Partida Rol por web

Lunes
6:30 am
Gabriel

-Piiiiiiiiiiiiii Piiiiiiiiiiiiii Piiiiiiiiiiiiii!!!

El despertador hizo su chillido insoportable indicando que comenzaba otro día de semana. Gabriel se giró en la cama, y manoteó el aparato, aun dormido, hasta que encontró el botón que lo apagaba. Era el primer día de clases en la secundaria de Sunnydale. Tenía que entrar a las 8:30 y saldría a las 2 de la tarde. Y de allí iría a trabajar a The Magic Box, una tienda que vendía artículos de magia. Eso lo entusiasmaba más que el colegio, pero si bajaba sus notas, sus padres se encargarían de que no pudiese ir a trabajar por un par de semanas al menos. Y ni hablar de ir al Bronze, el lugar de moda del pequeño pueblo, porque eso también estaría vedado.

Abrió los ojos, finalmente aceptando lo inevitable. Había que ir al colegio. La voz de su madre sonó desde la cocina.

-¡¡Gabrieeeeeeeeeel!! ¡Te estoy haciendo el desayuno, vamos anda!! ¡Que papá te deja en el colegio y después se va a trabajar!

No es que Gabriel no tuviera la capacidad económica de tener coche propio, o mejor dicho sus padres de comprarlo. Es que por ahora no había sacado la licencia de conducir. Más tarea para pensar, más cosas que hacer...

Más, más, más...

Y lo peor de todo es que había tenido una extraña pesadilla. No recordaba mucho solo a una chica joven a la que veía caminar de espaldas. Luego una sombra la cubría y un grito.

Eso solo.

 Refunfuñando, me levanté y fui al cuarto de baño, a darme una ducha rápida antes de bajar a desayunar. Mientras estaba bajo la regadera, con el agua recorriendo todo mi cuerpo, pensaba el mi pesadilla, ¿que podía significar?. No sabía porque motivo, pero de alguna forma sabía que eso que había visto era importante, aunque no sabría decir por qué.

 Finalmente terminé de ducharme y bajé, después de vestirme, abajo a desayunar. A ver a mis padres en la cocina les saludé alegremente, no queriendo que mi cara reflejara lo intranquilo que el extraño sueño me había dejado:

 - Buenos días, ¿que ha de nuevo por la mañana?.

Lunes
6:30 am
Darla

Hacía unos minutos que se había levantado. Hoy era el primer día de clases en la secundaria de Sunnydale. Las clases empezaban 8:30 y finalizaban a las dos de la tarde y era su primer año, así que la chica tenía la obligación de hacer buenos contactos. Eso sobre todo si quería pertenecer al grupo popular, cosa que a Darla le gustaba (aunque en el fondo era una tragalibros, pero intentaba que nadie se diese cuenta)

Se lavó los dientes y volvió a su cuarto mientras pensaba en qué ponerse. Sin embargo no podía dejar de pensar en un sueño que había tenido:

No recordaba mucho, sólo a una chica joven a la que veía caminar de espaldas. Luego una sombra la cubría y un grito.

Lo que molestaba era la nitidez del sueño, era como si realmente lo hubiera visto con sus propios ojos y esa sombra... No llegó a verla solo cómo cubrió a la joven pero sentía que era algo realmente maligno.

El sol que asomaba brillantemente por las ventanas parecía decir todo lo contrario. Parecía que sería un hermoso día en Sunnydale.

Lunes
6:30 am
Melissa

Estaba caminando dentro de una gruta mohosa y profunda. Docenas de candelabros daban una luz mortuoria al sitio y, en medio de éste, un pozo con agua oscura reflejaba la piedra del techo. Pero no era eso lo que le asustaba, sino una mera presencia, una mortífera...

Sintió sus dedos fríos tomando su cuello y llevándola hacia atrás. Se vio siendo levantada del suelo como si no pesara nada y entonces esa voz reclamándola.

-Eres mía, Cazadora...!

Dijo y ella giró la cabeza y lo vio. Alto, blanco como el mármol y con ojos rojos como la sangre. Tenía una ballesta en sus manos y por alguna razón sabía que conocía su uso pero no pudo hacer nada. Sintió los filosos colmillos perforar la carne de su cuello con violencia.

