Partida Rol por web

Un réquiem por Hoyt

Stonecrest

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26/04/2013, 19:57
Sam Marlowe

—Señor Palance, me ha gustado la forma en que se ha separado discretamente del grupo para husmear en la choza aquélla. Creo que nadie salvo yo se ha dado cuenta, tiene talento para el subterfugio. ¿Algo interesante?

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26/04/2013, 20:43
Gregor Palance

Sonrío ante la perspicacia de Marlowe.

- Vaya, veo que el apellido Marlowe confiere de ciertas cualidades.

La lluvia sigue cayendo sobre nosotros mientras explico mi pequeña aventura.

- Como bien ha dicho me alejé del grupo durante unos minutos para explorar, había visto una choza que destacaba entre las demás y me escabullí hacia ella. Lo que allí encontré entre la roña y la suciedad fue una especie de lugar "sagrado" usado para algún ritual, pero antes de aventurarme con hipótesis me gustaría que el padre Hoyt nos aclarara todo ese batiburrillo que soltó sobre ciudades de hielo.

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27/04/2013, 00:36
Paul Hoyt

—Me pareció entender que Marston se refería a una deidad pagana llamada Shub-Niggurath, cuyo culto tiene éxito en ciertos lugares recónditos de África y que parece asociada a la fertilidad. Le seguí el juego haciendo una referencia a esa mitología repitiendo una fórmula recurrente que escuché a un brujo nativo, eso es todo. Respecto a Leng, según lo que he averiguado es que puede ser una ciudad helada perdida en algún lugar de Asia, quizá en la Antártida o que ni siquiera exista, pero todo lo que tengo son vagas, vaguísimas noticias. Hay contradicciones respecto a si es una ciudad o un territorio geográfico, y algunas fuentes hablan de que en Leng hay una especie de arañas enormes. Lamentablemente poco más puedo decir.

Notas de juego

Ganáis +1 a Mitos por estas referencias.

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27/04/2013, 01:40
John Collins

-¿De verdad quieren volver a hablar con ésos tipos? Por lo que han dicho... Están locos, y pueden ser peligrosos. Y la alternativa es mucho, muchísimo peor. He escuchado antes esa clase de desvaríos, y dejó de resultarme gracioso cuando resultó que las locuras tenían una base real-digo, preocupado por lo que acabamos de dejar atrás. 

"Cada vez estoy más convencido de que no son trigo limpio... Y que han soltado a algo, ellos y Freygan."

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27/04/2013, 16:13
Paul Hoyt

—No me atrevería ir tan lejos sin un estudio más serio, es decir, llamarlos locos. Tienen un problema con las supersticiones y sobre todo con la endogamia, pero de momento no pasan de ser una comunidad de subnormales comunes. Probablemente su dios sea un animal grande, un oso o un lobo rabioso. Ahora bien, no le falta razón respecto a que pueden ser peligrosos.

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27/04/2013, 16:30
John Collins

-¿Y si su dios, o algo relacionado con él, es lo que se "comió" al trampero? Y no me estoy refiriendo a un oso. Hace unos meses, habría dado la razón a cualquiera, tildando éso de desvaríos y alucinaciones. Pero ya no puedo. Simplemente, no puedo. Ojala sea yo el que está equivocado, por que como no lo esté, nuestra tarea va a ser muy dura y desagradable. 

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28/04/2013, 21:51
Paul Hoyt

—Con todo, de momento no hay ninguna relación entre estos sujetos, el caso del trampero, Freygan y mi hermano, salvo que Peter murió en el manicomio. Cualquier enlace no deja de ser sofismático a menos de que hallemos pruebas. El caso del trampero de momento no nos concierne, es cosa de la policía.

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29/04/2013, 13:08
Edward Von Steiffen

- Excelente, el balance ha sido excelente. Ahora conocemos a unos subnormales adoradores del Dios de la basura de la choza. Excelente. Señores, propongo que hagamos ahora algo productivo y nos acerquemos al manicomio a ver qué podemos sonsacar a los médicos. Quizás todo sea más sencillo de lo que parece... -casi sin darse cuenta pisa un charco, mojándose el zapato y el calcetín parcialmente.

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29/04/2013, 23:03
Olmer Danoff

—Si, no tego muy claro de qué nos ha servido la visita a la colina, por lo que sería mejor ir directamente al manicomio.

Espero que tengamos mas suerte y más respuestas ya que sigo bastante desconcertado con las conversaciones que se están produciendo hoy.

