expresión. Todos los movimientos, sonidos, en sí todo lo que involucra a Shael ser Shael. No denotaba más que tristeza y melancolía, y lo que no dejaba lugar a la duda, eran sus palabras. - Seguramente hayas oído hablar de esto, pese a que no habrá sido por mí. No me gusta mencionarlo... - Shael se para en seco, interrumpiendo la andanza, tornando su cuerpo en dirección a su amigo, cabizbajo. - Hoy, hace diez años de la desaparición de mi madre, nadie sabe por que se fué o quien la raptó, dejaron de buscarla hace seis años aproximadamente... Solo tengo vagos recuerdos sobre ella, pero... son tan fuertes en mi cabeza como el metal que forma el hacha de mi padre y mi padre juntos, o incluso más... Y no voy a ignorar esta situación más tiempo, tengo que hacer algo al respecto, y sinceramente. Creo que lo que te ha llevado a estar aquí, que lo que te ha convencido a querer ser un héroe, me está diciendo que no ignore esta oportunidad.

     Es extraño, el día pese a lo ocurrido con el antagonista albino, sucedía con normalidad. Las calles estaban más que pobladas, la marabunta de sonidos y ruidos de todo tipo invadía por completo las zonas de la academia, y el sector este, donde se encontraban nuestros aventureros, no era una excepción. Pero pese al radiante sol que les iluminaba, pese a la gente que pasaba a su alrededor, pese a toda la existencia en general. En ese momento, Shael y Luca estaban experimentando algo más. Algo muy importante. Se sentían completamente asilados del resto del universo, y en el momento del clímax, cuando por poco ellos mismos casi desaparecen. Resuenan estas palabras.

    - Luca - Dice Shael mientras estira el brazo, preparando su mano para un choque amistoso de puños - seamos héroes.

-Seamos héroes.

Dijo Luca chocando el puño a su amigo, sintiéndose terriblemente realizado al hacerlo.

Ese habría sido el momento perfecto para una puesta de sol dramática, con el sol a sus espaldas, una cámara metafórica capturándoles en una postura heroica mientras suena una genial banda sonora para meterles en ambiente. 

Luca las pudo sentir. 

Y con una sonrisa, avanzó hacia el gremio de combate o mas bien... hacia donde sea que esté el gremio.

La caravana que habia partido de viaje hace unos dias ya volvia a la Academia. Por diversos motivos, 4 personas se encontraba en su interior, aunque no tenian mucho en comun: habia una chica oriental vestida como una princesa, un caballero con dos espadas, otra chica morena que habian recogido por el camino y otra persona de genero incierto

Se puede ver como sale el sol a vuestras espaldas, pero lo que importa es lo que teneis delante: Las murallas exteriores de la Academia, hogar, futuro y actual, de todos los presentes

El gremio de combate. Pese al nombre, no parece ser un sitio distinto frente a los demas edificios de alrededor, de hecho, si no fuera por el cartel que lo nombra, pasaria por una taberna mas, aunque un poco mas grande

Segun parece, ya recibieron la orden de que todo iba bien, asi que los civiles estaban saliendo del refugio interior, dejando unicamente a algunos aventureros que vivan dentro y otros que decidieron aprovechar que estaban despiertos y saquear la bodega de cerveza.

En la puerta, Shael y Luca se cruzan con Kalirath, pues este parece ser el objetivo de los tres.

Nuevamente, encuentras las calles vacias y los comercios cerrados, tal vez el aviso de que todos se fueran a refugiar por el ataque tuviera algo que ver, o que la gente suela irse a dormir de noche, pero eso parece ser algo que Sora no entenderá.

Puedes ver algunos escaparates con algunos objetos expuestos, con su correspondiente precio al lado, pero hasta que salga el sol, no seria posible comprarlos... aunque siempre esta la opcion de tentar a la suerte y romper el cristal.

Acaba de caer la noche... Contaba con que los comercios volviesen a abrir un rato aún después. Pienso, aunque lo cierto es que no estoy muy habituado a las ciudades. Miro a lo largo de las calles para encontrar las distintas tiendas que venden libros, flotando suavemente por encima del suelo pero con cierta velocidad (pero con cuidado de no chocar con nada) para venir más adelante a preguntar. Una vez localizadas todas, me marcho* a algún lugar donde pueda entrenar (salas de entrenamiento, si las conozco, o alguna zona retirada en los terrenos de Ykki, si no).

-Por fin... He llegado...-

Cierta sensación de nostalgia me golpeo cuando miraba aquellos muros a los que ibamos. No era que alguna ves hubiese estado en Academia ni mucho menos, solo que despertaba mis recuerdos de los distintos lugares que tuve que visitar para poder llegar; Definitivamente no era bueno con las direcciones...

