Partida Rol por web

No sabíais lo que os molestaba más. Si las alarmas que sonaban, los gritos de la gente, o los disparos de los malditos alienígenas.

Lo único bueno es que Templario se había callado un momento mientras seguía disparando a los drones de seguridad. Pero teníais la sensación de que no duraría mucho así.

Roxanne acababa de despedazar con sus manos a uno de ellos, y en su mirada se le podía ver que estaba disfrutando. No estáis seguros de si lo que sueltan es sangre, aceite de motor, o algo parecido. Pero lo cierto es que a la joven no le importa y está buscando nuevas victimas a las que destrozar.

Videshee se mantenía al lado del paquete, y a pesar de que había recibido el grueso de los ataques parecia bastante intacta. Algo detenía los blasters antes de que la alcanzaran.

Obscure había agrandado sus puños, literalmente, mientras machaba a puñetazos a otro de los drones. Aunque parecia seguir furioso porque les hubieran pillado.

El Dr. seguía en silencio analizando la situación. Ya habían llegado al centro de la instanlación. Estaban en terreno despejado. Les habían asegurado de que su transporte iría a recogerlos en cuanto lograran alcanzar el patio, pero allí estaban muy expuestos.

Entonces llegaron. No uno, si no tres transportes Mbuna. Los transportes acorazados de tropas. No tenía pinta de que fueran los que os iban a recoger. Más bien tenían pinta de refuerzos.

Mierda.

Unas horas antes...

Había seis personas encerradas en el transporte. Cada uno en su propia mini celda, con barrotes para poder verse. Todas esposadas a unas barras que las mantenían sentadas y les permitían moverse lo mínimo. Todas con unos collares que se reconocían como los empleados para evitar habilidades sobrehumanas. Nulificadores les llamaban.
Sus pintas eran de lo más variado. Algunos normales, otros con un tono cadavérico, algunas guapas, otras inquietantes. Dos mujeres, cuatro hombres. Todos peligrosos.

Era la tercera vez que os trasladaban, no a todos juntos, aunque algunos os sonaban de haber coincidido brevemente en una prisión u otra. Siempre de una instalación de seguridad a otra. La última en Star City. Y ahora no sabíais donde. Aunque los rumores eran inquietantes.
Uno diría que a los invasores les daría igual lo que hicieran los presos. De hecho habíais escuchado de algunas penitenciarías donde habían habido motines y no habían hecho nada. Pero lo cierto es que los rumores decían que los metahumanos eran diferentes. A estos los llevaban a Star City, una de las ciudades menos castigadas de la invasión, para en última instancia trasladarlas a uno de los enormes acorazados en orbita para diseccionarlos y averiguar de donde provenían los poderes. Aunque claro, eso seguramente eran rumores.

Pero tampoco cambiaban el hecho de que estabáis en un transporte acorazado alienígena, MBuna los llamaban, preparado para llevar prisioneros, que os trasportaban a no sabíais donde. Tampoco era cuestión de preguntar a los Fins que os custodiaban. No parecían tener ganas de hablar demasiado, si es que sabían hacerlo.

Afortunadamente no había ninguno dentro con vosotros. Cuando os estaban empujando dentro os pareció que olían a carne y a sangre. Por lo menos cuando os tiraban el aliento.

Ya había probado aquello de estar encerrada en contra de mi voluntad, por lo que en aquella ocasión me ahorré las pataletas, los lloros y los gritos. Claro que ahora era un poco mayor que entonces y también que me sentía bastante menos amenazada y eso que había escuchado aquello de que terminaría en una nave mientras me hacían alguna especie de lobotomía esperando averiguar de dónde provenían mis poderes. Algo me decía que responder que era una herencia genética o cosas de mis abuelos no les iba a servir de respuesta.

En un primer momento estaba muy cabreada. Me habían asaltado, atacado, hecho revivir cosas que sólo le desearía a mis peores enemigos y encima, me habían metido en una celda sin derecho a un abogado. Eran todos una panda de hijos de puta, pero pensaba vengarme y mataría a la pareja mofeta lentamente...

Después nos invadieron y bueno, me volví a cabrear cuando los extraterrestres mataron a aquellos dos, que eran míos. Menudos cabrones que venían a jodernos el divertimento a los que vivíamos en La Tierra.

