"Ésto no va a salir bien..." pienso, mientras esbozo una sonrisa nerviosa y alzo una de las manos, saludando a los deformes habitantes de éste inmundo lugar.
-Buenos días.
—Querido amigo, me resulta muy interesante su familia. ¿Llevan viviendo mucho tiempo aquí? Me encantaría poder conocerles mejor.
—Claro, claro, por supuesto. ¿Y qué me dice de Dios? ¿Conoce a Dios?
El pequeñajo se queda mirando a Hoyt sin entender.
—¿Cómo se llama usted? —pregunta Hoyt en un esfuerzo de paciencia infinita.
—Bien, encantado de conocerle, amigo Marston. ¿Qué tal si me habla de su Dios y de ustedes? Así podremos conocernos mejor y ser buenos amigos. ¿Cierto? Qué gente tan maravillosa, y cuánto nos pueden enseñar.
Hoyt le toma las manos en un gesto muy sincero y amistoso.
Parece que el diálogo de besugos alegre y cordial, y la sonrisa inagotable del padre Hoyt relajan los ánimos. Los del pueblo parecen más contentos, pero no se marchan, sienten incluso más curiosidad que antes. Un niño extremadamente feo abraza al padre Hoyt, y éste le acaricia el pelo. El resto se siente complacido.
Mientras el padre sigue haciéndose con los subseres aprovecho para sacar mi cuaderno de viajes y un lápiz para dibujar a estas gentes para su posterior estudio. También intento esbozar sus viviendas y lo que quiera que haya significativo a mi alrededor.
Al hacer un esbozo de las viviendas te das cuenta de que hay una choza que tiene un estado de conservación mejor que el resto. Ocupa un lugar central y parece que tiene algunos símbolos grabados en el dintel. Pero a la distancia que estás te es imposible distinguirlos correctamente.
¿Puedo escabullirme del grupo sin ser visto y acercarme al edificio o es totalmente imposible?
Sigo vigilando la casa en mejor estado... mis compañeros y el padre Hoyt se encuentran muy confiados ahora mismo entre esas gentes... si surgieran problemas desconozco si podría ayudarles... pero tengo que estar preparado.
¡ya se puede lavar después de abrazar a ese zarrapastroso!
- Mucho gusto señor Marston, es usted... encantador. Háblenos de su Dios por favor, estamos intrigados...- dijo con ironía.
Ahora mismo estás expuesto a las miradas de todo el poblado, aunque no es una panda muy avispada. Si pasas una prueba de Discreción quizá puedas aprovechar la distracción que provoca el diálogo entre Marston y tus compañeros.
Parece que Palance también se ha percatado del detalle de la choza, está buscando una oportunidad para acercarse. De momento nadie parece entrar ni salir. La cháchara entre tus compañeros y la gente del poblado prosigue.
—Dio, é aqué que aúlla en el silensio, quié da la muerte verdadera.
El resto de la tribu hace un gesto de pleitesía al oír la descripción. Las palabras de Marston muestran tanto veneración como velada amenaza, una advertencia a posibles enemigos.
- ¿Que aulla en silencio? -le era familiar pero no estaba del todo seguro. Quizás alguna deidad asiria o paleobabilónica.
Tendré que buscar alguna biblioteca para confirmarlo.