Partida Rol por web

LUGAR DESCONOCIDO, FECHA DESCONOCIDA

Es una noche, ni de invierno ni de verano, porque donde vivís no existen las estaciones. Tenéis fuego, herramientas, y un idioma propio desde que el mundo es mundo. O al menos eso cuentan los ancianos. Ancianos que podrían ser vuestros hermanos mayores, pero no hay mucha más distancia porque sabéis que vuestra hora se aproxima. Al menos habéis dejado muchos hijos para que sigan manteniendo al resto.

Cuando amanece estáis empapados en sudor. Hace algo de frío, aunque claro, no para vosotros. Las mujeres de la tribu instan a los hombres a salir a hacer algo útil. Tenéis hambre.

Ayla se despereza entrecerrando los ojos por la fuerte luz que entra en la cueva.

Su estómago ruge, y las hembras con hijos comienzan a chillar.

Los hombres y las hembras sin hijos se empiezan a organizar para salir a buscar comida. Ayla se une al grupo.

Clugg trata de hacerse el dormido pero sus esposas y prole lo empujan a levantarse con empellones y regañinas. Así que agarra su lanza, su rudimentario arco y las pocas flechas que tiene y estirandose acude a reunirse junto al resto de cazadores. Con voz soñolienta pregunta

¿Que han mandado los ancianos que cacemos hoy? ¿Que criaturas nos darán los espiritus?

Ayla había vuelto a soñar con que actuando todos juntos podían cazar a un mastodonte, pero los sueños eran cosa de los ancianos.

Si ella afirmaba que los espíritus la habían hablado por la noche y hecho soñar, sería repudiada o golpeada. Así que prefería no decir nada.

Aunque si probaran juntos...

En su sueño lo conseguían, desde luego...

Sí, decidnos, ¿qué comida traemos hoy?
¿los espíritus son propicios para la caza o nos tenemos que ir a los arbustos a recolectar bayas?

Los ancianos, un puñado de hombres y mujeres de menos de 40 años, echan un ojo a la zona donde, cuando no está vacía, soléis guardar algo de comida. Y no está vacía, sino algo peor: está llena de carne verde y fruta arrugada.

Hace un buen día, seguro que las bestias campan por la sabana. Antes del sol del mediodía irán a beber al lago.

Lo que traducido no es más que una forma sutil de decir "arreando, que es gerundio".

Entre otros privilegios, Rukk tenía el de poder levantarse cuando quisiera. Al fin y al cabo, no hacía gran cosa salvo picotear comida aquí y allá, estorbar y dar algún que otro consejo (y no siempre acertado), se lo pidieran o no. No obstante, aquel día se levantó prácticamente al mismo tiempo que el resto de la tribu. Los chiquillos estaban alborotados y lloroqueantes por el hambre, y él también.

-Vamos, vamos, hijos míos, no os demoréis, el camino es largo hasta los estanques- azuzó a los cazadores. Mientras tanto, merodeaba por los varios hogares de la tribu. Tenía el derecho de comer donde prefiriese, y aunque los hogares se turnaban para darle alimento, en momentos de escasez, como este, ramoneaba donde buenamente podía.

-Recuerdo, hace muchas primaveras, la terrible hambruna que tuvimos que afrontar tras el Invierno Largo. Muchos murieron. Tú eras todavía una niña -dijo, sonriendo, a la mujer que acababa de darle un hueso no del todo pelado que había quedado de la cena. Lo chupeteaba y roía con sus escasos dientes.

-Vamos, es hora de arreglar esos canastos. Otra de sus tareas. Reunió a varias niñas pequeñas a su alrededor y se sentó en una gran piedra bajo un árbol para explicarles cómo introducir nuevas hebras de esparto y de mimbre en las urdimbres rotas o agujereadas.

Boko otea el horizonte; los espíritus han estado callados durante la noche y solo queda confiar en las habilidades de la tribu.

Sin embargo, no se resigna. Toma un poco de huesos y los machaca con hierbas secas, haciendo un polvo fino y bien mezclado. Se acerca al fuego, toma algo de ceniza en la palma de sus manos y la distribuye meticulosamente por todo su rostro. Luego se sienta frente al fuego, arroja un puñado del polvo e inhala el humo que sube lentamente.

- Padre gacela, sé propicio. Padre cebra, sé propicio. Padre impala, sé propicio. Padre ñu, sé propicio. Madre Tierra, sé abundante con tus dones. - canturrea una y otra vez, aumentando el ritmo del cántico, balanceándose adelante y atrás, hasta caer rendido.

Cuando se recupera, toma un largo palo con una piedra basta, tallada en punta, en uno de sus extremos, así como un poco de cenizas de su hogar por si necesita pintar alguna roca para inmovilizar el espíritu de la presa. Entonces se dirige a los cazadores:

- Los espíritus nos acompañaran ... seamos piadosos con ellos, y la caza será propicia.-

Al salir de la cueva, como todas las mañanas, echáis un vistazo a vuestro alrededor por si algo ha cambiado: un derrumbamiento, una inundación, un animal peligroso. Y esta vez sí que ha cambiado algo. No tenéis palabras para describir la escena, pero una bola enorme hecha de un material brillante reposa en mitad de la sabana.

Ayla tiene todo lo que necesita, la confirmación de la tribu para salir de expedición.

Su misión en la partida de caza, dado que es ágil y sigilosa es ir de exploradora localizar a las presas y los peligros y advertir a la partida, así que con un gesto afirmativo de cabeza hacia el resto de cazadores que comienzan a organizarse para su partida, sale al exterior de la cueva.

Se adentra en la maleza caminando sigilosa y guiándose por los sonidos de la naturaleza. Siempre es un buen comienzo avanzar hacia las zonas de abrevadero. Aunque también son zonas peligrosas, así que se aproxima dando un rodeo.