Y ahora... simplemente me sentía como una especie de perrillo que no podía hacer nada mientras estaba en una caja de cristal en una tienda de mascotas esperando que alguien lo comprara. Patético.

- ¿Cuánto tiempo va a durar este viaje?

Fruncí el ceño y luego volví a mirar a las otras personas, imaginaba que eran mutantes como yo, aunque había que reconocer que algunos daban un poco de miedo así si los mirabas un poco detenidamente.

Sí, tenía un pequeño problema y era que en seguida me aburría, así que como siempre, sin darme cuenta, comencé a cantar. No es que fuera una máquina de la canción, pero tampoco desafinaba que era más de lo que hacían muchas personas.

La cosa empezó en un tarareo, pero pronto cantaba como si estuviera en un karaoke. Si alguno de aquellos presos habían coincido conmigo, seguro que ya me habían escuchado cantar en alguna otra ocasión.

La única pena era que casi no me podía mover, sino estaría bailando también.

Permanecía en silencio, tal y como había estado durante todo mi cautiverio. ¿De qué servía hablar? Los alienígenas habían demostrado ser implacables en sus acciones. Y en estos momentos no estaba en posición de amenzarlos. Había que escoger el momento justo. Siempre hay algún momento especial, alguna oportunidad, un descuido, un suceso fortuito, sólo hay que saber estar atento.

Mi mirada recorría a aquellos que habían encerrado conmigo. Si pudiéramos librarnos de los malditos collares... pero daba por hecho que los aliens habían realizado bien su trabajo. Quizás tuviera una mínima oportunidad cuando los volvieran a sacar del transporte.

La chiquilla comenzó a cantar como si aquello fuera una excursión campestre. Como si no tuviéramos bastante.

Roxanne había permanecido en silencio casi todo el viaje. Desde que la capturasen por primera vez y tratase de librarse en varias ocasiones con un final como ese, pareciese que se había encerrado en una especie de mutismo donde rumiaba varios planes que siempre acababa rechazando. La mejor noticia que había recibido desde que se había separado de sus compañeros era que Webwalker, el cabrón que le paró los pies, había sido desmembrado mientras trataba de defender la ciudad: ahí podía pudrirse. Casi que tenía que agradecer a la raza alienígena que lo hubieran reventado, pero solo casi, porque en realidad ella debería haber sido la que le hubiera clavado sus uñas en el corazón para arrancarle el último suspiro.

Miró de soslayo a sus compañeros. Se preguntó si, al igual como ella, estaban acostumbrados a que los movieran de un lugar a otro como si fueran simples marionetas. El haberse pasado toda su vida siendo un soldado controlado y este tipo de vida no diferían demasiado. Lo principal para ella era mantenerse con vida y conocer al enemigo pues, al igual que en su pasado, acabaría encontrando la forma de escapar y ser libre. Eso o moriría luchando.

Podría arrancarle sus ojos y…- no, no era forma de escapar. No estaba demasiado segura de si sus habilidades como ladrona le permitirían quitarse el collarín que impedía que sus poderes se manifestaran, pero desde luego intentarlo pondría en alerta a alguien, y tampoco se fiaba de los que la rodeaban. Si los V’Sori habían sido tan listos como para metérsela doblada a todo el planeta, quizá tenían algo preparado, o algún aliado entre los supuestos presos.

Cuando escuchó cantar a una de las reclusas levantó ligeramente la cabeza. Interesante- al parecer había alguien que se tomaba todo ese proceso con la misma calma que ella. El verles allí encerrados como animales le hizo recordar viejas historias que le hicieron apretar sus dientes.  ¿Habría caído también el azote rojo? Esperaba que no, ese era un privilegio que debía tomarse ella. Al menos que le dejaran algo de diversión en el poco mundo que quedaba en pie. 

Mis planes de escapar a través de manipular el sistema legal o aprovechar algún momento especial se habían ido al garete. Con una guerra intergaláctica en curso, la alegría de la muerte de los putos supers se juntó con el retraso de los juicios y un montón de ocurrencias más. Y languidecía en prisión. 

Ahora nos llevaban a algún lugar, en un transporte de tropas. Y no parecía nada bueno, este no era el sistema legal estúpido al que quería enfrentarme, esto era ir al matadero de los aliens. 

