Partida Rol por web

Olmer, observas el mismo detalle que John. Hay un débil rastro oscuro que se desvía del camino que estáis siguiendo y continúa hacia la izquierda. John se agacha y examina lo que sea que da ese tono oscuro al rastro. Se trata sin duda de carbón. El celador no parece darse cuenta de vuestro breve retraso.

Parece que el tipo no ha captado la indirecta. No está por la labor de prestar su único paraguas y no te hace demasiado caso. Sigue caminando hacia la puerta, casi arrastrando los pies.

Me fijo en detalle en los posibles edificios hacia los que se dirige el rastro.

Pienso que con todos los que somos, alguien podría seguir este rastro sin que el celador notara ausencia alguna. Pero decido seguir al grupo.

El agua me cae a chorros desde el cabello hasta los pies pasando por mi caro traje y dejándolo para tirarlo mientras mascullo algo para mis adentros y sigo caminando, entrecerrando los ojos a causa de la incesante lluvia.

-Vaya, veo que por aquí les preocupa mucho la seguridad...-comento por lo bajo mientras cruzamos el patio-pero yo diría que tener todas las ventanas enrejadas es excesivo, no pueden ser todas de celdas... ¿Quién demonios pensó que éso era buena idea?

El celador se gira ante las palabras de Collins y muestra una inquietante sonrisa.

—Gente peligrosa en el psiquiátrico, gente que no debe escapar. Harían daño a las personas decentes.

Estalla un relámpago que ilumina el cielo y el manicomio de manera ominosa.

Llegáis hasta la puerta del manicomio. El celador introduce la llave en el cerrojo y os da paso. Estáis en la recepción. Es una sala grande y agradable, tiene las paredes paneladas en madera, grandes cuadros que representan paisajes, un sofá de piel y un cierto número de sillas tapizadas. El mostrador de recepción está en una de las esquinas. En la pared que hay tras el mostrador pueden verse diversos tubos acústicos. Sobre el mostrador hay una máquina de escribir, un libro de notas, otro de entradas y varias plumas. Atendiendo hay una mujer fea, feísima, con evidentes deformidades y taras en el rostro.

Una vez dentro del lúgubre manicomio compruebo que no es tan feo por dentro como me esperaba, no obstante algo me dice que estábamos más seguros fuera a la intemperie que con esta deforme compañía. No quiero ni pensar en como serán los "enfermos" si el celador y la recepcionista presentan este aspecto.

Fijándome aún más y discretamente repaso con la mirada las deformaciones de la mujer e intento recopilar mis escasos conocimientos en medicina y patología para saber que diantres padece.

Al entrar en aquella especie de recepción sacudo con mis manos la gabardina y me quito el sombrero, procurando salpicar de agua lo menos posible. Maldito tiempo.

Observo a aquella fea mujer y discretamente me fijo en sus deformidades intentando ver si hay algo interesante de lo que deba tomar nota.

Esto no me gusta demasiado... espero que el doctor Freygan sea un tipo más normal... pero es algo que dudo.

La mujer tiene rasgos físicos que te recuerdan ineludiblemente tanto al celador como a Pleasant Marston y al resto de ocupantes de la colina. Probablemente todos tengan lazos de parentesco. Todos parecen padecer una discapacidad cognitiva producida probablemente por una endogamia insistente y reiterada. Las deformidades deben haberse ido transmitiendo de padres a hijos, agravándose con cada generación. Sin un estudio más profundo de las causas, no puedes llegar a mejores conclusiones.

La mujer tiene rasgos físicos que te recuerdan tanto al celador como al resto de habitantes de la colina. Probablemente tengan lazos de parentesco.

Murmura a sus compañeros

- Vaya... parece que aquí dejan trabajar a cualquiera.. ¿O es una labor social?...- carraspea y dice en voz alta -buenos días señorita - daba por hecho que una mujer tan fea no podía ser señora, aunque evidentemente, había mucho hombre sin estómago suelto.

—Buenas tardes más bien, o buenas noches, ha salido un día malísimo. ¿Qué puedo hacer por ustedes, caballeros?

No corrige a Steiffen respecto a llamarla señorita, parece que no ha nacido todavía el patriota que se atreva con ella. O disfruta de una agradable y licenciosa vida de soltera propia de esos alegres años veinte.

- Buenas noches. - saludo con una leve inclinación de cabeza. Después de todo la mujer parece educada. - Tenemos que ver al señor Freygan, ¿se encuentra aquí? -

Pienso en presentarme, a mí y a mis compañeros... pero el señor Danoff es quién ha preparado los panfletos así que espero a que él hable... Me pregunto si habrá escogido los derechos humanos o la eugenesia... y lo que es más importante ¿colará?

—Están de suerte, ahora mismo el doctor está en su despacho y podrá atenderles. Hagan el favor de firmar en el libro de visitas. ¿Cómo debo anunciarles?

— Buenas noches Srta.  —Mi nombre es Jayme Foster y venimos en nombre de la asociación pro-derechos humanos GizaGara.
— Encantado! Sonrío educadamente.

La mujer no parece comprender mucho lo que le dice Olmer, pero intenta ser lo más profesional que está en su mano y dignamente toma el tubo acústico para decir:

—Doctor, vienen de la asociación prorrechosmanos para verle a usted.

Charity espera un poco la contestación a través del comunicador.

—Por favor, acompañen al señor Schlecht, les llevará con el doctor.

—Gracias Señorita!

Querría preguntarle por los años que lleva trabajando para Freygan, pero prefiero abstenerme... quizás a la vuelta.

Pero si me fijo en detalle en los papeles de la mesa y de la máquina de escribir cuando se gira para hablarle al tubo.

Cuando nos disponemos a seguir de nuevo al celador me fijo en los paisajes de los cuadros por si me inspiraran o evocaran algo.

En la mesa no hay nada de interés, más allá de los papeles ordenados de una eficiente secretaria, sobre todo hay nombres de internos y un listado de tareas del día, parece que todas concluidas. Del mismo modo, los cuadros no pasan de bodegones y paisajes para hacer agradable la estancia en la sala.

El celador os lleva hacia el despacho de Freygan. Está justo a mano izquierda de la recepción. El pasillo está lleno de puertas a ambos lados y es bastante largo. Toca tres veces y abre la puerta. Es un despacho exquisitamente decorado en estilo eduardiano. Incluye un escritorio, sillas, un diván y una estantería que alberga una extensa colección de libros. En un rincón hay una serie de archivadores.