No había sido un viaje desagradable. Iba acompañado por una chica bastante pequeña y un... una... alguien de cabello verde. Durante el viaje se nos unió otra chica, a la cual no tuve tiempo de conocer, aunque tampoco es que conociese mucho a los otros dos.

-Por cierto, ¿tienen alguna razón en especial para haber venido a Academia? Digo, no creo que hayan venido de turistas, pero de ser ese el caso... Pues no es malo, pero me esperaría otra cosa.- Realmente no había hablado mucho durante el viaje, no me gustaba andar de amigable, pero al menos esta vez haría la excepción por ser un día especial.

En la parte trasera de mi cinturón llevaba sujetadas con cadenas dos fundas: Una blanca y una negra. En cada una llevaba una espada, curiosamente con los colores de la otra funda.

Durante todo el viaje, desde que me había incorporado al grupo, había permanecido callada, con los ojos cerrados y concentrada en mis propios pensamientos. No es que sea antisocial, es que no me gusta la gente. La mayor parte tiene el mismo nivel de moral que un perro callejero. Mientras no puedan sacar nada de ti, puedes estar tranquilo, pero no pienses que eso te salvará en cuanto vean algo de valor.

Las voces dicen que aquí las cosas no arden tan fácilmente- respondo abriendo los ojos pero sin mirarle-. Quiero ver si es verdad.

Después sigo con mis pensamientos, sin mostrar ninguna expresión aparente.

¿Y tú?- añado por cortesía y desapasionadamente.

Al pasar cerca del gremio de combate, una estancia no muy impresionante en el exterior, me fijo en dos individuos que me llaman la atención. ¿No estaban ellos en la zona donde apareció la Directora?, me pregunto a mi mismo. A primera vista, no eran dos personas que destacasen mucho. El primero era un adolescente de unos 16 años, con pelo castaño y una sonrisa leve en la boca. Sus grandes ojos verdes destacaban en su pequeña cabeza. El segundo individuo, al parecer más mayor, era un chaval alto y fibrado, con pelo liso blanco. Una capucha negra le tapaba el rostro, así que no podía resaltar ningún aspecto suyo más. No obstante, sabiendo que estos dos se encontraban en la misma zona que yo suponía que merecía la pena que hablase con ellos.

Acercándome con las manos detrás de la cabeza y silbando levemente, me acerco a ellos de manera sutil. - Buenas noches. Me parece que os he visto antes en la zona del Castillo de la Academia. ¿Os pasabais por aquí para ver el gremio o solamente a charlar? No querría ser maleducado si os corto esta conversación así de repente.- Suelto una pequeña risa.

Hitomi había pasado las últimas horas ensimismada, hablando a distancia con su madre. Academia había sido atacada y la población había sido llevada a los refugios. No dijo nada a sus acompañantes... no serviría más que para preocuparles innecesariamente.

Afortunadamente no había ido a más y la vida retornaba a la normalidad. Las gentes ya volvían a sus hogares y Academia volvía a ser un lugar seguro.

El espadachín la sacó de sus pensamientos con una pregunta en voz alta.

La pequeña Hitomi rebotaba con cada vaivén del carruaje. Desde hacía horas permanecía mirando un punto en el suelo, aparentemente concentrada en sus pensamientos.

Cuando el espadachín habló, ésta dio un leve respingo y le miró discretamente con sus curiosos ojos, no solo en forma, sino en color, que parecían ver más allá de las personas. Aunque rápidamente desvió la mirada con timidez.

<< Vivimos en la ciudad desde hace poco. Mi familia llegó buscando un nuevo hogar, un nuevo comienzo y un modo de recuperar el honor perdido. >>

Aquel mensaje se implantó directamente en la mente de los presentes. Ni siquiera eran palabras en el sentido estricto... solo el contenido del mensaje, sin continente. Para aquellos que llevaban más tiempo con Hitomi, aquella extraña sensación comenzaba a hacerse habitual.

Notó que había importunado a alguno de vosotros con su intervención y se sonrojó levemente mientras inclinaba la cabeza y os enviaba una disculpa acompañada un nuevo mensaje corroborando las palabras de Uzume, agregando que era un lugar de bondad y paz, y animándola a sentirse como en casa en Academia si así lo deseaba.

-Oh, hola.-Dijo Luca haciendo un gran alarde de creatividad.

Tras un breve instante en el que no sabía que mas decir (los encuentros inesperados con gente inesperada le resultaban bueno... inesperados.) se replanteó que contestar. ¿Quien era ese chico? ¿Quería algo? ¿Y que querrá?.

Espantando aquella bandada de preguntas no formuladas, el muchacho decidió apuntar a lo básico, a lo que no permitía fallar.

-En realidad teníamos hambre e íbamos a comer algo.-Suponía que tenía que decir algo más, lo que fuese. Sin embargo, no le venía nada a la cabeza, lo que resultó en un breve silencio incómodo.

-¿Y tú eres...?