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30/04/2013, 10:37
Director

Continuáis el curso del río y llegáis hasta donde habíais dejado el coche. Estáis calados hasta los huesos pese a llevar paraguas. Entre estornudos y maldiciones por algunos jirones en la ropa que hasta hacía poco estaba prácticamente nueva, emprendéis el camino de vuelta. El conductor designado lleva el coche de forma lenta pero segura. A medio camino, os topáis con un camión enorme idéntico al que se habían cruzado en el viaje de ida los que llevaban el coche. Os tenéis que echar a un lado para poder cruzaros.

Cuando llegáis a la altura de Greenwood hacéis una pequeña parada para cambiaros de ropa, comer —quienes no llevabais provisiones— y realizar las abluciones pertinentes antes de marchar hacia el manicomio. El padre Hoyt os dice que se encuentra cansado y prefiere permanecer al margen en esta ocasión. Parece que la lluvia del día anterior y de este lo ha acatarrado y tiene un poco de fiebre. Por otra parte, si queréis ocultar vuestra identidad o propósito, su presencia sería inapropiada.

Notas de juego

Es un buen momento para decir cualquier cosa que queráis hacer en el hotel antes de partir al manicomio.

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30/04/2013, 17:06
Edward Von Steiffen

Una vez se ha cambiado y ha comido algo en el comedor se enciende un puro que llevaba en una purera en el bolsillo de la chaqueta y sin ofrecer a nadie empieza a degustarlo mientras murmura

- Bueno... apenas tenemos nada, al margen de unas cuantas supersticiones sobre el Dios de no sé qué basura, así que aprovechando que no está Hoyt, propongo ir de buenas con cualquier pretexto y ver primero cómo es el Doctor.

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01/05/2013, 10:58
Olmer Danoff

—Si me disculpan un momento. Hay un diario que deseo incluir en mi mochila, voy a ver si ya está.

Me aparto un momento de mis compañeros para buscar a la Sra. Seaforth y preguntarle por si ha podido encontrar el diario.

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01/05/2013, 11:03
John Collins

-Yo no diría que apenas tenemos nada. Tenemos la muerte de un hombre, un hombre que se enfrentó al doctor Freygan. Un hombre que su amigo jura que fue atacado por algo, mientras que la versión oficial insiste en que se trató de un camión. También tenemos que el doctor Freygan tiene tratos con los habitantes de la maldita colina, tratos que ve mal el resto del pueblo. Y también tenemos que aquellos a los que acabamos de visitar tienen unas creencias bastante extrañas, por no mencionar a su "Aullador Silencioso", que vive en la colina y sólo se deja ver cuando quiere.

Mientras digo ésto, voy revisando mis notas. Tras unos segundos, carraspeo y levanto la vista del papel.

-Es probable que la muerte de ese hombre fuera una coincidencia, que lo que su amigo pensó que vio fuera otra coincidencia y que lo que nos han contado los "amigos" de Freygan fuera, oh que sorpresa, otra coincidencia. De hecho, puede ser que simplemente el amigo se volviera loco y viera lo que no es. Pero, a título personal, me parecen demasiadas coincidencias. ¿Y si Freygan está metido en algo turbio? ¿Algo muy peligroso, y que ni siquiera debería ser posible? ¿Y si la muerte del hermano del padre Hoyt está relacionada?

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01/05/2013, 11:24
Amanda Seaforth

—Oh, señor Danoff, me alegra verle. ¿Han pasado bien el día? Tengo algo para usted. Lo guardaba en un viejo baúl en el desván. Ya puede estarme agradecido, me he puesto perdida de polvo. Devuélvamelo en cuanto lo haya leído, es un recuerdo de familia.

Te tiende un viejo y mohoso manuscrito. Tiene los bordes amarillentos y llenos de puntitos negros, como si parásitos a lo largo de los años se hubieran dado con insistencia un festín. En la primera página aparece la siguiente inscripción: «Diario de James Fitz-Hugh».

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01/05/2013, 11:31
Director

Olmer os deja a solas mientras busca a la señora Seaforth. Estáis todos en el comedor.

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01/05/2013, 11:33
Paul Hoyt

El padre Hoyt con el rostro colorado por la fiebre tose y sonríe. Intenta ver el lado bueno de las cosas en las palabras de Collins. Quizá haya esperanza todavía de resolver el enigma de la muerte de Peter. En cuanto Steiffen se enciende el puro, se despide educadamente y sube a la habitación acompañado por Marlowe. Sus pulmones el día de hoy no están para aguantar el humo del tabaco. Una buena siesta y una manta le vendrán bien.

