Partida Rol por web

La explosión estuvo a punto de dejarla sin cejas, pero por suerte para ella solía ser una mujer rápida.  Cuando la humareda comenzó a desaparecer, la villana se puso en pie y se limpió la cara con las manos mientras miraba a su alrededor para comprobar que todos sus compañeros seguían con vida. Al parecer la explosión había afectado únicamente al becario, pero por lo que había visto de él suponía que no iba a ser un problema.

-¿Estás bien, morado?

Oyó los comentarios de Templario y Videshee y asintió: era cierto que habían hecho bastante ruido, pero al menos lo habían logrado. Suponía que ese paso les debía dar cierta ventaja sobre cualquier otro que estuviera persiguiendo lo mismo que ellos.

Al ver que sus compañeros se ponían en acción, Roxanne cerró la marcha del grupo caminando mientras miraba hacia atrás, no fuese a ocurrir que les tendieran una emboscada y los jodieran vivos. Normal que Destrucción mande a gente a estas cosas. Ese cabrón ya estaría muerto.

El grupo de Omegas prefirió, sabiamente, no estar al descubierto cuando las tropas V'Sori llegaran. Por lo que con cautela, sigilo y precaución se adentraron en el Templo de los Cuatro Mares. Caminaban un tanto intranquilos y buscando cualquier tipo de trampa, más no vieron nada.

Una vez dentro les invadió el silencio. No es que fuera hubiera mucho ruido, salvo el de la pelea y explosión que acababan de montar, pero en el interior de aquel lugar lo de fuera parecia un concierto de Doom Metal a todo volumen. La solemnidad del sitio les embargaba.
A pesar de no haber ventanas la estancia estaba iluminada. Aquí y allá había una especie de globos de luz tenue que ayudaban a que el lugar aparte de solemne fuera un tanto tétrico. Había unos siete metros hasta la parte más alta del techo. A medida que avanzaban algunas luces empezaban a brillar un poco más mostrando una serie de pictogramas antiguos, parecían contar una historia. Se podía ver una ciudad resplandeciente, luego esa ciudad era destruida por algún entidad gigantesca mediante una gran ola, para finalmente verse otra ciudad parecida pero bajo el agua.

Columnas y estatuas había por todas partes. La mayoría representaban una figura enorme con barba y un tridente en la mano. Al fonde de todo había un altar en lo alto de unas escaleras. Varias figuras con tunicas de capucha, unas diez, estaban como adorando algo que había puesto en el altar. No parecían haberse percatado del grupo.

A pesar de que estábamos allí trabajando y oliendo un poquillo a chamuscado, había que reconocer que el sitio era una pasada. Al menos por mi parte, nunca había estado en un lugar tan hermoso y eso que una vez me metieron en el harén de un tío que estaba obsesionado con las telas de seda, el hilo de oro y llenar a las mujeres hermosas de piedras preciosas. 

- Vaya... - Me quedé observando aquello casi olvidando que teníamos cosas que hacer. 

Al llevar la vista hacia el fondo, observé a las figuras y el altar y fruncí el ceño, pues eso ya parecían problemas y eso que estábamos algo lejos. 

- ¿Serán los único que queden de su pueblo? - Estaba segura de que de ser así, no nos lo iban a poner nada fácil. 

El grupo avanzó entre glifos e imágenes de...

—¿Ese no es Tritón el de la sirenita? —dijo Templario en voz baja— No es que la haya visto, pero es... cultura popular. Y aparecía en los vídeos del karaoke.

—Hablando de cosas serias. Videshee... ¿entiendes algo de los glifos?

Luego vimos a un montón de figuras. 

—Pst —seguí susurrando— están vivas pero muy quietas. Ojalá pudiéramos conseguir el chisme esta vez sin más problemas. 

Siguió de cerca a Templario y a Videshee, mirando a su alrededor y asombrándose de lo pomposo del lugar. No sabía quien era ese del que hablaba el hombre de la armadura. La figura esa le recordaba a Worm más bien a un capitán iglú musculado. Pero bueno, supuso que su compañero sabría de lo que estaba hablando.

Cuando se percataron de las figuras vestidas con túnicas, Worm se escondió instintivamente detrás de una de las columnas. Esperaba que no le hubieran visto. Mas, al ver que no se movían lo más mínimo y recordando el tremendo ruido que habían hecho en el exterior, se extraño mucho sobre su comportamiento.

Bajando la voz se dirigió a sus compañeros.

