Partida Rol por web

Medio dormid@s tod@s aún, con los dientes recién lavados, sin café y casi sin desayunar porque la clase era muy temprano llegáis a la puerta roja. Un momento ¿quien ha madrugado tanto para desayunar, acicalarse y buscar antes de tiempo la puerta de clase para llegar pronto? ¿Eh? ¿eh? ¿alguien? ¿No? ¿Estáis todos dormidos aún? No importa porque la puerta no se abre hasta las 8 exactamente. Ocho en punto, ni un minuto más ni un minuto menos, y se cerrará a las ocho y quince minutos. 

¿Y qué encontráis al abrirla?

Un bosque de secuoyas, que se levantan a muchísimos metros de vuestras cabecitas. Cruzáis el quicio de la puerta y os adentráis en el bosque. La puerta se cerrará pasados quince minutos de rigor, quien llegue tarde se quedará fuera de la clase. 

Sea como fuere aquí estáis pisando hojas de todos los colores, aunque predomina el violeta, intentando, supongo, encontrar pupitres, pizarras, o algo que se parezca mínimamente a una clase. 

Nada encontráis, fascinados con coloridos, escucháis algunos sonidos extraños pero melódicos, y muchísimos destellos por las copas de los árboles. No acertáis a distinguir qué pasa pero os hace sonreír. 

- Buenos días - reconocéis la voz del hombre espigado que os recibió la primera noche, incluso antes de verlo - hemos llegado justo a tiempo para el amanecer ¿alguien tiene alguna idea de donde estamos? 

Lo veis entrar por la puerta, y al volveros os fijáis en que la puerta estaba en uno de los troncos más grandes, al cerrarla la puerta se difumina con el tronco y desaparece. 

- ¡Ualaaaaaaaaaaaaaa!

Fascinada miro el increíble bosque que hay al otro lado de la puerta. 

- Estos árboles son tan altos como mi torre – verbalizo mis pensamientos sin tener en cuenta quien me escucha, estoy acostumbrada a pensar en voz alta porque llevo toda mi vida sola en la torre, así que será difícil quitarme esta costumbre - ¿qué son las lucecitas? ¡Campanilla! ¿Estás ahí?

Río divertida levantando la barbilla hacia arriba mientras giro despacio sobre mí misma, ay qué mareo... intento fijarme en las lucecitas y los colores de los árboles, el bosque en el que estaba mi torre era mucho más macabro y oscuro. ¡Qué maravilla! Uy, me he mareado un poquito.

- ¡Hola Al! – saludo a Aladdin con una sonrisa simpática, a Hécules también le saludo con la mano. Con los demás no he hablado, y el chico que tiene el pelito de color fuego, como Mérida, no sé quién es pero mi atención vuelve hacia el cielo curiosa y mareada - ¡Oye! ¡Lucecitas! ¡Bajad aquí!

A lo mejor soy una loca y solo son rayos de sol, estaré haciendo el ridículo pero tampoco gasto de eso así que…

- ¿En el bosque de algún cuento? - Contesto al viejo. 

Un momento, miro mi ropa, yo no sabía que íbamos a escalar así que me puse este vestido negro tan bonito. Frunzo el ceño mirando mi falda corta, me encojo de hombros y empiezo a deshacer la trenza que tanto trabajo que me ha costado hacer, dispuesta a trepar por el tronco más alto y llegar arriba. Quiero ver que es lo que brilla. 

Al final tengo que admitir que hacer del vago no me está llevando a ningún lado. Por lo que esta vez me levanto temprano, me medio paso un peine por la cabeza, y me miro una última vez al espejo. Meh. Me paso la mano y me revuelvo el pelo de nuevo. Un punto para esta universidad, academia, o lo que sea, no piden llevar un uniforme.

Llego a la puerta asignada casi distraído, y supongo que es el sitio correcto al ver como los otros que aparecieron conmigo se adentran allí. Olfateo el aire con algo de desconfianza. Bosque, hojas secas, me recuerda al sector selvático de Zootopía, pero menos civilizado. Con una mueca, me adentro a la puerta.

