Partida Rol por web

La princesa de la noche y su leal servidor se apartaron a uno de los de los balcones de palacio que se levantaba sobre  los jardines del príncipe. Unas nubes amenazadoras cubrían el cielo y amenazaban con una inminente tormenta y faltaba poco para el sol se pusiera cediendo paso a la oscuridad.

Un momento antes de empezar la conversación miraron tras sus espaldas prevenidos contra los curiosos y por un momento pudieron ver la cabeza de Peter Pan que, colgando del techo, los estaba espiando tras la puerta.

El rey maldito, sospechando que algún otro invitado hubiera seguido a Peter Pan, inspeccionó a conciencia las inmediaciones del balcón. Parecía que por allí cerca no había había nuevos intrusos excepto aquel extraño conejo blanco que se agazapaba detrás un jarrón de porcelana y que observaba tranquilamente la escena moviendo sus bigotes. 

- ¿S-s-e intenta librar de mí M-m-majestad? - agaché las orejas mostrando mi pena - no intente no verme que aquí siempre estoy. Y aunque algunas veces no me note, a su lado me hallo o más bien en su interior. Aunque no me crea mi loco y triste mi Rey. P-p-pero ahora me callo y le dejo proseguir. - inspeccioné el balcón - M-me-m-me pregunto que habrá dentro de este j-j-jarrón. - dije escuetamente.

Camino hacia el balcón, lenta, pero elegante al lado del viejo. Cuando llegamos,me asomo a la barandilla y observo los preciosos jardines del palacio. El césped recién cortado, las fuentes delicadamente distribuidas aquí y allí. Flores, cantidad de flores, de todos los colores imaginables, por doquier. Sonrío un instante recordando mi bosque y mi vida pasada cuando sólo era una dulce e indefensa niña. -Hace tanto tiempo de aquello...-

Tras un suspiro, levanto la mirada y observo los últimos rayos de sol, cubiertos por unas gruesas y oscuras nubes de tormenta. Hace un momento que hemos llegado y aún ninguno de los dos ha pronunciado palabra alguna. Me giro para comenzar a comentarle a Midas mis temores, cuando lo veo. Una pequeña cabeza asoma desde la parte superior de la puerta.

El maldito niño está espiándonos -Será posible...-.

Arqueo una ceja y lo miro fijamente unos segundos luego hago una reverencia burlona y exagerada mirándolo.

-Está muy feo espiar Peter, sabes que detesto que lo hagas... Ven aquí que ya te hemos visto-

¡¿En qué estaría yo pensando?!, niño temperamental e inmaduro, además ¿qué demonios está haciendo aquí?. Debería castigarle para que aprenda, pero le necesito, quizás más tarde. Niego con la cabeza exasperada, espero a que se acerque y comienzo a hablar en voz baja procurando que sólo puedan oírme ellos dos.

-Escuchadme bien porque no lo voy a repetir... estamos en peligro. No sé qué demonios está ocurriendo aquí, pero corremos grave peligro, sé que alguien intenta matarme, pero no tengo ni idea de quién puede ser y vosotros os ocuparéis de averiguar la identidad de esa persona, bicho, muñeco, bestia, lo que sea y deshaceros de él. Me da igual lo que cueste, como si el valor son vuestras vidas. ¿Me comprendéis?-

-Tú-, digo señalando a Midas, -Permanecerás a mi lado en todo momento y si observas algo raro haz lo que tú sabes con esas manitos tuyas -.

-Y tú- Añado mirando a Peter, -Empieza por comportarte, no toleraré otra escena como la que montaste con Garfio y tampoco aguantaré que me digáis con quién debo o no debo hablar o divertirme, ¿Entendido?. Bien, aclarado esto, escúchame bien, volarás, espiarás, haz lo que tu pequeño cerebro de entrometido mejor sabe hacer, averigua quién es el que intenta asesinarme y mátalo. ¿De acuerdo?-.