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01/05/2013, 12:14
Olmer Danoff

— Ohh Señora Seaforth! Es Ud. muy amable. Me encantan los diarios de otra época y no se preocupe que en cuanto lo lea se lo devuelvo. Y por supuesto que le estoy totalmente agradecido por lo que no dude en solicitarme para echarle una mano en lo que necesite, no sólo en la cocina. Ya sabe, arreglar algún grifo, cortar algo de leña... esas cosas que sabemos hacer los hombres educados.

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01/05/2013, 12:20
Olmer Danoff

—Disculpen, la Sra. Seaforth me acaba de prestar un diario de un antepasado en el que se detallan prácticas religiosas extrañas de los primeros hombres que habitaron la zona.

—Ahora que lo pienso, puede estar relacionado con las prácticas religiosas de los habitantes de la colina. Parece un documento interesante, es una pena que no esté relacionado con la investigación.

Me siento y empiezo a hojearlo con cuidado mientras continúa la conversación. Así de primera pasada busco ilustraciones sorprendentes y fechas que sitúen temporalmente el diario.

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02/05/2013, 00:27
Director

La primera pasada sitúa a Olmer en la Guerra de 1812, en el estado de Maine, muy lejos de Massachussets. No hay ningún tipo de ilustración, sólo texto. Con algo de paciencia busca la referencia que le dio la señora Seaforth, que lee despacio mientras la lluvia cae afuera:

 

5 de Junio de 1814

... los habitantes del pueblo fueron de lo más insolente y poco amistoso con nosotros, pero ordené a mis hombres que se dispusieran a pasar la noche en cualquiera de los domicilios de la gente del pueblo, según sus preferencias, sin darse por enterados de ninguna falta de cortesía por su parte. Yo mismo me alojé en casa del alcalde, sin ningún tipo de incidente.

 

9 de Junio de 1814

[Aparentemente Fitz-Hugh se refiere a los acontecimientos del 6 de Junio, que no tuvo ocasión de plasmar oportunamente por las razones obvias que se exponen a continuación]

Por la mañana me abstuve de desayunar, aunque el alcalde insistió sobremanera en que tomara algo, lo cual me pareció extraño puesto que la noche antes se había mostrado rudo y antipático. Finalmente se atravesó en el umbral jurando que no me dejaría abandonar su casa hasta que hubiera comido, ante lo cual le aparté de un golpe y me dirigí a inspeccionar a mis soldados.

En la plaza del pueblo sólo aparecieron cuarenta o sesenta de ellos, y envié a Broughton [el ayudante de Fitz-Hugh] a investigar sobre el paradero del resto. Antes de que regresara, unos cuantos del pueblo aparecieron armados con mosquetes y abrieron fuego, abatiendo a algunos de mis soldados. Nosotros no disparamos con nuestros mosquetes sino que cargamos a la bayoneta, dispersando a aquellos villanos después de una breve pero feroz escaramuza. Demostraron no ser capaces de medirse con nuestro acero, al igual que otros americanos con los que habíamos combatido. Entonces aparecieron más americanos armados también con mosquetes, y nos retiramos al Ayuntamiento, que era el edificio más grande de las cercanías, resistiendo allí durante la mayor parte de la mañana. Sobre el mediodía, los americanos cargaron contra el edificio y les rechazamos, inflingiéndoles graves pérdidas. Quedamos entonces disgustados y asombrados cuando los americanos expusieron los cuerpos de algunas docenas de nuestros soldados, a los que aparentemente habían envenenado y asesinado mientras descansaban inocentemente en sus casas. Los villanos habían mutilado y despedazado los cuerpos de tal manera que eran virtualmente irreconocibles. Agradecí a Nuestro Señor el no haber ingerido alimento alguno en casa del alcalde. Por la tarde Broughton y una veintena de soldados llegaron corriendo a través de la plaza, cogiendo a los americanos por sorpresa, e intentando evidentemente alcanzar la seguridad de nuestro edificio. Les animamos con gritos y disparamos sobre los americanos que intentaban impedirles llegar. En ese momento, quedamos asombrados al ver que el alcalde se plantaba en el centro de la plaza y empezaba a gritar y a gesticular a nuestros hombres, que avanzaban en buena formación a pesar de los esfuerzos que con los mosquetes hacían los americanos. Disparamos sobre el alcalde, pero nuestros tiros parecían no hecerle efecto. Mientras contemplábamos esto, Broughton empezó de repente a retorcerse de dolor, cayendo al suelo. A continuación otro soldado y luego otro más caían, mostrando los mismos síntomas. Descubrí entonces que cada vez que el alcalde acababa una serie de movimientos, otro de nuestros soldados mostraba síntomas de dolor, quedando incapacitado. Ordené entonces a mis soldados que dispararan únicamente al alcalde, quien fue traspasado por gran cantidad de balas en poco tiempo, cayendo a su vez al suelo.