– ¿Qué os parece si mando a uno de mis clones a ver que son esas figuras, mientras nosotros esperamos escondidos a ambos lados? –Les pregunto entre susurros–. Si son hostiles y lo abrasan, no pasa nada, nosotros los podemos freír entonces con un fuego cruzado.

Una copia del hombre gusano empezó a formarse en su cuerpo, esperando una señal de sus compañeros para terminar de salir.

No hace falta decir, que era una escena de lo más desagradable.

¿Como se llamaban los de atlantis? ¿Atlantianos? Bueno, no lo sabía, pero estaba segura de una cosa. 

- Se han marchado a otro planeta... Mirad estos dibujos... ¡Qué cabrones! ¡Y nosotros quedándonos en este todos jodidos! - Y porque nos había soltado el gilipollas del "jefe" si no aún estaríamos peor. 

No entendía demasiado de todo lo que había ahí a parte de eso, por lo que me encogí de hombros. 

- Sólo que esos dibujitos parecen naves y eso estrellas. Mira... yo diería que los atlantianos han sido más listos que nosotros. 

Worm se ofreció a acercarse con uno de sus clones apestosos y asentí. Era mejor probar, aunque también había que decir que mandar algo así a saludar a cualquier parte, podría jugar en nuestra contra. No es que fuera la mejor tarjeta de visita. 

Videshee entendía los juroglíficos o como se llamaran los dibujitos aquellos. 

—Así que escaparon al espacio. Que buen plan... pero los aliens estos igual les pillan un año de estos...

Cuando Gusanito propuso un plan, también el supervillano de la armadura mió a Rusita. Ella tenía cerebro (y era agradable de mirar), así que cuando asintió al plan de mandar un clon, Templario asintió también.

—Veamos si hay suerte. Que asco de clon, gusanito. Tus poderes son útiles pero asquerosos. 

El clon estaba empezando a moverse cuando me quedé de nuevo mirando aquellos dibujos que había por todas partes. 

- Eh espera. - Dije a Templario. - Pero creo que se fueron a otro planeta cuando esto de hundió... Mira. - No se habían ido para salvarse del invasor que teníamos ahora y que nos la había liado pero bien en el planeta. 

Si seguía mirando los dibujos al final sería como una de esas historias que podían tener varios finales, así que era mejor que lo dejara porque no es que nos sirviera de mucho aquella información, a menos, que no tuviéramos un manual para hacer que regresaran y son ayudaran a pelear y liberar La Tierra. 

Templario hizo caso a la rubia. Era la única en el mundo que decía cosas interesantes.

—Ahhh, tiene más sentido que fuera hace mucho. Y lo pongan en el templo. ¿Entonces fueron sus antepasados que se fueron cuando se hundió? ¿Y los atlantes son los que quedaron? En fin, como no pidan ayuda a los que se fueron...

El grupo avanzó mientras Roxanne se preguntó cuánto faltaría para que volvieran a meterse en problemas.  El ruido había sido un claro chivato de su posición, pero lo cierto era que prefería todas las peleas juntas para poder caminar ya tranquilamente.  No obstante, con el silencio que se encontraron en el nuevo lugar, la guerrera pensó que si eran atacados escucharían los pasos más fácilmente, aunque la presencia de encapuchados al final de la sala significaba problemas, o así lo veía ella.

Parece que no se han dado cuenta de nada…- la pregunta de Templario sobre la Sirenita la pilló fría, ya que no tenía ni idea de quien hablaba.  La mujer imitó el gesto de Worm de esconderse por pura precaución y cuando escuchó su plan asintió ligeramente, dando su aprobación a ese plan. Lo que no le agradó tanto fue ver la creación de ese clon o lo que fuera porque le daba la sensación de que se parecía a las veces que levantabas el pie del suelo después de haber pisado un chicle.

La historia que contaba su compañera parecía interesante, por lo que ella prefirió escuchar en silencio. No estaba muy al día sobre la historia de otras razas o de lo que pasaba fuera de su planeta, así que prefirió creer esa visión que le estaban diciendo.  Aun así, observó durante unos segundos lo que los dibujos parecían contar, aunque fuera solo por entretenerse hasta que el plan les diese algún resultado.

Videshee les explicó lo que había interpretado en aquellos jeroglíficos y Worm se quedó más tranquilo. Él también lo había visto, pero le pareció que era una tontería y decidió dejarlo pasar. Pero, ahora que la rusa le comentaba al resto la historia que contaban esos dibujos y todos escuchaban interesados, decidió que bien podría decirles lo que se le había ocurrido a él.

