Partida Rol por web

El desconocido se quedó sorprendido por vuestra reacción. No solía estar acostumbrado a este tipo de respuestas tan contundentes. La gente normalmente acataba lo que el mandaba.

-¿Con que esas tenemos eh? Esto no va a quedarse así, ni mucho menos...¡Esas semillas serán nuestras! - En la voz se le notaba un pequeño hilo de tensión, nervios...

-¡¡Volveremos!!-

Salieron de la casa, más rápidamente de lo esperado[1].

Con la casa más en calma se os acercó vuestra madre, la viuda.

-No se como, pero los habéis echado de casa. Aunque tengo la sensación que no os van a dejar tranquilos, yo de vosotros vigilaria...-

Nada más decir esto se encogió de hombros, algo nerviosa.

Vuestro padre me dijo que esas semillas eran muy importantes...aunque nunca entendí muy bien por que. ¿Qué haréis con ellas?

Insisto... no creo que a simple vista se distingan de semillas normales. Binnu, ven conmigo, vamos a intentar ganar tiempo. Llevémosles unas semillas normales antes de que se vayan y regresemos quedándonos con las del amigo de padre.

Propuso, pero no se llegó a mover, podía intentar engañar a los intrusos sola, pero no podía salir bien parada estando sola si la cosa se complicaba.

- Cyla, eso no es del todo cierto - afirmó Mutensin una vez hubieran partido los malhumorados impertinentes; extrañamente, una sonrisa le cruzaba su rostro de oreja a oreja - si observamos bien, estas semillas de Padre parecen mucho más resistente y rápidas para crecer.

''Tal vez ... Tal vez...'' una idea rondaba su mente ''dos cosas similares en su apariencia pueden ser similares en su características invisibles''

- Hermanos!!! creo que deberíamos guardar estas semillas y buscar entre las otras semillas las que más se les parezcan. De esas, de las parecidas, tenemos que hacer dos grupos: uno, se los damos a los que quieran; el otro grupo y las de Padre, las plantaremos nosotros.

A la interpelación de Cyla, Binnu alzó las manos, pidiendo calma. Estaba claro lo que veía: veía a aquellos cinco hombres distinguiendo perfectamente las semillas falsas de las verdaderas y desollándolos allí mismo.*

-Espera, Cyla -dijo, pasándose la lengua por los labios. -Incluso si no lo descubrieran ahora, lo harían la próxima estación. Tiene que haber otra solución. Y sabéis bien que no me inclino por el combate.

Entonces miró a su madre, frunció el ceño y pensó en voz alta.

-Sí, ¿qué haremos con las semillas...? ¿Para qué son? Pues para enterrarlas, ¡naturalmente! De esas semillas saldrán más semillas, ¿no es cierto? Esperad...

Se agachó y marcó sobre el suelo de tierra siete puntos. -Cada punto es una semilla -explicó, señalando a cada uno de sus hermanos y a sí mismo con un dedo para llevar la cuenta. -Si son semillas normales, como esas que padre cuidaba en el campamento de verano, cada planta da cinco semillas, más o menos.

Trazó un círculo sobre cada punto y con gran lentitud los contó, una y otra vez para asegurarse. -Treinta y cinco semillas -dijo por fin, satisfecho. -El próximo verano tendríamos treinta y cinco semillas. Y padre entregaba a la tierra algo menos de la mitad... -trazó una línea que separaba tres círculos y volvió a contar. -Eso nos deja quince semillas para volver a entregar a la tierra y veinte para comer. Yo de momento no dejaría de cazar, Daula -añadió, riendo.

Pero fue una carcajada momentánea, enseguida volvió a recordar el problema que los acuciaba. Tras unos instantes, y con voz dubitativa, añadió:

-Podemos plantar estas semillas entre muchas otras semillas normales, y decírselo así a esos hombres. Pero recordar secretamente, entre nosotros, dónde ponemos cada una de las semillas especiales.

