Partida Rol por web

A las cinco de la tarde los fuegos artificiales iluminaron los jardines de palacio y las primeras carrozas empezaron a llegar a la boda del Príncipe Azul con aquella misteriosa plebeya que lo había cautivado durante el baile de gala. El pueblo se concentraba a ambos lados de la alfombra roja que cubría la escalinata de palacio para contemplar los elegantes vestidos de los afortunados invitados que tendrían la suerte de poder asistir al enlace real.

- ¡Larga vida al príncipe azul!

- ¡Larga vida a la princesa Cenicienta!

Todos parecían entusiasmados por el matrimonio que traería nuevos vástagos al reino de Fantasía menos un joven que contemplaba toda aquella parafernalia con una mueca de desprecio.

La boda se iba a celebrar a medianoche, pero antes de la ceremonia tendría lugar la recepción de honor, el momento ideal para que las invitadas presumieran de sus vestidos y chismorrearan sobre lo ordinarias que eran las demás y para que los hombres fanfarronearan de sus hazañas ante quien tuviera la paciencia de escucharlos.

A pesar del esfuerzo de los novios para presentar a todos los invitados, en la sala se formaron varios corrillos, fruto de antiguas rencillas y enemistades. La orquesta de palacio tocaba una animada melodía de fondo y los lacayos del príncipe correteaban de un lado a otro ofreciendo champán y canapés.

El Gato con Botas, jefe de la guardia de palacio, se encontraba en aquel momento en la puerta expulsando de la ceremonia a un niño de madera que se había colado sin invitación cuando escuchó los gritos de Alicia desde los pasillos de palacio:

- ¡Han asesinado a Bella!

El caos se formó pronto en la sala. La joven Gretel caía desmayada al oír la noticia y el jefe de la guardia cerró las puertas de palacio para que nadie pudiera escabullirse de allí. El cadáver de Bella yacía brutalmente desgarrado con las marcas de los violentos zarpazos de una fiera, lo cual apuntaba hacia un claro culpable.

Había tomado la delicada mano de su hermosa prometida e inclinado junto a su oído seguramente para alabar lo arrebatadoramente hermosa que se encontraba, confiando que el alegre parloteo de los invitados guardara sus palabras tras un velo de discreción cuando el grito perturbó la paz y la alegría reinantes en la recepción.

- ¡Han asesinado a Bella!

El Príncipe alzó la cabeza en dirección al grito tensando la mandíbula y un brillo de alarma en las pupilas.

¿Cómo es posible...?

-¡Capitán!-ordenó con voz rotunda, el Gato con Botas sabía como proceder, no eran necesarias más palabras. Besó la mano de Cenicienta a modo de tranquilizar su ánimo y esperó a la reacción de los invitados dispuesto a poner paz... o a ordenar que se impusiera.

Me encontraba tomando una copa de vino tinto, un tanto apartado del resto cuando ohí un grito.

- ¡Han asesinado a Bella!

Alarmado y curioso me acerqué y contemplé la figura de Bella con asombro.

-Mas vino Señor Smeeth... -Dije antes de recordar que ya no estaba a mi lado.

El lugar era precioso y casi senti verguenza de como iba vestida yo ante lo deslumbrante que lucian los demas .Realmente, me excuse a mi misma, no creia que la boda fuera a ser asi de lujosa pero ya que estaba alli no tenia tiempo para cambiarme de otra manera.
Senti una cierta inquietud antes de entrar pero me quite mi capa negra, me alise el vestido y subi la cabeza. Tenia que entrar y punto.

Justo antes de entrar a la sala mis ojos se iluminaron

-Gato!-

Un instante después tropecé todo se volvió negro y senti un fuerte dolor al dar mi cuerpo contra el suelo de la escalinata.

Cenicienta sonreía dichosa. Llevaba el vestido perfecto, el peinado perfecto, las alhajas perfectas y, por supuesto, los zapatos (de cristal) perfectos. Incluso su prometido era perfecto, y sólo faltaban unas horas para que toda su vida fuera más que perfecta. ¿Qué podría ir mal?

Echó una visual a los invitados de soslayo, con la mano de su prometido en la suya y sus labios junto a su oído para susurrarle, seguramente, palabras de amor. Podía notar el ambiente cargado de envidias, celos, rencor,... Pero ella sonreía a pesar de todo, porque era un momento mágico. ¡Era su momento! Pero todo cambió en sólo un instante.