– ¿Os habéis parado a pensar, si estos cabronazos de V´Sori en realidad no son los descendientes de los Atlantes?

Que le llamaran loco, pero a Worm le parecía una posibilidad de lo más lógica.

– Quizás estén aquí para recuperar alguna reliquia de sus ancestros…

Lo más seguro es que todo aquello fuera una locura de las suyas. Una ida de olla más. Pero, por si acaso, pensó que era mejor compartirla con sus compañeros. Ellos eran más listos que él y ya decidirían si era una auténtica chorrada o un hilo del que merecería la pena seguir tirando.

Mientras tanto, y viendo que los demás habían condescendido con su plan, una replica perfecta del hombre gusano se separo del cuerpo de su original y avanzó hacia el grupo de humanoides que esperaba inmóvil algo más allá.

– ¡Eh! Hola buenas. ¿Saben de algún buen restaurante de Sushi por aquí?

Worm explicó su teoría sobre los atlantes y los v'Sori y yo negué con la cabeza rotundamente. 

- Imposible.- Me negaba a creer aquello. 

Al momento señalaba la estatua del hombre del tridente y la barba. 

- ¿Tú has visto algún gilipollas alienígena que se parezca medianamente a eso? 

El tío con barba de las estatuas tenía facciones más o menos bellas para un hombre y desde luego, aún no había visto un alien que me hubiera hecho ni siquiera colocarme el pelo detrás de las orejas en modo coqueta. 

- A ver si tus nuevos amigos colaboran y nos cuentan algo antes de intentar matarnos. 

Dejando de la lado la discusión de diferentes teorías sobre los pictogramas que se veían en las paredes, el clon de Worm se acercó a las figuras encapuchadas que parecían estar rezando al altar.
A pesar de que no hacía demasiado por esconderse, las figuras no se movieron ni un apice. Ni siquiera cuando el clon habló. La pregunta había sido hecha en un tono normal, casi tirando a bajo. Pero ante el silencio reinante parecía que hubiese chillado con un megafono. Aún así las figuras no se inmutaron. Mucho menos se movieron. De decir algo ya ni hablamos.

El clon estaba bastante cerca, pero no era capaz de ver nada salvo las túnicas con capucha.

Hago tirada de percepción del clon y falla bastante. Si su dueño quiere gastar un bennie puede hacerlo.

¡Uy! Ya tiro de nuevo, ya. Gastemos pues el Bennie...

Por un momento parecía que el clon no había visto nada extraño. Pero de repente pudo darse cuenta de varias cosas.
Las figuras, las diez, no eran estatuas, pero tampoco seres vivos. Al menos ya no, aunque sin duda en algún momento lo estuvieron. El clon observó como debajo de las tunicas y capuchas había personas, humanoides, totalmente demacradas como si hubiesen muerto hace miles de años.

También se dió cuenta de otra cosa. Detrás del altar, el cual no estaba pegado a la pared como había creído en un principio, había algo o alguien. No lo podía ver desde donde estaba, pero estaba seguro de que le observaban desde ahí detrás.

Nadie reaccionó a la pregunta del clon de Worm. Ni una palabra, ni un solo movimiento. La replica del supervillano se acercó hasta donde estaban las figuras encapuchadas y al fin pudo ver algo. No tardo en comunicárselo a su original.

– ¡Joooo-der! –acertó a decir Worm antes de susurrarles a sus compañeros lo que su copia le acababa de transmitir–. Esos tipos son unas putas momias. Están más resecos que la suela de mis zapatos. O sea. Llevan la pila de años muertos.

Entonces el clon pareció percatarse de algo más y se lo comunicó a su señor.

– ¡Vaya! ¡Vaya! Interesante… No estamos del todo solos. Ahí adelante, detrás del altar, hay algo que nos está mirando. Así que ya saben que estamos aquí. –terminó de decir al resto, de nuevo en voz baja.

Aquello de que la gente que estaba allí de pie estuviera muerta era aterrador. Sí, claro porque a la cabeza te venían muchas preguntas y sin la respuesta exacta, daban más miedo aún. 

- ¿Y cómo narices han terminado siendo floreros? - Pregunté a Worm como si tuviera que saber todas las respuestas. 

Observé hacia el lugar que nos indicaba, en el que decía que había algo mirándonos. 

- Tened cuidado con lo que sea eso. Puede que sea lo que ha matado a esas personas. 

¿Aquella mañana me había despertado en una peli de miedo y no me había dado cuenta?