Partida Rol por web

A ver si esto vale:

Cada vez que uno de esos infames sufría el tormento de las llamas, o moría alanceado y golpeado con el rostro demacrado por el terror y la sorpresa Dumuzi sabía que su hermano y él mismo hacían algo que placía a los dioses. 

Fue una tarea sangrienta pero purificadora, un recuerdo para todos aquellos quienes en dias y semanas hablasen de ello que los dioses podían conceder dones. Pero también imponer castigos.

¡Alabad a los dioses!

Los dos hermanos, nada más salir de su hogar, pergeñaron el plan.

No tardaron en conseguir las ramitas y troncos que usarían de "cerco de fuego" para la casa, y lo rociaron todo con una brea que habían en varios lugares y emanaba del suelo. No era algo útil, pero sabían que ardía, así que rociaron toda la casa por sus alrededores. Con una antorcha prendieron fuego en varios sitios y se situaron donde habían acordado. Agachado esperaron a que el fuego maestro hiciera la mayor parte del trabajo.

El humo no tardó en hacer acto de presencia, y el fuego engulló el tejado ávidamente. Al poco se escucharon voces dentro. Dumuzi no había visto ventana alguna en aquel hogar, pero se situó justo al otro lado, por si acaso. Daula, con su arma en la mano, esperaba que la salida fuera la entrada al matadero. Unos momentos después empezaron a salir los primero de aquella edificio en llamas. Daula, cargado de odio ensartó al primero en salir tan fuerte, que otro hombre que salía detrás siguió su misma suerte. El arma quedó trabada y no había tiempo para entretenerse. La perdió, tomando otra de la que tenía. Dumuzi escuchaba las conversaciones del interior, intentando saber cuantos eran. Intentando averiguar sus intenciones. Otro lanzazo dañó los ojos del siguiente cuerpo que intentaba escapar entre toses del interior aquel. Con las manos sobre un rostro sangrante gritaba de dolor. Un filo tosco apagó aquella voz al chocar contra su garganta. Y así, siguiendo el mismo sino, varios cuerpos más salieron, y perecieron en el intento. Incluso un bebé, en manos de su madre murió aplastado por la caída de su amorosa y protectora matrona.

Dentro se habían dado cuenta de lo que sucedía e intentaron hacer un burtón por la pared. Todo un éxito de la ingeniería de combate, para, nada más sacar la cabeza, ser esta estrellada por el puño del arma que Dumuzi empuñaba. Pocos instantes después el techo se desplomó, y si sus escombros no terminaron de rematar a cualquier superviviente del interior, el fuego y el humo hizo que los de dentro perdieran el último aliento y sus almas partieran hacia donde debían estar. El infierno.

Tras el infierno desatado por estos hermanos, ambos se dispusieron a identificar a los 15 cadaveres que habían esparcidos y aplastados entre las ruinas. Solo pudieron reconocer a tres de los cinco "visitantes". Solo 3.

¿Donde estarían los otros? Esa pregunta rondaba la cabeza de estos dos. Parecía que la muerte de algunos inocentes no era relevante...

...crack...creck... No se sabía que era, pero Mutensin se despertó. No sobresaltado, sino relajado, aún dormido. Decidió levantarse y avisar al resto, no sabian que podía pasar.

Una vez todos despiertos, en silencio, se reunieron para decidir que hacian. ¿Sería solo el viento?

Con la cara tiznada por el humo y el puño de su arma goteando sangre Dumuzi fue a reunirse con su hermano.

Te felicito hermano, has actuado según la voluntad de los dioses. Desde los cielos y el inframundo loan el éxito de tu plan. Hemos acabado con la mayoría de los impíos y de aquellos quienes entre ellos moraban, seres de una impiedad que no por desconocida era menos perversa a ojos de los dioses.

Y examinando a los caidos añadió

Dos de ellos han huido, veamos si sus vecinos saben donde pueden estar escondidos. En cuanto al resto hagamos correr la voz de que han muerto por desafiar a los dioses, ¡que se sepa por todo el valle que somos el mazo de la voluntad divina!

- Sea pues, hermano. Estaba cansado del trabajo realizado. Aunque le hubieran salido bien la misión, pero términos de costes, era un trabajo sucio. Sucio porque dos de aquellos habían escapado, y ahora, había que perseguirlos, para que nadie pudiera perturbar nuestra familia. - Que todos sepan el pecado cometido contra los dioses. Que todos sepan el castigo, y que no se ha hecho de esperar.

Daula estaba inquieto. No habían terminado, por muy bien que hubiera salido, el trabajo.

- Y nuestra familia ha de saber que está más protegida con menos enemigos en derredor.

Dumuzi se acercó a los escombros, parecía haber unas huellas que salían de la casa. Eran algo menos reciente, con lo que se podía intuir que eran de antes de que se desatara el infierno.

Los vecinos te miraban mal al acercarte a ellos, no entendian el por que de esa masacre. Desconfiaban. Aun así, alguno de ellos te informó que dos de los residentes se fueron poco antes por el mismo camino por el que vosotros llegásteis.

Mira aqui hermano dijo Dumuzi a Daula señalando unas marcas en el suelo Al parecer las alimañanas que huyeron lo hicieron en esta dirección. Si nos damos prisa en seguirles el rastro podremos capturarlos y arrastrar sus cadaveres junto al resto de perros.

Mutensin no podía conciliar el sueño. A ratos dormía, al rato cabilaba sobre las semillas y su poder escondido, rogando a Enki que lo guiase.

''¿Qué fue eso?'' ... le había parecido escuchar un crujido, luego otro. ''Es preferible estar alerta, antes que dormirse'', de manera que sin dudarlo, todo lo silencioso que pudo, fue despertando uno a uno a sus hermanos.

- Binnu ... Binnu ... - murmuró, al tiempo que lo zamarreaba un poco y hacia señas de silencio - Creo haber oído un ruido extraño.

No esperó, y ya estaba tratando de interrumpir los ronquidos de Duala.

La adrenalina aún corría por sus venas. No podía hacer otra cosa:

- Vamos.

Ambos hermanos se lanzaron a través de la noche, mientras en el este empezaba a asomar el alba, en busca de sus enemigos. Con las armas aún ensangrentadas y el fuego de los dioses inundando sus pechos, listos para dar final a su sangrienta y sacra tarea.