Partida Rol por web

Coloco la piedra como me ha dicho Olmer. Y me aparto de cualquier sitio en el que me puedan ver desde el interior de los edificios... De momento sigo atento y aguzo el oído esperando cualquier cosa fuera de lugar...

Aliviado por no tener que trepar en solitario hacia el recinto del manicomio sigo el plan trazado por Olmer. Es mucho mejor entrar por la puerta principal... sobre todo en caso de huida precipitada. Me muevo lo más sigilosamente que puedo y a pesar de mi tamaño procuro no salirme de las sombras para no llamar la atención. A la vez ando con mil ojos y oídos.

Seguís el trazado de setos en dirección a lo que fue el rastro de carbón llevando el máximo cuidado. El camino rodea el manicomio hasta llevaros a la parte posterior del edificio. La silueta de éste es la de una ele, colocada de modo que la parte más larga se extienda de este a oeste y la más estrecha de norte a sur. Ahora acabáis de rodear la parte estrecha.

No parece haber movimiento en el exterior del manicomio. No hay perros ni vigilantes, ni garita del vigilante, ni nada parecido. Es como el jardín de la casa señorial que fue. No se oyen los gritos femeninos desde aquí.

Llegáis hasta una tolva. Está situada en la parte posterior del edificio, es un agujero estrecho por donde se debe echar carbón, de ahí el rastro. Tiene el tamaño suficiente como para que quepa por ahí un hombre bastante delgado. No hay signos de depósito de gasóleo ni de entrada de éste.

La lluvia te resbala por la ropa sin piedad, incluso fumarte un pitillo te sería complicado con tanta humedad por todas partes. De momento no hay movimiento por ninguna parte, pero el bosque que rodea el manicomio tiene un aspecto desolador. Se siguen oyendo veladamente los gritos femeninos. Definitivamente alguien lo está pasando mal. En algún momento te parece ver una silueta contra la ventana que tiene luz, pero no puedes distinguirla con claridad. Parece que se agita.

Tus compañeros han tomado el camino de la izquierda, siguiendo el rastro de carbón. No han investigado qué sucede tras esa ventana.

No puedo dejar que los nervios me dominen... Por un instante me debato entre pensar que están violando a una de las pacientes, o que a lo mejor dos empleados se lo están pasando en grande... No sé qué pensar, en este lugar están todos tarados... pero debo confiar en que mis compañeros hagan algunas averiguaciones... debo confiar en sus habilidades.

Ignoro la lluvia y pego mi espalda contra la pared del muro de forma que sea muy difícil verme, incluso estando cerca.

Mis compañeros cuentan conmigo así que no paro de vigilar, no me distraigo y trato de concentrarme al máximo.

Compruebo si quepo por el agujero, a pesar de mi altura soy bastante delgado. Lo ideal es que cupieramos todos, de todos modos me ofrezco voluntario para ir el primero.

- Yo creo que si que quepo por el agujero, comprobad vosotros si podéis, no me apetece nada entrar solo en esa oscuridad.

Les digo hablando lo más bajo posible.

Efectivamente, Palance puede colarse por el agujero. Cabe justo, muy justo, sobre todo tras el atracón en el hotel, pero logra colarse dentro. Cae en lo que parece ser un montón de carbón, poniéndose perdido de roña. Pero está dentro.

Todo está oscuro, lo suficiente como para que no se vea absolutamente nada. Se puede escuchar cerca, en la misma estancia, la caldera en funcionamiento, y sentir el aire caliente, húmedo y viciado.

Los gritos femeninos cesan. Ya no se escucha nada, salvo el caer de la lluvia. Tampoco puedes ver a tus compañeros, han rodeado el edificio, están en la parte trasera. A tu alrededor, barro, humedad y bosque, nada más. Esperas que el agua no estropee la munición.

¿Cómo llevarán la vida agreste los habitantes de Stonecrest? Seguro que enferman a menudo con tanta humedad. ¿Sucederá algo esta noche tal y como le dijo Marston al padre Hoyt o sólo era cháchara sin sentido? No se ve la luna.

Intento sacar uno de mis largos brazos por el agujero apoyándome en el carbón.

- Psss, he caído sobre un montón de carbón y está todo oscuro, no veo nada, pasadme una linterna o algo.

Susurro un poco nervioso.

Rebusco en mi mochila hasta dar con una lámpara de gasolina, y a continuación, intento alcanzársela a Palance.

-Tenga cuidado, no sea que acabe ardiendo ahí abajo. 

- Jodido Collins, ya se me había olvidado lo gracioso que era.

Recojo la linterna que alcanza y la introduzco en el agujero con cuidado y con más cuidado aún la enciendo alumbrando la estancia en la que me hallo.

