Partida Rol por web

La posada de la sirena se encuentra situada en Broad Street, en el corazón del distrito de Cheapside.

(Cheap, en inglés medieval significa mercado, y no barato)

Tras cruzar el puente, y en dirección NE (hacia Whitehall) se encuentra este concurrido barrio comercial, una de las zonas mas frecuentadas de Londres.

La posada es de pequeño tamaño, y presenta un buen aspecto. Son cerca de las 19 horas y el local bulle de actividad. Un persistente aroma a carne asada, a ginebra añeja y a cerveza casera penetra en vuestras fosas nasales haciendo que vuestro estómago ruja demandándonos un poco de atención.

Varios bancos de madera en torno a tres grandes mesas, y varios barriles en el fondo del local componen el mobiliario de esta concurrida taberna.

Un gordo y calvo posadero y una joven muchacha entran y salen constantemente de la puerta del fondo con escudillas y jarras de madera de espumosa cerveza o incolora ginebra, así como con platos repletos de carne asada o guisada.

- Seguro que están de acuerdo conmigo en que un poco de esa comida caliente no interrumpirá demasiado nuestras investigaciones.

Me relamo al olfatear el delicioso aroma de la carne y por un momento me olvido de todo lo que ha pasado en las últimas horas.

- Además, de esa forma llamaremos menos la atención

- Realmente serán mis tripas las que empiecen a reclamar la atención del local con sus rugidos si no las acallo con algo de comer. ¡Y rápido!

dicho esto se sienta en una mesa libre no demasiado cerca de la puesta pero tampoco demasiado aislada, una desde la que se pueda ver la mayor parte posible del local. Sentado levanta la cabeza y estira el cuello, como para buscar al camarero, cuando se establece contacto visual levanta una mano y exclama:

- ¿Nadie atiende aquí a tres caballeros deseosos de aligerar sus bolsas a cambio de comida, bebida y diversión?

El grupo se sienta en un rincón en una de las tres grandes mesas, y el posadero no tarda en acercarse para recibir a sus huéspedes.

Naturalmente, naturalmente, amigos. ¿Cerveza y carne para todos? dice mientras localiza tres jarras en un estante cercano y se dispone a llenarlas del brebaje que gustéis para acompañar el nocturno ágape.

Instantes después se acerca con una fuente repleta de salchichas, costillas y gruesas lonchas de carne de vaca y vuestras consumiciones.

¡Carne de primera, caballeros! Recién traída de la granja de un primo que tengo en Abbostford

Willfred nota su boca plena de humedad al olfatear los deliciosos aromas de la taberna y al ver la comida no puede hacer otra cosa que avalanzarse educadamente sobre la misma y comenzar a llenar su vacío estómago.

-Esto es lo malo de haberse acostumbrado a comer todos los días... es lo que tiene el éxito.

-Por cierto, tabernero, no habrá visto por aquí a nuestro buen amigo David Moore...

¡El Gran David Moore! sonríe el posadero al escuchar su nombre. Por desgracia me suena haber oído que estaba en Santa María. Y la Ggente no suele salir de allí con facilidad. Ni siquiera los genios como él. Aún recuerdo alguno de sus himnos...

Seguidamente se pone a entonar con una buena y afinada voz:

El Rey viene ante mí, envuelto en oros
Sus bendiciones cantan en mi alma.
El Rey viene ante mí, con el brillo de los cielos
para elevarme bajo su manto

David Moore era un habitual de mi taberna. Pero ya hace 6 meses de la última vez que le vi. responde apesumbrado.

Santa María. Quizás se refiera a Santa María de Belén, el loquero de Bishopsgate Street.

La cuadrilla mira hacia el tabernero, que se queda un poco cortado al descubrir que no le preguntáis nada, pero no obstante el hombre debe de estar poco ocupado y con ganas de charlar.

En Santa María, en efecto. Santa María de Belén, en Bishopsgate. ¡Qué gran pérdida de una brillante y artística mente para los que le admirábamos! Aquí era muy querido, pero claro, debía de estar muy alterado. La última vez que vino hablaba a gritos y se sentó solo y taciturno en este rincón de la mesa donde están ustedes ahora. Tenía la cara cortada y manchada, como si hubiera estado peleándose... Se bebió una jarra entera de ginebra mientras hablaba consigo mismo, sobre un tal Joseph, que imagino que fue el tipo que vino a llevárselo a casa cuando ya había cerrado el local, y otro tipo al que apodaba "el holandés". Pensé que estaba loco, porque cuando le pregunté si estaba bien se puso a reirse de un modo completamente incontrolado.

- Gracias por la información. Desconocíamos su paradero desde hacía tiempo, y por eso estábamos intrigados. Eso lo explica todo.

-Santa María... creo que deberíamos visitarle, pobre hombre... Como una mente tan preclara puede romperse de una forma tan grande, dejándonos a los demás desamparados...

William se queda pensativo taciturnamente...

