Partida Rol por web

Caminaba a paso ligero pero se sorprendió perdia en sus pensamientos. Había llegado prácticamente a la puerta del gremio sin darse apenas cuenta. Volvía a estar sóla, como siempre había estado. Sólo su estrella fugáz se mantenía siempre con ella. Miró preocupada sus tatuajes. Habían empezado a consumirse en la zona del torso. No tardaría en necesitar un tiempo para rehacerlos.

Gremio de Psionica. En medio del bosque, el curioso edificio lleno de mentalistas tenia su ubicacion, segun dicen, para fomentar la comunion con la naturaleza y asi despertar los poderes de sus integrantes. Antes de que llegaras, alguien sale a tu encuentro, un miembro del gremio que seguramente estaba escaneando mentalmente los alrededores

-Hola, ¿que tal estas?-pregunta rapidamente, tratando de ser amigable-Si buscas refugio, aun hay sitio, ven, te acompaño a la camara de seguridad

Sin embargo, antes de que pudieras decir algo, otra persona sale detras

-No, no hace falta, parece que ya han solucionado las cosas-le dice a su compañero-Puede volver a su hogar si asi lo desea... ¿o queria algo del gremio?

Para Aiko, aquello de que todo había acabado no era para nada cierto. Lo ocurrido había sido sin duda sólo el comienzo. El espía había escapado y no sabían si podrían invocarlo. Le preocupaba que ahora que había encontrado un supuesto refugio estuviera en un terrible peligro.

- Yo... quería hablar con...

Necesitaba encontrar con un mentalista que fuera capaz de extender sus sentidos hasta más allá de los muros de la Academia pero no conocía el término para referirse a ello o tan siquiera al poder al que se refería. O, tal vez, alguien capaz de leer en el pasado para tratar de averiguar el origen del ser que había venido a espiarles. Una situación tan sencilla acababa de dejar en evidencia sus carencias en su propio poder.

- Necesito... - necesitaba aumentar su poder. No había podido hacer nada durante el ataque y otros miembros de ese lugar eran claramente más poderosos que ella. - …encontrar un maestro para comenzar mis estudios en la Academia.

Las personas que tienes delante te miran, sin decir nada. Por un momento, te da la sensacion de que te estan escaneando, pero ese sentimiento cesa en seguida.

-No creo que haya problemas con tu ingreso en el Gremio, pero dudo que podamos asignarte un maestro en este mismo instante, tenemos el lugar repleto de refugiados y, de momento, su seguridad tiene prioridad

-¿No era que venia mañana una maestra bastante poderosa?-dice el otro sujeto-Si mal no recuerdo, no tenia alumnos, podriamos preguntarle

-Bueno, esa seria una solucion bastante rapida, si-responde la primera persona. Luego se dirige a ti-Asi que ese seria el asunto, ve a casa, descansa, y de mañana vuelve, con suerte ya habra llegado y ya le habremos informado sobre tu peticion

Elevándome por encima de las casas, vuelo a gran velocidad hasta los terrenos de Ykki. Una vez contemplo la casa, comienzo a descender, aunque no aterrizo, sino que me mantengo a una veintena de metros sobre los terrenos de la misma. Esta noche no estará aquí, así que puedo practicar en paz. Pienso. Es raro pensar que "puedes practicar en paz" precisamente cuando quien hace de tu maestro no está, pero hay cosas que aún no sabe, que no quiero que sepa, o al menos creo que no las sabe.

Suspendido en el aire a estas altura, por primera vez desde que he llegado a Academia, el viento mueve suavemente mi pelo, desarmando el elaborado flequillo que insisto en mantener firme gracias a la capacidad de emplear el Ki. Una tontería para el resto del mundo, pero para mí no.