En ese momento, media docena o más de nuestros hombres habían sido afectados, y esperé verles recuperarse de su aflicción, fuera cual fuera la que el alcalde les había provocado. Para mi asombro, los hombres heridos se pusieron en pie espásmodica y antinaturalmente, y tomaron las armas para atacar a sus compañeros, de forma vigorosa aunque torpe, debiendo aquéllos defenderse para salvar sus vidas. Nosotros no podíamos disparar puesto que estaban enzarzados en combate cuerpo a cuerpo, ni hacer una salida por temor a los mosquetes de los americanos. Brougthon y los hombres enfermos luchaban diabólicamente, y aunque eran menores en número y fueron prácticamente cosidos a bayonetazos, continuaban luchando con suma ferocidad hasta que se les rompía la espina dorsal, momento en el cual se desplomaban. En poco tiempo, todos estos hombres estaban muertos, y al menos una docena de sus compañeros, quedando sólo dos con vida. Los americanos salieron con rapidez y los mataron aunque nosotros disparamos e hicimos ademán de salir para intentar impedirlo.

Poco antes de la puesta de sol, los americanos formaron en la plaza del pueblo, tras una barricada construida con muebles, piedras y otros materiales. Tras esta defensa, podíamos oírles entonar himnos y cánticos, que no eran ni en inglés ni en latín, y sin que yo pudiera determinar de qué idioma se trataba. Los cánticos continuaron durante algunos minutos, y entonces un gran Ser apareció entre ellos. Tan horrible era ese demonio de los abismos que muchos de mis hombres se desmayaron, y yo mismo quedé fuertemente afectado. Era grande y negro, con extremidades amorfas, y una gran boca abierta. Reconociendo nuestra incapacidad de medimos con semejante ser, puesto que no teníamos sacerdote ni capellán, huimos del edificio sufriendo graves perdidas por parte de los francotiradores americanos, pero logrando alcanzar la carretera donde nos reunimos con el Mayor Wittington y sus hombres.

Recomendé al Mayor que nos dirigiéramos de inmediato al mencionado pueblo para limpiarlo de toda oposición pero no le informé de nuestras macabras experiencias. El Mayor quedó muy impresionado por mi relato de la perfidia del alcalde y fuimos allí al día siguiente, es decir, el 7 de Junio. Aunque vigilé temerosamente los edificios, no apareció ningún demonio, y arrasamos el pueblo sin problemas matando a muchos de sus habitantes. Aunque aparentaba ser un lugar bastante próspero, no encontramos grandes cantidades de oro ni de plata. ¡Que Dios se apiade de mi alma!

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02/05/2013, 09:32
John Kellemport

 

¡Joder! Un relato que pone los pelos de punta... - comento sin alegría en mi rostro. - Me pregunto cuánto de lo que pone ahí será cierto... - con la mano izquierda me rasco un poco la barba de tres días que ya empieza a picar en mi rostro.

Por un lado Collins tiene razón, no creo en las coincidencias, así que algo raro hay que relaciona todos esos hechos. Puede que el hermano del padre Hoyt descubriera algo acerca de Freygan, el trampero y esas criaturas de las colinas... Pero necesitamos pruebas. Ese Aullador Silencioso podría ser la criatura que se describe en el diario... pero aún es pronto para decir nada. Les recomiendo que si vuelven a encontrarse con Marston y alguno de esos habitantes de las colinas no coman o beban nada que les ofrezcan - seguro que sueno paranoico pero joder, es lo mejor que podemos hacer.

Giro mi vista hacia Palance durante apenas un segundo... el hombre parece que piensa y actúa como yo en muchas ocasiones... Y Marlowe parece convencido de haber sido el único en percatarse de la escapada de Palance hacia la choza... no seré yo quien le saque de su error.

- Nuestro próximo paso lógico debería ser el manicomio... y con mucho cuidado de lo que digamos a Freygan. -