Y, aterrada, despertó. Su corazón aun galopaba como loco. El sol entraba por las ventanas recordándole que era el primer día de clases en la secundaria de Sunnydale. Las mismas empezaban ocho y media y terminaban a las dos. Tenía que prepararse. Aunque era díficil sacarse de encima ese sueño, esa terrible pesadilla. No comprendía su sentido, ni quién era ese "hombre" ni por qué le decía "Cazadora". No entendía nada, solo que todavía tenía el terror de verlo cerca, de encontrarlo en su propio cuarto.

-Melissa, despierta. Es hora de levantarse, ¿quieres que te haga waffles?

Preguntó su mamá desde detrás de la puerta de su cuarto.

Darla se intentaba quitar las imágenes del sueño de su cabeza sacudiéndola con velocidad, pero no podía.

Pues llenémosla de otras cosas dijo al tiempo que se acercaba a su radio y la enchufaba.

Perfecto soltó mientras empezaba a girar. Se puso a cantar y a bailar con la música. Consiguió despejarse la cabeza y se puso a estirar. Quería pertenecer al equipo de las animadoras, así que tenía que calentar desde el primer día para demostrar todo su potencial.

Se vistió como creía necesario para el primer día: Llamativa, pero sin decir que era lo más importante de ese instituto. Eso llegaría después. Se puso una falda con un poco de vuelo que le pasaba la mitad del muslo, una camiseta con escote amarillo y unos zapatos con tacones que se anudaban.

Se fue al espejo y se puso a hacer posturas extrañas; se recogió el cabello mientras se agachaba un poco y lanzaba un beso, dio la espalda al espejo y giró la cabeza mostrando una gran sonrisa, levantó una pierna y caminó un poco.

Salió corriendo de su habitación y bajó por las escaleras. Allí estaba su padre, desayunando mientras el servicio recogía las cosas de la cocina

¡Buenos días papi! dijo acercándose a él y dándole un beso. ¿Me dejas el descapotable? Así puedo ir a clase dijo sonriéndole y mirándole intensamente, como hacía siempre que pedía algo a su padre

Lunes
6:30 am
Andrew

El hombre joven despertó luego de una terrible pesadilla en la que había una chica, de largo cabello castaño. Él la estaba siguiendo, por alguna razón, aunque ella siempre caminaba de espaldas. A su vez, otro estaba tras sus pasos y Andrew sabía que debía detenerlo. Tenía que decirle a esa niña lo que estaba, tras ella. Era imperativo.

-Es mía...- dijo una voz ronca y Fullen se dio vuelta. Vio a un hombre, si podía describirse como tal: piel pálida como el mármol, ojos inyectados en sangre, dedos afilados y una boca llena de dientes.

-¡Mía, Vigilante, tu cazadora es mi regalo!

Fue entonces que el muchacho se despertó. Eran as 6:30 am y tenía que presentarse a la escuela secundaria de Sunnydale en donde le tocaría un trabajo a medio tiempo de bibliotecario. El horario era de ocho a dos y luego iría a su escuela especial de artes ocultas.

¿Qué era un vigilante, una cazadora y el sueño entero? Pues Andrew no tenía la menor idea,  pero parecía algo importante.

-Lo que hay de nuevo es que hoy es tu primer día de clases- dijo la madre de Gabriel dándole un sonoro beso -y debes hacer amigos. Sí, eso es importante. Los amigos, lo sé. Peroo...- el silencio de esa palabra indicaba algo que el chico ya sabía, la obsesión primera de su madre era que sus notas subieran, o mejor dicho siguieran en la cúspide para acceder, en dos años, a una buena universidad,-que no descuides tus estudios. Tu padre sabe que solo lo hago por tu bien...

El padre asintió con un gruñido mientras se servía una taza de humeante café. La mamá de Gabriel mientras puso en su plato unos waffles y un tarro al lado con algo de jarabe.

-Es porque la educación lo es todo. No quiero ser pesada, y... tú sabes. Estás en esa edad que...

-Cariño, déjalo comer...-comentó su padre mientras daba un par de sorbos a su desayuno líquido.