-Y, para terminar, ambos trabajaréis juntos, no quiero peleas ni numeritos, es de vital importancia que esto salga bien o estaremos todos muertos-.

Suspiro y me vuelvo a girar para contemplar el atardecer. -Yo tengo que ocuparme de otros asuntos...- ¿Quién me envió la maldita invitación?, ¿De quién es esa extraña voz que me atrajo?, ahora ha enmudecido, pero el dueño está aquí, debo averiguar quién es-. Aprieto los puños tan fuerte por la rabia, que si me corriera sangre por las venas estaría derramándola.

Niego con la cabeza y me vuelvo para mirar a mis ciervos. -¿Alguna duda?-.

El Rey Midas siguió a Su Reina como un corderillo, sentía como si flotara en el aire y volara lejos de todos aquellos años de soledad. !Que maravillosa era Blancanieves! Tan bella, tan encantadora !Qué saber estar! El Rey maldito avanzó delante llegando hasta la barandilla del balcón, el aire fresco le hacía sentirse pletórico o tal vez formaba parte simplemente del influjo de Blancanieves. 

-!Tú! -espetó apuntando con el dedo en dirección a Peter Pan- !No te escondas rufián!

El anciano caminó decidido en dirección al niño volador con en gesto serio y tenso del padre que va a tirar de las orejas a su hijo. ¿Y si aquel niño fuera el asesino?!No podía permitirlo! El anciano interpuso su cuerpo entre Su Reina y el niño volador !antes muerto que permitir que le sucediera algo a Blancanieves!

El Rey miró al conejo girando su cabeza con mirada asesina mientras se llevaba la mano a su guante derecho...

Bien,Midas creo que estas alucinando...o tal vez...!Conejo!!No huyas! Si eres yo, entonces quiere decir que...¿deseo la muerte del Príncipe? Siiii...ese pomposo, jamás me perdonó la muerte de mi hija...estaba destrozado y el me miraba con desprecio !Bastardo!

-Escuchadme bien porque no lo voy a repetir... estamos en peligro. No sé qué demonios está ocurriendo aquí, pero corremos grave peligro, sé que alguien intenta matarme, pero no tengo ni idea de quién puede ser y vosotros os ocuparéis de averiguar la identidad de esa persona, bicho, muñeco, bestia, lo que sea y deshaceros de él. Me da igual lo que cueste, como si el valor son vuestras vidas. ¿Me comprendéis?-

La idea de convertir a aquel crio impertinente en una estatua de oro sonaba como música de arpas y liras en la cabeza del Rey. Se coloco el guante bien mirando con suspicacia al muchacho e interponiendo aún su cuerpo entre el espía y la Dama pero sin la intención asesina de un principio, por el momento...

-Tú Permanecerás a mi lado en todo momento y si observas algo raro haz lo que tú sabes con esas manitos tuyas....y tampoco aguantaré que me digáis con quién debo o no debo hablar o divertirme, ¿Entendido?.

El anciano dio un paso lateral colocándose al lado de Blancanieves ¿Estaba el crio compinchado con Su Reina? El Rey maldito no salía de su asombro, quedó en silencio con el rostro sombrío.

-Si, mi señora -contestó Midas de forma sumisa

- E-e-entonces es cierto. Y-y-yo sabía porque S-s-su M-m-ma-majestad lo intuía. El pasado tramó nuestro futuro fin. El pr-príncipe ha organizado un matadero disfrazado de banquete. La fiesta a-a-acaba de empezar y la comida pronto va a servirse. O-o-oh...

Desparecí conteniendo mi respiración.

Pude sentir la presencia de la Bestia no muy lejos de allí. Guardé mi reloj para mitigar su ruido y me dirigí a la sala del té en silencio para no ser visto.