Me ajusto el sombrero y me pego al muro todo lo posible para tratar de resguardarme de la lluvia. Por precaución dejo el arma en el interior del bolsillo de mi gabardina para impedir que se moje... así si tengo que utilizarla me aseguro de tener al menos un disparo. Pero realmente espero no tener que utilizarla... alertaría a todo el mundo en el psiquiátrico de mi presencia.

Bueno, no es la primera vez que me toca vigilar un lugar toda una noche... así que me armo de paciencia y trato de permanecer atento a cualquier sonido fuera de lugar. Quizá haya movimiento en el interior del psiquiátrico. De vez en cuando doy una pasada con los prismáticos, sólo por si acaso.

Yo saco la cuerda para echar un extremo al agujero por donde acaba de entrar Palance ante mi asombro. Eso es decisión!!

Para el otro extremo busco realmente sólido a lo que poder atar la cuerda, eso si, dando las preventivas vueltas en alguna rama o así para que la fuerza no dependa sólo del nudo y poder facilitarle la tarea de salida a Gregor.

Me acerco a la tolva y le susurro a Palance.

—Tenga mucho cuidado Sr. Palance. Le tiendo la cuerda para poder salir, pero lo mejor sería que buscase Ud. mismo una salida por ahí. Esperamos 20 min cerca de la tolva a la escucha pero escondidos y si dentro de un rato nos confirma que no corre Ud. peligro yo optaría por que nosotros revisáramos el garaje mientras Ud. busca pruebas, pero primero aseguresé de que no corre peligro!

Busco un seto cercano y me acurruco al lado contrario del edificio principal, muy atento a los sonidos provenientes de la tolva.

Ante ti se hace la luz.

Y aparece la caldera. Es grande y está en el centro de la habitación. Hay carbón suficiente para todo el invierno, y quizá para el que viene justo donde estás. El agujero por donde has entrado está al norte. En la esquina noreste se guardan las herramientas de jardinería, que son variadas y abundantes, como podía deducirse de lo bien cuidado que está el jardín.

La sala tiene dos salidas, una a la derecha y la otra a la izquierda. El sonido de la caldera te impide percibir nada más allá del lugar que te encuentras.

Compruebo la cuerda con esperanza de subir pronto por ella y me deslizo hacia la salida derecha lo más en silencio que puedo y atento a todo lo que pueda oír una vez deje atrás la caldera. Antes de adentrarme decido sacar el revólver, comprobar si está cargado y colocarlo en el bolsillo derecho de mi abrigo, quiero tenerlo a mano... por si acaso.

Acabas de entrar en lo que parece un cuarto de trabajo. Aquí se realizan las tareas de mantenimiento del manicomio. En la pared sur hay bancos con herramientas para trabajar madera y metal, y junto a la esquina sudoeste hay un soplete de acetileno. En la parte norte hay algunas máquinas de lavar y una mesa con ropa de cama recién lavada y planchada.

Tienes una salida a la izquierda, que es por donde has entrado, una puerta a la derecha y unas escaleras que ascienden, situadas al norte.

Mientras estás observándolo todo puedes escuchar claramente voces que provienen de arriba. Se están montando una buena juerga. Una voz de mujer gime y grita de dolor. Otra voz de mujer chilla y se ríe ante lo que sufre la otra. Una voz de hombre dice lo siguiente:

—Así, así, dale duro Standish. Ja, ja, le gusta. ¡Más fuerte!

Palance se ha adentrado en el edificio. A través del agujero se escucha el ruido de la caldera, es fuerte y ahoga cualquier otro movimiento. La lluvia cae sobre vosotros sin piedad. Ahora tenéis que decidir si le esperáis, intentáis colaros por el agujero o seguís investigando por las afueras. La decisión es vuestra.

Vuelven los gritos femeninos. Hay que tener sangre fría y temple para no acercarse a mirar, probablemente estén violando a alguien. No dejas de pensar en el estado de la habitación de los empleados cuando la visitaste, parece que son aficionados a las juergas frecuentes. Los prismáticos no son de gran ayuda con la lluvia que cae y la oscuridad reinante.

Tus compañeros empiezan a tardar y la humedad no le hace ningún bien a tu pierna.

Maldita sea, vuelvo a frotarme la pierna malhumorado, echo un ultimo vistazo y regreso al coche para vigilar desde el interior... donde no me calaré hasta los huesos y la pierna dejará de molestarme. Lo siento por la pobre chica si es que la están violando, pero ahora mismo no puedo comprometer la misión, además seguro que mis compañeros están en ello también... Debo esperar como habíamos acordado. Una vez en el coche vuelvo a mirar con los prismáticos sintiendome más a salvo que cuando estaba fuera bajo la lluvia.

—Sr. Collins, ¿Quiere que investiguemos el garaje o permanecemos a la espera de noticias de Gregor?