Todos miran el lugar, los arboles que suben hasta perderse en el cielo, las luces brillantes que parecen adornarlos de forma natural. Yo miro a los estudiantes. Ya algunos parecen conocerse, se saludan familiarmente. Por mi parte no me he presentado formalmente a nadie, pero no me parece que sea el momento correcto. Esperaré mi oportunidad, como siempre hago.

La voz del hombre estirado llega a nuestra espalda, y hace la misteriosa pregunta. Me encojo de hombros. -Donde sea, no es de donde vengo.- Digo vagamente, viendo si alguien reconocía el lugar.

Bella esperaba frente a la puerta con un libro entre las manos y los bolsillos del delantal sospechosamente abultados. Apenas levantó la mirada conforme fue llegando la gente, y no lo hizo cuando se abrió la puerta, por lo que le costó darse cuenta de que se encontraba paseando por entre árboles y no por entre los pupitres esperados.

Cuando se percató de que bajo sus pies había hojas chasqueando, y no un entarimado normal, alzó por fin la cabeza y lanzó una exclamación de sorpresa al observar su entorno. 

-Cuando pensaba que este lugar no podía sorprenderme más... -murmuró, cerrando el libro y guardándolo bajo el brazo.

De los bolsillos de su delantal extrajo un par de bollitos que había robado la noche anterior de la cocina, y le extendió uno de ellos al joven pelirrojo que había entrado junto a ella.

-¿Tienes hambre? -Preguntó, como toda presentación.

Vaya, vaya un bosque en mitad de la nada. - comento mientras estiro mis músculos y lleno mis pulmones con el aire forestal. - Extrañaba esto.

Por un momento considere trepar a uno de los grandes árboles que nos rodeaban, pero descarté rápidamente la  idea, pues no quería meterme en problemas con los maestros o la directora, de pronto me percaté de la presencia de varios de mis compañeros.

Esto me recuerda a mi hogar, aunque no hay de estos árboles en Sherwood. Por cierto compañeros, creo que lo mejor es permanecer juntos, pues si nos separamos aquí, podríamos perdernos y eso sí que sería muy problemático para todos. - digo con un tono un tanto más relajado de lo normal.

¿Por cierto, alguno de ustedes ha logrado coger algo para desayunar? Sino, tal vez podría intentar cazar algo antes de que llegue el maestro, va a ser difícil sin mi arco, pero no imposible.

Al final el plan de Aladdin se deshizo como una voluta de humo pues decidieron no arriesgarse. Bastante habían tenido con el viaje en alfombra. Eso si que fue una pasada. Y el sueño... recordaba haber soñado algo con él, pero no estaba del todo segura*

Volvió a ponerse pantalones aprovechando que en la Universidad no le obligaban a llevar aburridos vestidos de princesa. Eran cómodos y se ajustaban perfectamente a sus piernas. Un jersey ligeramente holgado de cuello de pico que mostraba su viente plano si subia demasiado los brazos, pero como no iba a estar todo el rato haciendo aquello, pues no era problema, pues le llegaba justo a la cinturilla del pantalón cubriendo su nivéa piel. Su rizos sueltos, desordeandos y alborotados ya que era dificil mantenerlos domados.

Cuando se aseó bebió bastante agua de aquello que llamaban lavabo. Las palomitas daban mucha sed. Cuando quiso darse cuenta no le daba tiempo a ir a desayunar. Se apresuró a llegar a clase y entró junto a Rapunzel y el resto, observando con el ceño fruncido el color del bosque

- ¿Un bosque morado? Desde luego en Escocia los bosques no suelen brillar y menos así.. - dijo pensativa en respuesta al conejo blanco mientras intentaba indagar más sobre el sitio con su mirada. Miró a Robin cuando dijo aquello de cazar hasta que llegara el profesor y le señaló al enorme tipo albino para que se diera cuenta de que ya estaba allí.

Luego siguió los movimientos de la rubia de pelo larguisimo, por si necesitaba ayuda. Aquellos árboles no parecian muy recios - Ten cuidado Rapunzel, estos troncos no son muy gruesos y no se si aguantarán... - le dijo elevando el rostro para que su voz llegara hasta ella.

El joven de piel morena no estaba acostumbrado a tener sueño a esas horas, puesto que en el mercado solía levantarse antes del alba. Pero ahí estaba. Bostezando y con el pelo algo despeinado. Sin lugar a dudas el que en aquel lugar se tuviese que atener a horarios y a actividades continuas jugaba a favor de la somnolencia matutina.

