Partida Rol por web

''Por todos los Igigi'' Mutensin trata de salir de ahí... los gritos de Cyla se tornan más apremiantes ... ''Tengo que ayudarla'' Intenta arrastrarse hacia fuera. 

Lentamente, parece que se puede incorporar evitando el humo.

Solucionado el problema del humo Dumuzi echó a correr tras su hermano. Si los enemigos esperaban ir rematando a sus hermanos mientras salían ahora pagarían su infamia cuando los dos hermanos bendecidos por los dioses les cayeran encima por la espalda.

Empuñó su arma listo para cobrarse nueva sangre.

 Al escuchar el grito de mi amada hermana, busqué y cogí el primer arma que encontré y salí en su ayuda, tratando de sorprender a los supuestos atacantes, tal y como tenía planeado...

De pronto el humo empezó a salir a borbotones por las ventanas. Era su oportunidad. Mutensin parecía recuperarse, así que intentó tirar de Utna sin éxito. Maldiciendo se arrastró hasta una ventana, asomó la cabeza, tosió un par de veces con los ojos llorosos y enrojecidos y salió con apuros por la ventana.

Daula con su lanza, intentar adelantarse al enemigo, antes de que un familiar pudiera ser herido.

Con voz en grito descargó su golpe: - HIJOS DE PERRA.

Llegais a la entrada de la casa donde se encuentran a 2 de los "visitantes" y a vuestra hermana, Cyla, a gatas, sangrando y con cara de no resistir mucho. Parece que los enemigos tienen las semillas, o eso se intuye de una pequeña bolsita en la mano de uno de ellos.

Os lanzais al ataque, ataque que rápidamente es esquivado por los enemigos. De una forma sorprendente, iniciando un contrataque que Dumuzi consigue esquivar por los pelos, rasgando su ropa. Suerte que no acompaña a su hermano, Daula no esquiva el ataque, llevandose un corte en el estomago. Por suerte no es mortal.

Consigues salir por la ventana lateral de la casa. No hay nadie, todo esta en silencio. Estas algo desorientado pero vivo. ¿Dónde están los demás? Unos ruidos de armas se escuchan, pero no consigues saber de donde vienen.

Mutensin y Revan salís de la casa, os encontrais con una escena desoladora. Vuestra hermana, Cyla, en el suelo desangrandose, con la cara desencajada. Cuando levantais la vista, veis a uno de esos visitantes, escudriñando el horizonte. ¡Vuestros hermanos! Venian corriendo, Daula y Dumuzi, corriendo con las armas empuñadas. Cuando reaccionasteis, ellos ya se habían lanzado al ataque del desconocido.

-Si, claro...seguro que ibas a dárnoslas...Bah, no merece ni la pena que te mate. Me llevo las semillas...Y como le contéis a alguien todo esto...-

En ese mismo instante, dos de tus hermanos aparecieron corriendo, con sus armas en la mano en vuestra dirección. Tu estas muy herida, viva, pero muy tocada.

Quietos - Les digo a mis hermanos - Dejad que se lleven las semillas. Es lo que han venido a buscar. ¡Basta de muertes!

Digo con lágrimas fingidas en los ojos.

Id a buscar al curandero, por favor. - Digo llevándome la mano a la herida.

No se pensaba parar por un ataque indiscriminado y sin dudar contraatacó. No podía dejar pasar esta afrenta, y no por el daño que le habían hecho, sino por el intento de asesinar a su familia. Sin dudarlo, sin escuchar a su hermana, lanzó un golpe todo lo poderoso que pudo.

- Ya arrancaré de sus manos frias las semillas.

- Cyla!!! Nooo!!! - gritó Mutensin, apenas teniéndose en pie y se acercó a su hermana para brindarle la ayuda que pudiera.

Por el rabillo del ojo, pudo ver a Daula y Dumuzi, armas en mano, enfrentarse al atacante, aun cuando él no podía distinguir cuántos eran realmente.

Resollando, binnu avanza hacia la puerta de entrada, pegado a la pared, protegido por las sombras y el humo. Echa un vistazo disimulado a la parte frontal de la cada. Oye a Cyla, y Daula ha gritado algo, pero no alcanza a ver a los hombres que les han atacado...

No es un luchador; pero busca instintivamente una piedra gorda en el suelo...

Infundido de coraje siguió a su hermano Dumuzi blandiendo su arma dispuesto a acabar con aquellos quienes se enfrentaban a su familia y al destino que les habia sido encomendado.