Miró a sus hermanos como buscando su confirmación o los inconvenientes que pudieran plantear.

-Puede que eso no guste a esos hombres, pero ¿qué pueden hacer? ¿Matarnos como venganza? Eso no les devolverá las semillas. Si no -terminó, encogiéndose de hombros -siempre podemos dejar el país con las semillas, o luchar con esos hombres. Pero ambas opciones nos traerán más penurias.

Cyla niega con la cabeza.

Esos hombres se estan alejando, debemos actuar rápido. Necesitamos semillas similares y una verdadera. Yo misma les entregaré las semillas. Conseguiremos parar esto y el próximo año ya no habrá secreto que quieran guardar, ya sera tarde para ellos.

Examino mi semilla y pienso en otras lo más parecido que puedan de las que tenemos alcance. Quizás calabaza, quizás otra cosa.

Se lo que sea, decido moverme aunque sea sola y voy a buscar un puñado de semillas similares. Tengo que actuar rápido pues los hombres ya se alejan.

Cuando tenga un grupo de semillas similares vuelvo con mis hermanos para darles una última oportunidad de ayudarme, mientras, voy concentrándome para que a mis ojos asomen lágrimas. No requiere mucho esfuerzo, basta con mirar los cojines donde padre se sentaba para que su recuerdo me traiga lágrimas.

Con lágrimas en los ojos, un puñado pequeño de semillas normales y la semilla especial que me dieron me preparo para salir de la casa.

Daula permanecía en silencio. Respiraba muy rápido, como si viniera de una pelea. Es lo que realmente le había pasado. Estaba listo, como cazador que era, para pelear, y en esta ocasión su víctima no sería un escurridizo conejo un ágil cervatillo, era un desgraciado, que había hervido su sangre hasta el punto que su mente seguía en la pelea. Ahora mismo estaba por salir detrás de ellos y empezar a destrozar cabezas, aunque fuera a mordiscos.

Dumuzi se interpuso en el camino de Cyla

¡Quieta insensata! ¡Los dioses  por boca del mismo Enlil nos han encomendado ser propagadores de estas semillas! ¡A nosotros no a ellos! No debemos inclinarnos ante aquellos que desafían la voluntad de nuestros dioses. Ni engaños ni compromisos, cumpliremos abiertamente la voluntad de los dioses. Y volviendose a los otros propuso Hagamos pues como dicen Mutensin y Binnu y plantemoslas. ¡Y pobre del impío que trate de entorpecer nuestra misión!

Acabó esas palabras alzando aun más la voz lleno de fervor.

Hermano, no seas tan cerrado de mente. Los dioses te encomiendan una misión, pero no un modo de realizarla. La mejor forma de cumplir la misión que indicas sin impedimentos es que ellos crean que no la estamos cumpliendo y que cuando lo descubran ya sea tarde para impedirlo. No es arrodillarse, es ser más inteligente.

Mutensin sopesó los argumentos de cada uno; con Binnu parecía estar más en sintonia, pero eso no era extraño: a su manera, ambos eran quizás los más curiosos. Dumuzi, por el contrario, siempre era de los más impetuosos.

- Hermano, Dumuzi ... en esto Cyla tiene razón. ¿Acaso recibimos una revelación nosotros sobre cómo debíamos utilizar las semillas? No. Solo Padre y tampoco fue muy preciso.

No quería provocar un conflicto con otras gentes, pero por otro lado estaba dispuesto a luchar por defender la promesa a Padre y cumplir la voluntad divina, del modo que sea.

- Cyla, creo que si buscamos las más parecidas, no podrán diferenciarlas. Además, si ven que nosotros también plantamos de esas semillas, tengamos o no éxito, siempre podremos señalar que solo un puñado crecieron.