En cuanto atravesó la puerta, la boca de Aladdin se abrió sin remedio. Y lo cierto era que un bosque de color verde habría causado una similar reacción en él, no por nada jamás había visto en toda su vida tantísimos arboles juntos. Tantos que incluso creaban una especie de alfombra de hojas que no dejaba ni siquiera ver la arena de debajo. Las luces y el color ayudaban en cuanto al asombro, sin duda. Pero los árboles.. ¡Cuantos árboles!

No pudo evitar dar una vuelta sobre sí mismo mientras miraba hacia arriba, buscando el final de las copas de los árboles con los ojos. Y por más que miraba no era capaz de ver un tramo de cielo despejado. Todo eran ramas y hojas.

Aún embobado, escuchó la pregunta de Robin; sin desviar la atención del entorno, puesto que no se veía capaz de hacerlo, resbuscó en uno de sus profundos bolsillos, de los que sacó tres brillantes manzanas rojas que extendió hacia el muchacho de la capucha. Al no prestar atención, estas cayeron al suelo y rodaron sobre la hojarasca.

-Esto es.... ¿Cosa tuya, Genio?- dijo titubeando. La sorpresa no tardó demasiado en convertirse en entusiasmo. El ruido de las hojas secas bajo sus pies le parecía divertido, por lo que empezó a correr sobre ellas, esquivando troncos pero cuidándose de no alejarse del grupo

Había llegado con el resto de mis compañeras a la clase, y en ese mismo momento no tenía apetito, cuando despertaba se preocupaba por servirle a su familia primero y luego preocuparse por su comida y las tareas. Así que no le importaba esperar un poco mas al desayuno siempre y cuando no se demorara la clase.

Llegué hacia la puerta que nos indicaron y la verdad antes de entrar me preocupaba que era lo que nos esperaba al otro lado por lo que fui algo desconfiada. En cuanto pasamos al otro lado, vi el bosque que se mostraba ante nosotros y al igual que todos quedé maravillada por el color y la cantidad de los árboles que habían. Lo primero que hice fue acercarme a uno de los troncos y tocarlo con la palma de la mano, ¿esa luz violeta se trataba del musgo de los árboles o de la propia madera? Mi mirada se alzó hacia hasta donde la vista pudo alcanzar para intentar ver su altura. 

Apartando el hermoso color morado, se podía parecer al bosque de bambú que teníamos en la parte posterior de la casa y donde pasé muchas horas entrenando por lo que descarté la posibilidad de que estuviéramos en alguna zona cerca de mi hogar. Por lo que la pregunta que hacía el profesor, era la que me hice en ese momento, ¿donde estábamos?

Miré a mi alrededor, viendo al resto de los alumnos y a lo largo del bosque por si conseguía distinguir algún tipo de figura, edificio que me diera alguna pista para identificar donde estábamos. Estaba observando tanto el paisaje que no me di cuenta que otro alumno se encontraba cerca y me choqué con él (Robin Hood).

- Ay disculpa... - fue lo primero que dije. ''Ay Mulán, que torpe eres...'' hasta que miré al chico, había oído que había hecho algún comentario de cazar con el arco y aquello me sonó bastante nostálgico de cuando entrenaba antes de irme a enfrentarme con los hunos.- Para hablar tan confiado, tienes que tener que bastante destreza con el arco.- sonreí.- Tienes razón, no es imposible pero creo que primero debemos saber donde estamos, no creo que quieras molestar a algún oso u otro animal y que se abalance sobre ti.

No es divertido so no la cazo yo mismo. - respondo encongiéndome de hombros mientras reparo en las señas de Mérida y me giro para ver al conejo.

Perdone usted profesor, me dejé llevar por el lugar, es que todo este ambiente me recuerda a mi hogar, árboles por doquier, por un momento me sentí de nuevo en casa y las viejas costumbres no se olvidan, a esta hora, mis compañeros y yo estaríamos tras un ciervo, un jabalí o un conejo para el desayuno, eso acompañado con algunas verduras sancochadas  y de allí a los caminos a recuperar lo que el fantoche de Juan le roba al pueblo. - sentencio con bastante brío.

