Partida Rol por web

Cyla avanza por la casa con el firme presentimiento que ya expuso: que el sonido viene de fuera.

Por desgracia, tan pronto lo comprueba como tiene que abandonar su búsqueda, pues la casa comienza a arder y llenarse de humo.

¡Han vuelto! ¡Nos queman la casa! Hay que salir de aquí! - ¡Si tan solo hubiésemos dado las semillas que quise darles! Estos hermanos míos... siempre son tan cortos de miras.

¡Hermanos! ¡Salid gateando! El humo sube. Nos permitirá salir sin caer inconscientes.

En mi carrera para escapar del humo, a gatas por la casa, tomo la bolsita con las semillas de padre y otra con las falsas. Las verdaderas las guardo en mi pecho. Las falsas en mi cintura, con la bolsa visible. No me entretengo más y salgo con mis hermanos.

Binnu, despertado a medias por el ruido, a medias por sus hermanos, sigue las instruccioes de Cyla: gatea y trata de ayudar a salir, aunque sea a rastras, a Utna y Mutensin. Los dos es imposible, tira de este último y se acera a una de las pocas ventanas de la casa, suficientemente ancha para poder salir por ella.

-Vamos, hermano- dice a Mutensin mientas lo ayuda a salir por la ventana.

 Con frialdad y conocimiento, busqué la mejor manera de salir de casa sin ser visto por quienes pudieran estar esperándonos fuera. Si esperaban que fuéramos a irnos al otro mundo sin más, les esperaba una sorpresa...

Utna y Mutensin no soportaban el humo, cada vez les costaba más respirar. Sus hermanos intentaban acercarlos a las ventanas a rastras, pero hasta ahora los intentos no habían funcionado. Momento en el que Utna y Mutensin cayeron insconscientes al suelo.

Cyla, Binnu y Revan conseguian aguantar el humo, agachados tapandose la boca.

No se veia fuego por ningún sitio, ninguna llama. Ni luz. No se veia nada. Solo humo, cada vez más humo y menos tiempo.
Las ventanas parecían tapiadas, con lo que solo quedaba una salida. La entrada principal.

Las semillas las tenía Cyla, bien resguardadas.

Del resto de vuestros hermanos no sabíais nada. Estaban tardando mucho en volver, ¿volverían?

Dumuzi no conseguía ver nada. En cambio, a Daula le pareció fer algo que iluminaba la noche, a la lejanía.

Rápidamente os lanzasteis a la carrera, la intuición os decía que no era nada bueno lo que estaba pasando.

Tras una larga carrera llegásteis a vuestra casa, la casa familiar. Estábais en la parte de atrás. Las ventanas parecian tapiadas y debajo de ellas una especie de calderos de los cuales emana algo de luminosidad. De los bordes de la ventana salía humo, muchísimo humo, pero la casa no ardía. ¿Qué estaba pasando?

Tumbo con esfuerzo uno de los calderos, para lo que allí hubiera, dejase de salir y se perdiera en la tierra del suelo, pero no sin antes cubrirme la cara como buenamente pudiera. Tras eso, le digo al hermano: - Sígueme. 

De esta manera podrían salir por allí, así que le doy un golpe a la ventana, para que empiece a entrar aire y pudieran salir por allí.

Con eso, y las armas aún ensangrentadas de un momento antes, y la ira cargada en el alma, voy a buscar a los culpables de eso. (Y a hacérselo pagar)

Siguiendo el ejemplo de su hermano Dumuzi la emprendió a golpes contra las ventanas para que entrase algo de aire mientras llamaba a voces a sus hermanos y hermana. Por dentro elevó una plegaria al señor de los vientos para que su aire vigoroso elminase esos humos insanos que habían invadido su hogar.

Comprobó con horror y entre toses que las ventanas estaban bloqueadas. Los habían encerrado, como en una ratonera, con una sola salida. Miró a los otros, indeciso, y tiró de Mutensin hacia la puerta pero, simplemente, pesaba más que él.

-¡Ayudadme!

En todo caso, habría que salir, y no lo haría por las bravas. Tiempo habría de inventar algo, como que las semillas habían ardido. Y si no, entregarlas, maldita sea, sólo eran unas semillas, su vida valía más que eso...

¿Dónde estarían Daula y Dumuzi?* Eras su última esperanza...

Voy a salir. Si no hay peligro fuera os avisaré. Si hay peligro o grito o no digo nada - Les digos a mis hermanos conscientes.

Me preparo para salir a gatas por la única salida. Supongo que nos estarán esperando así que salgo gateando tan rápido como puedo intentando imitar los movimientos de un animal para que no tengan fácil emboscarme justo a la puerta, aunque me temo que me pillarán igualmente.

Los calderos caian y descubriais como lo que había dentro era fuego, que se apagaba al desparramarse el contenido de los calderos por el suelo.

En ese mismo instante comprendisteis lo que estaba pasando. El plan se parecía bastante al vuestro.

Daula no lo dudó ni un segundo, y dando la vuelta a la casa, se dirijió hacia la puerta principal, donde se encontró con 2 de aquellos visitantes, esperando a la salida de la puerta. De golpe la puerta se abrió, una figura salía de la casa, ¿era un animal? Una espada se levantó y rápidamente bajo en dirección a la figura.

Cyla sales de la casa, donde nada más cruzar la puerta una espada cruza tu torso por el lateral, dejandote una fea herida desde debajo del brazo hasta la cadera. Gritas de dolor, gritas muy fuerte, pero te mantienes con vida.

Dentro de la casa se escucha un grito ensordecedor, ¡Es Cyla!

El humo parece disminuir, la visibilidad se aumenta y, al fondo, podéis ver algo de claridad, son 2 ventanas, parece que el bloqueo se ha roto y el humo sale rápidamente por ahí. Solo hay un problema, en el otro lado esta Cyla, gritando. Al bajar la densidad del humo, parece más facil moverse, transportar a los heridos...

¡Parad! ¡Está bien! ¡Está bien! Os traigo las semillas. No quiero más muertes. Cuando estuvisteis aquí me hice con ellas y salí a buscaros, pero os habíais ido demasiado rápido. Por favor, esto es lo que queríais. Cogedlo y dejadnos. No queremos oponernos a vosotros.

Les tiendo la bolsita de semillas que tengo colgada en el cinturón.