-Sí, ay lo sé. Pero tú sabes... lo de las chicas. Bueno, solo diré que todo está bien si tus estudios van primero. Sino: nada de chicas y nada de trabajar en ese antro de pociones y cosas raras. ¿Me oyes jovencito?

 Miré a mi madre molesto, mientras me servía el desayuno:

 - Mamá, sabes que me gusta mucho trabajar allí, aprendo muchas cosas sobre historia y lenguas antiguas que la mayoría de las veces no se tocan en el instituto. Eso me puede venir bien en el futuro, si quiero hacer una carrera de historiador, lingüista o arqueólogo...

 Sabía que la mejor manera de desistir los intentos de mi madre por hacerme dejar mi trabajo era darle argumentos que sirvieran para volver los suyos contra ella. A continuación le pregunté, sonriente, tratando de cambiar de tema:

 - ... Y sobre evitar a las chicas, ¿eso incluye a Willow y a cualquier ayuda que me pueda prestar en mis estudios?.

 Lo reconocía, me encantaba liar a la gente, volviendo sus palabras contra ellos, pero decidí conceder algo de tranquilidad a la mujer que me dio la vida:

 - Pero tranquila, voy a estudiar mucho, no te preocupes...

 Empecé a desayunar, ya que no quería hacer esperar a mi padre.

Steven, el padre de Darla, se encuentra desayunando un bowl de cereales con leche y leyendo la parte económica del diario cuando su hija le hace esa pregunta. Toma otra cucharada de su plato y mastica un momento antes de contestar, apenas dándole una mirada a su hija.

-Sí, llévalo. Pero solo lo conduces tú. Nada de que se lo prestes a ningún amigo o amiga, ¿entendido?

Luego baja nuevamente su mirada hacia las letras impresas en papel. La joven ve que saca unas llaves del bolsillo de sus pantalones y se las deja sobre la mesa, en ese mismo momento es que nota el titular del periódico en enormes letras negras.

"Dos desaparecidos de Sunnydale Hale, hallados muertos en un parque. La policía desconoce al autor del hecho."

Darla toma las llaves y mira las fotos en blanco y negro de los dos estudiantes. Afortunadamente ninguno es la chica que soñó de espaldas, pero sus miradas inocentes, sus sonrisas, eran estudiantes. Como ella.

-¿Necesitas algo más, cariño?- pregunta su padre cuando ve que la muchacha se queda unos momentos mirando las páginas.

¡Oh, papi! gritó Darla mientras se abalanzaba por detrás a su padre para abrazarle y besarle ¡Eres un amor! ¡Graciaaas! dijo cogiendo las llaves. Ante la pregunta de su padre sobre si necesitaba algo más, se lo pensó.

Bueno, si me das algo de dinero... Para la cafetería. ¡Imagina que hago amigos y van a la cafetería! ¡No puedo decir que no, papi! ¡Es muy importante! ¡Seguro que eso me lleva a ser la jefa de las animadoras!

Mientras esperaba la respuesta de su padre, fue a por un vaso de agua, tenía la garganta seca después de ver esas imágenes. ¿Qué ocurriría si había un asesino en serie? ¿Y si ahora que ella empezaba la secundaria se fijaban en ella? Era guapa, tenía buen cuerpo... Seguro que podía ser una víctima.

Pero hoy no se iba a amargar el día. Era SU día y tenía que estar brillante.

Me desperté un tanto agitado y lleno de sudor. Mi cuerpo estaba completamente empapado, así que apagué el despertador y me di una ducha tratando de quitar ese sueño tan extraño que había venido a mi cabeza. Jamás había tenido un sueño tan real, nada de esas características. Casi era creíble.

Afortunadamente ninguno de esos conceptos tenían sentido para mi, "vigilante o cazadora", eso era algo que no tenía nada que ver conmigo.

Cuando salí de la ducha completamente limpio me puse la mejor vestimenta que poseía, me miré en el espejo, me acicalé y le guiñé un ojo a mi reflejo. Después tomé mi cartera, las llaves y un maletín donde guardaba algunos relatos de interés que había ido recopilando durante todos esos años de investigación.

Después tomé mi coche para ir directo a la escuela. Cuando estaba frente a ella, me quedé sentado en el asiento de mi coche. Quería verles las caras, quería que me sonaran cuando entrasen en la biblioteca. 