Mis disculpas de nuevo, me dejé llevar, creo que mejor me  como esto, me callo y no interrumpo más. - añado mientras recojo las manzanas de Aladdin y le entrego dos a mi compañero y me quedo con una para mi, al tiempo que Mulan choca conmigo.

Descuida fue culpa mía, yo estaba distraído recordando mi hogar y en lo que respecta al arco, pues te aseguro que soy mejor con él, que con la espada y te aseguro que no es fácil vencerme en un duelo de espadas, con suerte mos permitan practicar algo de arquería luego y con gusto te muestro lo que sé.

En cuanto al oso, pues la verdad paso de ellos, son muy difíciles de cazar y no valen el riesgo, mis amigos y yo, usualmente nos mantenemos lejos de sus guaridas, pues de donde vengo, un sólo zarpazo puede resultar mortal y no porque te mate al instante, sino que es difícil conseguir atención médica siendo un forajido, pues los hombres del fantoche persiguen a cualquiera que nos ayude, y por ello preferimos no involucrar a ningún inocente en nuestra lucha, por eso es que los osos los mantenemos fuera del menú.

 Para mi jamás fue un problema el hecho de levantarme temprano, puesto que era una cuestión de costumbre de mi casa para cuidar de las cosechas siendo vital para nuestra subsistencia económica. Por esa razón apenas abro los ojos, rápidamente me meto a la ducha y tras salir escojo un shorts de jeans, zapatillas, camiseta y un suéter largo de color gris. El cabello suelto, aunque tengo que lidiar con esta apariencia que dista en demasía a la mía real. Es un poco incómodo ser humana, y no sé cómo manejarlo. 

Una vez llego al lugar indicado, saludo a los presentes con cierta timidez, sorprendida de encontrarme a Nick allí. No puedo evitar mirarlo desde la distancia, el traicionero no está nada mal, pero las cosas entre nosotros luego de la situación del parquímetro como que no estaban bien. Así que me quedé en un rincón, aguardando la apertura de la puerta roja, y cuando el momento llega, la sorpresa inunda en mi rostro. 

Aquel bosque es un delirio, no solo por los colores, sino por la paz que emana. Rápidamente detrás del grupo ingreso allí y olisqueo el ambiente como reacción / efecto. No me pasa desapercibido que una chica le da un bollo a Nick, pero me encojo de hombros, es probable que ella termine escaldada con él, es un zorro. Y ya sabemos cómo son. Cuando la voz se pronuncia, giro hacia el lugar dónde proviene y asiento. 

No tengo idea de dónde estamos, así que no respondo nada y me quedo relegada del grupo. 

Al final, sin saber muy bien qué dirección tomar, decidió seguir la marea de alumnos. Las chicas terminaron mezclándose con los chicos. Era la primera vez que veía tanta variedad de colores de pieles y cabellos, no podía dejar de mirarlos, asombrada. También le pasaba con las chicas, pero ya se había acostumbrado más a verlas debido a la convivencia en su zona.

Sin darse cuenta, también quedó relegada al final del grupo que se había formado. Allí vio a otra chica, de unos preciosos ojos lilas. -Moana- extendió la mano para estrecharla. Eran demasiadas chicas nuevas, no estaba segura de si se había presentado a ella o no. -Esto da miedo... ¿No? Es todo tan raro, ¡y hay tanta gente!- suspiró y esbozó una media sonrisa mientras se apartaba el pelo de la cara con una mano. -Pero creo que puede ser divertido.

Continuaron y cruzaron una puerta que les llevó a un espectacular bosque que se iluminaba con preciosas luces violetas a su alrededor.

Moana miraba a un lado y a otro, alucinando cada vez más por momentos. Se atrevió a alargar la mano e intentar cazar una de las luces. -Estamos... en...- solo había un sitio que había visitado y tuviese unos colores tan característicos, -¿Lalotai?- aunque las plantas que habían a su alrededor no le recordaban a las del mar.