Mantengo los ojos cerrados durante unos largos minutos. A mi alrededor, oscuridad, todo el mundo es oscuridad. Escucho algún lejano ruido, no me distrae, no importa. Nada importa. La banalidad de los actos, de gente durmiendo, gente hablando, gente amándose, la banalidad de ese chico que trata de entender ese simple hecho, que incluso él tratando de entender tales cosas es algo que no importa. Es un hecho, Gaïa no importa. Mi venganza no importa. Si ese meteorito hubiese aplastado Academia y a todos sus integrantes, tampoco importaría nada en la inmensidad de las cosas. Porque a pesar de las enseñanzas del Ki, lo cierto en este momento es que todo carece de significado. No hay un pensamiento dedicado a esto, porque tampoco importa.

Extiendo ambas manos a izquierda y derecha, sumergido en esta nulidad. No trato de agarrarla, porque no hay nada de agarrar, pero lo que sí trato es de dejar que fluya, dejar que alrededor de mí aquello que pretende ser algo entienda que no es nada. Comienzo a sentir algo. Siento un frío que proviene de... No. Lo escucho con la voz de mi Maestro, el Maestro Dao, que muchas veces me ha regañado cuando algo se me escapaba. Lo que siento es... Mal. Nuevamente la voz me interrumpe y ese frío se disipa, escurriéndose de vuelta a ninguna parte, mientras me maldigo. Abro los ojos.

El Némesis es una fuerza difícil de entender cuando ya has estudiado el Ki, poco tolerante a los fallos. Esta misma definición es errónea, tratando de solidificar algo que no logran entender ninguno de los términos que hemos creado. El propio término Némesis, aunque adecuado, no encaja con ello, puesto que aludir a una contraposición como la entendemos los seres vivos no puede capturar su esencia. El Ki, por su lado, ha tenido miles de nombres y todos lo definían, así como la Magia o los Poderes Mentales. El Némesis no debiera tener ningún nombre, aunque lo tratemos así por simpleza. Aunque quizás sea más adecuado pensarlo como [ ].

Aunque rara vez pasa, el [ ] ha marcado mi cuerpo, haciendo que uno de mis ojos refleje el cielo del ocaso, mucho más oscuro que el azul celeste que antes poseía. La luz que refleja es extraña: no es como si el color del ojo reflejase la luz, sino como si esta hubiese chocado con una capa de nulidad que a duras penas podía atravesar, un observador que no se detuviese en él incluso podría pensar que ese ojo estaba ciego, pero poca gente sería capaz de no detenerse en tal detalle.

Suspirando, me arreglo el flequillo para que vuelva a cubrir ese ojo, centrándome un momento para hacer que el pelo vuelva a quedar estático, inmóvil a pesar de los violentos movimientos que realizo a veces, y entonces a toda velocidad comienzo a moverme por el aire lanzando golpes a diestro y siniestro contra cuerpos invisibles, tratando de controlar y equilibrar el flujo de las múltiples energías que recorren mi cuerpo.

Parecía que tenía que esperar a la mañana siguiente y todos actuaban como si no hubiera pasado nada. Querían mantener una forzada normalidad a pesar de que claramente se encontraban en peligro. Tal vez, si se daba prisa, podría pasarse por el cuartel de la guardia para ofrecerse voluntaria para patrullar el perímetro o algo similar.

- De acuerdo, volveré luego. - respondió sin ánimo.

Se dirigía a la salida del edificio cuando comenzó a notar el extraño calor en el pecho que anunciaba que los tatuajes que la mantenían con vida se estaba extinguiendo lentamente. Debía repararlos. Salió en dirección a las numerosas zonas verdes del sector, buscando un lugar tranquilo donde realizar el ritual.

- Vamos Selen, debes decirme la fórmula como cada noche.

Y sin pensarlo más de instante, repitió lo que la estrella susurraba en su mente. Aquello sería extremadamente doloroso pero aguaentaría en silencio esa agonía como hacía cada noche.