Algunos de los que estaban conmigo eran famosos, los reconocía. ¿Villanos competentes? Deberíamos poder intentar escapar, era ahora o nunca. Mucho más fácil aquí que en mitad de una cárcel de máxima seguridad. 

—¿Eso es ruso? —pregunté a la que cantaba en un receso de su canto. —Hola al resto, ¿alguien sabe donde nos llevan?

No me importaba la canción, seguro que molestaba más a los aliens que a nosotros, pero quizá esta era la única oportunidad. 

Con una sola mirada esto pintaba fatal. Todos los que reconocía eran gente mala, ese tipo de gente que no querrias estar en el mismo ascensor, de echo ni en el mismo edificio, ni en el mismo estado. Es el tipo de gente para la que solía trabajar. Pero eso era antes, ahora comparados con los V'Sori son hermanitas de la caridad.

-Hay que ver cuanta gente famosilla en este transporte. Respondiendo a tu pregunta te diré que no va a ser a un hotel de lujo. Si tenemos suerte acabaremos en otro antro como del que nos sacaron. Si no, pues podemos acabar como a los que invitaba a comer nuestro acompañante Ogro. Mirándolo por el lado positivo, por lo menos tenemos hilo musical.

Digo de forma distraida mientras sigo jugeteando con mis esposas.

El tipo al que señala Obscure le mira fijamente de repente. Con cara de muy pocos amigos. Por un momento casi agradece que los collares anulen los poderes.

Hey tio.
¿Te estás metiendo conmigo?
Porque te lo advierto. Si lo haces me comeré tus higadillos y te haré mirar.

Trata de moverse y arrancarse las esposas. Pero estas aguantan.

No me vaciles. Que soy muy peligroso. Estoy buscando por asesinato en más de veinte estados.

Interrumpí mi canción cuando escuché la pregunta de aquel tipo. No sabía quién era, pero yo a los mutantes solía distinguirlos por el color de sus mallas y si no las llevaban, era muy pero que muy despistada. La verdad es que de ahí dentro me sonaban dos y porque eran lo suficientemente feos y siniestros como para no querer encontrártelos en un callejón oscuro.

- Sí, es ruso. Es una canción de Polina Gagarina. Es una cantante muy muy buena. - Respondí como si de verdad le hubiera importado de quién era la canción. Me era suficiente con que me importara a mí, la verdad.

Asentí cuando alguien dijo lo del hotel de lujo.

- Anda que no sería guay poder pillar una bañera llena de agua caliente y unas bragas que no te rasquen el culo. - Dije cuando oí aquello del hotel de lujo.

A lo del hilo musical me di por aludida y sonreí, aunque la verdad era que si me daban conversación o algo que hacer no me acordaba de cantar.

- Tranqui Ogro. Todos conocemos lo que eres capaz de hacer. - Dije intentando calmarlo, aunque casi me la risa con aquello de "Oye que soy un tío peligroso". - A mí me preocupa más no saber lo que pueden hacer los demás.

Las palabras no dejaban pensar a Roxanne; no es que le gustaran los trayectos silenciosos, ni tampoco con mucha conversación: en un momento como ese todo parecía molestarle porque al final había acabado su historia tal y como la había empezado. El hastío de vivir encerrada comenzaba a hacer mella en ella.

Levantó nuevamente la cabeza mientras toqueteaba sus esposas cuando oyó decir que había gente famosa allí. A ella nadie le sonaba absolutamente de nada, y pensó que quizá había pasado demasiado tiempo encerrada en el subsuelo y que todos esos eran reconocidos en el mundo por algo. No le importaba, al final estaban tan amarrados y encerrados como ella.

Que soy muy peligroso… norma número cinco de todo buen villano: no digas lo peligroso que eres, demuéstralo. En otras palabras, que el tío súper chungo al que llamaban ogro o era muy estúpido o sencillamente tenía la lengua larga.  Me comeré tus higadillos- puso una cara de desagrado queriendo. En ese lugar había gente muy rara, quizá demasiado para ella.

-Parece que nos llevan al lugar de nuestra última cena- respondió al final con una voz tan neutral que no podía discernirse por su acento de donde era, porque en realidad no pertenecía a ningún lugar.  Sea como sea, si las opciones son convertirnos en comida, en un espectáculo o en sus esclavos es una mejor opción acabar muertos llevándonos a los que podamos- sonrió ligeramente con algo de sadismo, pes de lo que tenía más ganas era de matar a algún cabrón que se le pusiera delante. 