Aunque no había hablado anteriormente con Robin, me daba la impresión de un chico serio pero al parecer estaba del todo equivocada.- Vaya...- digo algo sorprendida, no esperaba encontrarme allí a alguien que supiera manejar algún arma a parte de mí misma, por lo que sonreí con cierta confianza pero sin llegar a pasarme.- Espero que eso se trate de un reto.- digo haciendo referencia a su destreza con la espada y el arco.- Te puedo asegurar que no soy una contrincante fácil.- me parecía mejor advertirle por si hubiera la posibilidad en un futuro de enfrentarnos y solo por el hecho de ser mujer, se me tratara como alguien débil o frágil.- Aunque estaría bien tener un sitio para entrenar, me haría falta hacer un poco de recordatorio en mi forma de lucha.

-Me parece sabio por vuestra parte no enfrentaros a ningún oso, dependiendo si están en la época de cría es posible que estén algo más irascibles que en otras épocas del año.- recordaba como algunos hombres de mi pueblo tenían que sortear caminos y bosques para evitar encontrarse en frente de algún oso en esa época del año.- Incluso si pillas algún grupo tranquilamente fuera de la temporada de cría, puedes acercarte lo suficiente para verles jugar o socializar con otros de su especie.

- Hm, hola. ¡Soy Juddy! - saludo a la morena, sonriendo. Lo bueno es que ya tengo con quien hablar y no pierdo de vista a Nick por si la lía. Soy la única que lo conoce aquí y en verdad me preocupa en demasía lo que pueda hacer. Es alguien muy traicionero, mentiroso y mala persona a medio tiempo, así que lo mantendré vigilado por las dudas. - Sí que da miedo, pero es bellísimo. - respondo a Moana, ya quedando a su lado para hacer esto juntas. Mola tener a alguien con quien compartir estos momentos cuando recién llegas. 

- Eso ni lo dudes. - agrego sonriendo. 

Mientras el sitio se va llenando de estudiantes, noto que una chica [Bella] saca un bollo de su delantal y me lo ofrece. -¿Tanto se me nota?- Contesto, entre divertido por la repentina confianza y tratando de averiguar sus intenciones. No soy idiota, nada viene de gratis, por lo que seguramente aquella chica tiene pensado pedirme algo a futuro. Aún así acepto el bollo, que tomo rápidamente de su mano antes que se arrepienta.

-Soy Nick.- Digo, dando un mordisco al bollo. Aún cuando ya no tengo mis orejas de zorro, capto una voz familiar desde el otro lado de... lo que fuera ese sitio. Bosque. Salón mágico. Da igual. La conejita [Juddy] se ha aparecido también por aqui, por lo que veo. Cuando la veo mirar en mi dirección, le hago un guiño rápido, sabiendo que se enojará por eso. Por el resto, nadie parece saber con seguridad donde nos encontramos.

Aparezco al lado de Aladdin , mirando a mi alrededor y sacando un bollo robado a Bella de forma furtiva.

- No, Al... ¿cómo voy a ser yo? Sabes que aquí no tengo ninguno de mis poderes... mientras no encuentre la escurridiza lámpara. - bueno, al menos eso creo. Trato de no pensar en deseos ajenos no sea que provoque una fractura irreparable en el tejido espacio tiempo condicional creado por la señora del lugar.

El sitio se ha llenado de gente. Muchos de ellos vinieron con nosotros pero nunca habían hablado. Me huele a trampa, no deberíamos fiarnos de ellos. La gente silenciosa siempre es peligrosa, como esa tal Ella.

- ¿Osos? ¿OSOS? - digo girándome hacia ambos lados realmente aterrado. Luego miro al chico Sergood con molestia por haberme mentido con lo de los osos. Mordisqueo mi bollo visiblemente molesto.

Que podía ser tan importante como para interrumpir el alimento que bien merecidamente estábamos disfrutando con el pasar de los días me pesaba el hambre ni siquiera pude peina decentemente mi melena pero debía admitir que la vista que se nos presentaba a los presentes no estaba del todo mal -Es una vista bastante iluminada y e de admitir que luce como una cascada de estrellas,ya quisiera yo que de donde yo vengo todos pudieran disfrutar de un lugar tan deslumbrante en ves de los terrenos áridos que hay por doquier.

Al parecer no era el único que se había acostumbrado a comer mínimo tres comidas al día los demás parecían estar suplicando por comida y mientras unos demostraban que eran precavidos para tomar sobras de la noche anterior mientras otros planeaban otros aventurarse a buscar comida en el extraño lugar en especial Robin que parecía tener la capacidad de sobrevivir cazando,algo que me podría llegar inclusos a respetarlo.