Mientras avanzas hacia tu casa, empiezas a notar un extraño "frio" en el ambiente, aunque decirlo "frio" no es el termino exacto, es mas bien como si el calor fuera absorbido, anulado... y no parece limitarse solo a la temperatura, notas tambien como tus fuerzas merman, tanto fisicas como sobrenaturales.

Al mirar por los alrededores, notas a una persona flotando en el aire, a unos 20 metros sobre el suelo, que parece ser la causa de este extraño fenomeno. No puedes verlo bien, pero esta claro que él aun no te ha identificado

La joven desconocía las costumbres de aquel lugar pero aquella presencia parecía extraña y fuera de lugar en la forzada tranquilidad de la noche. La lógica dictaba que había que alejarse de la figura, incluso casi careciendo de la capacidad de sentir miedo. Sin embargo, la oscuridad que habitaba en el interior de Aiko parecía sentirse atraída por ese vacío, ese frío interior, ese... no-ser.

Tenía que acercarse y observar quién ostentaba un poder de aquella índole. Tenía que aprender, que crecer, que hacerse fuerte.

Se concentró unos segundos y respiró profundamente. Era capaz de mover seres vivos pesados si se lo proponía, hacerlo con ella misma no sería demasiado difícil. Comenzó a ascender hasta colocarse a su altura a menos de una docena de metros de distancia, notando como su energía se apagaba a causa del aura de vacío.

Allí se quedó, mirándolo en silencio.

Cuando el hombre se gira, ve a una mujer a una altura mas o menos similar a la suya, tambien en el aire. El hombre, de cabello moreno, tiene un largo flequillo que actualmente se mece al viento, revelando la posesion de ojos heterocromaticos. La mujer, de aspecto cansado, muestra varios tatuajes por todo su cuerpo. Ambos tienen algo que el otro le es familiar... ¡La reunion despues (y antes) del ataque! ¡Esa persona estaba alli!

Cuando abro los ojos tras terminar de intentar capturar esos conceptos que se me escapan, noto algo extraño y rápidamente dirijo los ojos hacia la presencia que ha capturado mi atención, pensando si puede ser una amenaza... antes de darme cuenta de que es alguien que estaba en el momento del ataque a la academia. Y además una chica. Maldita sea, ni volando me libro. Pienso, y entonces al ver que me había mirado y notar mi sensación actual, manoseo torpemente para cubrir con el flequillo mi ojo derecho, de un azul tan oscuro que parecía tragarse la luz, aunque a cierta distancia bien puede parecer negro, dejando a la vista otro ojo de color azul claro. Aunque más desordenado que cuando me vio en el ataque, el pelo se queda estático en esa posición, como si inconscientemente (o no tan inconscientemente) mandase una pequeña parte de mi Ki para mantenerlo en esa posición.

Poniéndome bastante rojo y desviando la vista hacia una casa cercana, digo algo sin atreverme a mirar a la recién llegada*.

El joven que levitaba frente a ella se giró sobresaltado y se recompuso nerviosamente. Pareció susurrar algo pero lo fue imposible saber lo que decía en mitad de la noche a pesar del silencio que les rodeaba.

Aiko no tenía demasiado claro el siguiente paso en aquella extraña e improvisada interacción social. Trató de esbozar una sonrisa pero era un gesto que le resultaba ajeno y forzado. Se conformó con arquear levemente la comisura de los labios en una sonrisa tímida y casi imperceptible. Creía haber visto al desconocido en el castillo pero no podía estar segura.

- Hola... - saludó tímidamente sin ánimo en la voz. - ¿Qué hacías aquí?

Hitomi hizo el camino hasta la academia psiónica paseando tranquilamente. Disfrutando del viento, la luz y la tranquilizadora presencia de fondo de las otras mentes... al menos hasta que se adentró en el bosque del lugar y el murmullo de otras personas se apagó a la distancia, quedando solo unas pocas presencias. Pero tampoco le importó, el bosque era hermoso, y el sonido de las hojas seguían acompañándola y evitaban que se sientiera sola.

