Partida Rol por web

- Dyla, estoy de acuerdo en que aquello que decidamos ahora nos marcará en el futuro. ¿Y si es precisamente eso lo que desean los dioses?  Hacer de nosotros un pueblo, no violento y ... - miró a los costados, a ver si había alguno - ... bruto , pero sí un pueblo que sepa combatir la injusticia ... un pueblo que sea la espada de la ley eterna de los dioses. ¿Acaso dudás de nuestros maestros? Ambos señalaron que nuestros vecinos quieren atacarnos ¿O acaso dudás de los dioses? El auspicio fue claro: el águila guerrera defenderá nuestro perímetro y nos guiará contra nuestros enemigos.

Y si debe ser así será. Pero primero entablar conversación con el enemigo no anula combatir luego con él por la fuerza si es necesario. Es un precedente importante quemar la vía diplomática antes de verse abocados a la batalla. Y si por la vía diplomática se llegase a resolver, entonces ese era el verdadero deseo de los dioses, porque ellos guían el destino de los hombres.

Daula se puse en pie bastante enfadado. Había estado esperando a la sombre de unos algarrobos, y mientras escuchaba, se enervaba por momentos.

- Todo lo que decís me parece una acción irresponsable. Tan irresponsable, que vuestras divagaciones me parecen traición. Pero no traición a un ideal o a un parecer. Es traición a la propia vida. A la libertad y el poder elegir. ¿Esperáis discutir y parlamentar con quién os quiere matar? No solo sois irresponsables, sino que sois insensatos, ya que vuestra alma no vive en la realidad. Si queréis paz, prepararos para la guerra, y cuando el enemigo no pueda someterte por la fuerza, entonces, y solo entonces, se prestará a hablar. Y por supuesto, querrá opciones ventajosas, así que si queremos que nos dejen en paz, tenemos que derrotar sus intenciones. No sus ejércitos, sino sus intenciones. No solo sus soldados, sino su voluntad de luchar, de invadir y de matarnos.

Se giró y marchó de allí. Estaba clara una cosa: los utópicos vivían en un mundo que no era este. Si no luchaban, eran traidores, y como tal yacerían y sangrarían.

La perorata de Daula le pareció excesiva Céson, pero la conclusión era la misma.

- Dyla; en algo tiene razón Daula: si queremos vivir en paz, tenemos que estar preparados para la guerra. Y en otras condiciones, tal vez este de acuerdo contigo en que primero tendríamos que conversar con los vecinos de otras aldeas. Pero en este caso concreto, ambos maestros nos han indicado a las claras las intensiones de los otros ... y los dioses nos indican el camino.

No esperó respuesta. Su decisión estaba tomada.

Doscientos para la guerra y doscientos para la paz... Con esto no tenemos ni para empezar. -dijo el partidario de combatir

El extranjero que tan bien os había enseñado a luchar parecía molesto. El otro estaba más bien alterado. 

Pero debe haber una solución. La mitad del pueblo quiere adueñarse de sus enemigos, y la otra mitad lo que busca es vencerles mediante la palabra y la voluntad de los héroes... ¿Esto no significa nada para ti?

En ese momento el primero se puso rojo como un tomate y habló. A voces:

-Yo me cago en la voluntad y en la palabra: tanto en la escrita como en la de la boca de los sabios. Te quiero, pero es obvio que no sabes gobernar una nación y no sabrás nunca.

-Cariño, el que no sabes qué hacer eres tú. Opino que la violencia es el último recurso del incompetente, y precisamente es tu primer recurso. Siempre! Por eso no puedo aceptar a un líder como tú.

Se olía un altercado desde lejos. Ambos querían ser el líder de lo que llamaban la Nación, y más que eso, no soportaban que el otro lo fuera. Debían ser líderes únicos. Y el pueblo les apoyaba a ambos por igual. ¿Cómo solucionarían esto? ¿Les apoyaban por igual porque había diversidad de opiniones... o porque sus opiniones se entremezclaban de una forma confusa? Y más aún: ¿qué pasaría con el "perdedor" cuando adoptasen una opinión?