Cita:

Cenicienta se quedó paralizada, su cara palideció, temblaba. Los ojos se le humedecieron y las lágrimas caían por sus mejillas raudas. Ni siquiera notó el beso de su prometido en su mano, ni siquiera se percató de lo que ocurría a su alrededor. Estaba desconsolada, todavía no se lo creía. Su mejor amiga estaba muerta. Bella ha muerto.

Aprovechando la confusión y mi baja estatura, me escabullí entre la gente para evitar que el gato con botas me volviera a ver. Tenía fascinación por las fiestas, y estar allí me recordaba como jugar con los niños, dada el buen ambiente que reianaba hasta que se escuchó el grito por el asesinato de Bella. Un poco agazapado me acerqué entre varios hombres a primera fila para observa el cuerpo moribundo de Bella.

"No soporto los cadáveres. Ya tuve una mala experiencia en el pasado y no la quiero volver a pasar" pensaba para mi. Observando entre el público vi al gato con botas, y decidí retirarme de allí silenciosamente, para evitar que me viera. Me quedé detrás de una columna alejado un poco de la multitud.

Después de cerrar las puertas, el gato con botas se dió la vuelta y observó el panorama. La gente se había situado formando un semicírculo alrededor del cadaver. El asesinó estaba en la sala, y las marcas de zarpas solo podían ser de un invitado...

-Que el culpable de un paso al frente, si ha sido tan valiente como para asesinar en este día, que lo sea también para dar la cara.

-Bestia! Muestrate para ser detenido en este instante, o atente a las consecuencias

-¿Como se atreve a asesinar a Bella en medio de la boda del príncipe y cenicienta? Espero que no se resista, ya hemos tenido suficiente espectáculo por hoy

"Ese maldito conejo... ya lo había visto, en el castillo de Bella." me dije a mi mismo mientras volvía al salón de invitados. Se me había escapado de nuevo. ¿Qué quería de mi? 

De nuevo en el salón, decidí servirme una copa de brandy y sentarme en un rincón mientras esperaba a mi amada. Dónde se había metido también era un misterio; no la veía desde que entramos en el castillo. Di un gran trago a mi copa y me quedé mirándola, absorto en mis pensamientos.

Los gritos de los presentes me despertaron de mi ensimismamiento. Me levanté de mi asiento y me moví junto con la multitud.

Y entonces lo vi.

El cuerpo de Bella, mi señora, en el suelo. Me quedé paralizado; ¿acaso estaba teniendo una pesadilla? ¿era una broma de mal gusto quizá? Noté un dolor fuerte en el pecho. Me acerqué más a su cuerpo y me arrodillé. — Be...Bella... —dije, entrecortado. Hice el amago de tocarle sus heridas, pero tenía miedo. Retrocedí un poco, como un cachorro asustado; podía notar que era el centro de todas las miradas. Debía de demostrar mi inocencia primero para después encontrar al verdadero asesino y hacérselo pagar.

— Bestia! Muéstrate para ser detenido en este instante, o atente a las consecuencias.

— No... ¡No he sido yo! —dije tratando de defenderme de su acusación, aunque sabía que mi credibilidad era nula. Miré a la multitud para buscar a algún aliado, pero me encontraba solo.— ¡Tenéis que creerme! Yo jamás... ¡Yo jamás mataría a mi amor!

Parece que al fin ha llegado el día... Me coloqué próximo a la pareja nupcial, no quería perderme ni un momento de la ceremonia. Al parecer, el príncipe va a decirle alguna galantería a su prometida, que no podré escuchar. No hay duda de que están alegres.

Todo se interrumpe.

- ¡Han asesinado a Bella!- Escucho, y los invitados se conmocionan. En mi caso, a la sorpresa y la repugnancia por el crimen se une un inevitable interés por el suceso. Todo puede cambiar de repente. 

Gato no pierde el tiempo. Siempre tan eficaz... Me aproximo a la pareja.

A Príncipe: -Alteza, creo que lo mejor es que acompañéis a vuestra adorada prometida a un lugar apartado. No es una imagen grata para una joven sensible. En realidad, tampoco para los invitados. Es realmente terrible que ocurra un hecho tan lamentable, y más en una fecha tan señalada.