Sin embargo, algo le daba vueltas en la cabeza ''Pero esa no es exactamente la promesa que hicimos''

- Hermanos, igual, recordemos que prometimos a Padre compartir el secreto. No con estos impíos irrespetuosos, pero sí con todos aquellos temerosos de los Dioses. Probemos este ciclo; si tenemos éxito, será la señal de que los Dioses nos protegen, y difundiremos su Enseñanza a todos.

Por supuesto, había que tomar pronto una decisión.

- Propongo hacer como dije antes: darles algunas semillas parecidas, y nosotros plantar de ambas, pero separadas; si fructifican, las difundiremos.

 - ¿Y si no lo se creen el engaño?. - Pregunté a mis hermanos. - En cualquier caso, que Cyla vaya ahora con ellos y que les diga que ella lo a pensando mejor y que puede convencernos de que les demos las semillas. Que le den tiempo para hacerlo, al mismo tiempo que a nosotros se nos enfríe los ánimos, y que vuelvan mañana a recogerlas. Esos no dará tiempo para decidir que hacer con más calma.

- ¿Qué vaya Cyla sola con ellos? ¿Estas loco hermano? - Mutensin no parecía dispuesto a permitirlo.

- En cualquier caso, alguno de nosotros la acompañaría. Pero creo que si hacemos eso, perdemos el tiempo que ganamos hoy. - Seguía gesticulando a medida que hablaba, pasando de un tema a otro - Además, si quieren quitarnosla, lo harán le demos lo que le demos ... no, no y no. Cyla no debería ir!!!

Su postura era tajante. Solía ser empecinado como un buey cuando se le metía una idea en la cabeza.

Cyla cogió la pintura con que se maquillaba los ojos cada día e hizo tres puntitos en cada una de las semillas falsas.

Después simplemente salió de la casa ignorando la voluntad de Mutensin, llevando consigo su semilla buena y el puñado de semillas malas.

Al salir, se aseguró de que las lágrimas seguían allí y salió corriendo detrás de los visitantes.

¡Esperad! ¡Esperad, por favor!

''Mujeres!!!'' pensó Mutensin cuando vio a Cyla salir sin hacer el menor caso a las recomendaciones fraternas ''Es más fácil frenar una estampida de demonios Gallu que querer razonar con ellas''

Binnu había asentido vivamente cuando Mutensin propuso probar durante un ciclo. Respiró hondo y sacudió la cabeza, desaprobando claramente la acción de Cyla. Miró al resto, y con evidente disgusto salió tras ella, como previendo un mal desenlace.

-Intentaré que haga como dices, Revan...

Ya fuera, aún le oyeron gritar: -¡Espera, Cyla!

-¡Espera, Cyla!

Binnu corrió pesadamente tras su hermana, con gesto de preocupación y censura en el rostro. Estaba claro que no estaba de acuerdo con aquel movimiento impulsivo.

-¿Qué haces? ¿Acaso no ves que ninguno de los demás está de acuerdo con lo que propones?

Mantuvo la expresión de desaprobación, pero cabeceó y señaló hacia los hombres que se alejaban.

-¿Y creías que te dejaría ir sola? Al menos, haz como dice Revan, escucha a tu hermano; diles que tú y yo queremos convencer a los demás para entregarlas. Si les entregas esas y se dan cuenta de que intentamos engañarlos... No creo que salgamos bien parados.

Dumuzi se acercó a su hermano Daula, el único que como él había sido lo suficientemente decidido para enfrentarse sin argucias a los que pretendían robarles.

Hermano, los dioses han hablado claramente y nuestros enemigos se han revelado. No son solo enemigos nuestros si no de los mismos dioses Y apoyandole la mano en el hombro le instó en voz baja Unete a mi y esta noche asaltemos su morada para hacerles pagar sus injurias, con sangre.

Binnu, con eso no compramos tiempo. Hay que darles lo que quieren para que no vuelvan a por más.

Corro hacia los visitantes llamándoles para atraer su atención.