Decido romper mi silencio. Mi voz suena como el viento deslizándose entre las tumbas.

- Entiendo que estás tan atado como los demás y aunque te cabrees no podrás convertirte en esa mole gigante canibal que normalmente eres ¿no es así chico peligroso? - le digo a ogro - Pues es una pena porque si te soltases probablemente podrías hacer algo más que lanzar bravatas. Y es lo que necesitamos. Pero si no vas a poder hacer nada no te molestes en amenazarnos, no creo que los demás estemos aquí por cruzar un semáforo en rojo. 

Contemplo los intentos de uno de mis acompañantes por librarse de sus grilletes. Sería fantástico que lo lograse pero veo que fracasa. 

- Ahora mismo dependemos de cualquier habilidad que no incluya superpoderes. Veo que no has logrado librarte de los grilletes. ¿Alguien ha tratado con los aliens? ¿Sabe si son influenciables de alguna manera? 

El tipo que responde lo hace en "modo duro". Es decir, no tiene ni idea, pero abre la boca. Vamos, hace lo que hago yo, pero con muchísimo menos estilo.

Afortunadamente parece que se mete con el tipo grande y le dejo, no tiene ahora sentido discutir, la intérprete de la mafia es más positiva. Tanto tiempo encerrado da ganas de hablar. 

—Polina Gagarina, me suena a cosmonauta, no a cantante, pero bueno. 

La otra mujer dijo cosas interesantes. Y ví como trataba de abrir las cerraduras. 

—Secundo la moción, seasquiénseas, y de aquí va a ser más fácil salir que de una cárcel de máxima seguridad, pero más fácil no quiere decir posible. ¿Alguien tiene alguna idea?

Habló el chungo, cultista de un culto de la muerte chiflado. Bueno, para Templario era otro satanista o musulman. Y ahora había que "respetarles". O algo así, decían las noticias. Y no hablaba mal. 

—No creo que los cerebros de músculo que nos transportan caigan por nada sencillo, por lo que se, ni hablan nuestro idioma. 

Las perspectivas no eran buenas. —Supongo que nos han escogido por algo y que nos van a utilizar... —podía ser algo bueno o simplemente viviseción educativa para sus niños-aliens—, yo sólo os digo que si tenemos suerte y nos ofrecen trabajar para ellos, no hay que confiar en los Aliens. Mirad como engañaron a todos los Supers. Que sí, que eran idiotas, pero a nosotros no creo que nos consideren mejores. 

Si tuviera alguna herramienta, podría sacarnos de aquí, tengo bastante experiencia en esto de las cerraduras. Sin embargo, el mayor problema es el inhibidor de poderes. Y los guardias y.…- Me paro a pensar un segundo- ¡ah, sí! ¿Alguno sabe pilotar un transporte de estos?

¡Maldición! las esposas se resistían más de la cuenta, desde que me pillaron no me sale nada a derechas. Si tan solo pudiera desactivar el maldito inhibidor estas esposas no durarían ni un segundo.

- Si nos ofrecen trabajar para ellos lo lógico sería aceptar y esperar nuestra oportunidad. Cualquier cosa que nos acerque a librarnos de los inhibidores será un avance. Desde luego que no me voy a fiar de nadie pero eso no impide que si hay que remar en una dirección podamos aprovechar la corriente. Eso es lo que nos diferencia de la estupidez de los supers y de los que confiaron en ellos. De todos modos yo os diré una cosa: no voy a ser la mascota de alienígena. Tarde o temprano pagarán por esta humillación. 

Me aparto de los barrotes para sentarme en mi zona.

- Pilotar este transporte sería nuestra última preocupación. Estoy seguro de que casi todos nosotros contamos con los medios adecuados para movernos rápidamente si nos libramos. No he tenido la oportunidad de examinar la mente de uno de estos aliens pero espero que tengan un patrón mínimanente parecido  al humano¹. De ser así podría 'convencer' al piloto para que se uniera a nuestra causa... si no tuviera inhibidor, claro.

Parecía que de momento no quedaba más remedio que esperar.