Llegó hasta el edificio situado en el corazón del bosque. Un lugar hermoso y tranquilo para el recogimiento de la mente.

La muchacha se detuvo un momento antes de entrar, para tomar ánimos... con lo tímida que era, estaba segura de que se sentiría muy nerviosa... aunque ciertamente le hacía ilusión que alguien acudiese a ella.

Finalmente entró al interior.

Poco importaban los problemas de Aiko para sonreír, pues por la postura del chico quedaba claro de que se sentía como mínimo tan cohibido como ella, sin levantar la vista de la punta de los zapatos de Aiko más que durante mínimos instantes tras los que la desviaba de nuevo en cualquier dirección, generalmente para luego volver a sus pies. Algo no encajaba del todo con esos gestos, puesto que una persona normal también se secaría las manos por el sudor que le generaría ese nerviosismo, por lo que o el joven era un actor genial o bien había algo raro... Si bien estando a no menos de 10 metros del suelo la idea de "algo raro" es bastante aceptable.

- Esto... -comienzo con un hilo de voz, tomando una profunda bocanada de aire- Solo entrenaba. ¿Te manda Ykki? -pregunto con cierta inocencia, y después me rasco la nuca con apuro, pensando si esconderme entre las ramas.

Sin duda “extraño” era el adjetivo más correcto para aquella circunstancia. Los ojos de la chica taladraban inexpresivos e inmiseridordes a Sora mientras él rehuía la mirada.

- ¿Ykki?... No, sólo estaba paseando. - miró la decena de metros que los separaba del suelo y consiguió al fín dibujar una sonrisa en el rostro. Desde que había pedido su deseo a la estrella, poco había logrado despertar algo parecido a la alegría en la chica. - Me gusta caminar en la noche. El silencio, la oscuridad...

De nuevo, Aiko se vio invadida por los pensamientos sobre su propia debilidad. Necesitaba ayuda pero el gremio parecía haberle dado largas hasta el día siguiente. Aquella era una posibilidad de comprobar hasta donde llegaba el poder de los alumnos de la Academia.

- ¿Quieres que entrenemos juntos?

En ese momento, una pequeña esfera brillante llega volando a gran velocidad, apuntando a Sora. Cuando alcanza una proximidad determinada, detiene su rapido avance y se abre, revelando un pequeño mensaje, dirigido al chico

A continuacion, desaparece en el aire como si nada hubiera pasado

Sora, el maestro Ykki quiere vernos cuanto antes posible en la taberna “El dragón de plata”. No ha podido detectarte en la ciudad. Espero que estés bien…

Pd. Ykki menciona que si no puedes presentarte a lo largo de la noche, mañana por la mañana tendras entrenamiento intensivo.

¿Caminas a 15 metros sobre el suelo? Salió la parte racional-absurda al escuchar la expresión de la chica, pero como es evidente no se hizo eco en palabras por muuuuchos factores en contra, el primero que no quería molestarla. Alzo la vista y la veo sonriendo hacia abajo, con lo que sigo su mirada sin ver nada, hasta que me doy cuenta al repasar mentalmente lo que he visto de que sus ojos no parecían fijos en nada concreto, sino más bien en sus pensamientos.

Cuando pregunta si quiero entrenar con ella, dudo un instante, pero entonces digo:

- Si no te importa... -replico aceptando, aunque aún sin mirarla directamente.

En esa frase estaba cuando la esfera llega hasta mi, lanzándome un mensaje como si yo no fuese nuevo en la ciudad.

- Esto... Mi Maestro me reclama, ¿sabes dónde está "El dragón de plata"? -aprovecho para preguntar, mirándole el rostro solo ocasionalmente (un segundo de cada diez, más o menos, es una buena media para mí).

Igualmente, después de esta pregunta, me pongo en posición de combate por si quiere librar un pequeño duelo antes de que me vaya, aunque no ataco hasta que note si se pone en posición.