Partida Rol por web

La gente de Greenwood se abalanza hacia el manicomio gritando con antorchas y botes de gasolina en ristre. Sin embargo la entrada del recinto está cerrada. Desde el interior se escuchan gritos de pavor, y os parece ver alguna cabeza volando a la luz de vuestras teas. Debéis ingeniaros el modo de tumbarlas para pasar.

Aprovecho el factor sorpresa para apuntarle con mi revólver y preguntarle con tono amenazante:

- ¿Quién eres y qué estás haciendo aquí?

- ¡Pero Palance! ¿Cómo apunta usted a un pobre muchacho? ¿No ve que le tienen esclavizado al pobre crío? ¿Quién... ha sido chico?- preguntó conmocionado.

—So... Soy Jeffry Quarren, señor. Estoy preparando una medicina para un amigo, la necesita con urgencia o será demasiado tarde para él.

Los ojos del muchacho muestran completa sinceridad, y nerviosismo ya que el tiempo corre en su contra y las palabras de Palance le han asustado.

—¿Se refiere a esto? —dice mostrando sus malformaciones—. Freygan y sus celadores son unos carniceros. Me hicieron cosas. Cosas horribles.

- ¿Qué amigo es ese y qué enfermedad es esa?.... digo sin dejar de apuntarle en ningún momento... ¿y ese rastro de sangre que acaba en la pared, ha entrado alguien? ¡Responde rápido!

—É.. Él me salvó, mi liberó de mis ataduras, me espera. Por favor, déjenme terminar, ¡me necesita! Cada segundo que pasa estará más cerca de la muerte verdadera.

Eso de ahí estaba cuando llegué, alguien debe haber usado el port... quiero decir, no sé qué ha pasado.

¿Quiénes son ustedes? No parecen internos.

Eso que ha ido a parar contra las tejasha sido una cabeza? No queriendo aceptar lo evidente del hecho

Hay que actuar lo más rápidamente posible! Espero que esa cabeza no fuera de alguno de mis compañeros, aunque... de quién más podría ser? Afortunadamente llevo las llaves que cogimos!

—Pudimos quitarle un montón de llaves a la bestia en nuestro anterior enfrentamiento, puedo abrir la puerta!!!

Me acerco rápidamente a la puerta con las llaves en la mano y le pido al capitán que me alumbre un poco y que mientras me cubra con su pistola en la mano.

A la tercera llave, la cerradura se abre y empujo la puerta ferozmente sólo con el fin de motivar a mis nuevos vecinos.

—A por la Bestia!!!!! Ejecutemos el plan!!! Rodeémosla!!! Por Greenwood!!

Salgo corriendo con los demás hacia los gritos, pero intento hacerme una idea rápida de la situación.

- Un momento... bajo el arma ligeramente mientras una idea se filtra en mi cabeza.... ¿no será tu salvador un hombre de mi estatura y cojo?

—¡Sí, sí! Y llevaba una gabardina, y olía mucho a tabaco. ¿Le conocen?

Cuando atravesáis la entrada observáis una escena dantesca. Freygan está rodeado de cuerpos desmembrados, entrañas y cabezas esparcidas por el suelo. El cuerpo lo tiene cubierto de sangre y ahora es el doble de grande que antes. Dos veces más peligroso. Hay gente con pijama que intenta trepar por el muro a los lados de forma desesperada, cortándose las manos con los cristales.

Freygan estaba preparado, ha visto las antorchas acercarse. Grita de viva voz con una voz espantosa: ¡Arwassa, Arwassa, min yath m'lath N'har! ¡Arwassa, Arwassa, min yath m'lath N'har!

Os quedáis paralizados por unos momentos por el puro terror que inspira la bestia.

—El Plan!!! El Plan!!!

—Rodeadddd!!!

Saco mi revolver y comienzo a disparar para atraer la atención del bicho

—Tirad los bidones!!!