¿Qué puede haberle sucedido a Bestia? Hacerle esto a Bella, en un lugar lleno de gente. O se trata de un rapto de locura, o... es un crimen absurdo. Lo niega. Umm...

Me coloco al lado de Bestia. Culpable o no, el era mi amigo y desde luego no pensaba dejar que un minino de tres al cuato con ansias de espadachin le metiera entre rejas.

-No teneis ninguna prueba contra el, y ¿ya le acusais? ¡Pardiez que no lo consentiré!- Me giro y le miro las manos.- No estan ensangrentadas. No pudo ser él.

Llevo mi mano a la empuñadura de mi espada para recalcar mi convicción.

!Cuanta paciencia y cuidado estaba teniendo el pobre Midas! Rodeado por la enloquecedora masa, tanta gente, tantos personas inocentes a los que condenar en un roce descuidado. Un rey maldito donde los hubiera, ese era Midas, envuelto en su manto, único rey de su solitaria montaña de oro. Había comenzado una búsqueda aquella noche y de nuevo sería Midas "el Magnífico" aunque por una noche solo fuera...Por su Reina, su todo, su luz...

- ¡Han asesinado a Bella!

Para cuando sonó la noticia ya hacía rato que el pobre Midas se había caído de culo por la escalera de la locura. Presa del enloquecedor tic tac del reloj y el gentío ¿Quién era ese conejo?¿Por qué le miraba de aquella manera?¿Es que nadie le veía?¿Quién era ese?¿Que hacía hablándole a MI Reina?¿Por qué te sientes tan solo Midas...? No lo sé pe.pero...!ya no lo quiero!!No quiero estar solo! No lo iba a estar, claro que no estaría solo, iba a estar junto a su Reina e iba a protegerla a toda costa.

Entro al palacio elegante, con la cabeza en alto, observándolo todo al pasar. La pareja se veía feliz y los invitados se arremolinaban en corrillos.

Tras un ligero vistazo entre los invitados, decido acercarme al Capitán Garfio, quién se encontraba apartado del resto. No lo conozco personalmente, pero para esto son las bodas ¿no?. Cuando me aproximo a su lado, un golpe seco llama mi atención, me giro rápidamente para darme cuenta de que quién lo ha causado, es el niño ese que no crece, el niño al que llaman Peter Pan. Lo observo fijamente unos segundos y cuando voy a volver la vista para entablar conversación con Garfio, una niña rubia entra agitada en la sala.

- ¡Han asesinado a Bella!

Sorprendida, llevo mis manos a la boca y niego con la cabeza.

-Por dios-.

Retrocedo un par de pasos para observar lo que ocurre a continuación.

El capitán de la guardia real nos encierra a todos y revela que el culpable no es otro que Bestia, la pareja de la muerta. Una niña cae desmayada al suelo. Garfio camina rápidamente hacia allí y niega que el presunto culpable lo sea. Murmullos se oyen alrededor de la sala, pero nadie dice nada claro.

Camino lentamente hacia Alicia, la niña rubia.

-Habla niña, ¿Estabas allí?, ¿Has visto quién ha sido?-

Jamás había visto a tanta gente concentrada en un lugar. A pesar de que ya era de noche, el palacio resplandecía intensamente como una mañana veraniega, no sólo por los ajuares y los atuendos de los pronto recién casados, sino que también por aquellas sonrisas radiantes de sus invitados. Más que una boda parecía un baile de máscaras en el que la música y el reloj marcaba un tempo distinto para cada uno de sus invitados. Me movía de un lado para otro y olfateaba cada esquina de aquel lugar sin ser visto. Algo iba a pasar y pronto, o tarde, o a su debido tiempo, pero iba a suceder esta noche. Apenas transcurrieron unos minutos de mi propia reflexión cuando se oyó una voz dando la alarma. Era Alica asegurando que Bella había sido asesinada. De repente reinó un caos entre los asistentes, algunos se desmayaron y otros corrían intentando encontrar una salida por donde escapar de ese horrible lugar donde se había cometido un crimen. Pocos fueron los valientes en conservar la calma y alzar la voz. Es mi turno... - pensé sin vacilación.

-No teneis ninguna prueba contra el, y ¿ya le acusais? ¡Pardiez que no lo consentiré!- 

- No estan ensangrentadas. No pudo ser él.