La semana pasada localizó una manada de gacelas cerca de la roca de los monos. Esa sería su primera parada.

Al salir de la cueva te encuentras a Boko, el chamán de tu tribu, que está mirando el siguiente percal:

como todas las mañanas, echáis un vistazo a vuestro alrededor por si algo ha cambiado: un derrumbamiento, una inundación, un animal peligroso. Y esta vez sí que ha cambiado algo. No tenéis palabras para describir la escena, pero una bola enorme hecha de un material brillante reposa en mitad de la sabana.

Me detengo sorprendida. Correría a esconderme para observar si es una amenaza, pero el chamán ya está observándola sin que parezca que corra peligro, así que de momento la curiosidad es más fuerte que la precaución. Miro al interior de la cueva desde el umbral y veo a los cazadores ajetreados organizándose.

No tardarán en salir, no tiene sentido adelantar ese momento - pienso, y aprovechando la intimidad de estar solos Boko, la esfera y yo, me acerco a Boko.

¿Es un espíritu?... Desde luego no parece un animal. - Le pregunto. - ¿Se ha movido?... Puedes estar en peligro si es maligno y como chamán y guardián de la llama* debemos protegerte.

Las cosas en la prehistoria eran sencillas. Si sabías controlar el fuego, tenías comunicación con los espíritus y eras importante. Si no, eras uno más.

Ragg permanecía sentado y callado cerca del fuego, mientras escuchaba en un segundo plano al resto de compañeros, y prestaba especial atención en revisar su lanza y comprobar que la parte de la punta estaba en perfecto estado.

Luego se puso a masticar un pequeño trozo de carne seca mientras se ajustaba entre las pieles de si cintura un trozo de hueso bien afilado del tamaño de un puñal.

Cuándo todos empezaron a moverse no tardo un segundo en agarrar su lanza y estar listo mientras hacía gestos de atacar con la misma al aire.

Boko mira fijamente el objeto que está en la sabana, desconcertado. Siente la presencia de Ayla, así como la preocupación en su voz. ''¿Protegerme? Tal vez haya verdad en sus palabras'' - piensa mientras sigue observando el prodigio - ''pero si es un espíritu, debo saber''.

Se vuelve hacia la mujer y le dice:

- No! Si es un espíritu benigno, no me hará daño; si es un espíritu maligno, yo soy quien debe proteger la tribu. - está convencido que su obligación para con los suyos pesa más que su propia vida.

- Llama a los cazadores ... a todos. También a los ancianos. Cuando estén en la entrada, observen. Yo me acercaré solo.

Un escalofrío recorre su cuerpo. ''¿Porqué los espíritus no me han advertido? ¿Será un espíritu maligno más poderoso?''

La esfera está a unos 20 metros de la entrada de la cueva, está hecha de metal pulido y es de unos varios metros de diámetro.
 

Asiento. Una vez más, la orden ha sido dada y no deja lugar a las interpretaciones.

Sea como dices. Pero no hay razón para que te aproximes sin alguien que te pueda proteger. Si es maligno, uno no es toda la tribu.

Entro en la cueva para avisar a cazadores y ancianos

Entro de nuevo en la cueva.

Mi rostro muestra preocupación. No soy dada a dar explicaciones, pero la situación lo exige.

Boko pide la presencia de ancianos y cazadores afuera. Se ha manifestado un espíritu desconocido. Necesita que todos estemos allí pero que no intervengamos hasta que el logre averiguar sus intenciones o apaciguarlo.

Como se forma revuelo en toda la tribu, me veo obligada a añadir.

Ha sido muy claro, afuera SÓLO ancianos y cazadores. Puede ser peligroso.

No espero mucho más. Me inquieta dejar al portador de la llama sólo ante un espíritu mucho tiempo, así que vuelvo corriendo al exterior.

En escasos segundos, vuelvo a estar junto a Boko expectante.

Boko era el chamán de la tribu, y aunque era más joven que Rukk, el viejo lo apreciaba por su sabiduría y la inestimable ayuda que daba a todos los miembros de la tribu como sanador. Además, era el intermediario de la tribu con los espíritus...

Así que dejó las cestas a medio reparar en manos de las niñas, que abrían los ojos desmesuradamente (como ante cualquier novedad en la rutina diaria), se irguió trabajosamente y se dirigió fuera de la cueva, contrastando su paso renqueante con el avance impetuoso de los cazadores.

Al salir arrugó el gesto, se cubrió los débiles ojos del sol de la mañana y saludó a Boko con la otra mano, llegándose hasta él.

Entonces Rukk la vio.

Una esfera de un material indescriptible aunque brillante. A unos veinte metros de la cueva, y grande como para no querer subirse encima incluso si esto fuera posible.

Boko y Ayla están fuera de la cueva observándola. Discuten si podría tratarse de un espíritu.

Clugg siguió a Ayla, si pedían la presencia de los cazadores él no podía faltar. A saber que visiones le habrían sido dadas a Boko por los espiritus ¿se acercaban grandes bestias que cazar? ¿otras tribus a las que atacar y cuyas mujeres y lanzas robar?

Llegados ahí donde se estaban reuniendo dijo

¿Que dicen los espiritus Boko? Dinos ¿que profecias te han dado?

Y antes de que puedas obtener respuesta, ves el quid de la cuestión:

Una esfera de un material indescriptible aunque brillante. A unos veinte metros de la cueva, y grande como para no querer subirse encima incluso si esto fuera posible.

Boko y Ayla están fuera de la cueva observándola. Discuten si podría tratarse de un espíritu. Rukk por su parte, está igual que tú.