Cuando el flujo de alumnos se minimizó salí del coche y pregunté a algún alumno por la biblioteca.

El ambiente era oscuro y opresivo. El olor a humedad pútrida llenaba sus fosas nasales y la sensación de peligro inminente la envolvía como un pesado manto. Sin embargo, sus piernas no se detenían y Melissa, a pesar de que sus instintos rogaban porque diera media vuelta y huyera corriendo de ahí, continuó internándose en la caverna.

Llegó hasta una estancia alumbrada por velas que apenas irradiaba luz. El olor a muerte y putrefacción se hizo más intenso cuando cruzó el imaginario umbral que dividía aquella parte de la gruta de aquella por donde había llegado. Su corazón se aceleró.

¿Quién está ahí? Las palabras resonaron en su cabeza pero no se materializaron como una entidad física. Alguien o algo la acechaba, podía intuirlo. Pero ese algo o ese alguien no se daba a conocer.

¿Dónde estás? ¿Qué quieres de mi? Nuevamente, su yo intentaba gritar para romper aquella opresiva atmósfera, pero sus cuerdas vocales se negaban a hacerlo.

De pronto, su cuerpo se vio levantado en vilo. En un abrir y cerrar de ojos, algo que antes no estaba allí, se manifestó ante ella, tomándola por el cuello, haciéndole sentir que era menos que un ratón entre las garras de un felino.

Comenzó a revolverse, pero su cuerpo reaccionaba lento, como si de pronto el aire se hubiera vuelto viscoso y ya no pudiera moverse. ¡¡¡Suéltame!!! Nuevamente su garganta se negaba a emitir sonido. ¡¡¡Auxilio!!! Otro intento inútil, otro golpe dado al aire y esos colmillos que se clavaban en su cuello.

Sintió el frío beso de su atacante y el dolor que éste trajo. Notó como su piel se rasgaba y su sangre comenzaba a manar, siendo succionada obscenamente por aquella criatura que era su dueña. ¡¡¡No!!! Su vida se acababa, su ser...

Despertó agitada y bañada en sudor. Su cama era un lío de sábanas revueltas, casi tan caótico como el latir de su corazón. Sus ojos miraban fijamente el techo, desencajados, reflejando el terror que el sueño le había provocado. Ha sido un sueño... solo eso... Sin embargo, y aunque el sol bañaba su habitación, ese pensamiento no logró tranquilizarla.

La voz de su madre llegó apurada. Nuevamente se le hacía tarde para ir a la escuela. A toda prisa se puso en pie. Debía darse una ducha para quitarse el pegote que la adrenalina había formado en su cuerpo, pero no le daban los minutos. -¡¡¡Si, ma!!! y una taza de café bien cargado! hoy tengo examen de matemáticas, necesito estar despierta- mientras respondía, se metió a toda prisa al cuarto de baño para lavarse la cara y con ello, dejar ir los últimos retazos de su temido sueño.

Corrió hasta el armario, buscó unos jeans estrechos y gastados, una camiseta al cuerpo y una camisa escocesa dos tallas más grandes que las que le correspondía. Se ató el cabello en una coleta alta y se puso sus zapatillas de lona favoritas, aquellas que la hacían ver tan cool a pesar de que su madre insistía en que debía haberlas dado de baja dos veranos atrás.

Tomó su mochila, verificó que tuviera lo mínimo para estar en la escuela y bajó la escalera a toda prisa. Llegó a la cocina y dió un beso en la mejilla a su madre antes de tomar poco ceremoniosamente uno de los waffles recién hechos que descansaban apilados sobre la mesa.

-Melissa, cuantas veces debo decirte que uses un plato, como toda la gente del mundo?- su madre protestó resignada. Con aquella chica no había caso y por más que se esforzara, no lograba hacerla respetar ni el más mínimo protocolo.