-¿Quién más podría dejar esas marcas en su cuerpo? ¿Acaso vos escondeis garras bajo la capa?

No entendía como ese hombre (creía recordar que se llamaba Garfio) negaba lo evidente, nadie más podía ser el culpable.

-Es cierto que sus garras no están ensangrentadas, pero tampoco sabemos cuanto tiempo ha estado el cuerpo ahí antes de ser encontrado.

-Alteza, creo que lo mejor es que acompañéis a vuestra adorada prometida a un lugar apartado. No es una imagen grata para una joven sensible. En realidad, tampoco para los invitados. Es realmente terrible que ocurra un hecho tan lamentable, y más en una fecha tan señalada.

-Alteza, es cierto que no es una imagen agradable, pero no creo que lo mejor en este momento sea que nos separemos, si me permite el comentario

-Habla niña, ¿Estabas allí?, ¿Has visto quién ha sido?-

No tenía intención de dejar salir a nadie de alli de momento, al menos hasta que se aclararan algunas cosas, pero no podía negarle nada al príncipe o a Cenicienta. Confiaba en que el principe fuera sensato y permanecieran todos en la habitación.

Bestia parecía sorprendido con el asesinato, pero ¿como?, El era el único culpable posible.

Hasta el momento solo Blancanieves había pensado en Alicia, ella podría haber visto algo.

-Alicia, dinos, ¿sabes si ha sido Bestia?

Algo asustado por vermelas de nuevo con el gato, ya que no estaba invitado, cojo fuerzas y saliendo de la columna me redirijo hasta donde estaba la multitud y el cadaver. El ruido de mis pasos hicieron que algunos invitados giraran la cabeza hacia a mí.

Tengo que hacer algo. Mi padre Gepetto siempre me había enseñado decir la verdad por delante, el ser honrado y tener eduación. Esos valores los tenía grabados, pero muchas veces, dejado por mi sencillez, era facil de embaucarme y acaba haciendo cosas malas. No conocía a Bestia, pero había escuchado muchas cosas suyas y de como de feliz trataba a Bella, y de lo enamorado que estaba, a pesar de su físico. No podía ser el, almenos no habían pruebas que lo involucrara.

Me abro paso entre la gente y me pongo delante, de tal manera que el gato me ve.

Gato, aquí estoy.  Empleo un tono seguro y directo, aunque las piernas me temblaban algo, no quería irme de la fiesta. Como dicen Bestia no puede ser el asesino. Es una persona bondadosa que ama con fervor a Bella, a pesar de su apariencia. Si esto fuera una mentira, mi nariz me crecería. Y no es el caso. Asiento con una patada en el suelo, y dirijo mi mirada hacia Bestia, confiando que mi nariz no me fallara y fuera verdad lo que dijera.

Tick...

Se escuchaba un ruido a lo lejos. La gente común, normal y aburrida se alejaba de aqu...tock...el pasillo lleno de sangre. El Gato con Botas de manera heroica y altiva procl...tick...amaba al asesino y le pedía dar la cara. Pobre Bestia, que no sól...tock...o tenía que afrontar la pérdida de su amor sino que además se encontraba como prim...tick...er sospechoso. Sin duda, no era el únic...tock...o misterio de aquel lugar.

El sonido del reloj que procedía como del más allá empezó a aumentar su ritmo y hacerse más sonoro. Aquel zumbido casi imperceptible pasó a convertirse en un estruendo y a continuación detonó en una bomba de humo.

- Pe-p-pe-per-d-do-d-do-perdone Capitán Garfio. S-s-sé que usted no es muy entusiasta de los relojes pero para mi son imprescindibles. Cuando, pronto, tarde, llega... - siempre me costaba entablar una conversación pero una vez hecho tenía buen don de la palabra más allá de mi locura provocada por el estrés. - N-no me mire, los demás no saben que estoy aquí, o al menos no todos, pero mi nariz sí que sabe de su presencia y mis ojos la testifican. - añadí - Lo que ahora no doy fe es de mis orejas. ¿Me ha parecido oír que usted ha salido en defensa de Bestia? No le creía tan iluso Capitán... - hice una pausa mientras saltaba alrededor del cadáver - Y-y-y y no me mal interprete, si bien creo en sus palabras no me parece que el resto vaya a hacer lo mismo. Las pruebas son contundentes, aunque... - vagaba en mis pensamientos - ¿quién sería tan idiota de dejar pruebas tan evidentes en un asesinato, verdad? Pero los demás no le van a creer, no-no-no-no - ladeaba mi cabeza al compás del reloj que había vuelto a su ritmo normal - debe ser más listo Capitán...