Las sensaciones dentro del furgón iban desde ira, frustración, aceptación e incluso rebeldía. Pero nadie estaba indiferente a la situación en la que se encontraban. No había duda de que era algo peliaguda.
Algunos incluso trataban de escapar, pero no era nada fácil. Al menos de momento.

Estabais sopesando qué más hacer cuando escuchastéis una especie de silvido agudo, seguido un impacto en el vehículo causado por una explosión. Debió de ser algo potente porque el transporte se movió a un lado dando bandazos. El estar atados evitó que os movierías demasiado, pero desde luego fue incómodo.
Los siguientes tres impactos hicieron algo más que haceros sentir incómodos.

El segundo impacto debió dar en algún punto vital, ya que el vehículo empezó a girar sobre sí mismo. Eso aparte de marearos hizo que os acordáseis que estabais en un transporte blindado volador. El tercero debió acabar con los motores, porque ya directamente notastéis como empezabáis a caer.
El cuarto debió ser gratuito, ya que lo único que hizo fue que cayeséis más deprisa y además dando vueltas.

Os sentiais como dentro de una batidora. Lo más jodido era que al estar atados no podiais moveros demasiado, por lo qu aparte de chocar con las parederes de vuestras jaulas casi os dislocais alguna parte del cuerpo. Luego ya vino el impacto.

La nave chocó contra el suelo con mucha fuerza, de hecho notastéis como rebotó varias veces dando varias vueltas de campana. No pareció abollarse demasiado, ya que no vistéis que se desprendiese mucho fuselaje, o se hicieran agujeros. Era un transporte duro. Lastima que vosotros no lo eráis tanto.

Pudistéis escuchar muchos sonidos de rotura, alguna que otra sirena como de alarma, e incluso gritos y palabrás que no entendiais de los Fins de fuera. Al parecer habían sobrevivido también al "aterrizaje", pero no debían estar pasandolo muy bien tampoco. Pues reconociais el sonido de disparos de fuera. Disparos potentes, e incluso los motores de algo grande.

La cabeza os daba vueltas, aturdidos de los golpes recibidos, os dolia todo pero no parecia que tuvieráis nada roto. Eso sí, dolía un huevo.
Los sonidos de disparos afuera se fueron intensificando, e incluso pudistéis escuchar unos pasos metálicos que se dirigían a las puertas blindadas por donde os habían metido. Los pasos se pararon justo delante. Se escuchó un golpe en una de las puertas y tras una serie de crujidos alguién, o algo, la arrancó.

La figura que teníais delante dejaba bastante claro que había sido alguién, y no cualquiera.

A pesar del humo, el aturdimiento, la oscuridad y el fuego reflejandose en el metal de la armadura, reconocistéis a la figura que teníais delante vuestro. Era el Dr.Destrucción.¹

Asumo que querréis vivir. Así que venid conmigo.

Se giró y emepzó a caminar mientras una pareja de tipos altos vestidos con uniformes verdes que les cubrían todo entraron al transporte y empezaron a abrir las puertas de vuestras jaulas y a desengacharos de las barras donde estabáis esposados. Eso sí, no os quitaron ni las esposas ni los collares.

Por entre el hueco de la puerta podíais ver varios restos ardiendo, algunos cuerpos de Fins caidos y más tipos de verde que remataban y registraban los cuerpos de los aliens. Al fondo se podía ver una rampa y se escuchaban los motores de algo potente. El Dr. parecía dirigirse a esa rampa.

- Emmm... Yo poco más que saltarme un semáforo en rojo estaba haciendo cuando me engancharon. - Dije tan tranquilamente.

En realidad, me preocupaba un poco estar allí con aquella gente, porque a ver, seamos sinceros, yo era traductora, no era mafiosa profesional, ni me daba por comer restos humanos como hacía Ogro. Yo a su lado era como un gatito y él un tigre.

- No sé qué leches hago aquí.

Además, desde que me habían encerrado, sufría una especie de crisis sobre mis habilidades. Podía levantar un coche sobre mi cabeza, pero espachurraba a una tía al menos tres veces contra una pared y seguía levantándose. No había llegado a ir a la universidad, pero recordaba algo sobre las leyes de la física y a mí había cosas que no me cuadraban demasiado.