-Madre querida, sabes que no soy como todo el mundo- respondió ella juguetona. -Además no tengo tiempo para ello. Debo tragar todo esto en dos minutos o llegaré tarde y a la primera hora tengo el examen y sé que no quieres que desapruebe, verdad?- sus ojos dibujaron una mirada tierna y de súplica, aunque por dentro no sentía ningún remordimiento por estar tomando su desayuno como si fuera una camionera. -Están deliciosos. Bueno, me voy. Recuerda que hoy iré a lo de Sam a estudiar Literatura Hispana luego de clases, pero a más tardar, a las 5 estoy de vuelta. Te quiero!!!- volvió a besar la mejilla de su madre, y hecha un torbellino fue en busca de su skate para llegar a la escuela a tiempo.

En medio de aquella vorágine, su sueño quedó en el olvido.

La madre de Gabriel frunció el ceño cuando el chico nombró a Willow Rosenberg, lo cierto es que la mujer sabía que la chica era un cerebrito y había tenido en su período de secundario las mejores notas de su clase. Era muy buena además en computación y a veces actuaba de suplente de Jenny cuando la profesora estaba muy atareada.

-Bien, entiendo tu punto. Está bien- dijo levantando una mano -has ganado este debate. La verdad es que Willow me parece una niña excelente. Y estoy de acuerdo en que compartas momentos con ella, porque puede ser una gran ayuda para que mantengas el nivel académico necesario para ingresar en una buena universidad.

Gabriel terminó su desayuno y se preparó a salir. Sus padres le dieron un beso y lo despidieron en la puerta. La madre le recordó por tercera vez consecutiva que prestara atención a sus clases.

 Suspirando le dije a mi madre que lo haría y me dispuse a ir a clases, me preguntaba como estaría Willow y si habría descubierto algo de interés durante las vacaciones...

-Ajam

Fue lo que dijo el padre de Darla mientras le pasaba 100 dólares como si eso fuese cambio chico. Luego se dio cuenta del error y sacó un billete de 50, para agregarlo porque cien le parecía poco.

-Diviértete.

Eso fue lo que aclaró y siguió leyendo el diario, sobre todo la parte económica. Darla sabía que su padre había invertido últimamente en la bolsa y siempre estaba atento a las acciones y el movimiento bursátil. A veces le intentaba explicar a su hija los pormenores del mercado cambiario pero ella estaba más interesada en salir, divertirse, y ser una chica popular.

Así que le dio un beso en la mejilla y salió a buscar el convertible. Era rojo brillante y estaba aparcado afuera esperando que su nueva dueña, al menos por un rato, se subiera a sus hermosos asientos y lo conducida al colegio.

Condució hasta la escuela y se quedó esperando que algún alumno le indicará el sitio de la biblioteca, pues era nuevo en el lugar. Fue entonces que un hombre de le acercó, estaba vestido de traje y parecía muy serio.

-¿Señor Andrew Fullen?- preguntó con ojos inquisitivos aunque esa misma mirada decía que sabía la respuesta de antemano. -Soy miembro del consejo de Vigilantes de Gran Bretaña y me urge que me acompañe. No se preocupe por su trabajo, he hablado con el director y tiene la mañana libre.

El hombre le tendió la mano y prosiguió su relato, antes incluso de que Andrew contestara.

-Ha tenido un sueño particular anoche, y es imperativo que aprenda no sólo más de su significado sino de quién es usted en verdad y para qué ha venido a Sunnydale. Créame cuando le digo que no aceptare un "no" como respuesta. Por cierto, soy Edward Eddington y soy su mentor, o futuro jefe, como más le plazca. La cosa es que la cazadora ha despertado y sin usted será carne de vampiro.

Melissa se despidió de su madre y subió al bus escolar que la dejaría en la secundaria de Sunnydale. El vehículo estaba casi vacío, excepto por dos ocupantes y el conductor. Uno de ellos era un chico con un serio problema de acné y el otro era bastante guapo. Ambos estaban mirando por la ventanilla cuando la joven entró.

Gabriel sintió de inmediato un nudo en el estómago en el momento en que la chica le preguntó al conductor una cosa sobre el recorrido del micro. Era una sensación profunda de deja-vu, esto lo había visto antes. Entonces se fijó en su hermoso y largo cabello lacio castaño.

Pestañeó un momento pero cuando volvió a abrir los ojos vio a Melissa pasar cerca suyo y sentarse en el asiento de al lado, pero del otro lado del pasillo. Un par de chicas más subieron y luego el conductor puso a arrancar el vehículo con un sonido quejumbroso.