- ¡Es Kellemport!, ¿dónde está? Acaba con eso que tienes entre manos y llévanos con él. Por suerte traemos un médico... y vete pensando en lo que has dicho del portal porque me temo que será la única forma que tendremos de salir de aquí.

Bajo el arma definitivamente y le apremio.

- ¡Aprisa!

La criatura es un ser horrible y asesino, el depredador definitivo, pero tú eres Olmer de Boston, y tus acompañantes son los tipos más duros de Greenwood, hombres barbudos y sudorosos que han ido modelando unos músculos de acero cortando y cargando madera a diario, cazando y arando con las manos desnudas y aguantando la durísima vida del pueblo. Albert Johnson escupe una flema pegajosa que al dar contra el suelo suena con consistencia. El primo Merl se tira un cuesco que probablemente será celebrado en las chanzas del bar durante generaciones, caso de que quede alguno para contarlo al final de esta historia. Alguien grita, todos gritan, y corren contra la bestia, botes en ristre. Ni rastro de tus antiguos compañeros, pero ya da igual, es la hora. Comienza la batalla.

Freygan saca cuatro brazos y los intenta estampar contra los primeros hombres que se le acercan. Albert Johnson esquiva uno de los brazos de milagro, pero la cabeza del primo Merl acaba abierta como un melón demasiado maduro, su cerebro se desparrama a través de la brecha. El amigo Cletus acaba inconsciente vomitando su propio estómago por los suelos y Willie Edwards pierde los únicos tres dientes que le quedaban, al tiempo que descubre que no podrá volver a comer otra cosa que no sea delicioso jugo de nabo. También acaba por los suelos.

Tu disparo es como si ni le hubiera rozado.

—Está en la primera planta, en el área de seguridad, habitación C-22. Está abierta, pero él ya no puede moverse, Zills el psicópata se le echó encima.

El niño termina de mezclar la fórmula que estaba preparando, la guarda en un vial al tiempo que coge un par de jeringas. No tenéis ni idea de qué demonios ha preparado, ni si podéis confiar realmente en su palabra. Lo cierto es que hay muchas incógnitas en torno al caso Kellemport, y el niño da explicaciones con cuentagotas. Marlowe mira el preparado con recelo, y desde luego no tiene intención de permitir al crío que inyecte nada al detective, su condición de médico le impide tolerar espontáneos. Pero de momento permanece en silencio, lo principal es localizarle y luego intentar salir de ahí.

Subís por las escaleras en dirección a la habitación, pero cuando llegáis a la altura de la recepción podéis ver el espectáculo de fuera. Freygan es dos veces más grande, y está combatiendo con una muchedumbre de tipos enormes con botes de gasolina y antorchas en ristre. No llevan pijamas de interno.

En el momento justo en el que observáis, revienta la cabeza de uno como si fuera un melón, destroza los órganos del pecho de otro y la cara del que acaba vomitando sangre por los suelos.

En todo aquello había algo que no olía bien. Su olfato de periodista se lo decía. El chaval les ocultaba algo importante, o ése preparado no es lo que decía ser... Pero ya estaban en marcha. No pudo evitar reparar en el espectáculo de Freygan ahí fuera.

-Es lo que les dije... Maldito monstruo carnicero. Eh... Chico, ¿qué quiere decir éso de muerte verdadera? 

- Está la cosa que arde ahí fuera... comento de forma irónica viendo la grotesca imagen exterior ... sí, contesta a Collins y háblanos del portal, pronto tendremos que usarlo.

—La muerte verdadera es aquella de la que no se puede regresar, la que supone la pérdida de la esencia que compone el individuo y lo que queda es la nada.

El niño tarda en responder la segunda cuestión.

—No puedo decir gran cosa respecto al portal. Los portales llevan al lugar cuyo creador decidió que llevaran. Son muy peligrosos porque nunca se sabe si los tindalosianos estarán al acecho, pues se mueven a través de los ángulos dimensionales, y siempre tienen hambre.