Quinto rió entre dientes cuando el más belicoso de los hermanos, si es que eran tales, se cagó en todo lo cagable. Le hacía gracia lo vulgar, y sólo lamentó no tener una bota de vino a mano y una banca para disfrutar el espectáculo a conciencia. Se cruzó de brazos, encantado. Estaba claro que todo aquello no parecía importarle mucho.

Daula había aprendido cosas de ambos, y se dio cuenta, que ya estaban en guerra y perdiendo: - Maestros, escuchad un alumno que no puede presumir de aventajado, pero si de atento. Lo pidió de manera humilde, pero haberse metido entre ambos. - Maestros, las estrategias son muchas, pero la primera, antes de entrar en combate, es dividir al enemigo. Ahora, ustedes, siendo alma y conocimiento de muchos de nosotros, se están peleando por una discrepancia. Señores, estamos en guerra con ellos, y su primera táctica está funcionando. Y ordenó: - Usen la razón, ya que es la única herramienta para combatir esta estrategia. ¡No podemos separarnos!. Yo mismo sentenciaré a la pena capital a los derrotistas, pero tenemos que estar preparados y dispuestos a luchar, ya que sin la fuerza y valor de nuestras gentes, jamás venceremos la voluntad del opresor, invasor y déspota.

Combinemos ambas estrategias. O sea, usemos simultánemamente todas las opciones. Marchemos con la voluntad de luchar, ya que si se lo proponen, lucharemos, pero podemos darle una única, inicial y básica oportunidad a la paz. No ademos como diplomáticos, sino como un parlamento. Una forma de dialogar, que si fracasa, no de segundas oportunidades. Se combate y se sentencia en el momento la prueba. Es la oportunidad, y la única opción. Respiró profundo. Había hablado más en esta ocasión, que nunca. - Estoy dispuesto a darle una oportunidad a la paz, pero si no se marchan de inmediato, sin amenazas, sin dilaciones ni con condiciones ... estoy dispuesto a darles tantos golpes que el mundo se doblará, y se juntará con la luna.

Seamos más inteligentes que el opresor, y vencer antes de luchar, es mucha mayor victoria que el tener que manchar con sangre el filo de nuestras armas.

 - Yo creo que antes de atacar, deberíamos de tratar de resolver las cosas por a vía diplomática. Si hay que luchar, se lucha, pero derramar sangre sin necesidad es una necedad y un desperdicio de vidas para ambos bandos. ¿Cuantos padres, hermanos y hijos no regresarán a sus hogares por culpa de una guerra, que podría haberse evitado con solo haber tratado de hablar con el contrario. - Traté de razonar con los demás.

Ves? El pueblo quiere negociar, el pueblo lo que busca es la vía diplomática, quieren la paz...

¡¡Me importa una mierda lo que el pueblo quiera!! Replica vuestro líder, el maestro en el combate. No estamos hablando de lo que quieran, estamos hablando de lo que necesitan. Y el pueblo no te necesita a ti ni a tus ideas, aunque os quiera igual que yo te quiero. El pueblo lo que necesita es una nación poderosa, que pueda asegurar lo más básico: su seguridad, su alimento, el cumplimiento de sus leyes... ¡Y no salir desarmados a hablar con un enemigo que lo que quiere es nuestras cabezas en una bandeja de plata!

En ese momento ya todo parecía perdido para él. Vuestro líder (el que habéis elegido) se cruzó de brazos y respondió.

Deberías asumir que el pueblo va a tener todo eso conmigo también, y sin utilizar la fuerza bruta.

¡¡Pues esto no quedará así!! Al fin y al cabo, eres igual que yo. ¿Qué es eso de ocultar la verdad al pueblo? No es más que un truco para que te elijan a ti. Si les decimos la verdad, seguramente cambien de opinión.

El líder elegido parecía tranquilo:

Pues diles lo que necesites decirles. Al fin y al cabo, ya han hablado sabiendo lo necesario. 