Bueno, parece que estamos en una buena pista, este personaje también enloqueció, y habla del holandés y un tal Joseph... veamos  si guarda relación con lo que tenemos entre manos.

Si, puede que allí le puedan encontrar. Le echamos de menos. Siempre me gustó ese tipo: nunca tenía problemas en pagar, no se metía en líos y hacía que el negocio fuera mejor para todos.

De hecho lo estaban comentando ese señor que vino a buscarle aquella vez: un tipo alto, bien vestido... un cortesano sin duda, que imagino que es ese tal Joseph del que hablaba el maestro Moore. Y su interlocutor puede que sea aquel que Moore llamaba "el Holandés", porque algo de acento extranjero si que tenía.

Curioso, un tal Joseph Barker, un tipo alto y bien vestido, un cortesano... cada vez que alguien habla de ese Joseph hace que el nombre te suene mas y mas familiar, como si ya lo hubieras oído antes, aunque no consigues recordar dónde.

- ¿Holandes? ¿Como nuestro desaparecido joyero? Si no fuera por la cantidad de cosas extrañas que he visto hasta ahora pensaría que es demasiada casualidad...

Lester se dirige a sus compañeros en un tono claramente preocupado.

- Cada vez que tenemos una pista alguien nos la ha quitado de las manos, un murto, varios desaparecidos, un literato que no quiere hablar...

Dirigiéndose al posadero añade...

- No se suele acabar en Santa María por voluntad propia. ¿Sabéis si alguien le denunció? ¿Se le puede visitar?

Joseph Barker, J.B. todo vuelve una y otra vez.

El rey de oro, el rey amarillo...

- Ah, y una cosa más. ¿Recordais sobre qué hablaba solo? ¿O quién le hizo las heridas?

¡Ah mi buen señor, ójala lo supiera! A su última pregunta no podría responderle con mucha precisión, pues yo estaba también ocupado y no podía escucharle claramente. Solo hablaba y hablaba de un modo casi ininteligible. Pensé que estaba componiendo algo, porque hablaba del pozo de Escila. Mira hacia Salisbury resabiado y se las da de docto añadiendo:
Escila, la del mito griego, ya saben. Claro, que también hablaba de ese tal Joseph y del Holandés. Pero no pude entender nada de lo que decía, salvo ese par de nombres sueltos.

Ignoro como se hizo las heridas, pero parecía que se había peleado con alguien. Quizás con ese tal Joseph. No se si fue ese Joseph quién le llegó a internar alli, en santa María. ¿Les importa si me siento con ustedes un rato? dice depositando las jarras de alcohol sobre la mesa ante vosotros y sirviéndose una aprovechando que ahora no tiene mucho que hacer.

No se si tendrá algo que ver, pero esa noche todo el mundo se había ido ya a casa, salvo Moore, y yo estaba ya preguntándome como sacarle de mi taberna, porque tenía que cerrar. Moore insistía en que esperaba a alguien y que no iba a moverse del sitio. Entonces apareció ese caballero de nombre Joseph. Tras una breve charla, el caballero Joseph ayudó a levantarse a David, aunque este no quería ir con él. Joseph casi tuvo que sacarle a rastras mientras Moore no cesaba de repetir "déjame Joseph, que no puedo continuar"

Y a su primera pregunta, de sobre quién lo internó en Santa maría, no sabría decirlo con exactitud. Quizás simplemente decidió ir por su propio pie, o quizás alguien le llevó. Quizás el propio Joseph. El caballero Joseph volvió por aquí hará como unas tres semanas, junto a un caballero tan bien vestido como él y de acento extranjero. Hablaban en voz baja, pero mientras les servía la cerveza pude escuchar parte de su conversación. ¡Y hablaban de Moore y de Marlowe! Decían que Moore era tan débil como el maestro Marlowe y el extranjero se reía, diciendo que el mejor lugar para él era Santa María.

Ignoro si se le podrá visitar en Santa María. Pueden preguntar allí.

Cita :

- Vaya, parece que William no fue el único que quiso retirarse del asunto, claro que a él le fue mejor que a nuestro amigo

Lester sigue escuchando al tabernero, con extrema atención.

Cita :

Levantando la cabeza busca a su alrededor a alguien con dotes de dibujante. Si lo localiza, lo llama, lo invita a unirse a su mesa y le sirve un poco de vino.

- Nos gustaría pedirte un favor aprovechando los dones con el carboncillo que posees. Y será tu oportunidad de ganarte unas monedas rápidamente, jejeje.

Y dirigiéndose al posadero continua exponiendo su idea.

- Descríbele a nuestro amigo lo más fielmente posible a Joseph y a su acompañante extranjero, quiero que el trate de, siguiendo tus instrucciones, hacerles un retrato. ¿Podreis?

-Lester, sois un genio, de esa forma tal vez encontremos a los que vieron antes de internar a nuestro buen Moore. Y siendo tan extraños seguro que usted se acordará perfectamente de como eran ambos caballeros. - Dice Willfred hacia el tabernero.