 Al oír que lo llamaban, Peter comprendió que había sido descubierto. Sumiso, bajó volando hasta la posición de los dos reyes (blanca ella y dorado él) en el balcón de palacio. Ignoró las bravatas del rey, aunque puso cuidado en  mantenerse lejos de su mano desenguantada. Tenía respeto a su poder. Se centró mejor en las confidencias de la Reina Blanca. Cuando terminó, Peter se arrodilló en el suelo, ante ella.

- Se hará como ordeneis, mi reina. Sabeis que yo os debo la vida... o lo que sea. -dijo negando un instánte con la cabeza, pero se repuso, levantó el rostro, mirándola a los ojos y añadió - Sin embargo, hay una cosa que necesito saber... satisfaced mi curiosidad de niño, por así decirlo.... ¿Qué hace Garfio aqui? ¡Yo lo maté! Sé que lo maté..

 Desesperado, perdido como un niño en un asunto que le viene grande, por las mejillas de Peter Pan rodaban rosadas lágrimas. Sin embargo, él mantenía la mirada en los ojos de la Reina.

Procedo a cambiarte de sala, conejo.

Satisfecha con la respuesta de mis fieles sirvientes, sonrío ampliamente. Pero la pregunta de Peter me provoca curiosidad, me acerco a él y acaricio sus finos cabellos.

-Querido niño, ¿Estás completamente seguro que acabaste con la vida del capitán?...- Permanezco pensativa un instante y  comienzo a apretar mi agarre tirando de sus cabellos, me agacho y entredientes añado, -Si lo has matado y está aquí por algo será, quizás no hiciste bien tu trabajo. Tendrás que averiguarlo. Espero que te deshagas realmente de nuestro "asesino" y no lo dejes como a Garfio, asegúrate que muere- suelto sus cabellos y me aparto del chiquillo, -Ah!, y hazme un favor a mí y a todos... No seas tan impulsivo, no le retes a duelos cada vez que lo veas, sé listo mi querido niño, sé listo...acaba con él si quieres, pero no armes un escándalo...-

Suspiro y vuelvo a observar las puertas hacia la sala de invitados. -Ahora queridos, si no tenéis nada más que decir... A TRABAJAR-.

Me acerco a Midas y enrosco nuevamente mi brazo en torno al suyo y me dirijo nuevamente al interior.

-!NO!

Midas pegó un brinco antes de que la Dama le tocara evitando tocarla. El anciano Rey se apoyó sobre la barandilla del balcón  mirando al suelo con gesto turbado y negando con la cabeza.

Lo he hecho...lo he hecho otra vez...otra vez no...no no no no !NO!

El Rey maldito fue levantando la vista poco a poco, saliendo de su celda mental, una sonrisa desangelada de alivio se dibujó en su rostro, había sido rápido. Se alejó de la barandilla y se alisó las ropas colocando cada cosa en su sitio, ropas, barba y la corona que se le había quedado un poco ladeada por el susto.

-No me toquéis por nada del mundo. -espetó con una fuerza inusitada para hablarle a Su Reina- Por vuestro bien...-y después del ímpetu vino de nuevo la sumisión- Soy peligroso y no quiero haceros daño por nada de este mundo...y dado mi poder, todo roce es innecesario y peligroso.

Se colocó cerca de Su Reina con la cabeza cabizbaja y el rostro sombrío. Su maldición era la raiz de todos sus problemas y en aquel instante todo el peso de esa carga cayó sobre los hombros del anciano, algo tan simple como un roce...un roce...!y que decir de un cochino beso!  

Jajaja. Cuidado Blancanieves. El más mínimo roce te convertirá en una bonita estatua de oro. Yo no me fiaría de que su túnica sea realmente impermeable.

Esto no es química, Blancanieves, es una oscura maldición que afecta a los vivos (y a los no-muertos).

Volvéis a la sala de invitados.

Como supongo que Peter no se querrá quedar solo en el balcón a tomar el fresco, se vuelve con vosotros.