Pegué un salto y me coloqué más cerca de él. A pesar de que los demás no podían oírme bajé la voz asegurándome de que Garfio me seguía escuchando. El tartamudeo parecía haber desaparecido pues estaba convencido de lo que diría a continuación:
- Ha sido el Rey Midas mi señor. Tiene celos del Príncipe Azul, ansía a Cenicienta y hará cualquier cosa por arruinar este enlace. ¿Quiere salvar a su amiga la Bestia? Deje que le arresten mientras usted acaba con el hombre dorado de manera prudente, antes de que él termine con todo y con todos. Las pruebas no tardarán en a-a-a-aparecer.

Moví mis bigotes y me quedé por allí para comprobar los futuros acontecimientos.

Cuando te acercaste a examinar el cadáver de tu amada pudiste ver algo que se les había pasado desapercibido a los que lo contemplaban desde la distancia. El lado del cuello que tapaba su cuerpo había sido devorado por lo que parecían las mandíbulas de una fiera de un tamaño considerable, pero en todo caso, con unos dientes más afilados y menos prominentes que los tuyos. 

Una prueba débil que esgrimir ante el jefe de la guardia, pero al menos algo a lo que poder agarrarte.

Que el capitán Garfio saliese en mi ayuda me sorprendió, a decir verdad jamás me había inspirado mucha confianza. Y no solo él; Pinocho —o al menos eso deduje por el comentario referente a su nariz— también se unió a mi defensa. Aquello me calmó un poco y me ayudó a pensar con un poco más de claridad. Miré al gato, luego a la multitud y finalmente al cuerpo de Bella, y recordé algo.

— Creo que puedo probar que no soy el asesino. —dije después de unos instantes de silencio.

Me arrodillé y aparté los mechones de cuello que tapaban el cuello de Bella. Cuando volví a estar tan cerca de ella estuve apunto de llorar de dolor y traté de contenerme lo mejor que pude, pero no pude evitar derramar una lágrima sobre ella. Rodee su cabeza con mi brazo cuidadosamente y se la mostré al gato.

— Estas marcas. —señalé con la mano que me quedaba libre.— No son mías, es imposible. —. Volví a dejar el cuerpo de Bella en el suelo, y me levanté.— Dejadme que muerda algo y podréis comprobarlo.

¿Podría ganar tiempo con aquella prueba? Esperaba que sí. Mientras esperaba la decisión del jefe de la guardia me pareció ver a aquel maldito conejo. Me parecía extremadamente sospechoso, pero no podía hacer nada más que esperar a ser reconocido como inocente por el momento.

Hansel se mantuvo a distancia, incluso cuando vio a su hermana desmayarse, pero al ver a Alicia su corazon se estremecio, pero se contuvo, habian matado a una de las nobles doncellas, una de esas arribistas que se habia casado con un principe, aunque este era mas un animal que un encantador principe.

Este pequeño detalle complicaba sus planes, busque a ese conejo inutil pero mi vista no lo divisaba...Donde te has metido maldito blanco...

Mire como la otra doncella arribista se atrevia a interrogar a mi Alicia y seguido de ella el ridiculo Gato comenzo a preguntarle cosas, me acerque a ella y la trate de consolar...

Hola preciosa, me recuerdas?...Pregunte sin vacilaciones...Tranquila, puedes confiar en mi...La abrace para que sintiera el hombro calido de un aliado.

Mire a la Noble Nieves y al Gato...Podrian al menos esperar a que se tranquilice, en este estado no podra darles una respuesta adecuada...

Me lleve a Alicia hacia uuna de las mesas de banquete y le servi agua, para que se tranquilizara...

Inspiro profundamente mirando a la sala, y luego al extraño conejo. Entrecierro los ojos pensando detendamente en lo que había dicho. Si eso era cierto ahora sería mucho mas sencillo, matar literalmente dos pájaros de un golpe.

Asiento de forma seca e imperceptible.