     - Buenas - señala de un modo muy genérico, aunque no descortés. - en realidad vivo aquí, pero sí. Tenemos hambre y seguramente comamos algo. - 

    Es cierto que el individuo en cuestión llama la atención... pero Shael, después de la aparición sorpresa de su amigo, no pudo fijarse mucho en la gente que en ese momento estaba alrededor del atentado. No importaba lo más mínimo, el joven buscaba cortesía y conversación, y era el deber de taciturno albino ofrecérsela. 

    - ¿Y a tí que te trae por el gremio de combate? - pregunta a la vez que se quita la capucha, dejando ver su rostro, sus brillantes ojos y la melena plateada que colgaba de su cabeza - no recuerdo haberte visto antes por aquí, aunque mi memoria no es nada del otro mundo, así que no te sientas ofendido... Si quieres aceptar un encargo simplemente cógelo del gran panel que verás nada más entrar. En cambio, si quieres pasar el rato al lado de musculosos guerreros y de mucha bebida, adelante, casi siempre aceptan la compañía y el dinero - abro la puerta e indico a Shael y al joven de pasar al gremio - aunque ten cuidado... más de uno se ha ido sin dientes después de una noche de juerga. - añade Shael con un tono jocoso y risas entre entre palabras.

La chica que se había subido en el camino era misteriosa y algo... oscura. Su respuesta aclaró mucho más mi pensamiento de que era alguien bastante profunda.

-Hm...-

Por otro lado, la niña parecía ser alguien amigable e inocente con un buen motivo, queriendo tener una mejor vida con su familia mientras recobraba lo que les pertenecía, o al menos eso entendí.

-...- Tal vez no fue mi intención, pero no pude evitar quedarme callado varios segundos luego de la respuesta de Hitomi. Sus palabras me habían hecho recordar la razón por la que había venido a Academia.-Digamos que... Le prometí a unas personas que vendría aquí...- Mentira no era, pero ciertamente ocultaba una razón mucho mas profunda la cual no quería comentar a alguien que solo conocía de un viaje.-Ahora solo espero que el viaje en caravana haya valido la pena, realmente hubiera preferido caminar, no es como si alguien esperase mi llegada...-

El inquieto ocho, miraba por la ventana de la carroza, ahora abierta, asomado casi miedo cuerpo por fuera e intentando ver la academia, objetivo de su ansia. Mientras contesta al chico de las dos espadas, al cual le había comentado lo guay que le parecía el intercambio de colores entre las espadas y las vainas, era fantástico.

-Yo vivo allí Lok- dijo con los ojos cerrados, a lo perrillo.

Ocho sólo portaba una pequeña ballesta y unas cuantas flechas, se apodaba así mismo el Arquero Invencible, aunque el nombre todavía no había calado entre sus compañeros, pues había fallado más de una vez al intentar hacerse con la cena del día anterior, antes de recoger a la extraña que dice algo de quemar cosas, pero para ser sinceros, estornudó al disparar y la flecha se clavó cerca del culo Hitomi, lo que se tradujo en un buen rato de disculpas.

-¿Sabes que has dicho lo de quemar cosas en voz alta verdad?- le pregunta con los ojos como rendijas- aquí hay gente muy talentosa, ten cuidado no te extra limites en tus comprobaciones- le aconseja amistosamente con su voz un poco afeminada o quizás un poco masculina, quien sabe. De todas maneras lo más seguro que en unos días se hayan olvidado de él, esperaba que no así de su advertencia.

Cuando la oriental se mete en sus pensamientos, sin querer se agarra fuerte a la ventana para no caerse, si las mentes son como pequeñas fortalezas, la de ocho es como un campo abierto con una alfombra de bienvenida, como ha comprobado la Telépata con anterioridad. Con ella comparte que ya ha estado en la ciudad antes y tiene una modestísima residencia en el norte.

Con un -hop- se desliza fuera de la caravana y trepa con habilidad hasta el techo, tendiendo una mano que aparece por arriba del marco de la ventana- subid, esto es una buena vista de la llegada a la Academia, jeje- deja la mano por si alguien quiere subir con él al techo y ayudarle a auparle, en el fondo espera que sea Hitomi, que es la que pesa menos, pero podrá con cualquiera que le agarre la mano.

No has entendido nada- respondo al arquero antes de que se vaya.

Salgo por la misma ventana y me agarro al techo con facilidad, dejándome balancear un segundo antes de tirar hacia arriba. Dejo las necesidades de ayuda para otros más querentes de ese auxilio. Me quedo en cuclillas, balanceándome con delicadeza al mismo tiempo que miro hacia el lugar al que nos acercamos.

Interesante lugar.

Dejo mi mano también, por si alguien más la necesita. Posiblemente no tenga la fuerza suficiente, pero tengo mis trucos para no necesitar de hacer uso de mis músculos.