Alguien pareció preguntar por la verdad. Esta vez fue el extranjero que había perdido el que habló. Todo lo solemne que su ira e indignación le permitió, se dirigió a vosotros:

No hay un enemigo al que vencer, al menos, de momento. Eso se lo ha inventado mi querido para que vosotros nos eligierais a uno de los dos como dirigente para algo mucho más grande de lo que podemos imaginar con una mente que no sea la de Minerva. Lo que queremos es unir a nuestras gentes. Unirlas para siempre y por encima que unos enemigos (que como he dicho, aún no existen, pero existirán, tenedlo por seguro). Unos enemigos envidiosos, que querrán nuestro poder y nuestra estabilidad para ellos. Querrán a nuestras mujeres y a nuestro ganado y cultivos para ellos, dejándonos en la peor de las miserias a nosotros, que encima sabemos a qué dioses hay que adorar. 

Por eso necesito vuestro apoyo para fundar la ciudad más grande bajo el cielo, la Ciudad Eterna.

Su pareja no tardó en "hacer campaña":

Pero a quién le importa todo eso? Está claro que la Ciudad Eterna es un refugio para las personas, que como nosotros, quiere que todos tengamos alimento, quiere que nuestros sabios y augures puedan ayudar no solo a gobernantes, sino a todo el pueblo. Esas personas que lo que buscan es que los extranjeros nos envidien desde abajo, y no que nos teman. 

El otro líder respondió: 

¿Y si hacemos una competición? Está claro que ambos queremos lo mejor para la Ciudad Eterna, y no queremos al otro como gobernante de la misma. 

Pero vosotros ya os habéis dado cuenta de que un "al mejor de 3" no va a arreglar el asunto. De hecho, nada de lo que hagáis podrá impedir que vuestro otro maestro intente alargar la competición o incluso, hacerse con el poder. Esta vez no se trata de decidir entre dos opciones, se trata de proponer ideas. 

Dyla meditó el problema.

Haremos lo siguiente: Una ciudad, dos enfoques. Un poder militar que vele por la seguridad dentro y fuera de nuestras fronteras, ejecutor de cuanto la ciudad decida. Un poder civil que vele por la convivencia pacífica entre nosotros y nuestros vecinos, legislador de cuanto la ciudad decida. El poder civil tendrá las llaves de las armas de guerra, el poder militar tendrá las habilidades para usarlas. Habrá armas menos letales y en menor cantidad distribuídas entre el poder militar para salvaguardar la paz interna, pero las armas letales estarán al cargo del poder civil para evitar sublevación. De ese modo el poder militar no podrá actuar sin el poder civil. Por otro lado, el poder militar tendrá el control de las fronteras y la información del exterior. También tendrá el control de los aprovisionamientos de grano. De ese modo el poder civil no podrá actuar sin el poder militar, puesto que estará ciego a lo que suceda fuera de la ciudad y no podría autoabastecerse. Un equilibrio que los obligue a entenderse. Cuando ambos no se entiendan, como hoy, el pueblo decidirá y ambos acatarán lo que el pueblo dictamine. El pueblo guiará a la ciudad cuando ella no se sepa guiar de mutuo acuerdo.

- ¿Dos poderes? No!!! El poder, el imperium, es único ... puede repartirse entre las personas su ejercicio, pero no son varios. Es uno solo, lo tenemos todos y nos viene de los dioses. Podemos ver personas con armas y decir: "son gente de Marte", pero eso no hace un poder diferente al imperium que viene de Dios Padre, el Mayor y Más Grande de todos los numina.

- ¿Acaso alguien realmente cree que las personas armadas pueden hacer algo en contra de lo que desee la Comunidad en su conjunto? Si cada miembro de la Comunidad tiene la facultad de usar sus armas ¿hay realmente dos 'poderes', como lo llamás, o solo el poder y el derecho del quirite? Afirmo que hay un solo poder, y ese imperium se ejerce conforme la voluntad de los dioses y de la Comunidad toda. Y se expresa mediante las leyes y estas se garantizan, si fuera necesario, mediante la fuerza.