Por lo que le dijo a Melissa iba a pasar por varias casas más hasta recoger a los alumnos y llevarnos al colegio.

 Miré a la chica extrañado, era extraña esa sensación de haber vivido esto antes, pero sobre todo me llamó la atención su bonito cabello... ¿Es que ahora me entraba vocación de estilista?.

 La sonreí y la saludé:

 - Hola, ¿eres nueva?. Creo que no nos conocemos, ¿verdad?. Yo soy Gabriel...

 La pregunta sobre si nos conocíamos era en serio, aunque intenté sonar despreocupado. ¿Era esto lo que llamaban un Déjà vu?.

Andrew se frotó los ojos y los oídos. No podía creerse lo que estaba escuchando. Sin duda tenía que seguir en un sueño y todo esto sería parte de él. Pero claro, todo sonaba muy real. Excesivamente real.

No le había dado tiempo a nadie a contarle su sueño, por lo que esto no podría ser una broma, era muy posible que verdaderamente estuviera hablando en serio, o bien simplemente, es que estaba en lo cierto y todo aquello seguía siendo un sueño.

Fuera lo que fuera, Andrew asintió con la cabeza, y se encogió de hombros dispuesto a seguirle. Total, la curiosidad y las ganas de aprender podían más que su sentido común, y sin duda su sueño había sido muy perturbador, nada malo podría pasar si continuaba un poco viendo hasta donde podía llegar aquello.

Agitada por haber salido de casa a contra reloj, Mel alcanzó el colectivo y se subió a él como si en ello le fuera la vida. Vestía jeans ceñidos y gastados y zapatillas de lona viejas; una camiseta pegada al cuerpo y una camisa leñadora dos tallas más grande. Llevaba su mochila colgada de un hombro y en la mano contraria sujetaba un skate. Saludó al chofer y preguntó acerca del recorrido. Si no se hubiera quedado dormida, podría haber salido de casa y haber alcanzado la escuela por sus propios medios, pero con apenas diez minutos de ventaja, su tabla había permitido sortear las escasas cuadras que la separaban de la parada para llegar a tiempo y tomar el transporte público que la institución ponía a disposición de los estudiantes.

Al mirar hacia el interior del colectivo, una oleada de inseguridad la invadió. Aquel era el primer día de clases en una nueva ciudad, un día que determinaría su futuro en la secundaria de Sunnydale y que podría hacerle la vida un lujo o totalmente miserable por los siguientes tres años. Sin embargo, la suerte parecía sonreirle, pues tan solo dos chicos más se encontraban abordo en ese momento.

Miró a ambos mientras buscaba un sitio donde sentarse. Uno debía gastar una fortuna en productos para la piel, el otro... bueno, este no está nada mal... Sin embargo, en vez de sentarse a su lado, optó por elegir un sitio vacío y clavar su vista en el paisaje exterior. Era su primer día de escuela, en un lugar donde no conocía a nadie. Tenía cosas más importantes de las cuales ocuparse que de flirtear con un desconocido, que además, seguro sería engreído y de esos que solo se juntaban con los de su propia condición social.

Tan sumida estaba en aquellos pensamientos, que la voz del chico la tomó por sorpresa, sacándola de sus ensoñaciones con brusquedad.

-Ah? Lo siento- dijo al tiempo que sacaba a relucir una encantadora y radiante sonrisa. -No estaba prestando atención.- Aunque por la forma en que la miraba aquel chico y porque "Gabriel" sí había llegado a su cerebro, Melissa dedujo que él se había presentado.

La chica apoyó su espalda en la pared del bus al tiempo que giraba su cuerpo para quedar de frente a Gabriel, pero no hizo ningún intento por cambiarse de lugar. -Soy Melissa- y levantó la palma de la mano y saludó con un ligero movimiento de dedos. -Vas a la secundaria de Sunnydale?- idiota!!! que haría si no en este colectivo??? Abochornada al darse cuenta de que estaba preguntando una estupidez, se sonrojó y ensanchó aún más su sonrisa. -Lo siento, que pregunta tan tonta... En fin... en qué año estás?