-Yo comprendo bien de lo que hablas cazar el alimento era algo diario de donde vengo a veces los viejos hábitos no se pierden,quizás no sea tan baila o siquiera conozca las herramientas de las que hablas pero sigo siendo lo suficientemente capaz de apoyarte en caso de que tomas esa iniciativa,incluso si es un oso bastará con derribarlo primero y darle el golpe final pero el riesgo siempre existe- mencione esperando ver qué tan cuidadoso era el encapuchado.

El príncipe encantado se adentro en el bosque en el que le esperaba, seguro, alguna damisela en apuros a la que poder rescatar. Mirando encandilado hacia arriba quedó absorto en los colores, sonriendo como un impúber. La puerta se cerró tras él, casi no llega a tiempo.

- ¡Recórcholis! La puerta ha desaparecido ¿Y ahora como volveremos al castillo? ¿Hay corceles por aquí para poder explorar estas hermosas tierras?

Al escuchar la palabra osos se lleva la mano a la funda del cinturón donde debería estar su espada y resulta que no está pero él hace el gesto igual de desenfundar el arma y ponerse en guardia.

- Si hay osos por aquí no os preocupéis gentiles damas, yo os protegeré. Aunque me ha parecido entender que hay alguna guerrera hábil por aquí, amén de la escaladora del pelo imposible. ¿Quién sabe manejar un arma aquí?  Debemos organizarnos por si sucede algo imprevisto de tal magnitud. 

Si hay osos por aquí no os preocupéis gentiles damas, yo os protegeré

Me llevo una mano al pecho totalmente ofendido y parpadeo con incredulidad - ¿Disculpaaaaaa????

¿O sea, que si me ataca un oso no me va usted a proteger por que no soy una gentil dama? - Miro a mi alrededor con un enfado evidente - No me parece que nadie más se haya asustado por la presencia de osos que yo.

Me cruzo de brazos y me giro con la barbilla alzada y con gesto molesto.

El príncipe azul miró a Djinn parpadeando varias veces, intentando procesarlo todo aunque no lo logra. No entiende muy bien el enfado. Abre los labios para responder pero lo piensa bien, algo a lo que no está acostumbrado, ahora teme que hablar pueda ofender a alguien más, mira en derredor suyo y luego al genio de nuevo.

- No estoy acostumbrado a los hombres tan sensibles, ruego me perdone vuestra merced; en mi cuento los hombres son fornidos guerreros, compañeros de grandes gestas, todos con bravura y fiereza, yo el que más – sonríe en gesto solemne – pero si necesitáis que os proteja lo haré sin dudarlo. Quizás en vuestro mundo sea al revés, las mujeres protejan a los hombres, sería un mundo muy curioso. ¡Me encantaría conocerlo!

Añade mirándote con curiosidad.

Nick: Soy Nick. 

-Bella -respondió ella, esbozando una tímida sonrisa. 

Robin: ¿Por cierto, alguno de ustedes ha logrado coger algo para desayunar? Sino, tal vez podría intentar cazar algo antes de que llegue el maestro, va a ser difícil sin mi arco, pero no imposible.

 Bella se llevó la mano al bolsillo del delantal donde había guardado un bollo de más, pero sorprendida, lo encontró vacío.

Moana: Estamos... en... ¿Lalotai?

Olvidado el asunto del bollito, la joven alzó la cabeza con sorpresa. Era la primera vez que escuchaba un nombre desconocido para ella, y es que los rasgos de Moana le eran completamente extraños. Había conocido cuarterones en Francia, aunque nunca tan oscuros como Djinn, pero jamás había visto una joven de rasgos asiáticos y tez morena. La llama de la curiosidad ardió en su interior. Seguro que tenía cientos de historias nuevas que contar.

El pánico comienza a cundir en cuanto hablan de osos y otros animales del bosque, pero Bella sabía cuál era el protocolo en caso de toparse con uno, lo había leído. Simplemente había que hacerse el muerto. Incluso orinarse encima. Aunque de lo segundo no tenía demasiadas ganas...

-¿Por qué creéis que nos habrán traído aquí? -Preguntó finalmente, casi más para sí misma que para el resto.