- Dyla: si quieres decir que la fuerza debe someterse a las leyes emanadas de los dioses y de la Comunidad, estoy de acuerdo. Pero no dos poderes ... eso carece de sentido!!! ¿Por qué dos? ¿Por qué solo dos? ¿No deberíamos, siguiendo con argumento, tener otros? ¿Que hay del poder sacro, de consultar a los dioses y sus señales, de rezarles y pedirles, de sacrificar y libar en su honor? ¿Es ese otro poder? No!!! 

- Sostengo que el imperium es uno, que deviene de los dioses y lo ejerce la Comunidad en su conjunto. Y a ese poder se somete todo, incluso el uso de la fuerza. La Comunidad debe guiar siempre, aunque en ocasiones delegue esa dirección en los padres de familia que considere más capaces, con la ayuda de los dioses.

- Así, es la Comunidad, en todo caso, quienes decidimos cuándo y contra quién se ejercerá la fuerza. No un poder sometido a otro, algo sin sentido... sino el orden natural de los dioses. Así, en nuestras tierras, seremos nosotros, la Comunidad, quienes decidiremos las reglas por las cuales se podrá usar la fuerza y si delegamos en otros ese uso, los someteremos a nuestro control. Y si somos o tememos ser objeto de una agresión, nosotros, la Comunidad, consultando las señales de los dioses, decidiremos si es necesario o no el uso de la fuerza.

- El imperium es uno, proviene de los dioses, le corresponde a la Comunidad toda, y lo ejerce a través de los padres de nuestras familias conforme sea necesario para el bienestar de todos.

Luego, dirigiéndose a los maestros.

- Aunque en un caso en particular puede haber dos enfoques enfrentados, vosotros mismos han dado la solución a la disyuntiva que plantean. No lo han expresado en palabras, sino que en vuestra sabiduría y con la guía de los dioses, lo han expresado con vuestros actos. Al fin y al cabo, ante un caso falso, pero posible, lo primero que han hecho ha sido consultar a la Comunidad toda. Como es hoy, que sea hasta el fin de los tiempos.

- Salgamos a parlamentar, armados, y dispuestos para el combate. Sentenció.

Miro incrédula a Daula.

¿A parlamentar con quién? ¿Dispuestos para qué combate? Hay quien no se ha enterado aún que no hay enemigos próximos, solo la decisión de quién queremos ser en la historia. Las ruinas de una ciudad mediocre, o la ciudad que inspire al hombre

- Si nos van a atacar, y no tenemos planes de batalla, o sea, los deberes hecho, por mucho que quisiéramos hablar, no tendríamos elementos de peso con capacidad para apoyar nuestras palabras. Si no estamos listos para atacar, contraatacar y defendernos, en ese orden, no servirá nada de que hablemos, ya que nos someterán con las armas.

- Las palabras tienen que estar apoyadas y respaldadas. Si no es con armas, no sirve ni la moral, ni el espíritu ni la inteligencia, ya que al honesto, santo o inteligente, se le corta el gaznate y fuera todas esas virtudes.

No, creo que alguien no se ha enterado. El maestro, cualquiera de los dos, te explica pacientemente y en un de forma más corta que...

no hay tal enemigo, sino que lo habrá, y ahora hay que decidir un protocolo de actuación para el futuro. Con el inconveniente añadido de que el otro líder no estará nunca de acuerdo. A lo que echan una mirada llena de ira... más o menos. 

- Pero si lo habrá, es que se sabe cual es, ¿No?

No Daula, en principio pensamos que lo habrá, pero no hay indicios de enemigos cercanos. Hay rumores de bárbaros al sur del mar. También lo es nuestra madre patria, e incluso los norteños... Pero ninguno de ellos se ha atrevido de momento. Aunque querrán hacerlo si nuestro proyecto sale adelante.