Por no decir, que ahora que el mundo se había ido a la mierda, saber hablar ruso iba a ser superimportante, porque era incapaz de entender ni una mierda de lo que decían los alienígenas.

Si algo tenía claro era que estaba de acuerdo con aquella mujer, pues antes que ser la comida de nadie, prefería morirme llevándome a unos cuantos por delante, aunque claro, veía más fácil lo de morirme que lo otro.

Resoplé cuando "el calaveras" preguntó si alguien sabía si se podía influir de alguna manera en ellos.

- No sé, no he intentado ponerles ojitos, pero por su apariencia, yo diría que no soy su tipo.

Iba a responderle que mi única forma de salir de allí rápidamente era corriendo y bueno, la última vez me había pillado una subnormal profunda vestida con unas mallas, pero me callé, porque tampoco quería parecer el eslabón más débil, que si alguien tenía que morirse en algún momento prefería que fuera otro. Además, sentí una especie de escalofrío cuando aquel tío dijo que podía controlar a las personas.

- ¿Qué coño...? - Fue lo que escapó de mis labios cuando nuestro vehículo sufrió aquel impacto, aunque los posteriores fueron aún peores.

De ahí sólo pude rebotar como una pelota, sin poder protegerme de ninguna manera, pues ni siquiera podía cubrirme el rostro o agarrarme a ninguna parte lo suficiente como para no sentir que acababan de poner a centrifugar una lavadora con nosotros dentro. No me dio tiempo de pensar en qué sería peor si terminar con algo roto o vomitando mientras todo aquello no paraba de dar vueltas, lo cual, sin duda, sería una guarrada.

Apareció el dr. destrucción por la puerta, aunque yo vi como tres o cuatro en aquel momento y después nos dijo eso de que le siguiéramos. Eran los aliens o él, así que ni me lo pensé, pues con un poco de suerte nos soltaría. Ya sabíamos que los aliens no lo pensaban hacer.

No esperó respuesta alguna, aunque abrieron nuestras jaulas y haciendo eses como si acaba de salir de verdad de la lavadora, comencé a caminar hacia el exterior.

- Yo me voy con él. - Dije a los demás. - Puede que esta sea la oportunidad que estábamos esperando.

Me fui apoyando en la pared, rozando mi hombro para asegurarme cual de los cuatro caminos de salida era el correcto, porque se movían un montón.

La mujer cantarina bromeó con lo que había hecho, le seguí la broma, a saber cuando iba a volver a poder bromear, quizá íbamos hacia una picadora de carne... —Maldito gobierno, no deja a la gente en paz y luego te detiene... —seguro que había hecho algo más, pero viviendo bajo un régimen opresor... ¿Quién no se rebelaba? Lo que no entendía era como el hacer saltar la casa de la moneda no había destruido el sistema privilegiado y dañino que nos gobernaba... quizá había sido por los aliens... sí, seguro que no querían un planeta roto, sólo humillado...

—Ya veo que no eres su tipo, pero seguro que podemos conseguir que el Ogro...

Alguien jugó al tiro al blanco con nuestro vehículo. Y nos estampamos contra el suelo. Abrí los ojos. Lo raro era que no estaba muerto, y yo no era de goma ni tenía mi armadura. 

Escupí sangre, todo mi puto cuerpo era un cardenal. Y entonces apareció... un supermalvado, el Doctor Destrucción. 

—Joder... ¿Llegó campanilla? ¿Por qué no nos echó unos polvos mágicos y volamos por ahí como los niños perdidos? 

Me soltaron del lugar, aunque aún tenía el collar y las esposas.

—Yo le sigo... ¿Es de tu misma universidad, Doctor Siniestro? 

Avancé gateando hacia la salida. Por como tenía el sentido del equilibrio, era lo más seguro. 

- Creo que con un humorista en el grupo iremos servidos, así que tú y la chica podéis echar a suertes quien será.- contesto a Templario. 

Me levanté con la poca dignidad que me quedaba, si es que aún tenía alguna, y seguí a todos en la improvisada huida.

- Es la mejor oferta que nos han hecho hasta el momento Dr. Destrucción así que iremos contigo. Y si nos quitas los grilletes seguro que podremos ser de ayuda en vez de una carga. Ten por seguro que no somos amigos de estos malditos alienígenas.