Seguís el camino a través del bosque que linda con la villa usando el automóvil. La carretera está embarrada y hay surcos recientes provocados por el peso de un camión. Tras un rato, llegáis a las puertas del manicomio. Sigue lloviendo.
El edificio es una bella mansión de estilo italiano, con dos alas. Una de ellas consta de planta y un piso y la otra de planta y dos pisos. La casa y el jardín que la circunda están a su vez rodeados por un muro de piedra de tres metros de altura y sesenta centímetros de espesor. La valla está cerrada por un portón. Hay un tubo acústico en uno de los postes que están a los lados del portón, que comunica con la casa.
Me bajo despacio del vehículo y arrastro la pierna mala pesadamente hasta acercarme al tubo y llamar preguntando por alguien. Confío en que nos abran el portón, sería absurdo que no.
- ¿Hola? ¿Hay alguien? ¿Pueden abrirnos? - pregunto con voz potente y tono serio y firme.
—Sí, ¿quién llama? ¿Tenía cita? —pregunta una voz presumiblemente femenina. En cualquier caso gutural y desagradable al oído.
Miro las caras de mis compañeros apremiándoles a responder o buscando una aprobación para que cuente la mentira de la asociación.
- No tengo cita. - respondo con voz profunda y calmada. - Pero se trata de un asunto oficial. Me gustaría hablar con el responsable... un tal Freygan según tengo entendido. ¿Me abre? -
No quiero tener que tirar la puerta abajo pero si se ponen muy tonto... echo un vistazo al coche por si acaso... da igual, no es mío... puede sufrir un par de arañazos.
—En breve irá un celador, espere —dice la molesta voz.
Pasan en torno a siete minutos bajo la lluvia hasta que se oye un ruido al otro lado. Alguien está abriendo la cerradura. Aparece un hombre de unos veintitantos, alto y bastante fornido. Tiene la frente y las mandíbulas retraídas, la piel pálida con poros de gran tamaño, el pelo rapado y una expresión hosca. Lleva un paraguas. Hace un gesto para que le sigáis.
Me acerco al celador para que vea que le seguimos. Cuando el celador se vuelve busco la empuñadura de mi revolver para asegurarme que sigue allí. No me gusta el ambiente pero no digo nada.
Hago un gesto con la mano al resto y palmeo suavemente el hombro de Danoff para tranquilizarlo:
- Tranquilo, esto es habitual en estos lugares... - dicho eso, comienzo a andar despacio siguiendo al celador. Tengo ganas de conocer a Freygan, seguro que se pone a la defensiva al ver a tanta gente junta que viene de visita.
Un escalofrío me recorre cuando entramos en éste lugar. No puedo evitar pensar que los muros de éstos sitios son demasiado altos y gruesos, y que es prácticamente una cárcel. Una cárcel en la que, si tengo razón, y espero no tenerla, su dirigente se dedica a asuntos muy turbios, y que podría dejarnos encerrados e indefensos ante sus tejemanejes.
-Bueno, veamos que tal se da ésta visita...-digo, no muy convencido.
La parte delantera del jardín tiene setos cuidadosamente recortados, árboles que deben ser bellos en primavera, numerosos bancos para que los internos se sienten y una fuente, ahora desbordada. El suelo está enlosado y resbaladizo. El celador os conduce hacia la puerta principal con parsimonia, mientras el agua chorrea por todos lados. Con la oscuridad reinante, todo tiene un aspecto siniestro y frío. Cada vez os inquieta más quién puede ser el famoso doctor Freygan.
Podéis hacer dos tiradas de Descubrir si así lo deseáis.
Motivo: Descubrir 1
Tirada: 1d100
Dificultad: 67-
Resultado: 5 (Exito)
Motivo: Descubrir 2
Tirada: 1d100
Dificultad: 67-
Resultado: 87 (Fracaso)
Hecho.
Mientras caminas, te das cuenta de que todas las ventanas están enrejadas con gruesos barrotes, incluso las que no deben pertenecer a celdas de internos.
Motivo: Descubrir 1
Tirada: 1d100
Dificultad: 85-
Resultado: 76 (Exito)
Motivo: Descubrir 2
Tirada: 1d100
Dificultad: 85-
Resultado: 66 (Exito)
ahí van
Te fijas en que Collins observa las ventanas del edificio. Están todas enrejadas con gruesos barrotes, incluso las que no deberían pertenecer a los internos del manicomio. Es una ratonera.
Bajas la vista al suelo, hay un débil rastro de algo oscuro esparcido en hilera que va hacia la izquierda.
Durante el camino siguiendo al celador me detengo un instante y me arodillo en el suelo para acabar de atarme el zapato y frotarme un poco la pierna dolorida, luego me levanto y continúo andando.
Espero a que el celador no mire y paso un par de dedos por el rastro que hay en el suelo tratando de averiguar qué es eso oscuro... espero y deseo que no sea sangre.
El tacto es arenoso. Tras olerlo y probarlo llegas a la conclusión de que es un rastro de carbón.
Camino a través del jardín bajo la incesante lluvia. Me agrada que el padre Hoyt se haya quedado en el hotel, las sensaciones que me produce este lugar no son nada halagüeñas, y en su caso con su hermano desaparecido...
Sigo ensimismado en mis pensamientos con respecto a los extraños cultos de aquellas gentes, me produce gran desazón volver mi mente hacia ello, mas no puedo evitarlo. ¿Y si hubiera algún extraño nexo de unión entre lo de Canadá y esto?
- Maldito libro, nunca debí haberlo leído.
Me arrebujo aún más en mi abrigo y sigo al extraño celador. Al menos la sensación de ser muchos en el grupo me da cierta seguridad.
Motivo: Descubrir
Tirada: 2d100
Dificultad: 25-
Resultado: 119 (Fracaso)
Motivo: Descubrir
Tirada: 2d100
Dificultad: 25-
Resultado: 55, 54
He repetido porque me había equivocado, pero para el caso... patatas.
- Menudo aguacero... gracias por el paraguas amigo, ¡Vaya día!
Asiento al comentario de John y me relajo un poco.
Superada la primera impresión decido concentrarme en hacer bien mi trabajo y me fijo especialmente en los detalles a mi alrededor.
Motivo: Descubrir
Tirada: 2d100
Dificultad: 80-
Resultado: 81, 22
Exitos: 1